sábado, 28 de abril de 2012

The way you are Jemi cap.12


Cuando se levantaron de la mesa, él la ayudó a llevar los platos a la cocina. No sólo eso, sino que insistió incluso en ayudada a fregados. Después, los secó sumiéndola aún más en la confusión. 
-Me manejo muy bien en la cocina -le recordó él Tenía que hacerlo si no quería morirme de hambre. Nunca he tenido a una mujer para que me hiciera la comida. 
Demi le miró con curiosidad y él al darse cuenta de esa mirada, prosiguió 
-De vez en cuando vienen a casa para otras cosas -le dijo suavemente- Soy un hombre y como tal, tengo una série de necesidades. 
El rostro de Demi se puso rojo y él sonrió. Ella apartó la mirada, pero le temblaban las manos y le fástidiaba que él se diera cuenta de su turbación. 
-Estás bastante verde en esas cosas. No sabes nada respecto a lo que pasa entre los hombres y las mujeres, ¿verdad? 
-No soy ninguna ignorante- murmuró ella. 
-No he dicho que lo seas. Simplemente, que eres muy inocente -le dijo él mientras terminaba de secar el último plato y lo colocaba en la alacena-. Eso me gusta. Quiero decir, qué seas así de inocente. Me gusta mucho. 
Demi no podía ni mirarle; la estaba haciendo sentirse tímida y demasiado joven.
-¿Por qué no ha habido nunca un hombre en tu vida? -.Vamos a empezar con tus lecciones de baile. ¿De acuerdo? –empezó a decirle ella nerviosamente. Trató de salir del salón, pero él la detuvo. 
-¿Por qué, Demi.? 
Joe. Sus grandes manos la cogieron por la cintura haciendo que sus Cuerpos se acercaran mas. ¿Por qué, maldición? Exigió él con la paciencia a punto de terminársele. Demi trató apartarse de sí esa especie de timidez .que la estaba dominando, Joe era el hombre mas atractivo que había visto en su vida y eso la turbaba. Levantó la cabeza hacia el Y le miró. Parecía preocupado, como si se viera dominado a su vez por pensamientos profundos. 
-Supongamos que tú me enseñas ahora a bailar. Entonces, a la semana siguiente le toca a la cultura. Vaya hacerme con unas entradas para el ballet en Phoenix. Supongo que no te importará venir y explicarme qué es eso.
Ella se echó a reír.
-¿Tú en el ballet? 
-No sigas por ahí! 
-De acuerdo, Joe. 
-Pon en marcha ese maldito reproductor, ¿no? 
Un momento más tarde, la música deshizo suavemente el silencio Demi se dejó atrapar dulcemente entre sus brazos y le mostró cómo tenía que agarrarla, ni demasiado cerca ni demasiado lejos. 
Luego, le explicó cómo debíá dar los pasos. Al principio estuvo un poco patoso, pero era Un buen alumno y aprendió rápidamente. 
-¿Por qué tenemos que estar tan separados? -le preguntó él Las parejas que be visto bailan estando mucho más juntas. 
-Evidentemente, el compañero no era muy educado. 
-Por supuesto que sí -murmuró él, apretándola hasta que estuvieron tan cerca el Uno del otro que Demi podía notar los latidos de su corazón contra sus pechos-. Era algo como esto. 
Mmm -murmuró-. Así está mucho mejor. 
Eso dependía del punto de vista de cada uno, pensó ella nerviosamente. Se sentía mal porque su cuerpo empezaba a excitarse al tenerle tan cerca. 
-No tengas miedo, sólo estamos bailando. 
-Joe -protestó ella inútilmente. 
-Demi, se que eres virgen -le dijo él tranquilamente - No te preocupes, que no te vaya hacer ninguna salvajada. 
-Ya lo sé, pero... pero... 
-Pero puedes darte cuenta de lo que te deseo y estás atemorizada. ¿No? Mira, yo no estoy turbado. ¿Por qué lo tienes que estar tú? Lo que me pasa no es más que la reacción natural de un hombre ante una mujer encantadora.  Demi nunca había oído decir algo así:
-Me he pasado la vida trabajando con animales -continuó él-. tal vez por eso, no encuentro nada extraño en todo lo que tiene que ver con la reproducción, con el sexo. Tú tampoco deberías encontrarlo. Es la forma de que las especies se perpetúen y es algo hermoso, 
-La verdad, es que haces que lo parezca. 
-No me agrada la idea de un ligue pasajero o de que la gente viva junta sin casarse, Estoy chapado a la antigua y me gustada casarme con una mujer que pensara como yo, no con una de esas que Se sienten liberadas y enseguida toman la iniciativa. ¿Es que te ha pasado eso alguna vez?. Él se rió suavemente. 
-En realidad, sí, en una convención de ganaderos. Era una preciosa amazona de rodeo, muy guapa. Se me acercó y, tocándome de Una forma, que ni siquiera te puedo contar, me invito a pasar la noche con ella.
-¿ Y lo hiciste? 
-¡Pero bueno! ¿Qué hace una jovencita como tú preguntándole esas cosas a un hombre hecho y derecho? 
-¿Dormiste con ella? -insistió Demi. 
-No, no lo hice -bromeó Joe- me gusta ser yo quien elija.
-Sí, me lo imaginaba -le contestó extrañamente aliviada. 
La mano de Joe se deslizo por toda su espalda, y la apretó un poco más contra su cuerpo; Demi notó que se le cortaba la respiración y se quedaba como helada. 
-Nunca había bailado así con nadie. 
Las manos de Joe apretaron su cintura y Demi se quejó. 
-Eh, no tan fuerte -le dijo riendo- ¡Me haces daño! 
-¿Por qué no sales con nadie? 
Ésa era una buena pregunta, pero no era el momento más apropiado par.a las confesiones. 
-Me gusta mi propia compañía. 
-Algún dia necesitarás a un hombre. 
-No, no quiero ninguno en mi vida. 
De repente, Joe le cogió del pelo y la obligó a levantar la cabeza y a mirarle, Demi, sorprendida, le miró como si se tratara de un extraño. 
-No puedes vivir siempre sola -le dijo él mirándola a los ojos-. Necesitas más cosas aparte de tu trabajo. 
-¿Y qué es lo que necesito?, dilo ya que eres un experto en la materia. . 
Él volvió a tirarla del pelo forzándola a apoyar la cabeza en su hombro mientras la música seguía sonando, olvidada por completo. 
-Necesitas un hombre que te meta en su cama y te haga el amor durante toda la noche, eso es lo que necesitas. 
-No será contigo, ¡Tu ya tienes una mujer! 
-¿Quién yo? . 
-Por supuesto que tú- murmuro empujándole fuertemente, tratando de librarse de su abrazo. -¿Que se te a olvidado que estás tratando de cambiar para conquistarla? Ésa que debe ser tan tonta como para que tu le gustes,.. siendo como eres. ¿Me vas a soltar? ¡Maldición!
Pero no, Joe no mostró la más mínima intención de hacerla, al contrario, empezó a acariciarla con la mano con la que hasta entonces la había estado agarrando del pelo. 
-Baila; no pelees -susurró él-. No luches conmigo.

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