domingo, 22 de abril de 2012

Legal Love Cap.38




Apenas eran las diez de la noche, pero cuando Miley entró en el dormitorio al que Nick había subido sus maletas, lo encontró en la cama. 
No estaba segura de si estaba dormido o no. La luz de la mesilla estaba encendida, pero tenía los ojos cerrados, y su pecho, cubierto solo en parte por la sábana blanca, subía y bajaba rítmicamente.
—¿Nick? —lo llamó en voz baja. Al ver que no contestaba, la joven dejó escapar un largo suspiro, sacó el camisón de la maleta y fue al cuarto de baño a cambiarse. Aquella no era la noche que había imaginado. Cuando volvió al dormitorio, minutos después, se sentó a su lado en la cama, observándolo largo rato, para finalmente apagar la luz con resignación y meterse bajo la sábana ella también.
Sin embargo, no conseguía dormirse. Empezó a dar vueltas, recordando tan vividamente la pasión que había surgido entre ellos solo horas antes.
Ahora que conocía lo que era el deseo, lo estaba sintiendo con tanta intensidad, que casi parecía dolor.
—¿No puedes dormir? —inquirió la profunda voz de Nick, sobresaltándola.
No sonaba soñoliento. Seguramente se había hecho el dormido.
—La verdad es que no —murmuró ella.
Nick extendió el brazo y la atrajo despacio hacia sí. La mano de Miley rozó su cadera, y solo entonces se dio cuenta de que no llevaba puesto nada.
Nick la notó tensarse de repente y se rio entre dientes.
—¿Todavía sientes vergüenza después de lo que hicimos esta mañana? — le preguntó—, ¿o es que soy el hombre equivocado? —añadió con sarcasmo.
—¿Qué quieres decir con eso? —inquirió Miley.
— Llevas todo el día detrás de Kevin —respondió Nick pasando sus manos por el cuerpo femenino, y acariciando los sensibles pezones con los pulgares — . ¿Ya te están resultando pesados los votos matrimoniales?
—Nick, eso no es cierto —protestó ella—. Tu hermano me parece muy agradable, pero no llevo todo el día detrás de él — se defendió. Los dedos de Nick se hundieron en su cintura.
— No esperaba que lo admitieras. Y supongo que tampoco puedo culparte porque, de un modo u otro, fui yo quien nos metió en este embrollo.
Un «embrollo», eso era lo que pensaba que era su matrimonio, se dijo Miley entristecida.
—Creía que estabas hablando por teléfono, y fui al estudio a buscarte, pero no estabas allí —le dijo.
— Llamé desde aquí arriba —contestó él — . Tenía que telefonear a Delta.
Miley sintió deseos de ir a retorcerle el cuello a aquella mujer. Las advertencias de Kevin no habían sido en vano después de todo. Delta no estaba dispuesta a darse por vencida, y Nick no había tenido reparos en contestar a su llamada desde el hogar de su familia. Entonces ella estaba en lo cierto: se estaba arrepintiendo de haber renunciado a ella.
Nick notó cómo el cuerpo de Miley se ponía rígido, y su corazón comenzó a latir apresuradamente. Aquel era el primer signo que le daba alguna esperanza de que no todo estaba perdido. Tal vez ella sentía algo por él.
—¿No tienes nada que decir? —la pinchó para hacerla hablar.
La joven apretó los dientes enfadada.
— Sí, que puedes soltarme. Creo que ahora ya podré dormir.
—¿Eso crees?
Nick echó a un lado la sábana y, pillando a Miley desprevenida, sus labios se cerraron sobre uno de sus senos, tomando el pezón a través de la fina tela del camisón.
El gemido que emitió Miley fue como música para sus oídos. Sin dejar de besarla y acariciarla, se deshizo del camisón y deslizó las manos arriba y abajo por su suave cuerpo desnudo.
— ¿Puedo tenerte sin tener que forzarte? —le preguntó en el oído.
— Sí —musitó ella en un hilo de voz. Le hincó las uñas en la espalda, atrayéndolo hacia sí, y abriendo las piernas para darle acceso a la parte más íntima de su cuerpo—. ¡Nick...!
Nick jadeaba extasiado, invadiéndola una y otra vez, y ella repetía su nombre de un modo incoherente, agarrándose a él.
— ¡No pares, Nick, no... pares..!
—Eres muy ruidosa, y eso me encanta... —le dijo él con voz ronca—. Y me encanta tu tacto, y tu sabor... Dime que me deseas, Miles.
— ¡Te... te deseo... aaah! —Miley apenas podía pronunciar las palabras.
Estaba matándola. El placer parecía demasiado increíble como para soportarlo, y tenía la sensación de que iba a perder el conocimiento.
Finalmente Nick. no pudo seguir con aquel frenético ritmo, y los satisfizo a ambos, dejando escapar un grito salvaje.
Minutos más tarde yacían juntos, empapados en sudor. Miley se sentía exhausta, y los párpados le pesaban de tal modo que, al cabo de un rato, se quedó dormida en brazos de Nick.







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