lunes, 30 de abril de 2012

The Heart of Millionaire cap.19




—¿Miley?
Oyó la voz de Nick detrás de ella, pero no se giró.
—¡Eh! —exclamó la pelirroja, tapándose, demasiado tarde, con el edredón negro. —No sabía que ya tenía compañía...
Nick apareció por la puerta, estaba tenso.
—¿Se puede saber quién eres? —preguntó, empujando a Miley para entrar en su habitación.
—¿Tu nuevo rollito? —sugirió Miley.
—Mira —dijo la pelirroja, —creo que he cometido un error y...
—Oh, si es por mí, no te marches —sugirió Miley dándose la vuelta y saliendo al pasillo para irse a su propia habitación.
—Miley, maldita sea, espera —le pidió Nick, furioso.
Pero a ella no le importó. No quería oír su explicación. ¿Qué podía decirle? Había una mujer desnuda en su cama. Y él no se había mostrado sorprendido, sino sólo enfadado. Aquello era todo lo que necesitaba saber.
Estaba claro.
Era el momento de marcharse de allí. Era una idiota. Cómo había podido pensar que lo quería. ¿Acaso era masoquista?
Entró en su habitación con el piloto automático puesto. Fue hacia el armario, sacó la maleta y la dejó encima de la cama. La abrió y volvió al armario. Sacó gran parte de su ropa y la echó en la maleta, estaba volviendo al armario, a hacer un segundo viaje, cuando entró Nick.
Fue directo hacia ella, la agarró de un brazo y le hizo dar la vuelta.
—¿Qué te crees que estás haciendo?
Ella se zafó y le lanzó una mirada matadora. Estaba furiosa, herida y avergonzada. Una combinación muy peligrosa.
—Creo que es obvio, incluso para ti. Me marcho.
—¿Por la pelirroja?
—¿Qué pasa, no te acuerdas de su nombre?
—¡Si ni siquiera la conozco! —gritó Nick. —¿Cómo quieres que sepa su maldito nombre?
—Deja de hablarme así —le contestó Miley también gritando. Estaba alterada, se sentía confundida y lo único que sabía era que no tenía que seguir allí. No podía quedarse ni un minuto más. —Me marcho y no podrás detenerme.
—Miley, maldita sea, acaban de llegar los resultados del laboratorio...
Ella se había imaginado que aquello ocurriría de otra manera. Se había imaginado leyendo los resultados al lado de Nick, siendo testigo de cómo se daba cuenta de que era padre.
En cualquier caso, no se había imaginado a una pelirroja desnuda en la escena.
—Entonces ya sabes que te he dicho la verdad.
Ya he hecho lo que había venido a hacer —dijo agarrando las zapatillas de deporte, los tacones y un par de zapatos planos y metiéndolos en la maleta, encima de la ropa.
—Tenemos que hablar.
—Ya nos hemos dicho todo lo que teníamos que decirnos —dijo esquivándolo cuando él intentó agarrarla de nuevo. —Diles a tus abogados que se pongan en contacto conmigo —espetó. Y entró en el cuarto de baño para terminar de recoger sus cosas.
—Mierda — soltó Nick. —Acabo de enterarme de que soy padre, por Dios santo. Necesito un minuto. Si te calmas, hablaremos...
—¿No deberías estar al otro lado del pasillo con tu pelirroja? —inquirió Miley con voz dulce mientras pasaba por su lado para dejar más cosas en la maleta.
—Se está vistiendo para marcharse —dijo él asiéndola por el brazo de nuevo para obligarla a mirarlo.
Miley se alarmó, su cuerpo seguía reaccionando cuando la tocaba. A pesar de todo, sentía el calor, la oleada de pasión que crecía en su interior, mezclándose con la ira, y no estaba segura de que aquello fuese bueno. Tenía que salir de allí.
Pero Nick la asió con más fuerza.
—Yo no la he invitado a venir. Ha sobornado a una limpiadora.
 Miley tragó saliva y bajó la mirada a sus manos, que seguían agarrándola.
—Me estás haciendo daño —no era cierto, pero aquello fue suficiente para que la soltara. —Miley...
—Me extraña que haya tenido que sobornar a nadie. Estoy segura de que las señoras de la limpieza están acostumbradas a dejar entrar a mujeres desnudas en tu suite.
—Nadie entra en mi suite sin mi consentimiento, y éste no ha sido el caso —añadió él rápidamente. —Y espero por el bien de la limpiadora que el soborno haya sido generoso, porque le ha costado su trabajo.
—Ésa sí que es buena —dijo Miley mientras se volvía a cerrar la maleta. —Despides a una limpiadora porque eres el macho más caliente que existe sobre la faz de la Tierra.
—¿Perdona?
Ella se estiró, cruzó los brazos y golpeó el suelo con el tacón de la sandalia mientras lo miraba.
—Todo el mundo en este barco sabe cómo eres, Nick. Es probable que la señora de la limpieza no se haya sorprendido de que una mujer quisiera entrar en tu suite y a mí me parece que tú también querías que estuviese allí.
—Mi vida es sólo asunto mío.
—En eso tienes razón —admitió Miley asiendo la maleta y bajándola de la cama. No se molestó en mirar si se había dejado algo. No podía seguir allí ni un minuto más. Tenía que alejarse de Nick y volver a un mundo con sentido. A un mundo donde era querida y necesitada.
—Y no te debo ninguna explicación —añadió.
—No, claro que no. Ni tampoco tienes que despedir a nadie porque haya dado por hecho que lo que estaba haciendo era algo habitual. Pero haz lo que quieras, Nick. Como siempre. Échale la culpa a la limpiadora, que trabaja duro para ganarse la vida. Despídela. Así te sentirás mejor. En cualquier caso, no esperes que me quede a verlo.
—Maldita sea, Miley. No pienso dejar que te marches —se acercó más a ella, hasta hacerla sentir el calor de su cuerpo. —Quiero saberlo todo acerca de mis hijos. Quiero que hablemos de lo que vamos a hacer ahora.
Ella agarró la maleta con más fuerza, se retiró el pelo de la cara y le dijo en voz baja:
—Lo que vamos a hacer ahora es volver a nuestras respectivas vidas. Ponte en contacto con tu abogado y fija una pensión. Yo te enviaré fotografías de los niños y te iré contando cómo están.
—No es suficiente —murmuró Nick en voz baja y profunda.
—Pues tendrá que serlo, porque es todo lo que puedo darte.
Miley fue hacia el salón, a recoger el bolso que había dejado en el sofá, pero se detuvo en la puerta y se volvió a mirarlo por última vez.
La luz del sol entraba difusa por el ventanal y hacía brillar su pelo moreno. Tenía los ojos llenos de emociones que no era capaz de descifrar, y su cuerpo alto y delgado, pero musculoso, estaba tenso de ira.
Todo su cuerpo suspiraba por él. Pero tendría que aprender a vivir con la decepción.
—Adiós, Nick.
Hoy solo subire este mañana otro alguna sugerencia de cual?

domingo, 29 de abril de 2012

Two Lonely Hearts cap.1


El bar del hotel no estaba lleno, pero harden habría deseado que lo estuviera para no destacar tanto. a pesar de que llevaba un caro traje gris de ejecutivo, era el único cliente con botas y sombrero vaquero.
Se iba a celebrar un congreso de ganaderos en aquel céntrico hotel de chicago y, antes de que pudiera negarse, su hermano Kevin lo había propuesto para dar una charla sobre los nuevos métodos del cruce de razas. de sus tres hermanos era con el que mejor se llevaba, probablemente porque, con sus bromas y su carácter desenfadado, siempre que estaba equivocado o lo cegaba su cabezonería, sabía hacérselo ver sin resultar entrometido y sin molestarlo.
Joe tomó un sorbo de su whisky, sintiéndose alienado. desde su niñez jamás había llegado a encajar en ninguna parte y, estando ya en la treintena, hasta sus dos cuñadas, que ya estaban acostumbradas a sus modos, parecían todavía algo temerosas de él por la aspereza con que trataba a todo el mundo. no podía evitarlo.
se sentía insatisfecho con su vida y consigo mismo, incompleto, como si le faltara algo. había bajado al bar con la esperanza de ahogar con un par de tragos el vacío
que lo inundaba, pero el estar rodeado de gente charlando y riendo solo estaba logrando deprimirlo aún más.
Sus ojos azules se fijaron en una mujer de unos cuarenta años que estaba flirteando con un hombre que se había sentado a su lado en la barra. La misma historia de siempre, se dijo Joe: una mujer desencantada de su matrimonio, un
atractivo extraño... su propia madre no había sido una excepción. De hecho, él era el resultado de una aventura extramatrimonial, un paria dentro de la familia.
Todo el mundo en jacobsville sabía que harden era hijo ilegítimo y, aunque ya no era algo que lo mortificara tanto como durante su niñez y adolescencia, el odio que
sentía hacia su madre y el sexo femenino en general, no había disminuido.
Había además otra razón por la que no podía perdonar a la mujer que le diera la vida, pero pensar en ello era tan doloroso que apartó al instante el pensamiento de
su mente. a pesar de los años que hacía de aquello, el recuerdo seguía pinchando su conciencia como la punta de un afilado cuchillo. por eso no se había casado, y probablemente nunca lo haría.
Dos de sus hermanos estaban casados: Frankie, el más joven de los Jonas, que había sucumbido hacía años, y Nick, que lo había hecho el año anterior. Kevin y él eran los únicos que seguían solteros, y no porque Denise, su madre, no se afanara en hacer de casamentera. A Kevin tal vez le pareciera gracioso, pero a él no se lo parecía en absoluto. No solo hacía mucho que había dejado de interesarse por
las mujeres, sino que incluso había estado considerando hacerse sacerdote, aunque finalmente hasta eso había acabado perdiendo sentido para él. además, tras la
muerte de su padrastro, la responsabilidad del rancho había recaído en sus hermanos y en él, y él no era la clase de hombre que rehuía las responsabilidades.
De pronto, una risa argentina, como de cascabeles, atrajo su atención. giró el rostro hacia la puerta y la vio. ni siquiera su hostilidad hacia todo lo que llevara faldas logró hacer que despegara los ojos de ella. era preciosa, la criatura más
hermosa que había visto en toda su vida. el cabello, negro y ondulado, le caía en cascada sobre la espalda, y su figura era realmente exquisita, desde los elevados senos hasta la cintura de avispa que abrazaba el vestido plateado que llevaba. Las piernas, envueltas en unas medias de seda, eran tan perfectas como el resto de ella.
Y entonces, como si hubiera sentido que la estaban observando, la joven volvió la cabeza hacia él, y Joe pudo verle los ojos: grises, casi plateados, como su vestido de noche, y terriblemente tristes, a pesar de la sonrisa en sus labios.
Parecía que lo encontraba tan fascinante como él a ella, porque siguió mirándolo un buen rato con aire ausente antes de darse cuenta y apartar el rostro.
La joven y su acompañante se sentaron en una mesa cerca de la suya. Ella debía haber bebido ya alguna copa de más, porque parecía demasiado animada.
—Dios, Sam —le dijo al tipo que iba con ella, mientras el camarero que les había llevado las bebidas se retiraba—, nunca imaginé que el alcohol supiera tan bien... Sterling
nunca me dejó beber.
—Tienes que tratar de dejar de pensar en él —le contestó él con firmeza—. anda, toma unos cacahuetes.
—No soy un elefante —se quejó ella, dejando escapar una risita ebria y tirándole uno a la cara.
—¿quieres parar? no debería haberte dejado pedir ese martini.
—Eres un aguafiestas, ¿sabes? —farfulló ella frunciendo las cejas y haciendo un mohín infantil con los labios.
—¿y tú no sabes que...? —de repente se oyó un pitido intermitente, y el hombre sacó un busca de su bolsillo—. ¡ Vaya por dios! —masculló apagándolo—. Voy a telefonear un momento, pero volveré enseguida, Dems.
Joe rodeó su vaso con ambas manos y observó a la joven, de espaldas a él, preguntándose de qué nombre sería Dems el diminutivo. ella se giró un poco en su asiento para mirar a su acompañante, que estaba en el otro extremo de la sala, hablando por el teléfono público colgado de la pared. la sonrisa se había borrado del rostro de la chica, siendo reemplazada por una expresión sombría, casi de
desesperación.
El hombre colgó y regresó a la mesa, consultando su reloj de pulsera mientras se detenía a su lado.
—diablos —farfulló—. escucha, Dems, tengo que irme corriendo al hospital.
Hay una emergencia. vamos, te llevaré a casa antes.
—No hace falta, Sam —repuso ella—, puedo tomar un taxi.
—No creo que sea muy recomendable que una chica sola y medio bebida tome un taxi a estas horas.
—Pues llamaré a Joan y le pediré que venga a recogerme. además no te pilla de paso, y tendrías que desviarte mucho. anda, márchate.
—¿Seguro que no te importa? —inquirió él inseguro.
—Por supuesto que no. vete ya, vamos.
su acompañante frunció los labios, pero finalmente claudicó.
—de acuerdo. te llamaré luego.
Se agachó y la besó, pero no en los labios, como Joe había esperado, sino en la mejilla.
La joven lo observó mientras se alejaba, y luego se volvió hacia harden y, sin esperar una invitación, se levantó y fue a sentarse en su mesa con una sonrisa seductora.
—Me he fijado en que lleva mucho rato mirándome —le dijo mirándolo a los ojos.
—No creo que sea el primer hombre que lo hace —contestó él en un tono que no desvelaba ninguna emoción—. es usted muy hermosa.
La joven enarcó las cejas, claramente sorprendida.
—Y usted muy atrevido.
—Directo —matizó él con cinismo, levantando su vaso en un brindis antes de apurar su contenido—. Nunca me ando por las ramas.
—Yo tampoco —contestó ella—. ¿Me desea?
Joe ladeó la cabeza. no le sorprendía esa actitud en una mujer, pero en aquel caso se sintió extrañamente decepcionado.
—¿Perdón?
—¿Quiere acostarse conmigo?
Joe la miró fijamente antes de contestar con aspereza:
—La verdad es que no, pero gracias por la oferta.



Bueno chicas aqi dejando el primer capi comenten mucho  digan qe nove qieren qe suba mas tarde

Two Lonely Hearts ARGUMENTO




Joe Jonas y Demi Knight se sintieron atraídos nada más
conocerse, pero ambos lucharon contra sus sentimientos.


Ella había perdido a su marido y al hijo que esperaban en un accidente de tráfico, y todavía no había superado la tragedia.


Él odiaba a las mujeres. jamás podría perdonarle a su madre que fuera hijo ilegítimo ni tampoco que lo obligara a romper con un amor de juventud; porque esa era la razón por la que su joven novia se había suicidado.
la batalla iba a ser dura. pero solo dando una oportunidad al amor, podrían ser felices estos dos corazones solitarios.




Hola chicas aqi traigo una nueva nove y a peticion de mariina seguire con Jemi jajajajjaja para que descubras por qe era asi el misterioso Joe en Legal Love

sábado, 28 de abril de 2012

Legal Love FINAL


Miley dio un respingo y alzó la cabeza sorprendida. Su padre se apartó de ella, con una sonrisa traviesa en los labios, y se despidió.
—Ya voy tarde. Nos vemos después del almuerzo.
Nick y Miley ni siquiera lo oyeron marcharse. Él seguía mirándola fijamente, pero ella apenas podía distinguir la expresión de su rostro por las lágrimas que rodaban incesantes por sus mejillas.
— ¡Oh, Dios mío! —exclamó desesperada—. ¿Por qué tenías que estar escuchándonos?
—¿Y por qué no? —Inquirió él acercándose a ella, y tomándola por los brazos—. Vamos, dímelo a la cara, dime que me amas —la desafió con la mandíbula apretada, sin dejar que su rostro delatase sus sentimientos.
— ¡Muy bien!, ¡te amo sí, te amo! —le gritó Miley con el rostro rojo de ira— ¿Ya estás satisfecho?
—Todavía no —murmuró él en un tono seductor—. Pero creo que puedo solucionarlo ahora mismo...
Empezó a besarla de un modo muy sensual. Parecía que hubieran pasado siglos desde la última vez que habían hecho el amor. Días de educadas conversaciones, noches de solitario tormento... Miley se abrazó a él, recibiendo encantada las caricias enloquecedoras en sus senos, y la presión de las caderas de Nick contra las suyas.
— Solo un minuto... dame un minuto... —farfulló él apartándose un momento para ir a cerrar la puerta. En cuanto estuvo de nuevo a su lado, sus manos se fueron directas a los botones de la blusa de Miley, y después a los
de sus vaqueros. Tras deshacerse de la ropa, se sentó en una silla de la cocina, y la colocó a horcajadas sobre él.
Se desabrochó el cinturón con urgencia, dejándolo caer al suelo, y a continuación se oyó el ruido de una cremallera bajándose. Al fin liberado, Nick la hizo descender sobre él, mirándola a los ojos mientras ella lo admitía dentro de sí.
—Perdóname —masculló—, no podía esperar más...
— Yo tampoco —respondió ella besándolo —. Te Amo, Nick, te amo... —gimió extasiada mientras él se movía debajo de ella.
—Y yo a ti, vida mía, y yo a ti... —murmuró él—. ¡Oh, Dios, te amo más que a mi propia vida...! —oyó como ella contenía la respiración, aturdida, y lo repitió una y otra vez, haciéndola subir y bajar sobre él, a un ritmo que, al
cabo de un rato, los llevó a los dos a los cielos.
La explosión que se desató en el interior de ambos los dejó temblando de pies a cabeza. Nick se rio suavemente y la besó con dulzura.
—Basta de nuevas técnicas surgidas de la desesperación — murmuró—. Vamos arriba, estaremos más cómodos.
Horas después seguían en la cama, Miley con la cabeza apoyada en el hueco del cuello de Nick.
— Deberíamos vestirnos —murmuró la joven con desgana—. Mi padre volverá en cualquier momento.
—Le eché el cerrojo a la puerta de la entrada antes de subir —respondió Nick, besándola suavemente.
— Siempre tan previsor —se rio Miley, acomodándose en sus brazos — . Nick —le dijo al cabo de un rato — , Joe me dijo que estabas celoso de Kevin.
—Es verdad, lo estaba. Celoso de él, de Joe... lo estaría de cualquier hombre que se te acercase. No sé cómo he podido estar tan ciego estos tres años, teniéndote todo el tiempo a mi lado, y haber sido incapaz de comprender que te amaba. Lo habría echado todo a perder si no hubiera
sido porque Kevin me convenció de no tramitar la anulación —bajó la vista hacia ella—. Pero tú tampoco me has puesto las cosas demasiado fáciles. La primera vez que hicimos el amor, estaba convencido de que lo único que sentías era curiosidad y atracción física.
—He estado enamorada de ti desde el día en que llegaste al rancho —le dijo Miley—. Desde entonces has sido todo mi mundo.
— Y tú el mío —respondió él abrazándola—. Es solo, que me ha llevado demasiado tiempo darme cuenta. Sin ser consciente de ello, no hacía más que alejarme de ti cada vez que tú intentabas acercarte, tal vez porque sentía que no tenía nada que ofrecerte. No es fácil perder el miedo al
compromiso.
Se quedaron callados largo rato, y finalmente Miley formuló la pregunta que estaba atormentándola desde hacía días:
—Nick, ¿por qué llamaste a Delta el otro día?
— Ya sabía yo que antes o después llegaríamos a eso —dijo él con una sonrisa maliciosa—. Kevin me dijo que había llamado, y que estaba decidida a crear problemas entre nosotros, así que yo le devolví la llamada, para que le
quedara claro que nuestro matrimonio no solo era perfectamente legítimo, sino también que estoy desesperadamente enamorado de mi esposa. No creo
que volvamos a saber de ella. Nunca pensé que pudiera ser una persona tan vengativa.
Miley suspiró aliviada, y se incorporó un poco para mirarlo a los ojos, mientras Nick no dejaba de mirar embelesado sus senos.
—Nick, por eso me llevó Kevin a dar el paseo en el Jeep, para advertirme de lo que Delta se traía entre manos —le explicó—. Quería habértelo explicado, pero tú me rehuías todo el tiempo.
— ¡Y el muy canalla no me dijo nada! —exclamó Nick echándose a reír.
—Cuando Joe me dijo que tal vez estuvieras celoso, eso me dio esperanzas —murmuró ella—, el primer atisbo de esperanza de que sentías algo por mí.
—Lo mismo me pasó a mí aquella primera noche que pasamos juntos en casa de mi familia —le confesó él—, cuando te pusiste a la defensiva por esa llamada que hice a Delta. Nunca olvidaré la pasión con que hicimos el amor —
susurró contra sus labios.
— Yo tampoco —respondió ella, mirándolo a los ojos. De pronto notó que su cuerpo se tensaba, y que el fuego se estaba reavivando en su interior—, Nick...
La mandíbula de Nick se puso rígida. La tomó por la cintura y la alzó, colocándola encima de él.
—Lo sé... —murmuró—, yo también te necesito otra vez, cariño...
—Pero yo... no creo que pueda hacerlo de este modo... —balbució Miley insegura.
—Claro que puedes —se rio él entre dientes — . Yo te enseñaré. Así, Miley, así...
A la joven le sorprendió ver que sí podía, y pasó bastante tiempo antes de que volvieran a levantarse y a vestirse.
— Y yo que creía que eras una chica tímida de campo... —se rio Nick cuando estuvieron sentados en el comedor, tomando café y pastel de manzana.
—Es culpa de la compañía que frecuento —replicó ella divertida—. Y por cierto, tenemos un problema.
— ¿Estás embarazada? —inquirió Nick en un tono esperanzado.
—Eso no sería un problema —repuso ella riéndose—. Me refería a que estamos casados, pero no tengo anillo de matrimonio. ¿Te parece bonito?
Nick sonrió con malicia y sacó una cajita del bolsillo del pantalón.
—Ahora sí.
Se la tendió a Miley, y la joven la abrió con las manos temblorosas por la emoción, hallando en su interior un sencillo anillo de oro con incrustaciones de diamante.
—Es precioso, Nick —murmuró admirada—. Pero, ¿y el tuyo? —inquirió fingiéndose enfadada—. Vas a llevar un anillo de casado, Nicholas Jerry Jonas. No pienso dejar que todas las solteras de Texas intenten traspasar mis dominios.
—Está bien, está bien... —accedió él riéndose—. Hoy mismo iremos a la ciudad y me compraré uno.


Miley y Nick se trasladaron a la casita que Billy había tenido alquilada a los Dobb, y varias semanas después, la joven subió una tarde al que fuera su hogar, para darle a su padre dos regalos: uno de sus estupendos pasteles de manzana, y la noticia de que iba a ser abuelo. Billy Cyrus no podría haber dicho cuál le había hecho más feliz.


FIN


bueno chicas talvez no se lo esperaban pero aqi esta el final de esta nove espero les haya gustado tanto como a mi ... y hasta aqi las demas noves despues le sigo Comenten mucho, besos las qiero♥

Blackmail A Woman Niley cap.16


—Nick, creo que Danielle se ha dado cuenta de lo que pasa entre nosotros —le dijo Miley cuando se habían despedido de Danielle.
—Eso espero, después de todas las pistas que le di —dijo Nick.
—¿Qué? ¡Si has dicho que no se lo dirías a nadie todavía!
—No se lo he dicho. Sólo le he dado unas pistas. Y conociendo a Danielle, estoy seguro de que creerá que lo ha adivinado desde hace siglos, y eso ayudará a suavizar cualquier pregunta incómoda acerca de la rapidez con la que han sucedido los acontecimientos entre nosotros.
Y eso también impediría que Miley se echara atrás, pensó Nick cínicamente.
—Nos queda una hora hasta que venga a buscamos el chófer del hotel. ¿Te apetece dar un paseo?
—Estupendo —dijo Miley.
Lo que no se imaginó fue que Nick la llevaría a una joyería muy cara y le mostraría Su escaparate.
—¿Ves algo que te guste? —preguntó Nick.
—¿No habías dicho que no escogeríamos el anillo hasta que no estuviéramos en casa?
—Sí, por supuesto. Entre otras Cosas porque pensé que quizás querrías elegir una piedra primero y luego dónde engarzarla… Pero no estaba pensando en un anillo ahora, Miley. Acabas de aceptar ser mi esposa. El anillo de compromiso será un modo de que se sepa públicamente. Pero a mí me gustaría celebrarlo con algo más personal, ¿un par de pendientes, quizás? —agregó Nick, señalando un par de pendientes de diamantes que Miley no había dejado de mirar.
—Nick, no tienes que comprarme nada —protestó ella.
—Es verdad. No tengo que hacerlo. Pero quiero hacerlo —respondió Nick, tocando el timbre para que abrieran la tienda.
Estaban dentro de la tienda, llena de alfombras y vitrinas de cristal. Había aire acondicionado y los dependientes eran un joven y una joven inmaculados.
En cuanto Nick le dijo a uno de ellos lo que quería, los llevaron a una pequeña habitación privada y los hicieron sentar.
—¿Les apetece algo de beber? ¿Agua, café? —les ofreció el dependiente.
—Oh, café, por favor —le agradeció Miley, ignorando el modo en que Nick alzaba la ceja—. De acuerdo, tú no tomas cafeína —protestó ella—. Pero yo sí.
—Cafeína y champán —comentó Nick.
El dependiente apareció con el café de Miley, acompañado por un empleado mayor. Y Miley no pudo defenderse contra la acusación del champán.
—Tiene un gusto exquisito, si me permite, señora —dijo el hombre mientras extendía el rollo de tela encima del cristal y colocaba los endientes en él—. Estas piedras son de excelente calidad. Son calidad D, lo que significa que tienen excepcional pureza y claridad. Y están engarzadas en platino.
Y costarían una fortuna, pensó Miley, mientras se despedía de ellos mentalmente.
—Son preciosos… —empezó a decir Miley—. Pero…
—¿Por qué no te los pruebas? —la interrumpió Nick.
Miley lo hizo, reacia. Luego se miró en el espejo que le había dado el dependiente. Las piedras brillaron con una luz blanca y azul, y eran de excepcional pureza, como había dicho el dependiente.
—Disculpen un momento, por favor —murmuró el dependiente y se marchó.
—Nick, no debes comprarme esto —le dijo Miley enseguida.
—¿Por qué no? ¿No te gustan? Yo creo que te quedan muy bien.
¿Que si no le gustaban?, pensó ella. ¿Estaba bromeando?
—Por supuesto que me gustan. Pero ésa no es la cuestión.
—¿No? ¿Entonces cuál es?
—El precio, por supuesto. Nick, debe ser muy caros —dijo Miley, preocupada.
La vio tan preocupada, que Nick empezó a preocuparse también. Era la primera mujer que rechazaba que le comprara joyas por el precio.
El dependiente volvió con una caja pequeña.
—Nos llevaremos los pendientes. A mi prometida le encantan —dijo Nick.
El dependiente se alegró y dijo:
—Ah, señor, no se arrepentirá de su compra, se lo aseguro. Conservarán su valor. Y se me ocurre que tal vez quiera ver este brazalete, que tiene la misma calidad de diamantes. El brazalete está hecho de platino y de oro blanco. El diseño es moderno pero delicado… —agregó, sacando el brazalete de la caja para que lo vieran.
Miley contuvo la respiración nuevamente. El brazalete era hermoso, sencilla, elegante, con tres diamantes.
—Pruébatelo —le dijo Nick.
Miley agitó la cabeza.
—No —Miley se levantó de la silla con una determinación que la sorprendió—. Es hermoso —dijo, volviéndose al dependiente—. Pero yo apenas uso joyas, excepto mi reloj. Los pendientes son más que suficiente.
Miley espero discretamente en la parte principal de la tienda mientras Nick pagaba los pendientes. Luego salieron juntos de la tienda. Ella deseó agarrarle el brazo, o que él le tomara la mano. Pero él por supuesto no lo hizo.
Y ella sintió una punzada de pena.
—Gracias por los pendientes, Nick —le dijo Miley—. Son hermosos, pero realmente no debiste hacerlo…
—Por supuesto que sí. ¿Hay algo más que quieras mirar? Aunque nuestro coche estará aquí en unos minutos.
Miley negó con la cabeza. Si era sincera, lo que quería hacer en aquel momento más que nada en el mundo; era volver al hotel para estar a solas con Nick.
El deseo que había sentido antes, en su dormitorio, cuando él la había besado, había ido aumentando gradualmente en todo el tiempo que había estado con él. Deseaba a Nick, y lo deseaba desesperadamente. Y aún más, ese deseo no tenía nada que ver con los diamantes ni con nada que él pudiera comprarle.

Blackmail A Woman Niley cap.15

Se iba a casar con Nick. Todavía no lo podía creer.
Llegaron a Palma cinco minutos antes. Los había llevado el servicio de chófer del hotel.
—Creí que iríamos a la mansión de Danielle a hablar sobre la fiesta —comentó Miley.
—Danielle sugirió que nos quedáramos en Palma a almorzar —contestó Nick—. El restaurante está aquí.
Miley conocía bien Palma de Mallorca restaurante era uno al que acudía gente de dinero de Palma y pudientes visitantes. Como sabía que la hermana mayor de Nick solía vestirse muy elegantemente, Miley había decidido ponerse algo más formal, y ahora que veía adónde iban a comer, se alegraba de haberlo hecho.
—Danielle no ha llegado todavía. Pero es mejor que vayamos a nuestra mesa y la esperemos, a no ser que quieras tomar una copa en el bar…
—No, vayamos directamente a la mesa —dijo Miley.
No quería que Nick pensara que le gustaba beber. Sobre todo porque no era verdad.
La hermana de Nick apareció a los cinco minutos. Era alta y morena, como Nick. Llevaba unos pantalones de lino negros y una blusa de color avena. Tenía el pelo peinado hacia atrás, y unas gafas de sol de una marca famosa en la cabeza.
—¡Nick! —exclamó yendo hacia ellos. Y lo besó—. Siento mucho llegar tarde. Miley, has sido muy amable por emplear tu tiempo conmigo.
—No hemos pedido nada todavía, Dani. ¿Quieres beber algo? —le preguntó Nick cuando el camarero le apartó la silla a su hermana.
—Oh, sí. Un refresco, por favor. He venido en coche. Por eso he llegado tarde. No encontraba aparcamiento. ¿Cómo está el tiempo en Londres? Cuando hablé con mamá el otro día, me dijo que estaba lloviendo. Voy a tener que quedarme aquí hasta mitad de trimestre, ya que el maldito fontanero dice ahora que no puede conseguir los azulejos que hemos pedido, lo que significa que cuando Boffy e Izzy tengan sus vacaciones de mitad de trimestre, sólo tendremos un cuarto de baño.
Miley sabía que Danielle, a pesar de su apariencia imponente, era una persona afable. Y le alegraba que expresara sus sentimientos, a pesar de que había ido allí a hablar de negocios.
—Miley, te recomiendo el pescado —le dijo Danielle.
El camarero llevó la carta. Y mientras Nick y Danielle conversaban, o mejor dicho, Danielle hablaba y Nick escuchaba, Miley estudió el menú.
—¿Tienes alguna idea acerca de la fiesta de cumpleaños de Kevin? —preguntó Miley cuando el camarero les tomó el pedido.
—¿Qué? Oh, no, la verdad es que no. Kevin quiere algo pequeño, la familia y unos pocos amigos. El tiene fascinación por los castillos, y he pensado que tal vez pudiéramos alquilar uno, ¿qué te parece?
—Bueno, es posible —dijo Miley.
Llegó la comida y Miley miró su plato con hambre. Debía de ser que hacer el amor daba apetito.
Miley se puso colorada al recordar el sexo con Nick.
—Miley, estás muy roja. ¿Te encuentras bien? —preguntó  Danielle—. Hace mucho calor aquí Creo que podemos charlar más sobre la fiesta de Kevin cuando vuelva a Londres. Después de todo, tengo hasta el año que viene, y ahora mismo estos operarios me tienen en un estado tal, que no puedo pensar en otra cosa.
Cuando terminaron de comer Nick le propuso a Miley:
—¿Te apetece un pudín?
—No, prefiero un café.
—¿Un café? Miley, querida, ¿te parece sensato? Toda esa cafeína te va a tener acelerada todo el día.
Miley se reprimió la risa. Y entonces cometió el error de mirar a Nick. Parecía tan divertido como ella, y cuando le dedicó una débil y cómplice sonrisa, Miley se sintió feliz. Nick y ella estaban compartiendo un momento de comprensión y humor, como si tuvieran una relación verdadera.
Miley se puso contenta. Tal vez un día Nick la amase.
—No veo la hora de llamar a mamá y decirle que os he visto —comentó Danielle veinte minutos más tarde, cuando la acompañaron al coche.
Danielle abrazó y besó a Miley efusivamente. Luego, dijo:
—Madre se va a alegrar. Siempre ha tenido debilidad por Miley.



The way you are Jemi cap.12


Cuando se levantaron de la mesa, él la ayudó a llevar los platos a la cocina. No sólo eso, sino que insistió incluso en ayudada a fregados. Después, los secó sumiéndola aún más en la confusión. 
-Me manejo muy bien en la cocina -le recordó él Tenía que hacerlo si no quería morirme de hambre. Nunca he tenido a una mujer para que me hiciera la comida. 
Demi le miró con curiosidad y él al darse cuenta de esa mirada, prosiguió 
-De vez en cuando vienen a casa para otras cosas -le dijo suavemente- Soy un hombre y como tal, tengo una série de necesidades. 
El rostro de Demi se puso rojo y él sonrió. Ella apartó la mirada, pero le temblaban las manos y le fástidiaba que él se diera cuenta de su turbación. 
-Estás bastante verde en esas cosas. No sabes nada respecto a lo que pasa entre los hombres y las mujeres, ¿verdad? 
-No soy ninguna ignorante- murmuró ella. 
-No he dicho que lo seas. Simplemente, que eres muy inocente -le dijo él mientras terminaba de secar el último plato y lo colocaba en la alacena-. Eso me gusta. Quiero decir, qué seas así de inocente. Me gusta mucho. 
Demi no podía ni mirarle; la estaba haciendo sentirse tímida y demasiado joven.
-¿Por qué no ha habido nunca un hombre en tu vida? -.Vamos a empezar con tus lecciones de baile. ¿De acuerdo? –empezó a decirle ella nerviosamente. Trató de salir del salón, pero él la detuvo. 
-¿Por qué, Demi.? 
Joe. Sus grandes manos la cogieron por la cintura haciendo que sus Cuerpos se acercaran mas. ¿Por qué, maldición? Exigió él con la paciencia a punto de terminársele. Demi trató apartarse de sí esa especie de timidez .que la estaba dominando, Joe era el hombre mas atractivo que había visto en su vida y eso la turbaba. Levantó la cabeza hacia el Y le miró. Parecía preocupado, como si se viera dominado a su vez por pensamientos profundos. 
-Supongamos que tú me enseñas ahora a bailar. Entonces, a la semana siguiente le toca a la cultura. Vaya hacerme con unas entradas para el ballet en Phoenix. Supongo que no te importará venir y explicarme qué es eso.
Ella se echó a reír.
-¿Tú en el ballet? 
-No sigas por ahí! 
-De acuerdo, Joe. 
-Pon en marcha ese maldito reproductor, ¿no? 
Un momento más tarde, la música deshizo suavemente el silencio Demi se dejó atrapar dulcemente entre sus brazos y le mostró cómo tenía que agarrarla, ni demasiado cerca ni demasiado lejos. 
Luego, le explicó cómo debíá dar los pasos. Al principio estuvo un poco patoso, pero era Un buen alumno y aprendió rápidamente. 
-¿Por qué tenemos que estar tan separados? -le preguntó él Las parejas que be visto bailan estando mucho más juntas. 
-Evidentemente, el compañero no era muy educado. 
-Por supuesto que sí -murmuró él, apretándola hasta que estuvieron tan cerca el Uno del otro que Demi podía notar los latidos de su corazón contra sus pechos-. Era algo como esto. 
Mmm -murmuró-. Así está mucho mejor. 
Eso dependía del punto de vista de cada uno, pensó ella nerviosamente. Se sentía mal porque su cuerpo empezaba a excitarse al tenerle tan cerca. 
-No tengas miedo, sólo estamos bailando. 
-Joe -protestó ella inútilmente. 
-Demi, se que eres virgen -le dijo él tranquilamente - No te preocupes, que no te vaya hacer ninguna salvajada. 
-Ya lo sé, pero... pero... 
-Pero puedes darte cuenta de lo que te deseo y estás atemorizada. ¿No? Mira, yo no estoy turbado. ¿Por qué lo tienes que estar tú? Lo que me pasa no es más que la reacción natural de un hombre ante una mujer encantadora.  Demi nunca había oído decir algo así:
-Me he pasado la vida trabajando con animales -continuó él-. tal vez por eso, no encuentro nada extraño en todo lo que tiene que ver con la reproducción, con el sexo. Tú tampoco deberías encontrarlo. Es la forma de que las especies se perpetúen y es algo hermoso, 
-La verdad, es que haces que lo parezca. 
-No me agrada la idea de un ligue pasajero o de que la gente viva junta sin casarse, Estoy chapado a la antigua y me gustada casarme con una mujer que pensara como yo, no con una de esas que Se sienten liberadas y enseguida toman la iniciativa. ¿Es que te ha pasado eso alguna vez?. Él se rió suavemente. 
-En realidad, sí, en una convención de ganaderos. Era una preciosa amazona de rodeo, muy guapa. Se me acercó y, tocándome de Una forma, que ni siquiera te puedo contar, me invito a pasar la noche con ella.
-¿ Y lo hiciste? 
-¡Pero bueno! ¿Qué hace una jovencita como tú preguntándole esas cosas a un hombre hecho y derecho? 
-¿Dormiste con ella? -insistió Demi. 
-No, no lo hice -bromeó Joe- me gusta ser yo quien elija.
-Sí, me lo imaginaba -le contestó extrañamente aliviada. 
La mano de Joe se deslizo por toda su espalda, y la apretó un poco más contra su cuerpo; Demi notó que se le cortaba la respiración y se quedaba como helada. 
-Nunca había bailado así con nadie. 
Las manos de Joe apretaron su cintura y Demi se quejó. 
-Eh, no tan fuerte -le dijo riendo- ¡Me haces daño! 
-¿Por qué no sales con nadie? 
Ésa era una buena pregunta, pero no era el momento más apropiado par.a las confesiones. 
-Me gusta mi propia compañía. 
-Algún dia necesitarás a un hombre. 
-No, no quiero ninguno en mi vida. 
De repente, Joe le cogió del pelo y la obligó a levantar la cabeza y a mirarle, Demi, sorprendida, le miró como si se tratara de un extraño. 
-No puedes vivir siempre sola -le dijo él mirándola a los ojos-. Necesitas más cosas aparte de tu trabajo. 
-¿Y qué es lo que necesito?, dilo ya que eres un experto en la materia. . 
Él volvió a tirarla del pelo forzándola a apoyar la cabeza en su hombro mientras la música seguía sonando, olvidada por completo. 
-Necesitas un hombre que te meta en su cama y te haga el amor durante toda la noche, eso es lo que necesitas. 
-No será contigo, ¡Tu ya tienes una mujer! 
-¿Quién yo? . 
-Por supuesto que tú- murmuro empujándole fuertemente, tratando de librarse de su abrazo. -¿Que se te a olvidado que estás tratando de cambiar para conquistarla? Ésa que debe ser tan tonta como para que tu le gustes,.. siendo como eres. ¿Me vas a soltar? ¡Maldición!
Pero no, Joe no mostró la más mínima intención de hacerla, al contrario, empezó a acariciarla con la mano con la que hasta entonces la había estado agarrando del pelo. 
-Baila; no pelees -susurró él-. No luches conmigo.

The way you are Jemi cap.11




Cuando se quedaron solos, Joe se la quedó mirando con los brazos en jarras y las piernas abiertas. 
-Estás muy tranquila. y no me quieres mirar. ¿Por qué? Demi miró al toro como si no hubiera oído lo que Joe acababa de decirle. 
-¿Qué le pasa? -preguntó nerviosamente. 
Él se acercó aún más, ignorando la pregunta. Se puso tan cerca de ella que habría podido olerle, sentirle, tocarle si se hubiera atrevido. Tenía la camisa a medio abrochar y ella. Hubiera deseado abrírsela del todo de un tirón... Las manos de Joe rodearon su ovalado rostro e hicieron que le mirara a los ojos. 
-¿Todavía tímida, Demi? 
Ella volvió a enrojecer y trató de desviar la mirada, pero él no la dejó. 
-Esta noche -le dijo él haciendo de esa frase una promesa. Los labios de Demi temblaron cuando él empezó a inclinarse sobre ella, pero justo cuando ya tenía la boca abierta y los labios de ambos empezaban a unirse, oyeron cerrarse de un golpe la puerta de la furgoneta. Joe se rió. 
-Parece que no vaya poder besarte nunca sin que alguien nos interrumpa, ¿verdad? 
Demi no pasó por alto la mirada de curiosidad que Joe dirigió a Ashley y Jake cuando entraron, ni la forma en que él se puso rápidamente aliado del toro. ¿Es que estaba tratando de poner celosa a la otra chica? Demi no volvió a hablar durante el tiempo que permanecieron allí. Cuando Ashley terminó su labor, le faltó tiempo para subirse a la furgoneta Joe la intimidaba. 
-Has estado muy callada hoy -le dijo Ashley cuando se pararon a comer una hamburguesa en un restaurante ¿Os habéis peleado Joe y tú o algo así? 
-Oh, nada de eso. Nosotros... bueno, lo que pasaba era que no sabía qué decir, eso es todo. No sé mucho acerca de animales. 
-Pues a mí me encantan. Desde siempre La verdad es que no me imagino que pudiera ser otra Cosa más que veterinario -en ese momento se quedó mirando suspicazmente a Demi-. Hablando de otra cosa, ¿qué estaba pasando en el granero cuando entramos Jake y yo? Estabas muy rara, como nunca te había visto antes. ¿Es que Joe se pasó? 
-Deberías saber, que no hay nada entre Joe y yo. 
Demi se puso nerviosa y tiró de un codazo el refresco, que le cayó encima del vestido. Ashley salió corriendo a por unas servilletas y Demi se quedó allí quieta con el vestido hecho un asco, preguntándose si sería muy indigno ponerse a llorar. El resto del día no le fue mejor. No vendió nada y lo único que hizo fue acompañar a Ashley a ver al abogado. Cuando terminó la jornada, se dio cuenta de que no había pensado ni siquiera en lo que iba a hacer de cena. 
¡Y Carson iba a ir! Cuando llegó a su casa, se precipitó a la cocina para ver qué tenía. Por suerte, había un pollo en el refrigerador que podía freír y algunas verduras. Se quitó el vestido, se puso unos vaqueros y una camiseta y comenzó a trabajar. Ni siquiera pensó en él, la ponía excesivamente nerviosa. La situación se había escapado completamente de su control en lo que a él se refería y ya no sabía lo que hacer. Lo que había empezado como unas sencillas clases de etiqueta ahora prometía convertirse en un tremendo lío si no era capaz de andarse con cuidado. Pensó que lo que debía ocurrir era que Joe la deseaba a ella, pero estaba enamorado de Ashley. Con los hombres no pasaba lo mismo que con las mujeres. Lo que la ponía aún más nerviosa era que su instinto de supervivencia no funcionaba en absoluto con Joe, y cada vez que le veía, todo eso que estaba pensando se esfumaba de su mente como por encanto.
Poco antes de las seis, se probó varios vestidos antes de decidirse por uno amarillo. Cuando se peinó, se miró al espejo y rogó al cielo que no le pareciera que estaba demasiado arreglada. No había estado tan excitada desde hacía años. 
¡Y todo eso por Joe Él llegó cinco minutos antes de la hora, justo cuando Demi había terminado de cocinar el pollo y las verduras. Fue corriendo a la puerta y le recibió con una sonrisa en los labios. Llevaba uno de los trajes nuevos que le había ayudado a comprarse. Estaba recién afeitado y perfectamente peinado, por lo que se podía adivinar por debajo del sombrero. 
-¿Y bien? -le preguntó él impacientemente. Ella se apartó para dejarle entrar. 
-Estás muy guapo. 
-Tú también -le contestó él tirando el sombrero sobre una silla. Después, ambos se dirigieron al comedor, donde ya estaba puesta la mesa, incluyendo té helado en vasos altos. -Acabo de terminar de hacer la cena -le dijo ella-. ¿Empezamos? -Supongo que habrá que hacerla -le dijo él con una expresión de deseo en su rostro. Ella se quedó de pie al Iado de su silla mientras Joe se sentaba y sacudía la servilleta. 
-¡Ejem! -se aclaró la garganta Demi para llamar su atención. Joe la miró. 
-¿Qué te pasa en la garganta? 
-Estoy esperando a que me ayudes a sentarme. 
-Ah, es eso -le contestó él poniéndose en pie y ayudándola.  Una vez que ambos estuvieron sentados, Joe murmuró refiriéndose a la cena. 
-Esto tiene buena pinta. 
-Espero que te guste. Me ha costado mucho trabajo. He estado ocupada toda la tarde. 
-Yo también. 
-¿Qué tal está tu toro? -le preguntó Demi acercándole la bandeja de pollo. 
-Mejor. Le ha venido bien ese segundo pinchazo. Pobrecillo, lo siento por él. 
-Yo creía que lo sentías más por las vacas. 
Joe se la quedó mirando un instante y luego se sirvió algunas patatas más. 
-Deberías venir al prado cuando se recupere.. Aprenderías algunas cosillas. 
Demi casi se tiró encima el vaso de té, echó la cabeza hacia atrás y se empezó a reír a carcajadas. 
-¡Eres tremendo!  Tienes que estar más tiempo con Ashley. Te pondría en el buen camino rápidamente. Es una chica muy parecida a mí. 
Lo que, probablemente, era cierto, pensó ella. Ashley le venía como anillo al dedo a Joe. Él podría deseada a ella, pero Ashley le tenía sorbido el seso y el corazón. ¡Era terrible que la deseara tan sólo por su cuerpo 
-¿Es que te pongo nerviosa, Demi? -le preguntó cuando notó su turbación. . 
-Es que no estoy acostumbrada a recibir a hombres en mi casa. 
-Ya se te nota. Terminaron de comer en silencio. La forma en que Joe la miraba la ponía cada vez más nerviosa. 

The Heart of Millionaire cap.18




Nick nunca se había considerado un cobarde, pero... hacía un par de horas que se había escabullido de la cama y había dejado a Miley durmiendo sola porque no se había atrevido a hablar con ella.
—Mujeres —murmuró, apoyándose en la barandilla de la Cubierta Esplendor, dejando que su mirada vagase por la costa de Acapulco, —siempre quieren hablar al día siguiente. Tienen que analizar todo lo que has hecho y dicho la noche anterior.
Se recordó a sí mismo que no había nada que analizar. La había hecho suya, tal y como había planeado, y con eso había terminado todo... según había planeado.
Su cuerpo se puso tenso y se le hizo un nudo en el estómago al pensar en aquello, pero no importaba. Lo que importaba era que había tenido a Miley y que ya podía olvidarla. No volvería a vivir obsesionado con ella.
Todo había acabado.
Frunció el ceño y observó como varias personas hacían surf mientras los turistas se ponían como tomates bajo el sol. Había sombrillas de colores dispuestas por toda la playa, y camareros vestidos de blanco ofreciendo bebidas tropicales.
Si todo había terminado, ¿por qué demonios seguía pensando en ella?
Tuvo que reconocer que la noche anterior había sido increíble. Había estado con muchas mujeres, pero ninguna lo había vuelto tan loco como Miley.
Le hacía sentir cosas en las que no tenía interés. Le hacía querer más de lo que debía. Y la idea le intrigaba y le molestaba al mismo tiempo. No quería nada más que sexo, relaciones superficiales con las mujeres, pero con ella era distinto.
Así que lo mejor que podía hacer era mantener las distancias.
Sería lo mejor para los dos. Se apartó de la barandilla, hastiado. No pensaba esconderse en su propio barco. Iría a buscarla, le diría que no quería que se volviese a repetir lo de la noche anterior. .. En esa ocasión sería él quien le mintiese. Se dio la vuelta y la vio acercándose. Todo su cuerpo se puso tenso.
Estaba preciosa bajo los rayos del sol. Llevaba el pelo suelto sobre los hombros. La camiseta se le pegaba a los pechos, no se había puesto sujetador... A Nick se le secó la boca. Los pantalones blancos cortos hacían que su piel pareciese del color de la miel. Tenía los ojos clavados en él, y Nick tuvo que hacer un esfuerzo para no moverse, para no ir hasta ella, abrazarla y volver a besarla.
Miley agarró el bolso con más fuerza y se detuvo justo delante de él. Se retiró un mechón de pelo de los ojos y lo miró fijamente.
—Me preguntaba adonde te habrías ido.
—Tenía cosas que hacer —dijo Nick. Lo que era en parte cierto. Ya había despedido a la banda de música, había contratado a otra y tenía que reunirse con el capitán del puerto en media hora.
Pero también había estado evitándola.
—Mira, Nick...
—Miley —elijo él al mismo tiempo, intentando evitar idealizar la noche anterior, aunque ya hubiese pensado más de la cuenta en ella.
—Empezaré yo, ¿de acuerdo? —dijo Miley rápidamente.
Nick se preparó para que le hiciese la típica pregunta acerca de qué significaba para él. Por eso sólo solía salir con mujeres que buscaban lo mismo que él, una noche de diversión. Por eso no solía fijarse en mujeres como Miley. Y con razón.
—Sólo quiero decirte —empezó ella, luego miró a su alrededor para asegurarse que estaban solos, —que lo de anoche fue un error.
—¿Qué? —preguntó él, sorprendido.
—Que no vine aquí para tener sexo contigo. No formaba parte de mi plan y, en estos momentos, me arrepiento de que ocurriese.
Nick sintió que la ira lo poseía. ¿Cómo podía arrepentirse Miley de haberse acostado con él? ¿Cómo era posible? Él también había estado allí, la había oído gemir, gritar. Había sentido cómo se rendía, cómo temblaba al llegar al clímax. Estaba seguro de que se lo había pasado tan bien como él. ¿Cómo podía estar arrepentida?
¿Cómo iba a rechazarla, según lo planeado, si era ella quién lo rechazaba a él?
—¿Es eso verdad? —consiguió decir entre dientes.
—Venga, Nick. Sabes tan bien como yo que no teníamos que haberlo hecho. A ti sólo te interesan las relaciones que duran lo que dura un crucero, y yo soy madre soltera. No estoy como para ser el rollito del mes de nadie.
—¿El rollito del mes? —Nick se sintió insultado, desconcertado.
—Lo que quiero decir es que no volverá a ocurrir. Lo de anoche. Nunca más.
—Ya, ya te entiendo —dijo él, aunque después de oír aquello la deseaba más que nunca, pero no le iba a dar la satisfacción de decírselo. —Probablemente sea lo mejor.
—Lo es —asintió Miley, aunque había cierta «luda en su voz.
¿O era eso lo que él quería creer?
Era extraño. Un par de minutos antes, Nick había estado pensando en cómo decirle que no iba a haber nada más entre ellos. Pero en esos momentos se sentía distinto. ¿Qué le estaba pasando?
Fuese lo que fuese, ya era hora de acabar con ello. No permitiría que nadie le rompiese el corazón. Y mucho menos una mujer que había resultado ser toda una embustera.
Además, Miley no había ido a aquel crucero por él, sino para sacarle dinero. Aunque fuese para una pensión para sus hijos, seguía siendo dinero. Entonces, ¿qué la hacía diferente del resto de mujeres que conocía?
—Me siento atraída por ti —le estaba diciendo, —pero supongo que de eso ya te has dado cuenta.
A Nick le dio la sensación de que se estaba ruborizando, ¿acaso todavía había mujeres que se sonrojaban ante un hombre?
—Pero no voy a permitir que mis hormonas me dirijan —continuó. —Muy pronto, tú estarás surcando los mares del brazo de una morena, o de una pelirroja, y yo, de vuelta con mis hijos.
Los niños.
Nick no iba pensar en aquello hasta que no estuviese seguro de que eran suyos. Lo que iba a hacer era recordarle a Miley de quién era el barco, y que había sido ella la que había ido a verlo.
—No le des más vueltas al tema, Miley —dijo, levantando la mano y tocándole levemente la barbilla con los dedos. —No ha sido más que una noche.
Ella lo miró sorprendida.
—Lo hemos pasado bien —continuó él tan tranquilo, —pero eso es todo. Fin de la historia.
Observó cómo sus palabras la golpeaban y, por un segundo, deseó poder retirarlas.
—De acuerdo —dijo Miley en voz baja. —Ahora ya sabemos cuál es nuestra postura.
—Eso es.
—Bien, en ese caso, tal vez debería volver a casa antes de lo previsto. Seguro que encuentro un vuelo desde Acapulco. Los niños están bien, pero Brandi no está acostumbrada a tenerlos veinticuatro horas al día y pueden llegar a ser agotadores, así que.
—Preferiría que no te marchases todavía —soltó él.
—¿Por qué no?
Porque todavía no estaba preparado para verla marchar, pero le molestaba reconocérselo hasta a sí mismo.
—Porque quiero que estés aquí cuando lleguen los resultados de la prueba de ADN.
—Dijiste que a lo mejor llegaban hoy.
—En ese caso, no pasa nada porque esperes.
—¿De qué va todo esto, Nick? —le preguntó.
—Ya te lo he dicho —contestó él agarrándola del brazo para hacerle dar la vuelta. Sintió el calor de su piel y tuvo que contenerse para no apretarla contra su cuerpo y besarla en la garganta, levantarle la camiseta y acariciarle los pechos.
Se maldijo, se había excitado, y eso le ponía frenético.
La condujo por el amplio pasillo para llevarla de vuelta a su suite.
—Todavía tenemos asuntos pendientes, Miley. Y te vas a quedar hasta que todo haya terminado.
—Tal vez debería alojarme en otra habitación.
—¿Te preocupa no ser capaz de controlarte? —bromeó Nick mientras abría la puerta y la dejaba pasar.
—En tus sueños —espetó ella antes de tirar el bolso en el sofá.
—Y en los tuyos —replicó él.
Miley lo miró y sintió que le flaqueaban las fuerzas. No era justo que aquello fuese tan difícil. No era justo que su cuerpo quisiera y su corazón añorara lo que su mente le decía que debía rechazar. Tenía que marcharse del barco. Lo antes posible.
Un pitido proveniente de otra habitación rompió el silencio. Miley le lanzó una mirada inquisitiva.
—Es el fax.
Nick se levantó a recoger el fax y ella asintió y fue hacia su suite a por la ropa interior que se había dejado la noche anterior. Prefería hacerlo mientras él estaba ocupado con otra cosa.
—Es del laboratorio —anunció Nick.
Si dijo algo más, Miley no lo oyó. Ni siquiera sintió placer al pensar que ya no tendría más remedio que creerla.
Tenía la mirada clavada en la cama. La mente se le había quedado en blanco al ver tumbada en ella, desnuda, a una chica pelirroja.