miércoles, 18 de abril de 2012

The Heart of Millionaire cap.11


La prueba de ADN enseguida estuvo hecha y pronto volvieron a estar los dos en el taxi, de vuelta al muelle. Miley tenía un nudo en el estómago y no podía dejar de darle vueltas a la cabeza. El hecho de estar encerrada en aquel coche no le estaba ayudado nada. Necesitaba andar, respirar, escapar de aquella sensación de claustrofobia.
Se volvió hacia Nick y dijo de repente:
—¿Podemos salir de aquí? ¿Volver andando al barco?
Él la miró y lo que vio en su cara debió de convencerle, porque asintió y le pidió al taxista que parase. Miley se bajó del coche de un salto y respiró profundamente el aire fresco y con olor a mar mientras Nick pagaba.
—Faltan todavía varias manzanas para llegar al puerto —le dijo Nick poco después, poniéndose a su lado. —¿Estás segura de que vas a llegar con esos zapatos?
Miley miró las sandalias de tacón y luego volvió a levantar la vista hasta él.
—Lo conseguiré. Necesitaba... salir del taxi y moverme un poco.
—No recordaba que fueses tan nerviosa.
—No lo soy, pero desde que nacieron los gemelos, me he acostumbrado a no parar en todo el día. Me sentía como en una jaula dentro del taxi y cómo íbamos en silencio, después de salir del laboratorio, no paraba de darle vueltas a la cabeza y…
—Te entiendo —la interrumpió Nick levantando una mano. —A mí también me vendrá bien un poco de aire. ¿Por qué no nos ponemos a andar?
—Estupendo —menos mal que Nick la había hecho callar, porque si no, no sabía qué podría haber salido de su boca.
La agarró del brazo y ella sintió una ola de calor que hizo que necesitase aire. Aquélla no era una buena señal.
De un bar salieron dos jóvenes borrachos. Nick echó a Miley hacia él para quitarla de su camino, pero luego no la soltó.
—¿Y cómo es un día normal para ti ahora? —le preguntó mientras avanzaban por la acera entre la multitud, pero solos.
—¿Un día normal? —rió ella nerviosa. —Con dos bebés en casa ningún día es normal.
Se volvió a mirar a Nick y sus ojos se unieron durante un segundo. Entonces, él asintió y comentó:
—Está bien, en ese caso, descríbeme un día cualquiera.
—Bueno, para empezar, los días empiezan mucho más temprano que antes. Los gemelos ya duermen toda la noche del tirón, gracias a Dios, pero se despiertan a las seis de la mañana llenos de energía.
—No debe de ser sencillo —admitió él agarrándola con menos fuerza, pero sin soltarla.
Miley se sintió casi como si fuesen una pareja de verdad. Una sensación muy peligrosa.
—No —respondió rápidamente para volver a la realidad. Sus vidas eran tan distintas que Nick nunca entendería cómo era su mundo. Él se levantaba cuando le apetecía, le llevaban el desayuno a su habitación y se pasaba el resto del día en un transatlántico, asegurándose de que sus pasajeros estuviesen contentos.
Ella, por su parte...
—También tengo que cambiar dos pañales, vestir a los dos niños y darles el biberón. He puesto dos cunas en su habitación y me paso el día yendo y viniendo, con el piloto automático puesto —sonrió al pensar en sus hijos. Sí, era mucho trabajo. Y, sí, se cansaba mucho. Pero no cambiaría aquello por nada del mundo.
—¿Cómo te las arreglas con los dos?
—Uno se acostumbra a ese ritmo —respondió encogiéndose de hombros. —Adam tiene más paciencia que su hermano, pero intento no utilizar esa excusa para ocuparme siempre de Jerry primero. Así que voy cambiando. Una mañana empiezo con Adam y a la siguiente, con Jerry. Le doy de comer a uno, luego al otro, y los dejo en el parque para empezar a poner lavadoras.
—¿Los dejas solos en el parque?
—Allí están seguros y contentos —dijo ella poniéndose inmediatamente a la defensiva, —no es como si los metiese en una caja y me fuese de fiesta. Estoy allí con ellos, pero puedo hacer cosas al mismo tiempo.
—Eh, eh —dijo él agarrándola con más fuerza por la cintura. —No era una crítica.
Ella lo miró con dureza.
—Está bien —admitió Nick. —Tal vez sí. Aunque no era ésa mi intención. No debe de ser fácil. Ser madre soltera de dos niños.
—No lo es —admitió Jenna tranquilizándose un poco. —Pero te las arreglas. Tenemos tiempo para jugar y los dos son tan inteligentes, les interesa tanto todo... —sacudió la cabeza. —Es increíble, ver como cada día van descubriendo más cosas del mundo que los rodea.
—Debe de serlo.
A Miley le pareció que los comentarios que estaba haciendo Nick eran los adecuados, pero no le gustó su tono. No obstante, era normal que estuviese siendo cauto, todavía no se creía que los niños fuesen suyos.
—Trabajo mientras ellos duermen la siesta.
—Ya —dijo él mientras la guiaba alrededor de un agujero que había en el suelo, —dijiste que tenías tu propio negocio. ¿A qué te dedicas?
—Preparo cestas de regalo —contestó levantando un poco la barbilla. —Las diseño y las monto yo. Tengo un par de empresas como clientes, y también hago mucho negocio por Internet.
—¿Cómo te metiste en ello?
—Empecé preparándolas para amigos. Por sus cumpleaños, cuando tenían un bebé, y esas cosas. Luego me fueron pidiendo que las preparase para otras personas, y después de un tiempo me di cuenta de que se había convertido en un negocio. Es estupendo, porque puedo hacerlo desde casa, con los niños.
—Y te gusta.
No era una pregunta, sino una afirmación. Jenna dejó de andar, miró a Nick y le dijo:
—Sí, me gusta. No podría soportar dejar a los niños todo el día a cargo de otra persona. Quiero ser la primera en ver sus avances. Quiero estar ahí cuando empiecen a gatear, a andar, a hablar. Quiero oír sus risas y secar sus lágrimas, estar en el corazón de sus vidas.
Él la miró fijamente durante uno o dos minutos, como si estuviese intentando grabar su imagen. O leer sus pensamientos para ver si de verdad sentía todo lo que estaba diciendo.
—A la mayoría de las mujeres no les gustaría estar encerradas en casa con dos bebés que se pasan el día llorando.
—En primer lugar, supongo que las mujeres a las que tú conoces no son precisamente maternales. En segundo lugar, los niños no se pasan el día llorando. En tercer lugar, pasar tiempo con mis hijos no es estar encerrada en casa. Es un regalo. Y doy gracias por él todos los días. No me conoces, Nick.
Él levantó una ceja y la miró un tanto divertido.
—No pretendía insultarte —dijo en tono suave. —Te... admiro por lo que estás haciendo. Por lo que sientes por tus hijos. Sólo quería decir que me gustaba lo que estaba oyendo.
—Ah —Miley se sintió como una idiota. —Lo siento. Siento haberme precipitado un poco.
—¿Un poco? —rió Nick, y empezó a andar de nuevo sin soltar su cintura. —Eres como una mamá osa.
Miley no pudo evitar reír también.
—Tienes razón. Yo misma me di cuenta en el momento que nacieron. Es increíble, saber que han salido de ti. Dos niños tan pequeños que, de repente, respiran, lloran y te roban el corazón.
Me sentí perdida y desesperadamente enamorada y supe que nunca dejaría que nada ni nadie les hiciese daño. Nadie critica a mis hijos. Nadie.
—Sí —admitió él con aire pensativo. —Lo entiendo.
Nick empezó a mover los dedos con suavidad, acariciándola. Y Miley sintió su calor y le dio un vuelco el corazón, le costó respirar. Lo miró a los ojos y vio confusión en ellos.
—¿Qué pasa?
—Nada —respondió Nick con rapidez. —Es sólo... —se detuvo antes de continuar. Luego sacudió la cabeza y empezó de nuevo a andar. —Vamos, todavía nos queda un buen paseo.


3 comentarios:

  1. Bueno, puedo decir que he esta nove me ha gustado mucho igual que las otras que he leido en tu blog. Continua :D
    Pregunta: Hace un buen tiempo que no subes de THE WAY YOU ARE, la suspendiste o cancelaste?
    Igual que esta nove me gusta mucho
    asi que continualas las dos.
    Ahora me voy poner a leer de a BLACKMAIL A WOMAN
    XXOOXOO

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  2. awwww me encanto !!
    ahhh porfavor mitchie sube pronto me encanta esta novela !!
    espero con ansias una maraton de esta novela me gusta muchisimo
    por favor sube rapido el siguiente siiiiiii?
    gracias teqiero cuidate besos mayi

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