Miley y Nick salieron hacia Jacobsville a la mañana siguiente. Mientras hacía el equipaje, la joven había estado dudando qué ropa llevarse, pero finalmente había escogido las prendas más elegantes y clásicas que había en
su ropero. Estaba segura de que a la madre de Nick le parecería muy provinciana su forma de vestir, pero no le expresó sus temores a él, quien, desde que se sentara al volante, estaba muy callado.
— ¿No estarás arrepintiéndote, verdad? —le preguntó insegura—, de presentarme a tu madre, quiero decir.
— ¿Por qué tendría que arrepentirme? —inquirió Nick mirándola atónito.
— Bueno... —comenzó la joven girando el rostro hacia la ventanilla—, es que yo no sé nada de refinamientos ni de etiquetas. La verdad es que me he pasado la mitad de la noche despierta, preocupándome por qué pasaría si me
pongo nerviosa y derramó el café en una alfombra o algo así.
Nick extendió el brazo y le tomó la fría mano, entrelazando los dedos con los de ella y apretándoselos suavemente. Miley se volvió para mirarlo.
—Escucha, Miley, mi madre es la esposa de un ranchero, y tan llana como tu padre. Nuestra casa no es como esas que salen en las revistas de diseño y, si derramaras el café, simplemente te pediría que fueras a la cocina por
algún producto para limpiar la mancha. Y respecto a esa bobada de la etiqueta, Jeanie May, la mujer que ayuda a mi madre en las tareas de la casa desde hace años, prepara unas comidas tan buenas que nadie es capaz de preocuparse por cursilerías cuando se sienta a la mesa. La única hostilidad que encontrarás es la de Joe. Le fastidiará tener que darte conversación o entretenerte en un momento dado, pero no se lo tomes en cuenta. No tiene nada contra ti, es así de asocial.
—Nick... ¿qué le ocurrió? Alguien debió herirlo terriblemente, o debió pasarle algo para que esté tan resentido.
El vaquero la miró un instante antes de contestar.
—Bueno, antes o después te enterarás, así que supongo que será mejor que te lo cuente yo: aproximadamente un año después de que Kevin naciera, nuestros padres se separaron, y al poco mi madre conoció a un sargento de
los marines, y se enamoraron. Eran los años sesenta, y él tuvo que ir a luchar en la guerra de Vietnam. No regresó. Mi madre se había quedado embarazada de Joe, y acabó volviendo con mi padre, que llevaba todo ese tiempo rogándole que lo perdonara y que le diera otra oportunidad. Mi padre adoptó a Joe, dándole su apellido, pero Jacobsville es una ciudad pequeña, y los niños son muy crueles, así que, cuando Joe empezó a ir al colegio pronto descubrió de un modo muy poco delicado que no era hijo de quien él creía.
—Y le echa la culpa a tu madre —adivinó Miley.
— Así es. Joe no puede perdonarle que se lo ocultara, y tampoco que sea el fruto de una relación que tuvo lugar cuando ella y nuestro padre aún estaban casados ante la ley. No soporta la idea de ser hijo bastardo, se siente como una especie de paria.
—Pero tu padre lo adoptó, ¿es que eso no cuenta para él? —inquirió.
Nick meneó la cabeza.
— Joe es de la vieja guardia, tremendamente conservador, con unos principios rígidos y anticuados —dijo mirándola con una media sonrisa—. Te apostaría lo que fuera a que aún es virgen.
Miley abrió mucho los ojos, incrédula. ¿Joe... virgen? Era
imposible. Con lo increíblemente atractivo que era, con ese físico, y aquel halo de misterio a su alrededor...
— ¡Oh, vamos, Nick, no digas bobadas! —le dijo riéndose.
—Lo digo en serio — espondió él frunciendo el entrecejo—. Joe es diácono en nuestra parroquia, y canta en el coro. De hecho, durante un tiempo estuvo considerando el hacerse sacerdote.
La joven nunca lo hubiera dicho.
—¿Qué edad tiene ahora?
—Tiene un año más que yo—contestó Nick — . ¿Sabes?
Lo más gracioso es que, aunque el tiene mucho resentimiento hacia ella, para mi madre Joe siempre será el favorito. Creo que realmente amaba a aquel hombre. Arregló las cosas con mi padre, y fueron felices mientras él
vivió, pero me parece que nunca llegó a olvidar aquel amor.
— Supongo que es comprensible que a Joe le resulte difícil
perdonarla, pero a mí tu madre me da mucha lástima.
—Te aseguro que cuando la conozcas no sentirás lástima en absoluto. Es una mujer con mucho espíritu, igual que tú.
Miley echó la cabeza hacia atrás y sonrió, mirandolo amorosa. Los recuerdos de la noche anterior acudieron en tropel a su mente, haciendo que se le colorearan las mejillas.
Nick detuvo el coche al llegar a un cruce, y la miró, leyendo en sus ojos.
—¿Rememorando la noche pasada? —inquirió en un tono quedo, girándose hacia ella.
— Sí — murmuró ella.
La respiración de Nick se había tornado más rápida, como si él también estuviese recordando, y de pronto bajó la vista al pecho de la joven.
—Anoche, cuando te besaba, me parecía como si tu piel fuera seda —le dijo.
La joven lo miró llena de deseo, y se inclinó hacia él, pero él la tomó por la barbilla y la miró a los ojos.
—Este no es el lugar más apropiado... Ni tampoco el momento... —farfulló tragando saliva.
Pero aun así, miró detrás de ellos y, al cerciorarse de que no había ni un solo coche a la vista, puso el coche en punto muerto.
—Aunque por otra parte, qué diablos... Ven aquí— dijo desabrochándole el cinturón de seguridad y atrayéndola hacia sí.
La besó apasionadamente, mientras Miley le echaba los brazos al cuello, respondiéndole con fervor, pero cuando ya estaban derritiéndose el uno contra el otro, la molesta bocina de un vehículo detrás de ellos los sobresaltó, haciendo que Nick se apartara de ella. Miró por el retrovisor y vio que se trataba de un enorme camión. El conductor parecía estar impacientandose.
— Obviamente no es un hombre casado —mascullo Nick con fastidio.
Volvió a poner el coche en marcha pisó el acelerador, y tomó la autopista, volviendo al rato la cabeza hacia la joven, con una mirada hambrienta—. Esta noche te tendré, no pienso esperar más.
—Pero tu familia... nos oirán... —balbució Miley insegura, y más roja que la grana.
—La casa es enorme. Dormiremos en un dormitorio apartado de los otros.
—Es que no puedo estar callada cuando empiezas a besarme y acariciarme... —murmuró Miley—. Es como si perdiera el control.
— Yo también lo pierdo cuando estoy contigo —le aseguró él con una sonrisa.
Ella volvió a sonrojarse, y lo miró embelesada, como si quisiera aprender cada uno de sus rasgos de memoria.
—Cariño, si no dejas de mirarme de ese modo, voy a tener que aparcar el maldito coche y hacerte el amor en la cuneta —le advirtió él.
—No me importa donde sea —susurró ella temblorosa—. Oh, Nick, por favor... te deseo tanto...
Nick apretó la mandíbula, sintiendo que se estremecía por dentro. A lo lejos vio el cartel de un motel, y, sin pensarlo dos veces, tomó el desvío y detuvo el coche en el aparcamiento.
—¿Estás segura? —inquirió mirándola muy serio, la necesidad de la joven era tan grande que ni si su timidez la hizo echarse atrás.
—Sí —musitó en un hilo de voz, sonrojándose aún.
Hola chichas como han estado? espero qe muy bn
yo ando aqi reportandome despues de unos dias sin internet perdon la demora
pero para compensarlas subire 3 capis de cada nove
espero qe os gusten las qiero mucho!!!!!!!!!♥
me encantoooo
ResponderEliminarvoy por el siguiente..