lunes, 29 de agosto de 2011

"Darling enemy" Niley♥ cap.5



Por la mañana, al despertar, vio que Selena estaba todavía dormida y decidió salir sola a dar un paseo a caballo por el rancho. Así pues, se había duchado y vestido, y había corrido al establo a pedirle a Happy, el amable anciano que se encargaba de adiestrar a los caballos, y que la había enseñado a montar al negarse Nick a hacerlo, que le ensillara uno.
Sin embargo, cuando llegó al establo, Happy no estaba allí, y en cambio fue con Nick  con quien se topó. Nada más verlo, supo que habría problemas. Cuando algo lo irritaba, ladeaba la cabeza y entornaba un ojo de un modo característico, pero ella, que se había puesto a la defensiva automáticamente, no advirtió aquellos signos de peligro.
Cuando Nick  se enteró de por qué estaba allí, le dijo que volviera a la casa.
—Sé montar —protestó ella—. Happy me ha enseñado.
—Me importa un bledo —gruñó él—. Mis hombres han visto huellas de osos en el perímetro del rancho esta primavera, así que no voy a permitir que te vayas por ahí sola.
Ella sintió que la invadía un profundo odio hacia él, un odio alimentado por el hecho de que él parecía no haberse dado cuenta siquiera de que en los últimos días estaba cuidando más su apariencia. Desde el primer momento se había sentido atraída por Nick, y se le había ocurrido que, tal vez, si lograra que él se fijara en ella, se mostraría un poco más amable. Una idea ciertamente absurda.
— ¡No me dan miedo los osos! —casi le gritó.
—Pues deberían dártelo —masculló Nick, mirándola de arriba abajo—. No tienes idea de lo que las zarpas y los dientes de un oso pueden hacerle a ese cuerpo joven y perfecto.
Ella se había quedado paralizada por sus palabras. Cuando al fin había conseguido su atención, reaccionaba como una colegiala asustada.
Se apartó de él, y aquello pareció irritarlo.

—No te hagas la chica recatada conmigo. Probablemente sabes más de sexo que yo, así que, ¿por qué fingir? Dime, ¿con cuántos hombres te has acostado?
Aquello había colmado su paciencia. Había un cubo lleno de estiercol sobre un barril a su lado, y lo agarró con intención de arrojarle su contenido a la cara, pero Nick  fue más rápido. La agarró de las muñecas, sujetándoselas tras su espalda, y la atrajo hacia sí.
—Eso... —gruñó—, ha sido una estupidez. ¿Qué es lo que quieres demostrar?, ¿Que no te gusta lo que eres?
— ¡Tú no sabes lo que soy! —le gritó ella, dolida, mirándolo con aprehensión.
—¿Ah, no?
Las fuertes manos de Nick  la atrajeron más hacia sí, y sus blandos senos quedaron aplastados contra el fornido pecho.
— Últimamente no has estado comportándote precisamente como una chica tímida —le dijo en un tono sensual que despertó nuevas sensaciones en su tenso cuerpo—: con esos vestidos entallados y escote en uve, lanzándome miraditas cada vez que nos cruzábamos... — le soltó las muñecas y sus manos se deslizaron por debajo del dobladillo de la blusa que llevaba puesta, tocando la suave piel de su espalda. Aquella caricia era increíblemente gentil, pero a la vez abrasadora—. Acércate más —murmuró, mirándola a los ojos.
Sus piernas lo obedecieron sin saber qué hacían, y sintió un excitante cosquilleo al frotar sus senos contra el tórax masculino, aun a través de la ropa que los separaba. Las expertas manos de Nick  estaban haciendo estragos en ella mientras recorrían su piel de satén y bajaban hasta sus caderas, apretándola más contra sí.
—Quiero besarte, Miley —susurró inclinándose, de modo que su aliento acarició los labios temblorosos de ella—. Y tú quieres que lo haga, ¿no es verdad? Lo has deseado durante días, meses, años... has sido consciente de esta atracción desde el día en que nos conocimos — su boca se acercó unos milímetros más a la de ella, de un modo tentador, mientras seguía acariciándole la espalda, logrando que se derritiera en sus brazos como un cubito de hielo—. Quieres sentir mis manos por todo tu cuerpo, ¿no es verdad, Miley ? —murmuró, inclinando la cabeza unos centímetros más, atormentándola al mover los labios mientras hablaba.
—Nick ... —gimió ella, poniéndose de puntillas en un intento por alcanzar los tentadores labios a unos milímetros sobre los suyos.
Nick  levantó la cabeza lo justo para negarle el contacto, pero sus manos acariciaron insolentes las nalgas femeninas.
—¿Quieres que te bese, Miley ? —inquirió con una sonrisa burlona.
— Sí... —le rogó ella, olvidando su orgullo—. Sí, por favor...
Cualquier cosa, habría accedido a cualquier cosa con tal que la besara, para que se hiciera realidad ese sueño que la tenía obsesionada desde hacía años.
—¿Hasta qué punto lo quieres? —insistió Nick , inclinándose para tirar suavemente de su labio superior, tomándolo entre los suyos—. ¿Sientes que estás ardiendo por dentro?
—Sí —jadeó ella con los ojos entrecerrados y las rodillas tan débiles que le parecía que iban a doblarse—, oh, sí... por favor... por favor, Nick ... —casi sollozó.
Él levantó la cabeza de nuevo, la miró a los ojos, y de pronto la soltó, apartándose de ella y dándole la espalda, de modo que no pudiera ver cómo tenía que esforzarse por controlar el deseo. Cuando se giró de nuevo, no había emoción alguna en su rostro.
—Tal vez por tu cumpleaños —le dijo con una arrogancia pasmosa—. O por Navidad. Pero no ahora, cariño. Soy un hombre ocupado.
Soltó una áspera risotada, y ella se quedó allí de pie desolada como un viejo caserón en ruinas.
—No eres humano —balbució—. Tú. , tú... Eres tan frío como un...
— Sólo con las mujeres que me dejan indiferente —la interrumpió Nick —. Dios, te entregarías incluso a un hombre al que odias... —masculló con desprecio—. ¡Hasta ese punto lo necesitas...!
Y ella lo observó alejarse con su orgullo hecho añicos.
Desde ese día se había jurado que se arrojaría por un acantilado antes que volver a humillarse de ese modo. Lo había evitado con éxito durante el resto de las vacaciones de Semana Santa, y cuando se subió al avión que las llevaría a Selena y a ella de vuelta a Connecticut, ni siquiera lo había mirado.

"Darling enemy" Niley♥ cap.4



Aquel sonido, al que Miley estaba tan poco acostumbrada a oír proviniendo de él, la fascinó, y sin darse cuenta se quedó mirándolo. Ella no era precisamente baja, pero Nick  la superaba, y no sólo en altura, sino que también era robusto, como un jugador de rugby.
—¿Te gusta lo que ves? —inquirió él con insolencia.
— Estaba pensando que Selena me había dicho que aunque hace años que vivís en Canadá, tú naciste en Australia —improvisó—. ¿Es cierto?
—Así es —asintió él—. Mi madre es canadiense, y cuando heredó de mi abuelo el rancho que tenemos, dejamos Australia. Selena  no había nacido todavía, y después, cuando ella aún era pequeña, yo pasaba la mayor parte del año viajando con nuestro padre de nuestra propiedad en Australia a la de Calgari, así que durante bastante tiempo mi madre y mi hermana fueron casi unas extrañas para mí.
—Tú tampoco pones demasiado de tu parte para que la gente se acerque a ti —apuntó Miley  sin poder reprimirse.
Habían llegado junto al edificio del comedor, y Nick  se detuvo al lado de la puerta y se volvió hacia ella con una ceja enarcada.
—¿Cuánto quieres acercarte exactamente... a mi billetera? —inquirió sarcástico.
Miley  le lanzó una mirada furibunda.
—No me interesa tu dinero ni el de nadie —le espetó con altivez, tirando de su mano bruscamente, y logrando liberarse al fin—. Tengo todo lo que necesito.
—¿De veras? —contestó Nick—. Entonces, ¿por qué vives con tu tía?, ¿Por qué tiene que mantenerte?
Con lo que ganaba con su trabajo, Miley  tenía bastante no sólo para pagarse la universidad, sino también para permitirse un modesto alquiler, pero no le veía el sentido cuando pasaba nueve meses en la residencia del campus, y prefería ahorrar ese dinero.
—Piensa lo que quieras —masculló—. Es lo que harás, diga lo que diga. No sabes nada de mí.
Nick  bajó la vista a los suaves labios de la joven.
—Sé que bajo esa belleza exterior y ese orgullo, puedes ser un auténtico volcán cuando ansias los besos de un hombre.
Miey  notó que le ardían las mejillas, y sintió nuevos deseos de abofetearlo cuando, con un gesto burlón, él le abrió la puerta y la sostuvo para que pasara. Entró sin dignarse a mirarlo, como si no existiera y observó con alivio que Selena  estaba allí esperándolos, sentada sola en una mesa.
INCREÍBLEMENTE, el desayuno fue muy agradable. Era una de las pocas veces que Miley  recordaba haber pasado más de diez minutos en compañía de Nick  sin que éste la pinchara constantemente. Le daba la impresión de que, de algún modo, la conversación que acababan de tener había obrado un cambio en la tempestuosa relación que tenían.
— Bueno, entonces, ¿cuánto tardaréis en hacer las maletas? —les preguntó él, mientras apuraba su segunda taza de café.
En la mesa contigua, un grupito de chicas le lanzaban miradas, cuchicheaban entre sí y prorrumpían en risitas.
—En cuanto pueda, para poder tomar el primer vuelo que salga para Nueva York —se apresuró a decir Miley .
Nick  la observó, y pudo leer una expresión inequívoca de pánico en su rostro.
—Tú y yo resolveremos nuestras diferencias este verano —le dijo en un tono que hizo que sintiera un cosquilleo en el estómago—.  Selena quiere que vengas, y no hay razón para que le niegues tu compañía.
A Miley  le preocupaba dónde pudiera conducirles el resolver sus diferencias. Los hombres la intimidaban bastante, y más aún Nick. Además, había ciertas heridas que no quería que se reabrieran.
—Es imposible... —farfulló—. La agencia tendrá varios trabajos para mí este verano y...
— Seguro que podrás tomarte unas vacaciones — apuntó él—. Además, selena me ha dicho que durante estos últimos meses también has tenido un trabajo nocturno. No te vendrían mal unos días de descanso... siempre y cuando no te pases el día haciéndome ojitos.
Miley  advirtió el tono guasón en su voz, y cuando alzó la vista lo encontró sonriendo. Ella misma no pudo evitar esbozar también una sonrisa, y aquello acentuó de tal modo la belleza de su rostro, que Nick  se quedó mirándola hasta que ella bajó los ojos, avergonzada.
—Además, ¿dónde vas a ir si no? —Añadió él, retomando su tono cínico, como si se hubiera arrepentido de su amabilidad—, ¿con esa tía tuya ninfómana, o a pasar el verano tú sola a ese enorme y solitario apartamento?
—Hace media hora no te habría importado si te hubiera dicho que iba a pasarlo en la jaula de los osos en el zoo —le recordó Miley  irritada por el hecho de que arremetiera otra vez contra su tía.
No es que ella le tuviera mucho cariño, pero Nick  no tenía derecho a juzgar las vidas de los demás como le gustaba hacer.
—Por favor, Miley, ven al rancho, no le hagas caso a mi hermano —le rogó Selena  interviniendo—. Si te tengo a ti de carabina, Nick  me dejará perseguir a Taylor  por el rancho todo lo que quiera —apuntó riéndose.
—¿Taylor? —Repitió su hermano, frunciendo el ceño—. ¿No te referirás por casualidad a mi capataz, verdad?
Selena  pestañeó y le lanzó una mirada coqueta.
—Es que me interesa mucho la ganadería —murmuró con fingida inocencia.
—Pues no te intereses demasiado por Taylor  — le advirtió Nick —. Tengo mejores planes para ti.
—¿Siempre tienes que andar dirigiendo la vida a los demás? —le espetó Miley, desafiante.
Nick  la miró fijamente.
—Ten cuidado, no vaya a querer dirigir la tuya —farfulló.
Miley  sonrió divertida ante la fanfarrona amenaza.
—¿Por qué ibas a querer hacerlo? No soy más que una huérfana sin contactos, criada en el seno de una familia pobre, y que trabaja en el sórdido mundo de la moda —le recordó.
Nick  le lanzó una mirada furibunda, pero las dos jóvenes prorrumpieron en risas.
— ¡Oh, calllensen! —Gruñó él, poniéndose de pie—. Tengo que hacer un par de cosas antes de irnos. Vallan haciendo las maletas. Volveré dentro de un par de horas para recogerlas, así que más vale que estéis listas.
Horas después estaban camino de Calgary, en el aeroplano de Nick.
—Estoy deseando que conozcas a Taylor —le dijo Selena  a su amiga—. Mi hermano lo contrató hace un par de meses.
—Debe ser un tipo muy especial para que estés tan entusiasmada —contestó Miley, riéndose suavemente.
Selena  suspiró.
—Oh, lo es. Tiene los ojos castaños, el cabello  negro y el cuerpo de una estrella de cine. Ya verás, Miley, te va a encantar... bueno, aunque espero que no te guste demasiado —añadió medio en broma—. No creo que pudiera competir contigo, eres mil veces más guapa que yo.
—No digas bobadas —replicó su amiga—, pero si eres preciosa...
—Y tú una aduladora, pero aun así eres mi mejor amiga —contestó Selena  riéndose. Se recostó en el asiento, repentinamente seria—. Siento lo de esta mañana, Miley  —murmuró—. Nick  no debió decir las cosas que dijo. No he pasado tanta vergüenza en toda mi vida. Quería que me tragara la tierra.
Miley  se encogió de hombros.
—Nick  y yo somos viejos enemigos —le recordó—. No sé por qué me odia tanto, pero es así.
—La verdad es que yo tampoco lo entiendo... — murmuró su amiga—, sobre todo porque mi hermano es la clase de persona que se lleva tan bien con todo el mundo. Tiene esa vena arrogante, claro está, pero en el fondo es un pedazo de pan. Y un trabajador incansable también: desde que papá murió se ha esforzado al máximo por mantener la productividad del rancho. Si no fuera por él no sé dónde estaríamos ahora mi madre y yo. Por eso no comprendo que se meta contigo, cuando tú también eres una luchadora nata, como él. La hostilidad que emanaba hacia ti... ¡Y cuando te siguió fuera...! No podía creérmelo, la verdad.
—Pues ya somos dos —respondió Miley —. Casi le di un bofetón.
— ¿En serio? —Exclamó su amiga entusiasmada, con los ojos como platos—. ¿Y qué hizo él?
Miley  se sonrojó. Sería un duro golpe para su amor propio confesar que había parado el golpe y que la había obligado a ir de su mano hasta el comedor.
—Lo... esquivó —mintió. Selena  se rió encantada.
— ¡Imagínate, tú plantándole  la cara  a mi hermano mayor! Hasta ahora nunca te habías atrevido a hacerlo. Y cuando éramos adolescentes y se metía contigo, lo que hacías era echarte a llorar y salir corriendo. Y luego él se sentía como un canalla y lo pagaba gritándoles a los peones —recordó riéndose—. Casi resultaba gracioso. Los hombres se ponían nerviosos en cuanto ponías un pie en el rancho.
Miley  se removió incómoda en su asiento.
—Lo sé. A decir verdad, he estado rechazando tus últimas invitaciones para evitar a tu hermano, y en Semana Santa no me habría dejado convencer si no hubiera sido porque tenía a un conocido de mi tía persiguiéndome. Es un hombre insufrible, no acepta un no por respuesta. A mi tía le hace gracia, pero a mí me pone de los nervios.
— Ya veo —murmuró su amiga—. Miley  —le dijo al cabo de unos instantes de silencio—, nunca me dijiste que ocurrió en Semana Santa entre Nick  y tú. ¿Qué pasó?
—Pues... que le eché encima un cubo de estiercol— farfulló.
Una verdad a medias era lo único que podía darle.
Selena abrió los ojos como platos.
— ¡Me estás tomando el pelo! —exclamó incrédula.
Miley  bajó la vista a su regazo.
—Bueno, fue sólo por un pequeño... em... desacuerdo —continuó improvisando—. ¡Oh, fíjate! — exclamó mirando por la ventanilla—. Ya debemos estar sobrevolando Alberta. ¡Mira esa llanura!
Selena  echó un vistazo por encima del hombro de su amiga.
—Podría ser —murmuró. Miró su reloj de pulsera—, pero no hace tanto que salimos. Debe ser Saskatchewan. Le preguntaré a mi hermano —dijo poniéndose de pie.
Los ojos de Miley  siguieron a su amiga hasta que desapareció tras la puerta de la cabina, y al volver el rostro hacia la ventanilla los recuerdos de aquel día de Semana Santa...

domingo, 28 de agosto de 2011

"Darling enemy" Niley♥ cap.3


Pasó junto a dos compañeros de clase, que estaban charlando sentados en el césped, y estaba esbozando una débil sonrisa a modo de saludo, cuando una mano la agarró del brazo y la hizo girarse, arrastrándola bajo la sombra de un roble cercano.

—¿Huyendo de nuevo? —la increpó Nick, mirándola fijamente—. No es una reacción muy madura que diganimos.
— Se llama instinto de supervivencia; me pones tan furiosa que se me olvida que debo comportarme como una señorita... —le espetó ella, secándose una lágrima con fiereza—. Oh, perdona, ya no me acordaba que, según la elevada opinión que tienes de mí, ni siquiera merezco ese título —añadió con sarcasmo.
Nick no contestó a eso.
—Selena está en la residencia, llorando a lágrima viva —le dijo con aspereza—, y yo no he hecho cientos de kilómetros para disgustarla.
— Disgustar a la gente es algo que siempre se te ha dado bien —le respondió Miley, apartando la vista—. No has hecho otra cosa más que atacarme durante estos cinco años —le recordó—. Y, para tu información — añadió acalorada —  si te miraba cuando iba al rancho era por aprehensión, porque estaba preguntándome cuándo saltarías, no porque tuviera intención de seducirte.
—¿De veras? Pues la impresión que a mí me dio la última vez que estuviste allí, por Semana Santa, fue muy distinta —apuntó él.
Una sonrisa insolente se dibujó en sus labios al ver que la joven enrojecía.
Miley, que no quería recordar el modo en que había hecho el ridículo, lo miró airada y le dio la espalda, cruzándose de brazos.
—Dime, ¿cuánto tiempo te ha llevado perfeccionar esa pose de inocencia? —le preguntó Nick, poniéndose frente a ella.
—Oh, años —le contestó Mile sarcástica.
Nick alzó la barbilla y la miró con arrogancia.
—Pues tal vez con otros te funcione, pero no conmigo. No me creo que hayas llegado hasta donde has llegado en el mundo de la moda sin haber hecho ciertas... «concesiones» Jamás me convencerás de lo contrario.
—¿Por qué iba a molestarme siquiera en intentarlo? —replicó ella—. Al fin y al cabo tú nunca te equivocas, ¿verdad?
—Raras veces —farfulló él sin ninguna modestia—, y hasta ahora todavía no me he equivocado con ninguna mujer — añadió.
—Pues conmigo te equivocas, y no sabes nada de los trabajos que hago como modelo —le espetó Miley.
—Sé más de lo que crees —la corrigió él —  porque tenemos un conocido común.
Teddi dejó pasar esa enigmática respuesta, y volvió al camino, diciéndose que ya le había concedido demasiado tiempo.
—Es de muy mala educación marcharse sin despedirse —la pinchó Nick, llendo tras ella.
—Oh, vaya, usted perdone, señor Jonas — dijo Miley, riéndose con ironía—. Pues adiós. Aún no he desayunado, y estoy segura de que en el comedor encontraré a alguien a quien mi presencia no le resulte tan indigna; Porque, aunque no lo creas, hay gente que no me ve sólo como una portada de revista que anda y habla.
—Pobres inocentes...
Miley le lanzó una mirada airada.
—Piensa lo que quieras. No me importa. Pero no era cierto.
Por supuesto que le importaba. De hecho, aunque nunca lo había conseguido, siempre había tratado de llevarse bien con él, siempre le había dado otra oportunidad. Sólo después del vergonzoso incidente de Semana Santa había decidido que aquello no tenía remedio.
—Al menos podríamos desayunar los tres juntos—le dijo Nick inesperadamente, como intentando aplacarla—: Nick, tú y yo.
—Gracias, pero no —respondió ella—. No creo que pudiera comer preguntándome si espolvorearás arsénico sobre mis huevos revueltos cuando me despiste.
Nick no pudo evitar echarse a reír.
— Dios... eres incapaz de enterrar el hacha de guerra, ¿verdad? ¿Te defiendes siempre con esa ferocidad?
Miley se encogió de hombros sin mirarlo.
— He tenido que luchar la mayor parte de mi vida para salir adelante.
—Oh, claro, lo olvidaba... la pobre huerfanita...—farfulló él sin poder reprimirse.
La joven le lanzó una mirada de desprecio.
—Quería a mis padres —le espetó dolida—. No tienes sentimientos.
Nick tuvo la decencia de mostrarse incómodo consigo mismo, pero sólo un instante.
—Tal vez haya sido un golpe bajo, pero tú acabas de devolvérmelo, haciendo que me sienta como un canalla.
—¿Qué esperabas que pusiera la otra mejilla? — respondió ella sin vacilar—. No soy una mártir.
— Ya veo —murmuró él—. En ese caso, la próxima vez tendré que asegurarme de estar preparado para contraatacar.
—Haces que suene como si esto fuera un juego para ti —gruñó Miley contrariada.
—Oh, no, dejó de serlo hace tiempo... —replicó Nick con la vista al frente, fija en el edificio del comedor— en Semana Santa, para ser más exactos.
Teddi se sonrojó ligeramente, odiándolo por recordarle lo que «casi» había ocurrido.
—Debería haberte tomado allí mismo, en el establo, en vez de apartarte —le dijo Nick con voz ronca.
Ella se cruzó de hombros, y miró hacia otro lado.
—Estaba... pensando en otra persona —mintió para salvar su maltrecho orgullo.
Las facciones de Nick se endurecieron.
—Y los dos sabemos en quién, ¿no es cierto?
Teddi no comprendió a qué se refería, pero estaba demasiado irritada como para preguntarle, y en ese momento sólo pensaba en perderlo de vista. Se detuvo a unos metros del comedor y lo miró desafiante.
—No pienso seguir con esta conversación.
Nick se acercó a ella, y Miley se tensó visiblemente, atrayendo las miradas curiosas de los estudiantes que entraban y salían del comedor.
—Están mirándonos —murmuró nerviosa.
—¿Acaso te preocupa que piensen que hay algo entre nosotros? —la picó él con una insolencia pasmosa.
La mano de Miley se precipitó hacia la curtida mejilla del ranchero, pero él le agarró la muñeca antes de que pudiera alcanzarla.
Nick chasqueó la lengua burlonamente, como si su reacción lo divirtiese.
—Qué temperamento... —murmuró—. Deberías vigilarlo. Sólo lograrás atraer aún más la atención de la gente.
— Como si acaso te importara lo que la gente pueda pensar de ti... —masculló Miley—. Debe ser estupendo tener dinero y poder suficientes como para que esas cosas te den igual.
Nick escudriñó su rostro detenidamente antes de volver a hablar.
—Dime, Miley, ¿para qué quieres una licenciatura universitaria?, ¿Acaso estás tratando de demostrar algo? Di, ¿de qué te servirá en tu carrera como modelo?
Miley tiró de su mano, en un intento de liberarse, pero él no se lo permitió.
—Mi trabajo como modelo es sólo temporal — respondió irritada, preguntándose por qué tenía que darle explicaciones—. Cuando termine mis estudios aquí en la universidad pienso buscar empleo como profesora.
—¿Cómo profesora? —repitió él muy sorprendido- ¿Tú?
—Sí, yo. ¿Tan extraordinario te parece? —masculló ella—. Y haz el favor de soltarme de una vez —le dijo con aspereza.
Él desasió su muñeca, pero entrelazó sus dedos con los de Miley y tiró de ella, empezando a caminar de nuevo. El contacto de la fuerte y cálida mano de Nick había dejado sin habla a la joven, que se dejó llevar, con las mejillas arreboladas y la vista en el empedrado.
—Vendrás al rancho con nosotros —le anunció Nick sin darle opción a protestar—. Lo último que necesitas es estar sola en ese maldito apartamento mientras esa atolondrada que tienes por tía va saltando de cama en cama por toda Europa, sin que nadie se ocupe de ti.
Miley sabía muy bien que a Nick no le gustaba su tía, ya que él nunca se había molestado en ocultárselo, y estaba segura de que esa desaprobación se había extendido automáticamente a ella.
—No tienes por qué fingir que te preocupas por lo que pueda ocurrirme —le dijo fríamente—. Hace un rato me ha quedado muy claro que no te importa en absoluto.
Los dedos de Nick apretaron los suyos.
—No quería que oyeras lo que le estaba diciendo antes a Selena —le dijo, bajando la vista hacia ella—. A veces tengo que decirle ciertas cosas para mantener el asunto velado.
Miley parpadeó confundida.
—No comprendo —murmuró.
Nick le sostuvo la mirada con una intensidad tal en sus ojos chocolate, que hizo sentir a la joven ligeramente temblorosa.
Él apretó la mandíbula.
—Nunca lo has hecho —masculló—. Me tienes demasiado miedo como para intentar comprender.
— ¡Yo no te tengo ningún miedo! —replicó ella con los ojos relampagueantes.
—Ya lo creo que sí, y es porque sabes que yo lo querría todo o nada, ¿no es verdad?
Miley sintió que le flaqueaban las piernas al alzar la mirada hacia él, todavía más confundida por sus palabras. Intentó soltar su mano de la de él, pero una vez más, Nick se lo impidió.
—No tienes por qué ponerte nerviosa —murmuró él, esbozando una sonrisa maliciosa—. El que tenga tu mano en la mía no significa nada, es sólo en defensa propia: así no puedes abofetearme como querías hacer antes —añadió, riéndose suavemente.

viernes, 26 de agosto de 2011

"Darling enemy" Niley♥ cap.2

Estaban discutiendo tan acaloradamente, que ninguno de los dos advirtió su llegada. — ...y yo he dicho que ni hablar —le estaba diciendo Nick en un tono firme, que no admitía discusión—; no voy a permitir que vuelva a poner patas arriba el rancho como hizo en Semana Santa. ¿Crees que los hombres pueden trabajar con ella paseándose por ahí? No hacían más que mirarla...
—Eso no es culpa suya —replicó Selena irritada, saliendo en defensa de su amiga—. Además, Miley  no es la clase de persona que tú crees que es, no se parece en nada a su tía...
—Porque no es rica como ella, quieres decir — masculló él sarcástico—. Pero seguro que pronto le encuentra remedio, en cuanto encuentre a un tonto con la cartera llena de billetes —se metió las manos en los bolsillos—. Pues que se le vaya olvidando lo de pasar el verano mirando a mis hombres con ojitos tiernos... o a mí, ya que estamos —añadió con una risa áspera.
Miley  se puso roja como una amapola. Durante las vacaciones de Semana Santa en el rancho Jonas había cometido una estupidez que todavía no había logrado borrar de su mente, y parecía que él tampoco.
— ¡No digas tonterías, Nick! —exclamó Selena disgustada—. A Miley  le das verdadero pavor. ¿Por qué razón querría...?
—Oh, sí, ¿por qué razón querría tratar de seducirme? —repitió él en tono burlón—. ¿Acaso no te fijaste en como me miraba cuando estuvo en el rancho en Semana Santa? Una Semana Santa que, por cierto, habría preferido pasar tranquilamente sin extraños, a solas con mi familia —añadió con crueldad—. Nuestra madre tendría que haber tenido otra hija para que te hiciera compañía, ¡así quizá no irías por ahí recogiendo a chicas desamparadas!
Miley  palideció. Se quedó muy quieta, como un animalillo herido, con los ojos vidriados por el dolor. Nick se giró justo en ese momento y la vio. La expresión en su rostro fue casi cómica.
— ¡Oh!, Miley... —gimió Selena espantada, al comprender que lo había oído todo. Se puso de pie y balbució—: Nick no quería...
Miley  se irguió orgullosa.
—Estaba... estaba buscándote por si querías venir a desayunar conmigo —le dijo suavemente—. Estaré en el comedor.
—Nick no iba a venir hasta esta tarde, y se ha presentado aquí de improviso —dijo su amiga atropelladamente—. Estábamos hablando de las vacaciones y...
—Seguro que te divertirás mucho —la cortó Miley, forzando una sonrisa—. Estaré en el comedor — repitió, dirigiéndose hacia la puerta que daba al vestíbulo.
— ¡Espera, Miley! —le rogó Selena—. Quiero que vengas a pasar las vacaciones conmigo... —le dijo, lanzándole una mirada desafiante a su hermano.
Miley, que se había detenido y se había vuelto hacia ellos, y le respondió:
—No, gracias.
—Pero si Nick ni siquiera estará en el rancho la mayor parte del tiempo... —insistió su amiga.
Miley miró al  ranchero, que estaba allí de pie, sin decir nada, y con la mandíbula apretada.
—Lo siento, Selena,  pero estoy cansada de tener que pasar las vacaciones soportando el que tu hermano me trate como si tuviese una enfermedad contagiosa. Yo prefiero pasar el verano en Nueva York, y él estará encantado de teneros a tu madre y a ti para él solo —añadió con toda la intención.
—Miley... —balbució Selena.
—Además, tengo varias ofertas de trabajo de la agencia en perspectiva —añadió, lanzando una mirada asesina a Nick  y dándoles la espalda—. ¿Por qué querría pasar el verano en un rancho, cuando puedo seducir a la mitad de los hombres de Nueva York mientras hago una fortuna? —el labio inferior le temblaba mientras hablaba, pero ni Selena  ni su hermano podían verlo—. Gracias de todos modos, Selena. No es culpa tuya que tu hermano sea un esnob insufrible.
Y, con esa nota desafiante, abandonó la sala, atravesó el vestíbulo y salió fuera de la residencia, a la luz del sol, con las lágrimas agolpándose en sus ojos.
Mientras avanzaba aturdida por el camino empedrado, no pudo contener por más tiempo el deseo de llorar, y las lágrimas rodaron una tras otra por sus mejillas. ¿Cómo podía ser tan cruel?, ¿Cómo? ¡Estúpido machista prejuicioso! ¡Y pensar que había sugerido que si iba al rancho intentaría seducirlo...! ¡Como si pudiera haber sobre la faz de la tierra una mujer tan idiota como para querer tener una relación con un hombre tan arrogante...!
Se secó las lágrimas con el dorso de la mano, furiosa consigo misma por su propia debilidad. Escribiría a Selena,  eso no podía impedírselo Nick, y volverían a estar juntas en la universidad cuando llegara el otoño.

"Darling enemy" Niley♥ cap.1



Era una gloriosa mañana de junio, y Miley Cyrus estaba asomada a la ventana de su  dormitorio en la residencia de estudiantes con los codos apoyados en el alféizar y una mirada soñadora en los ojos.
Los edificios del campus universitario eran de estilo gótico, y parecían sacados de otro siglo, pero eran las vastas extensiones verdes lo que más le gustaba a la joven. ¡Era un cambio tan grande comparado con el sofisticado apartamento de Nueva York donde tendría que pasar sus vacaciones...!
Temía el momento en que tendría que subirse al avión y dejar de ver por un mes su querida universidad de Connecticut, y a su amiga y compañera de cuarto, Selena Jonas. El aire de la mañana era algo fresco, a pesar de ser verano, y la bata de franela que tenía puesta sobre el pijama apenas la abrigaba. Era una suerte que Selena ya hubiera bajado, pensó, porque si hubiera estado allí en ese momento, la habría reprendido por su impulsividad al abrir la ventana de par en par.
Selena no era nada impulsiva. En ese aspecto era igual a su hermano mayor. Miley se estremeció ligeramente. Tal era la reacción que le provocaba el sólo pensar en Nick Jonas. Habían chocado desde el primer momento en que se conocieron. Y es que, por mucho que las demás chicas de la residencia suspiraran por el alto ranchero, Miley únicamente sentía deseos de salir huyendo cuando lo veía aparecer.
A lo largo de los cinco años que Selena y ella llevaban siendo amigas, Nick le había dejado muy claro que no le tenía simpatía precisamente. Y todo, ¿por qué? Por culpa de la impresión errónea que tenía de ella, y contra la cual Miley  no podía luchar. Nada de lo que pudiera decirle cambiaría las cosas. Su opinión de ella era tan injusta como el modo en que la trataba, y aquello había hecho que hubiera acabado temiendo las visitas al rancho Jonas en Canadá.
El día anterior habían terminado las clases, y Miley tenía el presentimiento de que una vez más su amiga iba a invitarla a pasar las vacaciones de verano con ella y su familia. Nick Jonas volaría en su avioneta desde Calgary hasta Connecticut para recoger a su hermana... y, como las últimas veces, ella buscaría una excusa para no ir.
Dejó escapar un pesado suspiro. Por lo menos Selena tenía una madre, un hermano, y un hogar esperándola. Ella no tenía a nadie, excepto a su tía Ruth , hermana de su difunto padre, que en aquellos momentos estaba en la Riviera con su último amante, así que su apartamento de Nueva York, donde iba Miley durante las vacaciones, estaría más vacío que nunca.
Al menos tenía el consuelo de que con la llegada del verano, la agencia de modelos para la que trabajaba desde los quince años tendría algunas ofertas para ella. Siempre había considerado una inmensa suerte el tener una buena figura y unas facciones armoniosas, ya que así al menos tenía un modo de pagarse los estudios y sus gastos personales. En la agencia estaban encantados con ella. De hecho, si tenían alguna queja, era que opinaban que estaba desperdiciando grandes oportunidades al no dedicarse a ello por entero.
Miley se apartó de la ventana y la cerró. Su pertenencia al mundo de la moda era lo que hacía que Nick la despreciase como la despreciaba. Tenía la opinión de que todas las modelos eran unas descarriadas, y el hecho de que su tía Ruth  fuera conocida por sus sonados idilios no ayudaba demasiado. Era un hombre anticuado y estrecho de mente en lo respectivo a la permisividad de la sociedad moderna. Él podía permitirse tener un romance, pero le parecía que una mujer soltera que hiciera lo mismo no podía considerarse decente.
Miley nunca olvidaría el día que Selena  se lo había presentado. Ellas se habían conocido a los quince años en un internado al que sus padres las habían mandado, y desde entonces se habían hecho amigas íntimas. Miley  había esperado que la familia de Selena  fuese tan abierta y cariñosa como ella, y precisamente por eso se había llevado un shock aún mayor el día que Nick se había presentado en el internado para recoger a su hermana y llevarla al rancho de la familia en las afueras de Calgary para pasar allí las Navidades. El ranchero la había mirado de arriba abajo, de un modo que la había violentado, y había recibido con expresión torva el alegre anuncio de su hermana de que la había invitado a ir con ellos.
Miley  se quitó la bata, arrojándola sobre la cama, y con ella los recuerdos de aquel día, y se cambió, poniéndose un traje pantalón beige que le había mandado su tía por Semana Santa, uno de los muchos regalos con los que parecía querer suplir su falta de cariño y afecto. Miley  se cepilló el largo y oscuro cabello, pero, tras dudar un instante, dejó donde estaba su estuche de maquillaje. Tenía la suerte de tener la piel aceitunada, unos labios color fresa que no necesitaban de pintalabios, y unas pestañas que, aun sin rimel, lucían larguísimas, espesas y oscuras. Se puso los zapatos y bajó las escaleras en busca de Selena, preguntándose dónde habría ido con tanta prisa.
Llegó al rellano del piso inferior, pero al ir a pasar por la sala común, para dirigirse al vestíbulo, se detuvo en seco en la puerta. Selena estaba sentada en un rincón, y casi la tapaba un hombre alto , de espaldas a Miley.
Bueno aqi esta el primer capi espero les guste digo si es qe lo leen.

"Darling enemy" Niley♥ Prologo

Una escapada al rancho…

Miley Cyrus deseaba escapar de su ajetreada vida en Nueva York, y para ello nada mejor que un verano en Canadá con la familia de su mejor amiga… hasta que conoció al arrogante ranchero Nick Jonas . Miley sabía que para Nick  no era más que una chica bonita y frívola, y que la verdad no iba a hacerlo cambiar de opinión.
Enamorarse de un hombre que la despreciaba ya era bastante malo. ¿Por qué, además, tenía que ser el hermano de su mejor amiga?


 hola soy Michelle y soy nueva subiendo y esta nove me gusto y la qize adaptar a Niley, espero les guste =D