sábado, 31 de marzo de 2012

Legal Love Cap.15




Billy lo vio entrar en su coche y alejarse. Se quedó un momento pensativo, y regresó dentro, inseguro respecto a si entrar en la cocina o no, pero cuando se asomó a la puerta, la encontró bastante calmada, sirviendo la cena.
—¿Quieres comer ya, papá? —le preguntó amablemente. Únicamente sus ojos enrojecidos delataban lo infeliz que se sentía.
—Claro. ¿Estás bien? —inquirió su padre. Ella asintió con la cabeza.
— Sí, pero hazme un favor. No volvamos a hablar de ello, ¿de acuerdo?
—Como quieras, cariño —contestó él sentándose a la mesa.
Miley se sentía en efecto algo más calmada, y en el fondo aliviada de que al fin su secreto se hubiera revelado. En ese momento estaba muy segura de que ya no amaba a N.J. Un hombre que se comportaba de un modo tan cruel no merecía ser amado. Además, después de todo era culpa suya, se dijo. Era él quien la había obligado a casarse con él. ¿Por qué diablos entonces hacía que pareciera como si ella le hubiera tendido una trampa?
¡Pues se iba a enterar! ¡Que no esperara volver a tenerla a sus pies cuando regresara!
Tras la cena, le dio los regalos a su padre: una pipa nueva y un encendedor de diseño, y puso las velas en la tarta para que las soplara, cortándole después un gran trozo. Todo el tiempo fingió estar feliz, esperando que él no se diera cuenta de ello. No quería estropearle el final del día de su cumpleaños.
—¿Sabes qué, Miles? —le dijo su padre antes de subir las escaleras para acostarse—. Un hombre que se siente atrapado contra su voluntad no se rinde sin luchar.
— ¡Pero si yo no lo he...! —comenzó ella irritada.
—No me estás escuchando. Me refiero a un hombre que está luchando contra sus sentimientos. Creo que sí siente algo por ti, pero no quiere admitirlo, ni afrontarlo.
La joven, sin embargo, ya había aprendido la lección y no quería dejarse engañar de nuevo por vanos sueños, para luego sentirse decepcionada otra vez.—
Ya no quiero nada con él, papá —le dijo con aspereza—. Haría mejor en casarme con Liam. Al menos él no me grita ni me acusa de cosas que no he hecho. Y además es divertido. Ya sé, ya sé, no estoy enamorada de él,
pero me gusta, y me llevo bien con él...
—Casarte con un hombre por despecho hacia otro es lo peor que podrías hacer —le advirtió su padre—. Solo lograrías hacerle daño a Liam y a ti misma.
—Supongo que sí —suspiró la joven—, pero tal vez podría aprender a amarlo. Sí, eso es lo que voy a hacer, voy a esforzarme por amarlo, por ver todas las buenas cualidades que tiene. ¡Y espero que N.J. Jonas no vuelva nunca por aquí! —gritó dejándose llevar por la rabia.
— Dios no lo quiera —farfulló su padre riéndose suavemente—. Si eso ocurre, el rancho se irá a pique. La joven lanzó los brazos al aire y subió a acostar pero no logró dormir. No hacía más que oír en su mente una y otra
vez los insultos y las acusaciones de Nick.
Finalmente, tras dar vueltas en la cama durante horas, se levantó y se fue a limpiar la cocina por hacer algo que la mantuviera ocupada. El alba la sorprendió cuando ya todo brillaba como los chorros del oro, y decidida a
seguir con su vida, subió al baño, se duchó, y cuando su padre bajó a desayunar, lo encontró todo listo y a ella arreglada ya para ir a la iglesia.
Billy no dijo una palabra, pero cuando regresaban a casa una hora después, se dio cuenta de que Miley seguía cabizbaja y meditabunda.
El coche de Liam estaba aparcado frente a la casa y, en cuanto el señor Cyrus detuvo su vehículo su hija se bajó y fue corriendo hasta donde estaba veterinario.
El ranchero los observó sentado aún frente al volante con el ceño fruncido, preguntándose que nuevas complicaciones les deparaba el futuro.

Bien chicas hadsta aqi por hoy mañana maraton besitos chikas!!!!!


The Burning Passion JEMI cap. 25




Ya estaba acostumbrada al movimiento del helicóptero así que esa vez no estuvo tan preocupada como la primera. Acababan de dejar Nueva York detrás de ellos. Los coches de la autopista parecían juguetes.
Estaba sola con Joe en el helicóptero, pero esa vez no le iba explicando los alrededores como cuando llegaron a Nueva York. Se sentía orgullosa de su actitud de mujer de negocios y la distancia que había puesto con él.
¿Habría llegado ya a alguna decisión sobre si iba a recurrir o no a los servicios de Prêt a Party? Si era así, esperaba que la decisión fuera favorable, necesitaban ese contrato.
Había recibido por correo electrónico las copias de los cheques que había solicitado y habían confirmado lo que ya sospechaba. Todos los cheques mostraban, de acuerdo con los términos de las escrituras de la sociedad, dos firmas. La suya y la de Liam. Lo único que sabía es que ella no había firmado los cheques, lo que significaba que alguien había falsificado su firma, pero ¿quién? Sólo podía haber sido Liam. Miley era la única persona además de ella misma que tenía llaves del cajón donde guardaba los talonarios.
Incluso sin revisar a fondo los costes previstos para lo que quedaba de año, Demi sabía que, debido a la gran cantidad de dinero que había sacado Liam de la empresa, para cuando cerraran el ejercicio tendrían unas pérdidas de casi medio millón de libras.
Mileyy iba a tener que recurrir al fondo de su fideicomiso para cubrir la deuda. Llevaban en el negocio tres años y Demi se sentía orgullosa de haber manejado tan bien el tema financiero, que el banco nunca había tenido que ejecutar esa condición. Hasta ese momento.
Medio millón de libras. No tenía ni idea de cuánto dinero había en el fondo de Miley, pero sospechaba que Liam sí lo sabía. Y también sospechaba que había tomado a sangre fría la decisión de conseguir dinero para él a costa de la empresa, porque sabía que Nick nunca estaría de acuerdo en facilitarle mucho dinero.
Pero estar al tanto de lo que pasaba era una cosa y saber qué hacer era otra. Lo lógico era decirle a Miley lo que había descubierto, porque estaba segura de que en la carta blanca que Miley había dado a Liam para disponer de fondos de la empresa, no se incluía permiso para falsificar su firma para obtener todavía más dinero. Pero Liam era el marido de Miley. Y ésta podía sentirse humillada y herida si Demi le decía que su marido le había estado robando. Y ¿qué pasaba si no lo creía y Liam insistía en que no había falsificado la firma? ¿Era mejor ir a ver a Nick y alertarle sobre lo que estaba pasando? Demi se debatía entre su lealtad y su temor a Miley.
Clasificó mentalmente todos los problemas y decidió centrarse en asuntos más inmediatos. Había hablado pronto por la mañana con la organizadora de eventos en Nueva York y ésta le había asegurado que todo iba según lo planeado.
—Parecía que íbamos a tener un problema con el catering. La revista nos dijo que quería comida vegetariana y con colores a juego con los de su marca, pero luego
llamaron diciendo que un magnate del negocio editorial sólo comía caviar Beluga y tuvimos que conseguirlo —le había contado por teléfono.
A Demi le había resultado simpática. Todo el mundo sabía cómo ese editor en particular dictaba qué era in en los círculos neoyorquinos de la moda. Ya sólo tenerlo en el evento era un auténtico éxito. Por supuesto ella había estado de acuerdo con su colaboradora, era fundamental conseguir el caviar, incluso aunque supusiera romper el juego de colores.
—Serviremos cócteles de champán como recibimiento, melocotón y ruibarbo con pimienta. Hemos recurrido a un nuevo chef que mezcla sabores y texturas, es muy vanguardista. Virginia lo quiere todo muy exclusivo, pero de presentación sencilla. Por eso eligió los Hamptons para la presentación —había continuado.
Demi había escuchado comprensiva.
Sólo los más ricos de entre los ricos podían afrontar los gastos de vivir la vida «simple» al estilo de los Hamptons. Se había documentado sobre la zona y sabía que era un refugio para la gente de dinero de toda la vida, o lo había sido hasta que los medios de comunicación lo habían descubierto.
La reviste había insistido en que quería un evento con mucho estilo y del más alto nivel, y era por lo que Demi pensaba que les habían contratado.
Miley no era del tipo de quienes hacen ostentación de que su abuelo fuera un duque, pero ese hecho recordaba siempre que estaba muy bien relacionada.
—Hemos alquilado la cubertería de plata en Cristoffle y la vajilla es de Baccarat, pero todo muy sencillo, por supuesto.
—Por supuesto —había remarcado Demi rezando para que todo estuviera bien asegurado.
Siempre había pensado que sabía lo que era el lujo, pero estaba equivocada, tenía que admitirlo, como su visita a Barneys de esa mañana le había demostrado. La exclusiva tienda había superado cualquier cosa que hubiera visto antes y le había hecho preguntarse quién demonios podía permitirse comprar ahí.
Una elegante dependienta se había ofrecido a ayudarla y Demi había sufrido mientras le mostraban toda clase de carísimas prendas, antes de que pudiera huir alegando tener mucha prisa.
Cualquiera de los vestidos que le habían enseñado hubiera sido perfecto para el baile de cumpleaños en el castillo francés, pero uno había llamado especialmente su atención. Era de seda verde, hecho de capas a cual más fina que hacían que pareciera que flotara por el más mínimo movimiento del aire.
Demi no se atrevía a probárselo, pero la dependienta había insistido tanto, que al final había aceptado.
—Le queda perfecto —había dicho a Demi y ella había estado de acuerdo. Pero al final había negado con la cabeza y se lo había quitado.
El evento en los Hamptons tenía que empezar a las cuatro de la tarde y prolongarse hasta las ocho. Se había alquilado una casa privada para la ocasión, con
enormes jardines y su propia playa. Demi se había vestido, esperaba, de forma apropiada para la ocasión sin olvidar que era parte del equipo organizador contratado y que representaba a Miley.
Para poder hacerlo había tenido que ponerse uno de los vestidos que Joe había comprado. Un par de pantalones Chloe de lino blanco y una chaqueta de punto en azul marino y blanco. Llevaba además unos zapatos planos de color beige y, para poder llevar todo lo relacionado con el trabajo que tenía que hacer, se había comprado en Nueva York esa misma mañana un gran bolso de paja rojo oscuro, no de Barneys, donde había estado mirando la increíble colección de bolsos, sino de unos grandes almacenes.
Un par de brazaletes Perspex, unos pendientes de oro, y sus gafas de sol Oiver Peoples completaban su atuendo.
Tenía curiosidad por saber qué llevaría Joe. Había oído que existía de forma no oficial un uniforme informal para los visitantes de la isla, una variación de los tradicionales vaqueros rojos desteñidos que se habían convertido en la marca de los visitantes de los Hamptons, pero a Demi le había impresionado que él decidiera vestirse con la tradicional ropa italiana informal, casi como si quisiera remarcar su nacionalidad. Era una mezcla de blanco y beige en algodón y lino, y se las arreglaba para llevarlo sin parecer ni descuidado ni excesivamente arreglado, lo que era todo un logro.
Los bronceados pies desnudos dentro de unos zapatos abiertos eran un toque masculino que hizo que Demi reparara en lo atractivo que era, y se sintiera tentada de volverse a mirarlo.
La mayor parte del tiempo que pasaba con él, tenía que admitir lo mucho que la excitaba físicamente.
Incluso en ese momento, sentada en silencio a su lado, podía sentir la tortura de su propio deseo creciendo con cada latido de su cuerpo.
Si él se volviera en ese momento y le dijera que esa misma noche quería tomarla en brazos, llevarla a su cama y hacerle el amor hasta que amaneciera, ella no podría negarse de ninguna manera.
¿Y por qué habría de hacerlo? Podría pasar el resto de su vida sin encontrar un hombre que le hiciera sentir como aquél.
Y el sexo sin amor sería seguramente como... ¿como qué? ¿Como whisky sin agua? ¿Con una graduación y un sabor incrementados por el hecho de que no estaba mezclado? ¿Por qué no podía ser así el sexo? ¿Por qué no podía ser una experiencia pura, intensa, de una vez en la vida?
Lo que en realidad tenía que plantearse era cómo se sentiría dentro de unos años si no se acostaba con Joe: ¿orgullosa de sí misma o arrepentida? ¿Sentiría que había ganado o que había perdido? ¿Anhelaría volver a tener la oportunidad o...?
¿Qué estaba haciendo? ¿Convencerse de meterse en la cama con él? ¿No era ése el papel de Joe? Nada de él sugería que fuera la clase de hombre que no era capaz de pasar por encima de cualquier cosa para conseguir un objetivo, fuera un negocio o una mujer. Joe jugaba para ganar. Si realmente la quería, sería único para convencerla y meterla en su cama. Como si ella necesitara que la convenciera, admitió.
Pero ¿por qué lo deseaba tanto? Definitivamente no era por su dinero y tampoco porque lo amara. Amar a alguien suponía riesgo de ser herida.
Entonces ¿era por él mismo? La sensación de temblor dentro de su cuerpo le decía que estaba llegando a la verdad.
La creencia de tantos años de que a ella no le interesaba el sexo, se había dicho siempre que ella nunca adoptaría la misma actitud informal frente al sexo que otras mujeres que conocía y que consideraba repugnante, se la había llevado la corriente de su propio deseo.
Tenía una terrible urgencia por volverse hacia Joe y preguntarle si podían volver a Nueva York, a su apartamento, a su cama y poder así descubrir qué era mejor, su propia fantasía o el Joe real.


Child's Play Cap. 28




Nick miró lo que quedaba de las cintas digitales. Pero era como si no tuviese nada que ver con él... absurdo, considerando que aquello era el trabajo de toda su vida.
- ¿Por qué no estaban guardadas en la caja fuerte?
-Bajé a desayunar un momento... sólo tardé veinte minutos, te lo juro -contestó Tank-. La puerta estaba cerrada con llave y pensé...
¿Quién iba a pensar que Aaron entraría en el estudio a las ocho de la mañana, dispuesto a destrozarlo todo?
-Tranquilo, Tank. Tú no tienes la culpa.
-No sabes cómo lo siento, Nick.
-No digas nada. Dejaremos que sea la policía quien lo resuelva.
-¿La policía? -exclamó Louis-. ¿Has visto lo que ha hecho con mi mesa de mezclas?
Cuando pille a ese cerdo...
-No -lo interrumpió Nick-. Vamos a dejar que lo solucione la policía. El seguro cubrirá los gastos del equipo.
-¿Y luego qué? ¿Lo hacemos todo otra vez?
-No -suspiró él, contemplando los cientos de horas de grabación, los miles de dólares que había perdido.
-¿Cómo que no? -dijo Miley detrás de él-. No pienso dejar que te rindas.
Había estado tan callada desde que llegaron al estudio que casi había olvidado que estaba allí.
-No puedo hacer nada ahora mismo. No tengo dinero.
-Pues habrá que buscarlo.
-Tardaré algún tiempo. Tengo trabajo, pero...
-El dinero del niño. Puedes usar el dinero que tengo guardado. Tardaré meses en quedar embarazada y sería una inversión para el futuro de mi hijo.
-Bueno, os dejamos solos -dijo Tank entonces, dándole un codazo a Louis.
Cuando cerraron la puerta de la cabina, Nick dejó escapar un suspiro.
-Adiós a la regla número seis.
-Olvídate de las reglas. Y no me digas que no, vas a aceptar mi dinero.
Nick se inclinó para tirar las cintas aplastadas a la basura. Debería estar furioso, debería sentir algo, pero no era así. Debía pasarle lo que le pasó a Miley el otro día, cuando vio
su casa y su tienda destrozadas. Por mucho que se enfadara, por muchos golpes que diera en la pared no iba a conseguir nada.
-Lo digo en serio, Nick.
-No pienso aceptar ese dinero, Miley.
-Si tengo que hacerlo, buscaré tu cuenta corriente y te enviaré una transferencia.
-He dicho que no.
-¿Cómo puedes ser tan terco?
-Seguramente lo he aprendido de ti. Además, no estoy siendo terco, estoy siendo práctico.
-Estás siendo idiota.
-Miley, aunque pudiera producir el CD, no sé si se vendería o no. Es un riesgo.
Cualquier asesor fiscal te diría que...
-No tengo asesores fiscales.
-Si lo tuvieras, te diría que es un riesgo demasiado grande.
-Pero no lo tengo -replicó Miley, apoyándose en la ventana. Los relámpagos iluminaban la cabina sin necesidad de encender la luz y la lluvia golpeaba los cristales
con fuerza-. Al menos acepta la mitad del dinero. Supón que tu CD se vendiera bien, que ganases millones. ¿Entonces qué?
-Eso sería maravilloso. Pero es improbable. En el mundo de la música no se puede predecir lo que va a pasar.
-¡En la vida no se puede predecir nada! -exclamó ella.
A veces lo confundía. Normalmente, era una chica tranquila, sosegada. Pero últimamente... nunca la había visto tan apasionada. Y tenía unos cambios de humor muy
extraños.
-¿De verdad quieres que acepte ese dinero?
-Claro que sí.
-Muy bien. Súbete la camiseta.
-¿Cómo?
-Que te subas la camiseta y me enseñes los pechos.
Sabía que no lo haría nunca. La conocía bien.
-¿Para qué?
-Si te subes la camiseta, aceptaré tu dinero.
Ella se mordió los labios.
-Tienes que prometerme que si lo hago, aceptarás mi dinero.
Seguramente se acobardaría en el último momento, pensó Nick.
-Prometo aceptar el dinero que necesite para reemplazar las cintas que se ha cargado Aaron. ¿De acuerdo?
-¿Lo prometes de verdad?
-Lo prometo -dijo él.
No iba a hacerlo, ¿verdad? ¿No iría a subirse la camiseta en el estudio, donde Louis o Tank o cualquiera podría verla? No, se estaba tirando un farol.
—Recuerda que lo has prometido —dijo Miley entonces.
Iba a hacerlo. Nick se dio cuenta de que la había subestimado. Tenía que decirle que parase. Iba a decírselo. Muy pronto. Pero ya se había subido la camiseta y estaba
empezando a desabrochar el sujetador.
Sería el momento justo para decirle que parase...
Pero entonces Miley se quitó el sujetador, tan tranquila, mostrándole sus pechos.
Incluso levantándolos con las dos manos. «Nick, eres hombre muerto».

Chicas capi cortito... pero mañana por la tarde maraton!!!!
espero os guste jojo ya estoi preparando una nove nueva para cuando llegue el final ;)
no lo olviden mañana maraton de tres capis de cada nove 
besitoss os qiero mucho!!!


viernes, 30 de marzo de 2012

Legal Love Cap.14




No la había matado él, pero se sentía tan culpable como si lo hubiera hecho. Después del accidente se había visto sumido en tal estado de angustia, que dejó el rancho en manos de sus hermanos, y se marchó para empezar de cero en algún otro lugar, en busca de la paz interior que había perdido. Y la había encontrado allí, en el rancho de los Cyrus. Sí, había disfrutado ayudando al viejo Billy a remontar una mala racha, aunque aún quedara mucho por hacer, y desde luego también había disfrutado esos tres
años de la generosa y alegre compañía de Miley... hasta que lo había apuñalado por la espalda de aquel modo. Tenía que alejarse de allí, de ella y de los recuerdos que había hecho que volvieran a su mente.
—¿Dónde vas a ir, N.J.? —inquirió Billy, sacándolo de sus pensamientos—. ¿O es una pregunta que no debería hacer?
—¿Qué quiere decir?
El ranchero se encogió de hombros.
— Miley me ha contado que en aquella ocasión en que estuvo cuidando de ti, cuando tuviste fiebre, le hablaste de muchas cosas de tu pasado en tu delirio. Cree que provienes de una familia adinerada, y que si viniste aquí fue
por castigarte de algún modo por la muerte de tu esposa y tu hijo —N.J. no contestó, pero Billy pudo notar que estaba muy sorprendido—. Bien, yo... solo quería que supieras que, cualesquiera que fueran tus razones, serás
bienvenido si en algún momento quieres volver. Te estoy muy agradecido por todo lo que has hecho por nosotros.
A pesar de lo que le estaba diciendo, Nick sintió como si se estuvieran cerrando puertas detrás de él. El ranchero estaba hablando como si pensara que no iba a regresar. Lanzó una mirada en dirección a la cocina, pero Miley no estaba allí. De pronto lo inundó un pánico repentino ante la idea de que
tal vez no volviera a verla. «¡Dios!, ¿qué es lo que te pasa, Nick Jonas?», se dijo confuso. Ya no sabía qué pensar. Miró el certificado de matrimonio en su mano.
— Aún no sé muy bien lo que voy a hacer —le dijo a Billy—, pero creo que lo primero será ir a ver a mi familia, y después pediré una cita con un abogado para... para hablar de esto —dijo agitando el papel.
Resultaba extraño, pero, de repente, en lo más hondo de su ser, una vocecilla le decía que aquel documento no era una cadena, sino un tesoro.
El ranchero suspiró.
—Bueno, si decides no volver, lo entenderé —le dijo en un tono cansado— La verdad es que no hay muchas esperanzas para este lugar, y los dos lo sabemos. Tú has logrado sacarnos del hoyo, pero los precios de venta del
ganado están más bajos que nunca, y he tenido que gastar mucho dinero en herramientas y equipo técnico. Además, ya me estoy haciendo viejo para esto.
N.J. sintió una punzada en el pecho al oír hablar así a su patrón. No sonaba como el viejo Billy.
—¿Pero qué dice? ¡Si apenas debe tener cincuenta años! —exclamó.
—Cincuenta y ocho, y espera a tenerlos tú para decir eso —dijo el hombre riéndose. Le tendió la mano y Nick la estrechó—. Gracias por todo, N.J., pero tú tienes una vida por delante que vivir —se quedó mirandolo un instante pensativo—. Tal vez sea hora de que te enfrentes a tus fantasmas, hijo. A mí me costó mucho, después de la muerte de mi esposa, y tuve que luchar con todas mis fuerzas para superar mis problemas con el alcohol,
pero he sobrevivido, y tú también lo harás.
—Nicole, mi mujer, estaba embarazada cuando se ahogó —respondió N.J. con aspereza.
Billy asintió con la cabeza.
—Imagino que eso es lo que más te atormenta, pero eres un hombre joven, N.J., aún puedes tener hijos.
—No los quiero, ni tampoco otra esposa —le espetó él enfadado, agitando el certificado de matrimonio—. ¡Y menos todavía a una a la que ni siquiera escogí!
Miley, que sí estaba en la cocina, pero sentada en el suelo, en un rincón, abrazándose las rodillas, oyó sus palabras, y nuevas lágrimas empezaron a rodar por su rostro.
Fuera, en el vestíbulo, Billy podía imaginar el dolor que su hija debía estar sintiendo en ese momento, así que condujo a N.J. a la puerta delantera en vez de a la trasera, la de la cocina, para evitarle más sufrimiento a la joven.
—Tómate el tiempo que te haga falta —le dijo a Nick—. Tiempo libre para pensar y calmarte es justo lo que necesitas.
N.J. se relajó un poco.
— Supongo que tiene razón —bajó los ojos una vez más al documento en su mano e, involuntariamente, giró la cabeza hacia el final del pasillo, hacia la cocina.
Había sido más duro con Miley de lo que debiera haberlo sido, se reprochó frunciendo el ceño y recordando lo que le había dicho. Al fin y al cabo en muchos sentidos no era más que una chiquilla. Lo cierto era que estaba empezando a preguntarse si aquella experiencia de la que había presumido no sería más que producto de su imaginación. El modo en que había reaccionado ante sus flirteos en la cocina aquella mañana no había sido precisamente el modo en que habría reaccionado una mujer experimentada.
¿Habría mentido también respecto a aquello?
Apretó la mandíbula irritado. Nunca más podría volver a confiar en ella, porque si le había mentido una vez, sin duda podría hacerlo de nuevo. ¡Dios!, ¿por qué tenía que haberlo traicionado de aquel modo? De pronto, volvió a su
mente algo que Billy había mencionado.
—Antes dijo que Miley sabía que yo tenía dinero, que provengo de una familia adinerada.
Billy contrajo el rostro, imaginando lo que estaba pensando.
—He dicho que lo cree, no que lo supiera. Yo mismo también lo he pensado varias veces. No eres un hombre inculto y sin educación como muchos de los peones que he contratado. Pero sí, Miley lo cree, y me dijo que estaba segura de que pensarías que se casó contigo para conseguir tu dinero —le explicó meneando la cabeza—. Hijo, el enfado no te deja ver la realiadad, y estás siendo demasiado duro con ella.
N.J. lo miró incómodo.
—Estaremos en contacto —le prometió—. Siento dejarlo en un momento como este. Dios sabe que todo este asunto no es culpa suya.
—Tampoco lo es de Miles —repuso Billy—. Deberías pedirle que te contara su versión de los hechos, la versión completa, pero sí, quizá sea mejor que primero se enfríen un poco los ánimos. Que tengas un buen viaje, N.J.
Nick iba a responder algo a eso, pero finalmente solo dijo:
—Cuídese.
—Hasta pronto.
Bueno chicas aqi un capi mas de esta nove donde se cuenta un pokito de la historia de Nick... qe es un pokito cruel...
espero qe les haya gustado si puedo subo prontito
Muchos Besos!!!




The Burning Passion JEMI cap. 24




Joe estaba sentado detrás de una mesa en el otro extremo de la habitación. El sol de la tarde que entraba por los dos grandes ventanales que había detrás de él deslumbró a Demi.
—Dolores ha llenado los armarios de mi habitación con un montón de ropa que cree que es mía.
—Ah, sí. Gracias por recordármelo; casi se me olvidaba. He hablado con el encargado de Barneys y te he abierto una cuenta temporal. No he querido arriesgarme a comprarte yo algo. Mañana por la mañana te queda tiempo para ir, está detrás del Hotel Pierre...
—No —te detuvo Demi con acritud.
—¿No qué? —preguntó Joe empujando la silla y levantándose.
Demi tuvo que respirar para tranquilizarse. Cada movimiento del cuerpo de Joe le recordaba cómo se sentía, cuánto lo deseaba.
Joe se había cambiado de ropa y llevaba una camiseta y unos vaqueros. Algunos hombres podían llevar vaqueros y otros no, Joe era, defínitivamente, de los que sí.
—No, no me pondré nada que hayas pagado tú.
—¿Por qué no? Comes comida comprada con mi dinero, duermes en una cama que he pagado yo. ¿Por qué rechazas ponerte ropa que haya pagado yo?
—Sabes por qué. Me acusaste de tratar de obligarte a...
—Estaba equivocado y ya me he disculpado.
Su voz sonaba brusca y Demi podía notar que no le gustaba que le recordara que se había equivocado.
—Sí, lo sé —reconoció Demi reacia—. Pero...
—¿Pero qué? ¿No te gustan los colores que he elegido? ¿El estilo?
—¿Que has elegido tú? —respiró incrédula—. ¿Cómo has podido hacerlo? ¡No has podido tener tiempo!
—Saqué tiempo.
—¿Cómo? —retó Demi.
—He ido a Saint Tropez esta mañana, antes de que nos fuéramos.
Demi lo miró fijamente, ¿se estaba riendo de ella...?
—¿Como sabes mi talla?
—Soy un hombre—dijo secamente—. He tocado tu cuerpo, lo he abrazado. Tienes grandes senos, pero no eres ancha de pecho. Puedo abarcar tu cintura con mis manos, tus caderas se curvan como deben hacerlo las de una mujer, ¿sigo?
—No —respondió Demi con voz ahogada—. No quiero ponérmela —dijo en la siguiente respiración—. No aceptaré la caridad.
—¡Caridad! —Joe nuncio el ceño al advertir el tono de la voz de Demi y preguntándose por el sentido que la palabra «caridad» tendría para ella—. ¡No llevaré conmigo a una mujer que sólo lleve un par de vaqueros!
—Tú no me llevas contigo. Estoy aquí para trabajar.
—Puede ser, pero no es imposible que alguien que no conoce la situación nos fotografíe juntos.
—Eres un esnob—acusó Demi.
—No. ¡Soy realista! Creía que eras alguien profesional en lo que respecta a tu trabajo, pero veo que estaba equivocado.
—¿Qué quieres decir?
—Creo que es obvio. Si fueras una profesional, como yo creía, aceptarías la ropa en vez de comportarte como una virgen ultrajada. ¡Sobre todo porque los dos sabemos que no lo eres!
—¿Y ésa es la única razón por la que compraste la ropa?
—¿Qué otra razón podría haber? —la retó él.
—Ya me has dejado claro que crees que el sexo es algo que puedes comprar ——puntualizó Demi—. Pero a mí no se me puede comprar, Joe
Parecía muy enfadado, reconoció Demi. Seguro que estaba herido en su orgullo casi tanto como ella al abrir los armarios.
—Estás haciendo una montaña de un grano de arena. Simplemente te he proporcionado lo ropa que espero que lleve una mujer con la que voy a aparecer en público. Eso es todo. Si no te hubieran robado la maleta, no habría sido necesario. Si te hace sentirte mejor, considérala un préstamo para ponértela como uniforme. Y sobre lo de pagar por sexo... Creo que soy capaz de reconocer cuándo le intereso a una mujer, Demi.
No había nada que ella pudiera responder a algo así.
—Es casi la hora de cenar. Espero que tengas hambre, Dolores está muy orgullosa de cómo cocina —anunció Joe, cambiando de tema con frialdad.
Demi se miró los vaqueros.
—Realmente no tengo hambre.
No de comida, a lo mejor, pero de él... Eso era otra historia. Tenía hambre de él, de hecho, se moría de hambre por él, por su olor, su sabor. Podía sentir el anhelo de su cuerpo por esa hambre.
Una sensación de desolación y sufrimiento la llenaba. No quería sentirse así. Por ningún hombre y menos por uno como aquél.
Joe miró la cabeza baja de Demi. Parecía cansada, vulnerable y sintió una compasión no deseada, un deseo de protegerla.
Su único interés en ella, a parte de que la deseaba como un demonio, era por su función en Prêt a Party, se recordó a sí mismo con fuerza. Lo último que quería introducir en su vida eran enredos emocionales y complicaciones. Estaba preparado para aceptar que algún día querría tener un hijo, un heredero, pero cuando ese día llegara intentaría resolverlo sin tener que casarse con todos los riesgos económicos que acarreaba. En su lugar, pagaría a una mujer seleccionada cuidadosamente para que tuviera el niño y después renunciara a cualquier derecho sobre él. Con los avances de la medicina, ni siquiera tendría que conocerla.
—Si lo deseas, estoy seguro de que Dolores estará encantada de servirte la cena en tu habitación —dijo con brusquedad.
Demi cerró los ojos para que él no pudiera ver lo que estaba sintiendo.
Si la noche anterior no lo había detenido y esa noche estaban juntos, la comida sería en lo último en lo que pensaría ninguno de los dos. Todavía podía suceder. Todo lo que tenía que hacer era acercarse y tocarlo, dejarle saber todo lo que estaba sintiendo. Otras mujeres no tenían escrúpulos en mostrarle a un hombre que lo deseaban, ¿por qué ella sí?
Un escalofrío recorrió su espalda al ser consciente de que ya sabía la respuesta a su propia pregunta.


Child's Play Cap. 27




Miley lo amaba.
Cuando estaba dormida, claro. Yeso no contaba. La gente dice de todo cuando está dormida.
Y luego despiertan.
Que fuera verdad o no, daba lo mismo. Era él quien estaba soñando si se atrevía a creer que merecía su amor.
Había sido un tonto por aceptar aquel acuerdo. Pensó que después de acostarse con ella un par de veces se le pasaría aquella atracción. Que sería una forma de compensar años
de adoración y que no pasaría el resto de su vida deseando que las cosas fueran diferentes.
Adoración. Estaba enamorado de ella. Llevaba casi diecisiete años enamorado de ella.
Aquel día, en el patio, cuando lo miró con los ojitos llenos de miedo, le entregó su corazón.
Nick cerró el maletero del BMW rojo de Julia y volvió a casa, suspirando. Tenía que alejarse de ella. Cuanto más tiempo estuvieran juntos, más difícil le resultaría controlarse.
¿Acostarse con ella un par de veces y no volver a hacerlo nunca? Ya, como que iba a ser tan fácil.
El viento movía el plástico de las bolsas que llevaba en la mano. Nick miró al cielo y vio que se avecinaba una tormenta. Al menos el tiempo iría acorde con su humor,
pensó, mientras abría la puerta.
Julia y Miley estaban en la cocina.
-Lo siento -decía Miley-. Espero no haberte manchado.
-No pasa nada. No debería habértelo dicho así. Debería haberte preparado un poco.
-No había forma de prepararme para eso, te lo aseguro.
-¿Qué pasa aquí? -preguntó Nick.
-Le he tirado el café encima -suspiró Miley-. Julia acaba de decirme que voy a tener un hermano.
-¿En serio? Felicidades.
-Gracias. Y tú no tienes que decir nada, Miley. No esperaba que me dieses la bienvenida de inmediato -sonrió Julia, saltando del taburete-. Sé que tengo que ganarme
tu confianza.
Miley la acompañó a la puerta.
-Gracias por traerme la ropa. Y felicidades.
Parecía sincera, pero Nick vio tensión en sus hombros. Seguramente la noticia no le había hecho ninguna gracia.
Cuando cerró la puerta, se volvió, con una mano en el corazón.
-Por favor.
- ¿Te molesta que tu padre vaya a tener otro hijo?
-¿Que si me molesta? No te lo puedes ni imaginar. ¿Cómo puede tener otro hijo después de haber sido tan mal padre conmigo? Pobre niño, no sabe lo que le espera... Donald se
cansará de Julia y la dejará sola con el crío. ¿Cómo se atreve a traer un niño al mundo en esas circunstancias?
Nick sabía que quizá no debería decir aquello, pero Miley y él siempre habían sido sinceros el uno con el otro.
-¿No es eso lo que vas a hacer tú, tener un niño sin padre?
Ella lo miró como si le hubiera dado una bofetada.
-No estoy diciendo que eso sea malo, Miley.
Si no creyese que vas a ser una madre estupenda, no habría aceptado ayudarte. Y si Donald desaparece, seguramente Julia también será una buena madre. Además, no sabemos si le va a fallar. Y a lo mejor lo que te duele es que Donald sea un buen padre para ese niño.
-Julia quiere que haga las paces con él.
-Podrías intentarlo, ¿no?
-Durante años intenté llamar su atención y te aseguro que el rechazo duele, Nick.
Además... además., -los ojos de Miley se habían llenado de lágrimas.
-Te gustaría ser tú quien estuviera embarazada, ¿verdad?
-No es justo -suspiró ella entonces-. ¿Por qué no me quedo embarazada?
-Hay que esperar un poco, cariño -dijo Nick, abrazándola-. Cueste lo que cueste, lo conseguiremos. No pienso abandonar.
Y pensaba disfrutar cada minuto, además.
Ella se sonó la nariz con una servilleta.
-No te merezco, Nick.
En eso tenía razón. Se merecía algo mucho mejor.
Entonces sonó el teléfono.
-Dígame -contestó Nick.
-Soy Louis. ¿Puedes venir al estudio?
-¿Qué ha pasado?
-Parece que Aaron ha cumplido su promesa.
Hola chicas como han estado? espero qe mui bn sorry si no he subido pero pierdo la nocion del tiempo jajajaja
aca les dejo unos capitulos de cada nove 
las qiero un monton chikitas ♥ besitos!!!


miércoles, 28 de marzo de 2012

Legal Love Cap.13




En vez de volver directamente al rancho, N.J. condujo hasta el apartamento de Delta y la acompañó hasta la puerta, donde la dejó sin decir nada. Tampoco abrió la boca los minutos siguientes, antes de llegar por fin al rancho. Miley observó que no estaba conduciendo más rápido, ni tampoco
temerariamente, a pesar del enfado.
Siempre le maravillaba ese autocontrol que demostraba.
Ya en el rancho, N.J. los dejó frente a la casa, y se dirigió hacia los establos. Miley se dijo que seguramente querría sacudirse de encima un poco de mal humor antes de ir a verla, y se compadeció del pobre que se cruzara en su camino.
—¿Por qué no me cuentas toda la historia? —le dijo su padre mientras ella preparaba un café en la cocina.
Y así lo hizo la joven, hablándole de la borrachera anual de N.J., y de las razones que lo llevaban a hacerlo, de cómo había ido esa tarde a intentar detenerlo y creía que lo había conseguido, para luego seguirlo a Juárez, y terminar casándose con él.
— Me temo que el verdadero problema está en quién es en realidad — añadió Miley —. Debe provenir de una familia rica, y seguramente por eso piensa que quería atraparlo con esa artimaña, para sacarle dinero.
— Oh, vamos, N.J. jamás te creería capaz de algo así —repuso Billy indignado ante la idea.
Ella se encogió de hombros.
—No lo sé, pero conoce muy bien la situación tan precaria en que nos hallamos, y que yo no tengo un empleo... y tengo mis razones para creer que se ha dado cuenta de que me gusta.
—¿Solo de que te gusta... o de que estás loca por él? —murmuró su padre. La joven meneó la cabeza.
—No, gracias a Dios, no sabe que hasta ese extremo —dijo, metiéndose las manos en los bolsillos con un suspiro—. Bueno, no es el fin del mundo, ¿verdad? No creo que sea tan difícil conseguir una anulación, y estoy dispuesta a buscar un trabajo para poder pagar los costes. Tal vez algún día me perdone, aunque comprendo que ahora esté muy enfadado conmigo.
— ¿Y qué hay de ti? Tú te sientes fatal ahora mismo, y en el fondo la culpa es de él. ¡Si hubiera estado sobrio...!
—Pero, papá, N.J. amaba muchísimo a su esposa, y supongo que sigue pasándolo muy mal por su muerte. ¿O es que has olvidado como te sentiste tú cuando mamá perdió la vida?
Billy bajó la mirada entristecido y suspiró.
— Sí, eso puedo entenderlo muy bien. Tu madre era todo mi mundo. No nos separamos en veintidós años, y no he vuelto a encontrar a otra mujer tan maravillosa como ella. Por eso no me he vuelto a casar. Imagino que a él
le ocurrirá lo mismo.
—Sí, supongo que sí —asintió ella quedamente. Su padre le dio un cálido abrazo y la soltó para mirarla a los ojos.
—Intenta no darle muchas vueltas a esto, cariño. A N.J. se le pasará, pronto se dará cuenta de que no tiene sentido que se haya puesto hecho una furia contigo, y acabaréis solucionándolo, ya lo verás —le aseguró—. Y más
vale que sea así, porque tal y como nos van las cosas necesito que N.J. se centre en el trabajo —añadió con una sonrisa.
—Papá, ¿has pensado alguna vez en vender acciones de la propiedad? —le preguntó ella.
— Sí, sí que lo he pensado. Y también en buscarme un socio —respondió él—. ¿Te importaría si lo hiciera?
—Por supuesto que no. Yo tampoco querría que perdiéramos el rancho por nada del mundo, y si esa fuera la solución... Si crees que debes hacerlo, hazlo.
El ranchero suspiró.
—Bien, en ese caso creo que iré poniendo algunos anuncios discretos en los periódicos locales. Dios sabe que no puedes pasar mucho más sin renovar tu vestuario — añadió con un guiño malicioso.
—Olvídate de mi vestuario —replicó ella—. No me importa nada la ropa, ya no —dijo dolida, volviéndose hacia la cafetera—. Pero todavía tengo a Liam — continuó, como queriendo animarse—. Es amable, y es simpático,
y va a llevarme a una cena de la Asociación de Ganaderos el miércoles que viene.
Su padre estaba mirándola inseguro.
—Sí, pero no lo amas. No te conformes con las migajas, Miles. Siempre debe intentarse ir a por todo el pastel.
Miley se rio.
—Anda, y ahora ponte a preparar esa cena que me prometiste, ¿quieres? Me muero de hambre.
La joven se puso manos a la obra, pero, de pronto vio a través de la ventana que estaba sobre el fregadero, que N.J. salía del barracón vestido...
¡con un traje de ejecutivo! La joven frunció el entrecejo perpleja mientras lo veía avanzar hacia la casa. Verlo con esa ropa la llenó de ansiedad. ¿Acaso iba a dejar el trabajo? ¿Tanto la odiaba?
N.J. entró en la cocina sin llamar, dejando entrar una fría ráfaga de viento.
—N.J.... ¿dónde...?
Pero antes de que el señor Cyrus pudiera acabar la pregunta, Nick le respondió.
—Voy a estar fuera unos días. Tengo algunos asuntos personales que atender, incluyendo conseguir una anulación matrimonial —añadió en un tono gélido—. Quiero ese certificado, Miley.
La joven se secó las manos en el delantal, sin mirarlo a los ojos.
—Iré por él —murmuró, y subió las escaleras.
Las manos le temblaban cuando sacó el papel de la cómoda. Lo miró una última vez. Si las cosas hubieran sido distintas y se hubiera casado con ella por amor... «Deja de soñar», se dijo. Volvió a doblar el papel y regresó
abajo.
N.J. estaba esperándola al pie de las escaleras, solo.
Sus ojos negros relampagueaban, y ella los rehuyó. Le tendió el papel, sintiendo los dedos fríos y rígidos, y él casi se lo arrancó de la mano.
—Lo siento —musitó con la vista en el suelo de parqué—. Yo solo...
—No quiero tus excusas —la cortó él—. Tus maquinaciones han acabado explotándote en la cara. Nunca imaginé que fueras una mercenaria.
Las lágrimas nublaban la vista de Miley. No le contestó, sino que pasó a su lado y corrió a la cocina.
Nick apretó el certificado en la mano, detestándose a sí mismo, detestándola a ella. Sabía que estaba comportándose de un modo muy poco razonable y que estaba siendo muy duro con ella, pero se sentía furioso de
que la joven lo hubiese engañado de aquel modo, haciéndole casarse con ella cuando estaba borracho. No había pensado jamás que pudiera hacer algo así.
¡Por Dios, había estado saliendo con Delta estando casado!
—N.J., Miles ya está pagando por lo que hizo —le dijo Billy apareciendo de repente a su lado—. No se lo pongas más difícil, por favor. No lo hizo a propósito, a pesar de lo que pienses.
—Debería habérmelo dicho —repuso N.J. con acritud.
—Lo sé —asintió el padre de Miley—. Pero me ha dicho que no sabía cómo, y al principio ni siquiera pensó que fuera legal. De hecho, creo que habla en su favor el hecho de que llamara a un abogado para anularlo sin que nadie lo
supiera. Solo que ignoraba que también necesitaba tu firma.
—¿Usted estaba enterado de todo esto? —exigió saber Nick.
Billy Cyrus sacudió la cabeza.
—Hasta hoy no. Sabía que estaba metida en alguna clases de problemas, pero no quiso decirme de qué se trataba.
N.J. se quedó mirando el papel en su mano entre enfadado y preocupado.
Matrimonio, una esposa... No podía olvidar a Nicole, su insistencia en acompañarlo al río aquel día. Siempre había sido muy terca. Él no debería habérselo permitido, sobre todo sabiendo que aquellos últimos días había estado teniendo frecuentes mareos y náuseas, aunque no supiera que se debían a que estaba embarazada. Ya había sido horrible tener que reconocer el cuerpo cuando lo rescataron del río, pero enterarse de que llevaba en su seno un hijo de los dos...

Bueno niñas me despido aqi llorando la vd...
espero les haya gustado mil besos comenten!!!