viernes, 23 de marzo de 2012

The Burning Passion JEMI cap. 20


—Dijiste anoche que no tenías nada de dinero en el banco porque habías tenido que ayudar a tus padres.
A Demi casi se le cayó de las manos el vaso de agua que se estaba bebiendo. Un poco aturdida, lo dejó en la mesa. Habían salido en el avión de Joe unas horas más tarde de lo que habían planeado y él no le había dado ninguna explicación sobre el retraso. Aterrizarían dentro de poco en el aeropuerto JFK para continuar viaje a los Hamptons.
Demi miró por la ventanilla, diciéndose que no tenía sentido despreciarse por haber dejado que la ira la llevara a admitir que había tenido que ayudarles.
—Yo... no tenía que haber dicho eso —admitió incómoda—. Y no lo hubiera hecho si no me hubieras hecho enfadar tanto.
—Te juzgué mal y ya me he disculpado por ello. Un hombre de mi posición se vuelve demasiado cínico al pensar en los motivos de los demás. ¿Por qué has tenido que dar dinero a tus padres? ¿Eres hija única?
—Tuve... tuve una hermana.
Se te secó la boca y deseó desesperadamente dar por concluida la conversación.
—¿Tuviste? —preguntó Joe como ella sabía que haría.
—Sí. Ella... Fenella murió... hace unos meses —dijo reacia.
Joe pudo entender su resistencia a responder a las preguntas al escuchar sus palabras y apreciar la conmoción de Demi.
—Lo siento, ha tenido que ser muy doloroso para ti.
Demi lo miró.
—En realidad Fenella y yo no estábamos emparentadas... Sus padres me adoptaron cuando yo era muy pequeña. La adoraban y, naturalmente, se quedaron destrozados cuando murió —le contó con tono defensivo.
—Y tú no —adivinó Joe.
—Éramos muy distintas. Fenella fue siempre la favorita. Las adopciones no salen siempre como la gente quiere.
Demi apartó la mirada. Era evidente que le estaba ocultando algo, retirándose para evitar que siguiera entrado en la parte más íntima de su vida. Para su sorpresa descubrió que no le gustaba que fuera tan reticente a abrirse a él. ¿Qué era lo que le pasaba para que tuviera tanto interés en saber más? Y ¿qué era más? ¿Qué más había que saber?
Su curiosidad iba mucho más allá que la que se tiene por una potencial empleada, se dijo.
—¿Qué quieres decir con eso de que las adopciones a veces no salen como la gente quiere? ¿No fuiste feliz con tus padres adoptivos?
—¿Por qué me preguntas tantas cosas?
Joe podía casi sentir la ansiedad y el pánico de Demi.
—A lo mejor porque quiero saber más de ti.
A simple vista parecía que ya sabía todo lo que necesitaba saber, pero era lo que había debajo de la superficie lo que excitaba su curiosidad. Le estaba ocultando algo, algo que había hecho que dejara de ser una mujer segura de sí misma y se convirtiera en alguien vulnerable. Tenía instinto para esas cosas y sabía que no estaba equivocado, pero ¿qué era? ¿Qué tenía que hacer para derribar sus barreras?
La miró y observó con satisfacción que, fruto de su interrogatorio, el color volvía a teñir la piel de ella.
—Todavía no has respondido a mi pregunta —te recordó.
—No, no fui feliz —la concisión de su respuesta le advirtió de que a ella no le estaba gustando su interrogatorio.
—¿Qué fue de tus padres biológicos? 
Joe pudo apreciar inmediatamente el dramático efecto que su pregunta tuvo sobre Demi, se puso pálida y comenzó a respirar de modo acelerado. Pensó que no iba a contestar, pero, sin embargo, respondió con fiereza:
—Es probable que mi madre fuera una drogadicta que murió en un incendio de una casa con otras dos jóvenes. Nadie sabe quién era mi padre. Fui abandonada al lado de los contenedores de basura de un hospital. Me encontró un vagabundo. Tenía unas pocas semanas. Cuando tenía diez años y estaba en un orfanato, los padres de Fenella decidieron adoptar una hermana para ella porque estaban preocupados por si estaba demasiado sola.
—¿Te adoptaron para su bija?
—Sí. Supongo que pensaron que era más fácil que enseñar a hacer sus necesidades a un perrito y más barato de mantener que un pony —dijo Demi sin emoción—. Desgraciadamente, no funcionó. Fenella, lógicamente, odiaba tener que compartir a sus padres y sus juguetes con una hermana indeseada y pedía constantemente que mis padres me devolvieran. Creo que querían, pero era demasiado tarde. No tenía permiso para tocar nada de Fenella ni incluso para comer en la misma habitación que ella. Después, nos mandaron a las dos al colegio. Allí fue donde conocí a Sel y Miley. De alguna manera mi... mi historia y que Fenella y yo realmente no fuéramos hermanas se hizo algo público.
—¿Quieres decir que ella se lo contó a todo el mundo? —preguntó Joe francamente.
—Ella tenía un año más que yo y su propio círculo de amigas antes de que yo llegara al colegio. Era una chica muy popular, podía ser encantadora cuando quería. A mí me condenaron al ostracismo muy pronto.
—Entonces, ¿sufriste acoso?
—Yo era distinta, no encajaba —continuó Demi sin responderle—. Pero, por suerte, Sel y Miley vinieron en mi ayuda y me dieron su amistad. Sin eso yo... —la sombra que atravesó su rostro despertó en Joe un fuerte sentimiento de protección hacia ella y de ira contra quien la había atormentado de ese modo.
—¿Qué le pasó a Fenella?
Demi sacudió la cabeza. Estaba molesta por todo lo que le había contado sobre ella.
No iba a contarle nada más, reconoció Joe al ver cómo se daba la vuelta y centraba su atención en el portátil.
Demi frunció en ceño mientras trataba de entender los datos de la cuenta de la empresa que tenía en la pantalla. Responder las preguntas de Joe había removido demasiados recuerdos dolorosos.
Ella siempre creyó cuando la adoptaron que sus nuevos padres y su hermana la querrías y ella les había entregado su amor desde el principio. Al principió estuvo confusa al sentirse rechazada, pero después vio a su madre adoptiva abrazando a Fenella mientras la regañaba a ella y había empezado a ser consciente de que había una gran diferencia entre las dos.
Intentó a toda costa ser como Fenella, reproduciendo su conducta, pensando que así se ganaría la aprobación de sus padres adoptivos. En su lugar, lo único que había conseguido había sido que Fenella la odiara todavía más. En ese momento, como mujer adulta, no los culpaba totalmente. Fenella había sido su hija, después de todo. Pero la experiencia con sus padres adoptivos le había enseñado lo peligroso que era entregar su amor a cualquiera.
Los datos de la pantalla estaban borrosos y tenía que parpadear con fuerza para ser capaz de concentrase en ellos.
De pronto, cuando los vio bien, frunció el ceño, dejó a un lado sus problemas y fijó la mirada en el monitor.
Quedó conmocionada al ver cómo la cuenta había quedado prácticamente vacía a causa de que se habían cargado en ella una serie de cheques de los que ella desconocía totalmente su existencia.
Era impensable que algo así hubiera ocurrido. Se enorgullecía de tener en la cabeza prácticamente todos los movimientos de la cuenta y, de acuerdo con sus datos, deberían tener varios cientos de miles de libras de saldo. De hecho, necesitaban tener esos cientos de miles para afrontar los pagos a los proveedores a final de mes y disponer de capital para seguir funcionando hasta que llegaras los cobros de otros clientes.
Así que ¿para qué eran esos cheques? No podía recordar haberlos firmado. El corazón le empezó a latir aceleradamente. Necesitaba ver esos cheques.
Demi pronto se encontró totalmente concentrada en el trabajo, demasiado rápidamente, pensó Joe. ¿Usaba el trabajo para aparcar los asuntos emocionales que le resultaba difícil manejar?
sigo con la siguente nove 


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