BOYFRIEND OF LIES NILEY cap.23

Miley observaba a Nick hablando con su cuñado a través de la ventana. Necesitaba tiempo para poner su mente en orden. Tiempo para pensar como podía mirarlo sin ponerse colorada como una cría.
Pero Nick había aparecido en el porche de su casa por la mañana, preparado para llevarla a la granja de Sel y Justin. Era un viaje corto y ella había ido diciendo incoherencias durante todo el camino, sin darle oportunidad para hablar de lo que había ocurrido entre ellos la noche anterior.
Una ola de calor subió a sus mejillas en ese momento. Era increíble pensar que prácticamente habían hecho el amor en el porche de la casa de sus padres.
Miley tembló al recordarlo, luchando para apagar la hoguera que parecía encenderse en su cuerpo. ¿Qué le estaba pasando? Había pasado de ser virginal a ser insaciable en menos de una semana.
—Oye, ¿puedes dejar de mirarlo por un segundo? —preguntó Sel, detrás de ella. Miley apartó la cara para mirar a su hermana. Sel Elevaba en la mano una bandeja con dos tazas de café y dos trozos de pastel de chocolate—. Venga, cuéntame. Tienes toda la vida para mirar a Nick.
Al menos tenía un par de días, pensaba Miley, pero se sentó en el sofá al lado de su hermana, intentando disimular.
Mientras Sel hablaba, ella miraba a su alrededor. El salón estaba muy limpio, pero lleno de cosas. Había juguetes, muñecas, libros, zapatos y calcetines por el suelo de madera.
Era la imagen de un hogar.
Si las paredes pudieran hablar, aquellas podrían contar secretos de besos, abrazos infantiles y muchas risas.
En ese momento, Miley recordó su dúplex: limpio, estéril, vacío. De repente, sintió un nudo en la garganta y tuvo que parpadear para que las lágrimas no asomaran a sus ojos.
Después de aquel viaje, le parecería aún más vacío.
—¿Te encuentras bien? —preguntó su hermana.
Miley asintió y sonrió tímidamente.
—Claro. ¿Dónde están los niños?
—Los he mandado a casa de la madre de Justin —rió Sel—. Quería hablar contigo un rato —añadió, apartando la larga melena rubia de su cara—. Con los cuatro fantásticos alrededor, no hay tranquilidad posible.
Una punzada de envidia cruzó el corazón de Miley. Su hermana tenía un marido que la adoraba, una familia y un hogar encantador. Ella, por otra parte, tenía un dúplex de dos habitaciones, una larga lista de socios y tenía que inventarse un novio para que la gente no sintiera compasión por ella.
Era curioso como dos mujeres criadas de la misma forma podían tener vidas tan diferentes.
Miley no podía evitar preguntarse cómo habría sido su vida si hubiera tenido la seguridad que tenía su hermana cuando era adolescente.
—Los cinco magníficos, dentro de poco —dijo, acariciando el abultado vientre de Sel. En ese momento recordó que ella misma podría estar embarazada. Y aunque una parte de ella lo deseaba con todas sus fuerzas, tenía que admitir que había pocas posibilidades.
—Sí —sonrió su hermana—. Es increíble, ¿verdad? Otro hijo. Supongo que pensarás que estoy loca, pero es que me encantan los niños.
—No estás loca. Eres una madre maravillosa.
—Eso espero —susurró Sel, poniéndose la mano sobre el vientre.
¿Dudas? ¿Su hermana tenía dudas?
Sel miró la ventana tras la cual estaba su marido.
—A Justin y a mí nos encantan los niños y tendremos todos los que Dios nos mande. Pero es que…
—¿Qué? —preguntó ,Miley, olvidándose de su problema.
—Es una bobada —confesó Sel, dejando su tasa sobre la bandeja—. Si alguna vez se lo cuentas a alguien, lo negaré y después contrataré a un matón para que te quite de en medio.
—Te juro que no se lo diré a nadie —rió Miley.
—Nunca te lo he dicho, pero siempre he tenido envidia de ti.
—¿Qué? —Miley no había podido evitar una carcajada, porque lo que acababa de decir su hermana era simplemente absurdo. Sel tenía todo lo que ella siempre había deseado. Era imposible que la envidiase.
—No me malinterpretes. No cambiaría nada de mi vida. Estoy loca por Justin y no me puedo imaginar la vida sin él… o sin los niños.
—¿Entonces?
—Pues… —empezó a decir Sel, colocando las piernas sobre el sofá— que de vez en cuando, cuando los niños me vuelven loca, pienso en ti… sola en tu casa. Con tu propio negocio. Clientes que te admiran —Sel se echo a reír—. Capaz de ir al cuarto de baño y quedarte en él todo el
tiempo que quieras.
—Pero tú tienes tantas cosas…
—Ya lo sé. Y estoy muy agradecida a la vida por ello. Pero, ¿sabes una cosa, Miley? —suspiró su hermana—. Tú tienes algo que yo siempre he querido —suspiró. ¿Qué podría ser?, se preguntaba Miley, sorprendida—. Yo nunca fui buena en los estudios. Y tú eres tan inteligente. Sé que nunca te lo he dicho, pero siempre he estado tan orgullosa de ti como papá y mamá. Y lo sigo estando.

Miley miró a los ojos de Sel y vio allí una verdad que no había visto hasta entonces. Las lágrimas amenazaban con aparecer de nuevo y parpadeó furiosamente para evitarlo. Tenía el corazón encogido y se le había hecho un nudo en la garganta.
Se sentía orgullosa de sí misma y, por primera vez, miró a su hermana mayor y se sintió como una igual. Quizá los viejos clichés se convertían en clichés porque eran ciertos: «La hierba siempre parece más verde al otro lado de la valla».
Después de un largo y cálido abrazo, Sel se apoyó en el respaldo del sofá y tomo su trozo de pastel.
—Bueno, háblame de ti y de Nick —dijo con la boca llena—. ¿Desde cuándo sois novios y por qué no me lo habías dicho? —Miley se quedó muda ante el repentino cambio de conversación. Allí estaba su hermana, desnudando su alma ante ella, invitando a las confidencias y ella tenía que mentir—. Y otra cosa. ¿Es tan bueno en la cama como yo siempre había creído que sería? —preguntó, bajando la voz. Miley se puso colorada hasta la raíz del cabello al recordar la escena de la noche anterior. Y junto a aquellas imágenes, llegaba un pensamiento muy alentador. Nick y su
hermana nunca… Miley tuvo que sonreír—. Ah, ya veo que sí —rió su hermana, acercándose mas—. Quiero detalles.

Hola Chicas gracia por los coments qe bueno qe les esta gustando la nove tanto como me gusta a mi jeje

os qiero Besos!!