domingo, 25 de marzo de 2012

Child's Play Cap. 24




-Miley, no te lo vas a creer. Es tu padre.
-¿Mi padre? ¿Qué hace mi padre aquí? Entretenlo mientras busco unos pantalones.
-¡Pero si estoy medio desnudo!
-Ponte esto -dijo Miley, quitándose la camiseta. Luego salió corriendo con las bragas en la mano hasta la habitación, desnuda como una recién nacida.
Cuando estuvo tras el biombo se puso las braguitas y buscó su ropa. Pero entonces recordó que la había dejado en el cuarto de baño...
Oyó voces en el salón. Las voces de Nick y de su padre. Genial. ¿Y ahora qué? ¿Tenía que hacer streaking hasta el baño?
Miley abrió el armario de Nick y sacó lo primero que encontró: una camisa hawaiana.
Como los pantalones de Nick le quedarían enormes buscó en el cajón de la cómoda...
pero sólo encontró calzoncillos y calcetines. ¿Aquel hombre no tenía un chándal por alguna parte?
-¡Miley, han venido a verte!
-¡Salgo enseguida!
Calzoncillos tipos braga o calzoncillos normales. La elección era fácil. Miley eligió
unos negros y metió la cinturilla debajo de sus bragas para que no se le cayeran al suelo al saludar a su padre. Tendría que salir así. Entonces buscó un espejo... no, no había
espejo. Por supuesto, siendo guapo por naturaleza y nada vanidoso, Nick no sentía la necesidad de tener un espejo en su dormitorio.
Pero no necesitaba un espejo para saber que debía estar hecha una facha. Y tampoco lo necesitaba para saber lo que Donald iba a pensar: que era igual que su madre.
Y no quería que ni él ni nadie pensara eso de ella.
Respirando profundamente, salió del dormitorio. Nick y Donald estaban en el salón, el primero con la camiseta vieja, el segundo con un elegante traje de chaqueta. No podían ser más diferentes, aunque ambos parecieron igualmente aliviados al verla.
-Hola, Donald.
Él la miró de arriba abajo. Aunque seguramente había pasado varias horas en un avión, no tenía una sola arruga en el traje. Aquel hombre no era humano. Estaban soportando temperaturas de cuarenta grados y él no tenía una gota de sudor en la frente.
—Bueno, os dejo solos —dijo Nick-. Grita si necesitas algo.
Marisa no podía culparlo por escapar. Si fuese al revés y ella tuviera que enfrentarse con su padre, haría lo mismo.
Donald esperó hasta que Nick desapareció tras el biombo.
-Julia me ha contado lo que pasó y me ha pedido que pasara a verte para ver cómo estabas.
Gracias, Julia. Seguramente, Donald y ella estaban hechos el uno para el otro. Los dos llegaban siempre a destiempo.
-Es una chica muy agradable. Espero que te quedes con ella mucho tiempo.
-No tienes que fingir que te cae bien para no herir mis sentimientos.
«Tus sentimientos me importan un comino», pensó ella.
-No estoy fingiendo. Me cae bien Julia.
-Me alegro porque hemos pensado que sería más apropiado que te quedaras en casa hasta que arreglen tu apartamento.
-¿Más apropiado? Ah, ya entiendo. Quieres decir: «ya está viviendo con un hombre, igual que su madre».
-Miley...
-Tú vives con una adolescente, Donald. ¿Y tienes la cara de juzgarme?
-Julia es mi prometida.
-Y Nick es mi mejor amigo -replicó ella-. ¿Si fuera abogado en lugar de músico y cantante te parecería mal?
-Sólo quería decir que deberías estar con tu familia en un momento como éste.
-¿Mi familia?
-Miley, no quiero que discutamos -suspiró su padre.
-Yo tampoco.
-¿Sabes algo de tu madre?
-Sí, me mandó una postal en Navidad. Vive en Florida con un tal Hank.
-¿No sabe nada del incendio?
-No sabe nada de mi vida. Si yo me hubiera abrasado en el incendio y pudiera cobrar mi seguro... entonces estaría interesada.
Donald se miró los zapatos.
-Siento que no haya sido una buena madre.
-No ha sido una madre en absoluto.
-Miley...
-No te preocupes. No estoy buscando compasión. Me defiendo muy bien yo sólita, Donald. Aunque he tenido unos padres a los que no les importo un rábano. Pero no pasa
nada, puedes irte a casa tranquilo. No tienes que fingir que te preocupo.
Él la miró, dolido.
-Nunca me has dejado hacer nada por ti.
-¿Ah, no? ¿Estás diciendo que tu falta de atención, tu falta de cariño es culpa mía?
-Siempre he cumplido con mis obligaciones como padre.
-Me enviabas cheques. Pero los cheques no te cuentan cuentos por la noche, ni te arropan antes de dormir. Los cheques no te felicitan cuando has terminado de estudiar o
el día de tu cumpleaños. Los cheques no te curan cuando tu madre no vuelve a casa o vuelve con un extraño. Nick es mi única familia, Donald.
Él asintió con la cabeza.
-Muy bien. Me marcho.
Como siempre, cuando no le gustaba algo, desaparecía. Jamás admitiría que había cometido un error.
-Podemos sentarnos y recordar, hablar de los buenos ratos que pasamos juntos. Ah, espera, no hemos tenido buenos ratos juntos.
-Espero que vayas a mi boda de todas formas. Es importante para Julia.
Para Julia, claro. Para él no.
-Le prometí que iría e iré.
-Llámame si necesitas algo -dijo Donald, abriendo la puerta. Entonces se volvió, como si fuera a decir algo.
Miley pensó por un momento, sólo por un momento, que iba a decirle que la quería.
Pero no lo hizo.



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