domingo, 18 de marzo de 2012

Legal Love Cap.2


Cuando llegó a la casa su padre ya estaba esperándola.
— ¿Dónde has estado, Miles? —le preguntó sentado en su sillón—, es tarde.
—Por ahí, contando ovejas —contestó ella con guasa.
—¿Ovejas... o buscando a una oveja negra que responde al nombre de N.J.?
La joven frunció los labios. A su padre no se le escapaba una.
—Bueno, yo...
Su padre meneó la cabeza.
—Miles, si lo pillo con una botella en la mano te juro que lo echaré de aquí, por muy buen capataz que sea... Él conoce las reglas y se le aplican como a cualquier otro.
—Estaba tomando un tentempié en el barracón — mintió Miley—. Solo pasé por allí para preguntarle si iba a querer un poco de pastel de manzana.
—¿Qué? ¡Ese pastel de manzana te lo pedí yo!, ¡no pienso compartirlo con él! —gruñó Billy Cyrus.
— Haré dos, viejo cascarrabias —repuso ella—. Además, ladras mucho, pero estoy segura de que no serías capaz de despedirlo, aunque tu orgullo te impida admitirlo —le dijo mientras se quitaba la chaqueta.
Billy encendió su pipa y la miró.
—Si no tienes cuidado, te romperá el corazón, Miles —le dijo tras observarla un rato en silencio—. N.J. no es lo que aparenta ser.
— ¿Qué quieres decir? —inquirió la joven mirándolo de reojo.
—Vamos, tú también lo sabes —murmuró él, girando la cabeza hacia la ventana—. Llegó aquí sin ningún pasado, sin referencias, sin papeles... Si le di el puesto fue solo porque me fié de mi instinto, y porque advertí enseguida
su habilidad con los animales y las cifras.
—Pero ni yo soy cura, ni él es un cowboy cualquiera. Se ve a la legua que es un hombre elegante, con clase, y sus conocimientos financieros no son precisamente solo sumar y restar. Recuerda bien lo que te digo, hija, ese hombre es más de lo que aparenta.
—Bueno —concedió ella—, la verdad es que sí parece un poco fuera de lugar —el resto no podía contárselo, que sabía por qué N.J. se había empleado allí, en un rancho de poca monta en medio de ninguna parte. Las confidencias que le había hecho cuando estaba delirando por la fiebre le
habían revelado mucho acerca de su pasado. Sí, provenía de una familia adinerada, y había sufrido una trágica pérdida, y seguramente quería volver a dejar entrar a nadie en su vida, ni en su corazón, pero ella no podía evitar
amarlo. Era demasiado tarde para advertencias.
—Por lo poco que sabemos podría ser incluso un convicto fugado —le dijo su padre tras dar una calada a su pipa.
—Lo dudo —repuso ella sonriendo—. Es demasiado honrado. ¿Recuerdas cuando se te cayó aquel cheque al portador por valor de cien dólares en el establo y N.J. te lo devolvió? Además, yo lo he visto un montón de veces
ayudar a los demás hombres cuando están en apuros. Y puede que sea algo temperamental, sí, pero aunque a veces gruñe un poco y es algo duro con los peones, a ellos les parece incluso divertido. Y nunca le he visto perder el
control.
—Bueno, eso es cierto —concedió su padre—, pero tal vez tenga sus razones para no perderlo, tal vez quiera pasar desapercibido.
Miley meneó la cabeza incrédula. Si él supiera...


Liam Hemsworth, el veterinario que se encargaba del ganado del rancho Cyrus, era un joven rubio y muy divertido. Miley sentía una gran simpatía por el y, probablemente, si su corazón no se hubiera prendado a
N.J habría acabado casándose un día con él. Justo en el momento en que Miley y su padre estaban a punto de sentarse a la mesa, Liam entró por la puerta de la cocina.
—¡Vaya!, ¡pastel de manzana! —exclamó al ver el delicioso postre que Miley había preparado—. Hola, señor Cyrus, ¿cómo está?
—Hambriento —respondió el viejo Billy—, así que no te hagas ilusiones: ese pastel es todo mío, y no pienso compartirlo.
—No le conviene ser tacaño, señor Cyrus —dijo el joven con picardía —. ¿Qué otro veterinario vendría a estas horas para hacerle la revisión a sus terneros nuevos, para tratar a su toro enfermo, y para poner todas esas vacunas? Están todos ocupados en los demás ranchos de la zona, y tendría
que pagarles el doble.
—Oh, maldita sea, está bien —claudicó el padre de Miley—. Vamos, siéntate —le dijo señalándole la silla a su lado—. Pero que sepas —le advirtió levantando el índice— que si sigues viniendo aquí por las noches sin un motivo de peso, tendrás que casarte con mi hija.
—Encantado —respondió el joven con descaro, guiñándole un ojo a ella—. Fija tú la fecha, Miley.
—El seis de julio... dentro de veinte años —respondió ella riéndose despreocupada—. Me gustaría vivir un poco antes de casarme.
—¿Y qué has estado haciendo estos veintidós años?—le espetó su padre frunciendo los labios—. Quiero nietos,
Miles.

—Claro, como no eres tú el que los tiene que traer al mundo... —le contestó ella.
Cuando hubieron terminado de cenar, Liam y su padre se pusieron en pie para ir a ver al toro enfermo.
—No suelo trabajar por las noches si puedo evitarlo— le dijo el veterinario a la joven antes de salir por la puerta, con una mirada seductora —, pero por un pastel de manzana como ese, sería capaz de venir a asistir a una vaca en un parto a las tres de la mañana.
—En ese caso lo recordaré —dijo ella sonriendo divertida.
—Eres un encanto, Miley —le dijo él de repente—, y si quieres proponerme matrimonio... adelante, te prometo que no me haré de rogar demasiado.
— Vaya, muchas gracias —dijo ella echándose a reír—. Te pondré en mi larga lista de pretendientes.
Liam se rio también.
—¿Te apetecería venir a ver una película el viernes por la noche? Podríamos ir a El Paso y cenar allí antes del cine.
—Estupendo —asintió la joven al instante.
Liam era una compañía muy agradable, y ella necesitaba alejarse del rancho, y de N.J., unas horas.
Liam le dirigió una sonrisa y salió de la casa. Billy estaba esperándolo impaciente en medio del patio trasero.
—Seguramente no terminaré antes de medianoche—voceó el ranchero a su hija—, porque después de ver a ese toro quiero ir a revisar los libros de cuentas con Berry, así que no me esperes levantada.
—De acuerdo, que te diviertas —voceó ella. Era una broma entre los dos, ya que Jack Berry, el hombre que le llevaba los libros de contabilidad a su padre, era increíblemente desastroso. Padre e hija habían hablado varias veces de contratar a una persona cualificada, pero Billy sentía cierta lástima por Berry, quien llevaba muchos años trabajando en el rancho para él, y a quien había encomendado esa tarea porque sus achaques ya le impedían hacer las demás labores. El buen corazón de su padre era la razón de que el
rancho hubiera estado al borde de la quiebra, y sin la inestimable ayuda de N.J., sin duda habrían tenido que venderlo.
¿¿qe les parecio?? esta nove a mi me encanta espero qe a ustedes tambn!!!!


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