lunes, 5 de marzo de 2012

The Burning Passion JEMI cap. 5


Había bajado a tierra muy deprisa. En lugar de saborear sus tiernas caricias, el objeto de su adoración le había obsequiado con un «date prisa» y, después, se había mostrado irritada hasta que le había dado el reloj. La puntilla a su orgullo la había puesto el hermano cuando le informó de que ella estaba prometida con un hombre bastante mayor y extremadamente rico. Afortunadamente, aunque sus ilusiones se habían venido abajo, su corazón salió intacto y la experiencia le enseñó una lección: la única diferencia entre las consentidas mujeres de la alta sociedad y las prostitutas de Nápoles era que las segundas no tenían otra opción si querían sobrevivir y dar de comer a sus hijos.
Hasta entonces no se había encontrado ninguna mujer cuyo deseo por él no fuera de la mano del deseo por su dinero, no importaba cuánto lo negara al principio. De hecho, si no hubiera sido tan exigente, le habría salido más barato contratar los servicios de profesionales, que satisfacer las demandas de algunas de las mujeres de la alta sociedad con las que había compartido la cama. El descubrimiento de que la última que pareció estar desesperadamente enamorada de él estuvo inmediatamente después con un multimillonario que podría ser su abuelo le había confirmado su cínica teoría de que ninguna mujer, por muy hermosa o de muy buena familia que fuera, evitaría emplear sus «activos» para conseguir seguridad económica.
Llevaría a Demi a la cama, disfrutarían los dos y no habría nada más, pensó, ¿Por qué no iba a aprovecharse de lo que era ella? Era una mujer hermosa y él hacía mucho tiempo que no tenía ninguna aventura; además el nivel social de Demi no le impresionaba ni lo asustaba, casi al contrario.
—Aquí está la lista de nuestros próximos eventos —anunció Demi casi sin respiración, después de haberla sacado por la impresora.
No había esperado sentirse tan consciente de la capacidad de atracción de Joe y su poderoso halo de sexualidad. No estaba acostumbrada a tratar con esa clase de hombres y tenía como un aleteo en el estómago y sensación de excitación en la cabeza. Se había sentido al mismo tiempo excitada y aprensiva al darse cuenta de cómo sus hormonas respondían a las de él. El despacho era demasiado pequeño para los dos.
Cuando no la miraba, había observado que se había quitado la chaqueta del traje y, aunque, había intentando resistirse a hacer apreciaciones femeninas, acabó por valorar cómo el fino algodón de la camisa permitía apreciar los músculos de su cuerpo. Hacía poco que había leído un artículo en una revista sobre la nueva moda de que los hombres se depilaran el pecho, pero estaba claro que Joe no seguía esa moda.
El autor del artículo mantenía la teoría de que las mujeres consideraban desagradable el roce del vello masculino contra su piel. Demi se pasó la punta de la lengua por los labios, una neblina de sensualidad empapaba su piel; además, de repente, le empezaron a doler los pechos debajo del sujetador y de la camiseta por la presión de los pezones contra el tejido.
¿Cómo podía tener unos pensamientos sexuales tan intensos con un hombre al que veía por primera vez? Debía de ser porque acababa de estar hablando de sexo con Miley y Selena. Sí, tenía que ser eso, que su mente estaba más centrada en el sexo de lo habitual, decidió.
Joe seguía estudiando la lista completamente ajeno a lo que le estaba sucediendo a Demi y, claro, ella estaba contenta de ello. Después de todo, nunca había sido la clase de mujer que se siente incómoda porque un hombre no mostrara interés por ella.
Tal vez fuera porque hasta ahora no había encontrado al hombre adecuado.
—Quizás si me dijeras qué clase de eventos estás pensando contratar podría decirte cuáles son los mejores para que asistas —sugirió.
—Todavía no lo he decidido.
Demi lo miró sin comprender. Tenía asumido de forma natural que, como todos los clientes, tenía que tener un evento en particular en mente.
Joe se permitió una sonrisita cínica. Si sus planes seguían su curso, el primer evento que organizaría Prêt a Party sería una fiesta para celebrar su adquisición; pero claro, no se lo iba a decir a Demi, sobre todo porque ella, ya lo había decidido, sería una de las primeras en salir de la empresa.
—Entiendo que tú eres la responsable de la administración y la contabilidad de la empresa.
—En, sí...
—Debes de ser una persona muy organizada si eres capaz de llevar todo ese trabajo y además acompañar a tos clientes a las celebraciones.
—Normalmente no lo hago. Sustituyo a los demás algunas veces.
Parecía como si le obligaran, pensó Joe con cinismo.
—Demi, ha llamado tu madre, quiere que la llames. Oh, lo siento —la chica que había irrumpido en el despacho se paró en seco y se ruborizó al darse cuenta de que Demi no estaba sola.
—Está bien, Izzy. Llamaré después, gracias.
Pero mientras daba las gracias a la chica, el corazón de Demi se hundió oculto tras la sonrisa profesional. Ya sabía lo que quería su madre adoptiva: más dinero.
Demi hacía todo lo que podía, pero lo cierto era que aquella mujer no tenía ni idea de cómo manejar el dinero. Los ahorros que su padre adoptivo había tenido se habían gastado en una vida de lujo y en inversiones sin sentido. Un infarto le había imposibilitado para cualquier clase de trabajo y Demi se había visto en la obligación de tener que mantenerlos. Y no era fácil. Su madre adoptiva gastaba y luego lloraba cuando no podía pagar las facturas, parecía más una niña que una mujer adulta. Su angustiosa infelicidad la hacía sentirse culpable, sobre todo cuando...
Tenía mucha suerte de tener amigas como Miley y Sel, reflexionó Demi emocionada. En ese momento se llevaba razonablemente bien con sus padres adoptivos, pero no siempre había sido así. Sin el apoyo de  Miley y Sel  cualquiera sabía lo que habría hecho para escapar de la miseria y las estrecheces de su niñez. Alguna vez había llegado a pensar incluso en quitarse la vida.
«¿Qué estará pensando?», se preguntó Joe con curiosidad al ver una breve sombra de angustia en sus ojos. Aclaró la garganta y dijo:
—Bien, aquí están los eventos a los que quiero asistir.
Demi dejó a un lado sus pensamientos y se inclinó sobre la mesa para estudiar la lista.
Había elegido tres celebraciones: una fiesta privada en Saint Tropez a bordo de un yate nuevo para celebrar su adquisición; una celebración para los medios en los Hamptons para lanzar una nueva revista del corazón, a la que el dinero viejo, los nombres nuevos y todo el que fuera algo en el mundo de la moda estaba invitado; y el cumpleaños de una vieja estrella del rock en un castillo francés.
Demi lo miró con el ceño fruncido.
—¿Hay algún problema?
—La fiesta de Saint Tropez es el próximo fin de semana, sólo cuatro días antes de la de los Hamptons. Creo que va a ser difícil coordinar los vuelos y los demás desplazamientos.
Demi mantenía muy controlados los gastos, al menos así lo había hecho hasta que Liam empezó a interferir. Siempre reservaban lo más barato, nada de vuelos superfluos para supervisar los eventos, a no ser que los pagaran los clientes.
Joe levantó una ceja.
—Eso no será un problema, usaremos mi avión privado —dijo encogiendo los poderosos hombros—. Uno de mis asistentes personales puede resolver los detalles. Ah, necesitará tu pasaporte lo antes posible. Según me ha informado Liam, habitualmente estáis en el lugar un día antes del evento, ¿no? Eso me gusta, me permitirá ver cómo se organizan las cosas.
Joe estaba de pie y Demi seguía sentada. ¡Era tan alto, tan grande! Demi fue consciente de su renuencia a salir por la puerta porque le haría pasar demasiado cerca de él demasiado cerca. «Recupera el control», se dijo mentalmente.
—Mi asistente se pondrá en contacto contigo para informarte de los horarios de vuelo.
Se levantó y se dirigió hacia la puerta con determinación, estaba casi a su altura, en unos segundos atravesaría la puerta y estaría a salvo. ¿A salvo de qué? ¿De que saltara sobre ella? «Él nunca haría algo así», se dijo desdeñosa. Y entonces cometió el error de mirarlo. Fue como atravesar una puerta que se abría a un mundo desconocido.
El corazón le empezó a latirle a toda velocidad, volvió la cabeza y mientras miraba su boca, entreabrió los labios. Joe tenía el labio superior firme y bien marcado, los dientes blancos y ligeramente desiguales y el labio inferior...
El labio inferior. Una bruma de sensualidad oscureció la mirada clara de los grises ojos de Demi mientras lo devoraba con la imaginación adelantándose a lo que podría ser en realidad. ¿Cómo sería tenerlo entre sus propios labios, mordisquearlo mientras lo besaba y...?
—Una palabra de advertencia —empezó a decir Joe.
Demi pudo sentir cómo los colores de la culpabilidad teñían su rostro mientras su mente se perdía en pensamientos inexplicables.
—Es imprescindible que el propósito de mi asistencia a los eventos se mantenga siempre en absoluto secreto.
Estaba advirtiéndole sobre las celebraciones, ¡eso era todo!, Demi respiró aliviada.
—Sí, sí, por supuesto —dijo mientras por fin conseguía cruzar la puerta.
Pero siguió siendo absolutamente consciente de su presencia detrás de ella.
—Y una cosa más.
—¿Sí? —se dio la vuelta amablemente.
—La próxima vez que me mires a la boca de ese modo... —dijo suavemente con una sonrisa.
—¿De qué modo? ¡No he mirado a ninguna parte! —Demi sabía que su cara ardía de culpabilidad pero tenía que defenderse.
—Mentirosa. Me has mirado como si no pudieses esperar, como si desearas qué te apoyara contra el marco de la puerta y te poseyera aquí y ahora, como si ya estuvieras sintiendo mis manos sobre tu piel, acariciando tus zonas más íntimas y te estuviera degustando, como si...
—¡No! —negó Demi con violencia. Y la negación era auténtica, no había llegado tan lejos, no había pensado en algo tan íntimo como eso.
Para su tranquilidad pudo ver a Miley corriendo hacia ellos para presentarse a Joe.



chicas Bye nos leemos mañana Muchos Besoss qiero gracias por los coments!

1 comentario:

  1. QUE ACASO QUERES MATARME O QUE!!!!???? SEGUILAAAAAAAAAAAAAA!!! TUS NOVES SIEMPRE ME DEJAN ASI :O AJJAJAJA SON BUENISIMAS!!!! JAJAJ TENES QUE SEGUIRLASS AHORA!!! xD (BUENO CUANDO QUIERAS , PERO PORFISSS ANTES DE QUE ME MUERA JAJAJ) ,BESOTESSSS

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