lunes, 5 de marzo de 2012
Child's Play Cap. 6
-Tu familia es tan escandalosa... Te envidio. Yo tengo una familia católica aburridísima.
Se dirigían los tres hacia el bar y, como cada viernes por la noche, las calles estaban llenas de gente.
-Pues te aseguro que tener una familia como la mía no es nada divertido -suspiró Miley.
Nick asintió, en silencio. Habiendo crecido en una familia disfuncional como la suya, nadie tenía que explicarle el concepto.
Cuando llegaron al bar, el camarero los llevó a su mesa, frente al escenario.
-Nos vemos después de la actuación -dijo Nick, antes de desaparecer, seguido, como siempre por una corte de admiradoras.
Distraída por la visita de su padre, Miley apenas se había fijado en él. Aunque, bajo las luces del bar, estaba guapísimo. Bueno, era guapísimo. Y había muchas cosas que aumentaban su atractivo: el pelo, que siempre llevaba un poco despeinado, la nariz ligeramente torcida... una herida de guerra debida a las palizas de su padre. Y, sobre
todo, su sonrisa. Nick sonreía como un niño tímido.
Cuando se volvió, sonriéndole de esa forma, a Miley le dio un vuelco el corazón.
Y Demi, que estaba atenta a todo, le dio un codazo.
-¿Qué?
-Nick está guapo esta noche, ¿eh?
Miley se puso colorada.
-Sí, no está mal.
-¿Necesitas un pañuelo?
-¿Por qué?
-Porque se te está cayendo la baba.
Miley no se molestó en negarlo porque su amiga la conocía mejor que nadie.
Afortunadamente, una camarera apareció en ese momento para preguntarles qué querían tomar.
Unos minutos después, Nick subió al escenario para presentar a la banda y Miley se dejó envolver por la deliciosa música y de su voz. Mientras cantaba, él la miró a los ojos y tuvo la sensación irracional, absurda, de que eran las dos únicas personas allí. Que sólo estaba cantando para ella. Nunca lo había oído cantar tan apasionadamente.
La actuación duró cuarenta minutos y cuando terminó, Miley se sentía rara, nerviosa, sin saber qué hacer. Los aplausos la devolvieron a la realidad. La música había emocionado a todo el público. Aunque Nick sólo la miraba a ella...
Después de dar las gracias, él se abrió paso entre un montón de admiradoras y, cuando terminó de firmar autógrafos, se dirigió a la mesa. Miley se levantó para felicitarlo, pero una rubia alta que estaba sentada detrás de ella le dio un empujón y se pegó a Nick como una sanguijuela para decirle algo al oído. Él soltó una carcajada y guardó en el bolsillo la tarjeta que la rubia acababa de darle. Entonces Miley se dio cuenta de que no la había estado mirando a ella...
No, había estado mirando a la rubia. Qué corte.
¿Era tonta o qué? ¿Por qué había empezado a creer que Nick podía mirarla como algo más que una amiga? ¿Cómo se le había ocurrido que podría ser el padre de su hijo?
Aunque hubiese querido negarlo, algo había ocurrido entre ellos aquel día. Algo había cambiado y era imposible volver atrás. Y no sabía cómo arreglarlo.
-Lo siento -se disculpó Nick, sentándose a su lado-. Cada día se ponen más agresivas.
-Pobrecito -bromeó Demi.
Conteniendo lágrimas de humillación, Miley tomó su bolso y se levantó.
-Tengo que irme a casa.
-¿Tan pronto? -preguntó Nick. Esperaba que se quedase un rato para ver si la conexión que habían experimentado mientras tocaba era real o no-. ¿No puedes quedarte un poco más?
-Estoy agotada.
-¿Te importa si yo me quedo? -preguntó Demi-. ¿O quieres que te acompañe a casa?
-No, quédate.
-Yo te acompañaré -dijo Nick, levantándose.
-No tienes por qué hacerlo.
-Ya, pero no quiero que vuelvas sola a casa.
-Que lo paséis bien -sonrió Demi. Por su tono, sabía exactamente lo que Nick estaba pensando. Lo que llevaba todo el día pensando.
Cuando salía del bar vio a la productora que insistía en que firmase un contrato con él y que, en ese momento, le hizo un gesto de «llámame».
Nick le había dicho que prefería producir su disco con una productora independiente, pero ella no dejaba de insistir. No era la primera vez que le pasaba, pero estaba dispuesto a no renunciar a los derechos de propiedad intelectual. Era su música y la grabaría como quisiera.
Aunque se ganaba la vida como músico de estudio y disfrutaba de su trabajo, escribir canciones era su verdadera pasión.
El aire de la noche era pesado y agobiante, pero la temperatura había bajado un poco y una ligera brisa lo hacía soportable.
Nick se acercó a Miley y le pasó un brazo por los hombros. Lo habían hecho muchas veces, pero aquella noche era diferente. Aquella noche respiraba el aroma de su pelo,
sentía el ocasional roce de sus caderas...
Miley, sin embargo, no parecía notar nada. Iba mirando hacia delante, pensativa.
-¿Qué te ha parecido la actuación?
-Me ha gustado mucho. Eran canciones nuevas, ¿verdad?
Nick asintió con la cabeza, decepcionado. De modo que no había sentido nada; seguramente ni siquiera lo estaba mirando a él; estaría mirando al vacío, pensando en
sus cosas. Y él había creído...
Se prometió a sí mismo que lo de aquella tarde en el parque no cambiaría nada entre ellos, pero no podía dejar de pensar en el asunto. No podía dejar de hacerse la pregunta:
¿podría traer un hijo al mundo y después abandonarlo?
Aunque no lo abandonaría. Como amigo de Miley, siempre estaría a su lado y sería parte de su vida. Aunque lo suficientemente lejos como para no hacerle daño. Sería
como tener una familia, sin tenerla.
Podría llevarlo al zoo, al circo, enseñarle a jugar al fútbol... si era un niño. El nunca tendría que saber la verdad. Al menos, hasta que fuese mayor. Incluso entonces sería
mejor que no supiera quién era su padre. ¿Qué niño querría saber que tenía un abuelo alcohólico y agresivo y un tío que estaba en la cárcel? Sería una carga terrible para él.
Además, podría meter dinero en una cuenta para pagar la universidad y, por supuesto, si Miley necesitaba ayuda económica o alguien que cuidase del niño, él estaría ahí
siempre. Podría enseñarle música... Si alguien se hubiera tomado la molestia de educarlo, de darse cuenta de su potencial, ¿quién sabe dónde habría llegado? Y el niño
de Miley tendría lo mejor.
Cuanto más lo pensaba, más le gustaba la idea.
Pero intentó olvidarlo, intentó no hacer caso a la vocecita que le decía: «hazlo».
Después de todo, se lo debía a Miley por tantos años de amistad.
Pero no era capaz. Además, ¿aceptaría Miley? ¿Lo consideraría aceptable como padre de su hijo?
-Estaba pensando... -empezó a decir ella entonces-. ¿Te apetece ir a la boda conmigo?
Me hará falta un poco de apoyo moral.
-Como tú quieras.
Cuando llegaron a su casa, Miley sacó las llaves del bolso.
—Gracias por acompañarme. ¿Quieres subir?
Nick se metió las manos en los bolsillos del pantalón. Aquélla era su oportunidad.
-Sí, claro. Además, quería hablar contigo.
-Muy bien.
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