Los meses siguientes serían largos y probablemente frustrantes. Y cuando tuviese el niño, su vida cambiaría de nuevo. Mientras tanto, ¿tan malo sería pasarlo bien con Nick?
Nick se apoyó en el respaldo del sofá y colocó los pies sobre la mesa, bostezando. Tanto subir y bajar escaleras en el piso de Miley lo había dejado exhausto, pero no quería
acostarse antes que ella. Vivir juntos, aunque fuera temporalmente, era algo a lo que tendría que acostumbrarse. Él era solitario por naturaleza. Incluso cuando iba de gira, nunca compartía habitación con sus compañeros.
Pero con Miley era diferente, claro. Eran amigos. Incluso podría acostumbrarse a vivir con ella... si el sexo, o la falta de él, no lo volviera loco.
La puerta del baño se abrió y Miley apareció envuelta en una nube de vapor. Al menos alguien podía darse una ducha caliente. Él, desde luego, no.
-Ahora me siento mucho mejor.
Llevaba una camiseta suya y... y nada más. Cielos. Nick tuvo que apartar la mirada.
Estaba muy bien que se sintiera tan cómoda como para ir en braguitas por su casa, pero a él podía darle un infarto. Con esas piernas tan suaves, esos pies pequeñitos con las
uñas pintadas de rosa... ¿qué quería, matarlo?
¿Qué clase de braguita llevaría? ¿Un tanga?
Nick colocó un cojín sobre su entrepierna, intentando sonreír. Acababa de darse una ducha fría, pero seguramente tendría que volver a ducharse.
-¿Quieres que veamos una película o algo? -sonrió Miley, sentándose a su lado.
«O algo», pensó Nick.
-La verdad es que estoy muy cansado. Mejor me voy a la cama.
-Sólo son las diez y media -dijo ella, poniendo una mano en su pierna.
Él miró esa mano, hipnotizado. ¿Qué estaba haciendo? Miley levantó entonces una rodilla y Nick pudo ver algo oscuro... ¿unas braguitas negras? Sí, eran unas braguitas
negras de encaje. Definitivamente, quería matarlo
Miley se estiró entonces y, al hacerlo, Nick vio cómo sus pezones se marcaban bajo la camiseta. Era una prenda tan gastada que no sólo se marcaban, sino que podía ver la
aureola oscura...
Tenía que levantarse del sofá, tenía que escapar de allí. Pero si apartaba el cojín, Miley se daría cuenta de su estado. Podría marcharse sin soltar el cojín... ya, claro, como que ella no se daría cuenta.
-Estás muy callado -dijo Miley entonces, pasando la mano por su pierna, de arriba abajo, de abajo arriba...
Quizá deberían imponer ciertas reglas para la convivencia. Por ejemplo, nada de tocarse. Y no llevar bragas de encaje negro.
-No, es que... estoy concentrado.
-¿En qué?
Seguía tocando su pierna y Nick no sabía qué hacer. Una de dos, podía tomar esa mano y meterla dentro de su pantalón... pero eso sería muy grosero. O podía ser sincero con ella y decirle que le estaba poniendo nervioso.
-Miley, yo diría que lo mejor es que no sigas tocándome.
-¿Estás excitado? -preguntó ella.
-Perdona, no es culpa tuya. Bueno, técnicamente sí es culpa tuya. ¿Qué puedo decir? Soy un hombre.
-Déjame ver.
-¿Quieres verlo? Pero...
Antes de que pudiera detenerla, Miley apartó el cojín.
-Uf, ya veo que sí.
Esperaba que la molestase su falta de control, pero no parecía ser así. Todo lo contrario, estaba sonriendo.
-Me sorprende que un simple roce en la pierna pueda hacer este efecto.
-¿Quieres decir que lo hacías a propósito?
-¿Sabes una cosa, Nick? Para ser un chico tan inteligente, a veces eres tonto.
Miley se inclinó entonces para besar su estómago y toda la sangre se deslizó hasta su entrepierna. Tenía el pelo mojado y su piel estaba tan caliente....
-¿Qué haces? Tenemos unas reglas, Miley.
-Ninguna regla dice que no pueda besarte.
-No, pero sí dicen que no podemos hacer el amor cuando no estés ovulando.
-¿Y quién ha dicho que yo quiera hacer el amor?
Si no quería hacer el amor, ¿qué quería hacer?, se preguntó Nick, intentando seguir pensando con la cabeza.
-¿Qué te pasa, estás confuso?
¿Confuso? Era como si Miley hablase otro idioma. Se supone que ella no debía seducirlo.
-Un poco. Estoy un poco confuso.
-Entonces, deja que te lo explique. Después de esta noche, tienes que guardar abstinencia, ¿verdad? -preguntó, sonriendo. Nick asintió con la cabeza-. Muy bien.
Tienes una noche. ¿Prefieres hacerlo tú solo o que yo participe?
Nick tragó saliva.
-Si tú participas es más divertido, pero...
-Quiero que te sientas bien y no hay ninguna regla en la que diga que no puedo hacer
eso. No tenemos que hacer el amor.
-¿Y esto no será confuso para ti?
-Si no fuera una persona centrada, no habría sobrevivido después de lo que me ha pasado hoy. La vida es demasiado corta como para preocuparse tanto. Pronto estaré embarazada, además. ¿Por qué no vamos a disfrutar un poco mientras tanto?
Era difícil discutir la lógica de esa afirmación. Pero, claro, cuando Miley le bajó los pantalones cualquier afirmación le habría parecido lógica. La camiseta y las braguitas se
reunieron en el suelo con sus pantalones. Los pechos de Miley, grandes, suaves, se aplastaron contra sus muslos.
Parecía saber lo que quería y cualquier hombre sensato cerraría el pico y disfrutaría del asunto.
Un golpe en la puerta hizo que los dos se incorporasen, sobresaltados.
-Son casi las once. ¿Quién puede ser?
-No lo sé.
-¿Esperabas a alguien?
-No -contestó Nick, poniéndose los pantalones—. Pero te juro que si no vienen a decirme que he ganado un millón de dólares, no abro la puerta.
Miley miraba alrededor, frenética.
-¿Dónde están mis bragas?
Nick la dejó de rodillas, buscando desesperadamente bajo el sofá. Y cuando miró por la mirilla y vio a la persona que había al otro lado de la puerta dejó escapar un gemido de
angustia.
primero qe nada chicas gracias por su coments son mui lindas
segundo un capi un poco perbe jajajaja
bueno empezando el maraton espero os guste las qiero niñas besos!!
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