The Burning Passion JEMI cap. 7

Una limusina, había dicho Miley, y ella se había imaginado un ostentoso coche enorme y negro, no algo tan elegantemente minimalista. Se abrió la puerta de atrás y salió Joe.
—¿Es este todo tu equipaje?
Ella lo miró mientras se agachaba a por su maleta y después miró desconcertada al chófer.
—Charles está conduciendo, soy perfectamente capaz de llevar tu maleta —dijo Joe secamente al ver su mirada de desconcierto.
—Es que... mi maleta pesa bastante —le dijo, pero él no escuchó, levantó la maleta y la introdujo en el portaequipajes como si fuera una almohada de plumas.
Joe llevaba unos pantalones marrones y un polo negro que dejaba ver los músculos de los brazos, tensos al levantar la maleta. Parecía más un hombre que hace un trabajo físico que alguien de despacho, pensó Demi identificando de mala gana el efecto que la visión del cuerpo de Demi estaba teniendo en el suyo propio.
Después de lo que había pasado cuando había dado rienda suelta a su imaginación, se estaba controlando casi como si se hubiera puesto a dieta de pan y agua, y eso significaba no pensar en absoluto en el efecto que la presencia de Joe provocaba en ella. Lo único que ocurría es que tenía un cuerpo lo bastante bueno como para hacer el papel de macho, nada más, se dijo desapasionadamente.
Pero la visión de su espalda vestida de negro encorvada sobre la puerta del coche de repente se transformó en manos de sus rebeldes pensamientos en una espalda desnuda agachada sobre su propio cuerpo también desnudo. La evocación de una imagen tan sensual hizo que se sintiera como paralizada.
«Así que es cierto. Puedes debilitarte hasta caerte», reflexionaba Demi, unos minutos después sentada en el asiento trasero del coche, un poco mareada al darse cuenta de que sus pensamientos podían ser cualquier cosa menos mojigatos.
«Es una experta», reconoció Joe, Esa fría y lejana pose que había adoptado que quería decir «persígueme» seguro que le funcionaba con la mayoría de los hombres. Desafortunadamente para ella, él no era como todos. Abrió su maletín y sacó unos papeles.
En cuanto salieron del tráfico de la ciudad, el automóvil empezó a ir más deprisa. Demi estaba encantada de que Joe estuviera ocupado en su trabajo, porque eso le dejaba tiempo para pensar en el suyo en lugar de mantener una conversación educada.
Desde que sus clientes usaban sus propios yates como lugar para las celebraciones no había carpas que supervisar. Los chefs de los clientes eran reforzados con algún chef de un catering de alto nivel que ella contrataba y estaban ya todos en el yate. Los menús estaban cerrados y la decoración floral decidida, aunque se encontraría allí con el florista, que también había volado desde Londres.
La llegada y el desplazamiento de las peluqueras de los anfitriones, maquilladoras y asesores de imagen eran también responsabilidad de Demi, además de un montón de detalles pequeños pero de vital importancia.
Tenía una buena pila de documentos ordenados por colores en su maletín, aunque la mayor parte de ellos los sabía de memoria.
—Tú eres mucho mejor en esto que yo —le había dicho Miley arrepentida antes de que se fuera.
Demi había sonreído, pero sabía que era cierto.
Demi se acomodó contra el cuero del respaldo del asiento. Era ridículo que fuera tan terriblemente sensible a la presencia de Joe en el coche y mucho más que estuviera tan alerta ante el efecto que producía en su cuerpo.
Su propia sensualidad había conseguido colarse a través de sus barreras defensivas. Los vaqueros, una ropa que normalmente le resultaba cómoda, repentinamente se habían vuelto incómodos, se le pegaban a la piel de un modo que ella sólo podía describir como erótico, algo así como si unas manos de hombre la estuvieran acariciando.
Podía sentir cómo el calor se expandía dentro de ella, peligrosas espirales de calor empujaban desde el interior contra su sensible piel. Cruzó las piernas e inmediatamente las descruzó. Se rozó accidentalmente un pecho con el brazo e inmediatamente se dio cuenta del calor pulsante de sus pezones.
Era de locos. Era como si un desconocido y muy sensual alter ego se hubiera liberado dentro de ella y, lo que era peor, ¡como si fuera a tomar el control! ¿Había estado siempre ahí y la presencia de Joe Salvatore lo había despertado?
Definitivamente era una locura.
Se dio cuenta con alivio de que habían llegado al aeropuerto. El coche aminoró la velocidad y pasó por una entrada en la que ponía «Privado».
Un oficial de aduanas de uniforme salió de la oficina y se acercó al coche.
—Tu pasaporte, por favor —pidió Joe volviéndose a Demi.
Aturdida como estaba, no había estado al tanto de esta formalidad y le llevó varios segundos abrir el bolso, encontrar el pasaporte y dárselo a Joe.
Mientras se lo entregaba, el bolso abierto se deslizó de su mano llenando el cuero inmaculado del asiento y el suelo del coche con monedas, un lápiz de labios, el monedero y un montón de pequeños objetos personales.
Demi se ruborizó, soltó el cinturón de seguridad y trató de recoger todo aprisa, pero el lápiz de labios rodó fuera de su alcance con el movimiento del coche al arrancar. Casi se desmayó al darse cuenta de que había rodado por el asiento hasta topar con el muslo de Joe.
No podía recuperarlo sin tocarlo.
Se humedeció los labios con la punta de la lengua:
—¿Podrías darme mi lápiz de labios, por favor? Estás sentado encima de él.
—¿Qué?
La mirada de Joe fue de total incomprensión masculina.
—¡Mi lápiz de labios! —repitió Demi—. Se me cayó del bolso y ahora está...
Demi dirigió la mirada al asiento de cuero intensando al mismo tiempo mantener la pierna de Joe fuera de su vista.
Joe tornó el pequeño cilindro y se lo dio con una mirada de irritación.
Demi respiró con alivio cuando recuperó el lápiz de labios. Estaba tan pendiente de guardarlo, que no se dio cuenta de que se acercaban a un profundo bache que el conductor no pudo evitar porque venía otro vehículo de frente.
El violento movimiento del coche lanzó su cuerpo sobre el de Joe. Debido a la fuerza del impacto, se quedó sin aire, apoyada sobre él, con la cara enterrada en el polo y su mano agarrada al brazo de Joe.
Una sensación desconocida la golpeó como una lluvia de flechas afiladas: su olor, la textura del polo, la dureza de su pecho contra la mejilla, la suavidad de lo que ella pensó sería su vello corporal, el lento y sordo latido de su corazón...
En algún lugar dentro de su cabeza se estaban formando imágenes no deseadas: un hombre, Joe, con el torso desnudo llevándola en brazos. Podía sentir el calor de su propio deseo, las yemas de los dedos apretaron el brazo de Joe, las uñas se clavaron en su piel.
Demi volvió a la realidad de repente y a la humillante consciencia de lo que estaba haciendo. El rostro le ardía, soltó el brazo de Joe y se apartó de él evitando mirarlo.
En cuanto Demi volvió a su lado del coche, Joe recuperó su posición y se apartó de ella para disimular la evidencia del pliegue que provocaba su sexo presionando contra la tela de los pantalones.
Estaba empezando a ser consciente de que había infravalorado el efecto que Demi tenía sobre él. Una cosa era reconocer que le apetecía acostarse con ella y otra admitir que su deseo era mucho más urgente de lo que había planeado o, lo que era peor, que estaba debilitándose su capacidad de autocontrol. No deseaba esa violenta oleada de deseo, esa necesidad de tomarla entre sus brazos y llenarse con su olor, su sabor, de llenarla a ella de sí mismo y...
Como el deseo aumentaba en lugar de disminuir, Joe tuvo que recurrir al subterfugio de abrir el periódico y ocuparse en releerlo para disimular.

Bueno chicas hasta aqi dejo de subir por hoy  

si tienen alguna sugerencia de parejas  diganmelo  ami me encanta JEMI y NILEY  pero si tienen alguna sugerencia seria bueno y a lo mejor me animo a subir una con diferente pareja jeje ;)

Bueno chicas os adoro GRAcIasS!!