miércoles, 21 de marzo de 2012

Legal Love Cap.5


A Miley le llevó casi la mitad del día siguiente reunir el valor suficiente para llamar a un abogado y consultarle sobre la validez de el certificado.
Además queriendo ser cautelosa, prefirió no llamar al abogado que solía aconsejar a su padre sobre temas legales de modo que telefoneó a uno de El Paso, dando a la secretaria un nombre falso. Estuvo de suerte, porque
según le dijo la mujer, acababa de quedar un hueco libre en su agenda, y le concertó una cita para esa misma tarde. Cuando la mujer inquirió cuál era el motivo de la visita Miley se lo explicó a grandes rasgos:
—Bueno, verá, me he casado en una pequeña ciudad mexicana, y quería saber si el certificado es válido aquí en el estado de Texas, porque... no lo es, ¿verdad? La secretaria se echó a reír.
—Todo el mundo suele pensar que no son válidos, pero sí lo son.
Miley se había quedado pálida, y el corazón le estaba latiendo con tal fuerza que le parecía que fuera a salírsele del pecho ¿No podría estar equivocada aquella mujer?
¿Y si tuviera razón? Si en efecto era legalmente la esposa de Nick Jonas, había metido la pata hasta el fondo al ocultárselo, porque al creer él que no se habían casado, podía contraer matrimonio con Delta, y cometer sin saberlo delito de bigamia. ¿Qué iba a hacer?, se preguntó
desesperada. Si se lo contaba, si admitía haberle mentido, no volvería a tener ninguna confianza en ella, y la odiaría por ello, porque seguramente creería que había intentado cazarlo con esa mentira. No serviría de nada que le dijera que era él quien la había inducido a hacerlo, amenazándola con formar un escándalo. Él le respondería que eso no tenía nada que ver, que él había estado ebrio y ella no debería haberle seguido el juego. Y entonces...
Dios, entonces querría saber por qué, si no lo había hecho para cazarlo, por qué había accedido a casarse con él. ¿Y qué le respondería ella entonces?
¿Adivinaría N.J. lo desesperadamente enamorada que estaba de él? Le daría tanta vergüenza que se enterara...
—¿Oiga? ¿Sigue ahí?
—Sí, sí, perdóneme.
—¿Aún quiere la cita?
—Sí, por favor, no la anule. Estaré allí esta tarde, gracias. Adiós.
Miley colgó el teléfono y hundió el rostro en sus manos. ¡La había hecho buena! ¿Cómo podía haber sido tan estúpida? Trató de tranquilizarse, diciéndose que aún tenía que confirmárselo el abogado, aunque la secretaría había parecido muy segura.
Estaba tan preocupada, que incluso se le quemó el almuerzo. Su padre se quedó mirándola con el ceño fruncido cuando le colocó delante unas piezas de pechuga de pollo al ajillo bastante churruscadas.
— Lo siento —farfulló ella incómoda—, me despisté y se pegó a la cazuela.
— Bueno, no pasa nada —dijo Billy—, pero la verdad es que llevas toda la mañana... no sé, como preocupada —observó curioso un ligero rubor en las mejillas su hija—. ¿Quieres hablar de ello? la joven esbozó una débil sonrisa
y meneó la cabeza.
—Gracias de todos modos, pero su padre no apartó la vista de ella.
—¿No tendrá algo que ver con la ausencia de N.J.?
La joven se quedó mirándolo sobresaltada. ¿Lo sabía?
— Anoche, al volver, me fijé en que el coche de él no estaba en el rancho, y me he enterado de que esta mañana ha mandado a uno de los hombres a por él..a Juárez —ante el silencio delator de la joven, continuó —. Anoche estuvo bebiendo, ¿no es así? La joven se sintió incapaz de mentirle, pero tampoco podía contarle toda la verdad.
— Bueno, uno de los peones me dijo que N.J. había estado tomando allí unos tragos, pero durante su tiempo libre ... —añadió rápidamente — . Lo cierto es que no estaba rompiendo ninguna de tus reglas, porque no lo hizo
cuando debía estar trabajando. Además... solo es una vez al año —dijo tratando de suavizarlo.
—¿Solo una vez al año? —repitió su padre frunciendo el entrecejo.
—Sí, y por favor no me preguntes cómo lo sé, porque no puedo decírtelo —murmuró incómoda. Alzó la vista, y colocó una mano insegura en el brazo su padre —. Papá, tú sabes que le debemos. ¿Dónde estaríamos ahora sin él?
—Lo sé, lo sé... pero, maldita sea, Miles, no puedo tener un rasero para él y otro para los demás hombres.
—Estoy segura de que no volverá a ocurrir, papá — le dijo ella—. Además, ni siquiera lo has pillado bebido. Así que nadie podrá acusarte de nada.
Billy torció el gesto ante la insistencia de su hija.
—Bueno, supongo que tienes razón, pero si alguna vez lo pillo...—añadió levantando un dedo amenazador.
—Lo sé, lo sé, lo echarás con caras destempladas — dijo ella sonriendo—. ¿Quieres un poco más de puré de patatas?, al menos eso no se me ha quemado.
Cuando estaban terminando de almorzar, Pepi tomó un sorbo de agua antes de decidirse a hablar.
—Oye, papá, está tarde voy a acercarme a El Paso, para recoger un paquete.
—¿Un paquete?
—Es algo que pedí por uno de esos catálogos de venta por correo —se inventó sobre la marcha—. Es un regalo para tu cumpleaños —era una mentira plausible, porque era dentro de dos semanas.
Aquello pareció convencer a su padre, que no hizo más preguntas, y Miles, tras recoger la mesa y meter las cosas en el lavavajillas, y subió a cambiarse para marcharse.
Se puso una falda azul marino, una blusa blanca con bordados, y se recogió el cabello sobre la cabeza con una pinza. Así parecía mucho más madura, se dijo mirándose en el espejo. Lo único que estropeaba el efecto general eran las pecas que tenía en la nariz, pero eso no podía  disimularlo ni con el ligero maquillaje que se había aplicado. Y su figura tampoco era la mejor, se lamentó dejando escapar un gruñido ahogado. Demasiado voluptuosa. Si pudiera estar tan esbelta como Delta...

Con un suspiro se calzó unos zapatos blancos con un poco de tacón, tomó su bolso, y bajó las escaleras. Sin embargo, el destino quiso que se topara con N.J. en el porche delantero. Parecía cansado, y sus ropas estaban
polvorientas y manchadas de tierra. La miró de arriba abajo.
—Liam está en los rediles —le dijo de improviso—. Porque supongo que te has vestido así por él, ¿me equivoco?
—Pues sí, te equivocas —replicó ella molesta—. Voy al Paso a hacer unas compras.
—Ya veo —murmuró él sin interés—. ¿Tendrías un minuto antes de irte? Tenemos que hablar.
El corazón de la joven se saltó un latido, y el pánico la inundó cuando él la tomó del hombro, la llevó de nuevo dentro de la casa y cerró la puerta.
—Escucha, Miles, esto tiene que acabar —le dijo apartándose de ella.
—E.... el qué? —balbució ella.
—Que me sigas cada año, cuando me emborracho—. respondió Nick irritado. Se quitó el sombrero y se pasó la mano por el cabello mojado por el sudor—. Desde ayer no he hecho más que pensar en lo que podría haberte
pasado. Una chica sola en Juárez... Y, como te dije, no necesitó ninguna niñera, así que no quiero que vuelvas a hacerlo.
—La solución es muy simple —repuso ella calmadamente— deja de emborracharte cada año. Nick escrutó su rostro.
—Supongo que debería hacerlo —admitió—, porque si cada vez que bebo me falla de ese modo la memoria....
Miley tuvo que apartar la vista para que él no se diera cuenta de lo incómoda y nerviosa que estaba.
— No tienes que preocuparte, N.J., tu secreto está a salvo conmigo — le dijo, y sonrió.
Él pareció relajarse un poco al fin.
—Está bien, trasto, anda, ve a hacer tus compras.
Sin embargo, tras decirle eso, sus ojos volvieron a recorrer el cuerpo de Miley en un lento barrido que hizo que a la joven le temblaran las rodillas.
—¿Qué ocurre? —inquirió con voz ronca.
Nick la miró a los ojos.
—No, nada, es solo que, estoy tan acostumbrado a verte vestida como un vaquero, que a veces me olvido de que tienes piernas... y unas piernas muy bonitas, por cierto —dijo bajando la mirada hacia ellas y sonriendo de un
modo picaro.
—Mis piernas no son asunto tuyo, N.J. —le espetó la joven, sonrojándose.
Aquello no pareció hacerle gracia al capataz, como le indicó la dura mirada que le lanzó.
—¿Porque pertenecen a ese veterinario rubio? Por mucho que niegues lo vuestro, él actúa más como un amante que como un amigo. Además, tampoco creas que me iba a escandalizar porque lo admitas. Como siempre me estás recordando, ya tienes veintidós años, y las chicas en esta época no llevan precisamente vida de monjas. Ningún hombre espera ya que su esposa sea virgen cuando se casan.
A la mención de la palabra «esposa», Miley se sintió palidecer, pero no podía permitir que él viera lo nerviosa que estaba.
—Pues sí, es verdad, las chicas de hoy estamos liberadas, y hacemos lo que nos viene en gana. Y si quiero acostarme con un hombre, es cosa mía.
Los ojos de  Nick relampagueaban.
—¿Y tu padre está de acuerdo con esa actitud tuya?
—Lo que mi padre ignora no puede hacerle daño — dijo ella incómoda por la espiral de mentiras en las que ella misma se estaba metiendo—. Tengo que irme, N.J.
—Dios... —masculló él mirándola con desprecio—. Y pensar que yo creía que eras una mosquita muerta.
Aquello le dolió profundamente a la joven.
—¿Y tú qué? No creo que Delta y tú os vayáis a jugar al bingo cuando quedáis. Así que no pretendas darme lecciones de moral —le espetó. 
— Yo soy un hombre, Miles —replicó él sin alterarse. Ella alzó el rostro desafiante.
—¿Y qué? ¿Es que eso te da derecho para acostarte con quien te plazca y en cambio las mujeres tienen que ser castas y puras? Si queréis que lo seamos, probad a serlo vosotros antes.
—Dudo que encuentres a un hombre virgen en muchos kilómetros a la redonda —le dijo él burlón, echándose a reír—. Bueno, y si no te has vestido así por tu veterinario, ¿por qué lo has hecho?
—No me he vestido de ningún modo, solo son una falda y una blusa.
—!No como te quedan a ti, nena —murmuró él enfatizando sus palabras con otro barrido visual.
Él corazón de Miley latía como un loco, y de pronto se dio cuentea de que su respiración se había tornado entrecortada, y de que estaba clavando las uñas en el cuero del bolso de mano que llevaba.
Nick se acercó un poco a ella, lo justo para que ella se turbara por el calor de su cuerpo y la proximidad. Era bastante más alto que ella, así que la joven tuvo que alzar el rostro para mirarlo a los ojos. N.J. había alzado la mano y estaba acariciándole la mejilla con una suavidad musitada.
—Y yo que creía que eras una chica totalmente inocente —dijo con voz ronca.
La joven sentía que estaba ahogándose en la profundidad su mirada. Sus ojos descendieron, como hipnotizados hacia los labios de Nick, deseándolos con una ansia que la sobrecogía. De pronto se le ocurrió que si se acostaran no habría nada de malo en ello, porque, si la secretaria del
abogado estaba en lo cierto, eran marido y mujer. Y si lo sedujera? La deliciosa idea hizo que contuviera el aliento en su pecho.
Pero entonces, las imágenes que estaban surgiendo en su mente se vieron rotas por el pensamiento de lo que ocurriría si hicieran el amor: él se daría cuenta por sus reacciones de que no tenía ninguna experiencia en absoluto, como le había dado a entender por despecho. Además había oído que la primera vez dolía, y eso también la hizo echarse atrás. Y él tampoco sabía que estaban casados, y podían surgir toda clase de complicaciones. No, se dijo, ni siquiera tendría el consuelo de hacer el amor con él una vez. Tendría que mantenerlo a raya hasta que hubiera decidido cómo iba a contarle la verdad, y qué hacer para solucionar las cosas.
Se apartó de él, y esbozó una sonrisa.
—Tengo que irme —repitió con voz queda—. Te veré luego.
N.J. farfulló algo, pero le abrió la puerta, y se quedó observando cómo se alejaba. «Maldita sea», se dijo el vaquero. Le molestaba el modo en que las curvas de la chica estaban empezando a afectarlo, darse cuenta de que la deseaba, pero, sobre todo, el enterarse de que no era virgen. Aquello lo había puesto furioso. No quería que ningún otro hombre la tocara, y el veterinario menos que nadie. Ella siempre había estado cuidando de él, desde que llegara al rancho, y él había empezado a sentirse tan posesivo hacia ella como un viñatero por su mejor cosecha. Hasta entonces había pensado que era pura y virginal, y por eso jamás se había acercado a ella, sintiéndose culpable por sus deseos lujuriosos cada vez que la veía, y en ese
momento se sentía como un idiota. Sin embargo, resultaba extraño que se sonrojara de ese modo cuando la miraba... Tal vez no fuera tan experimentada como quería haberle dado a entender, a pesar de las atenciones del veterinario.
N.J. entornó los ojos. Sí, Liam era muy joven, y no podía tener la misma experiencia que él, así que aquello le daba cierta ventaja. Salió al porche, encendió un cigarrillo, y se lo llevó a los labios sonriendo divertido mientras veía a Miles alejarse en el viejo Lincoln de su padre. 

Bueno chicas es todo por hoi aqi les dejo esta nove qe cada vez se pone mejor jajajajaja
ay Miley qe metirosilla salio jajajaja
Besiitos♥




2 comentarios:

  1. Holaaaa me gusta mucho tu blog no se por que no lo había visto antes es muy bueno ok ya hahah sube pronto

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  2. WOOOOOOOOOOOOOOOW! NICK ESTABA ENAMORADO DE MILEY ANTESS????? ME MUERO!!!!! PORFA!!! HAS UNA MINI MARATON DE ESTA NOVE TE LO RUEGO!!! JAJAJ ES QUE ME ENCANTA! AJAJJA SEGUILA PRONTO PORFA!!!! MUERO POR LEER EL PROXIMO CAPI PRONTO JEJE , BESOTESSSS

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