viernes, 26 de agosto de 2011

"Darling enemy" Niley♥ cap.2

Estaban discutiendo tan acaloradamente, que ninguno de los dos advirtió su llegada. — ...y yo he dicho que ni hablar —le estaba diciendo Nick en un tono firme, que no admitía discusión—; no voy a permitir que vuelva a poner patas arriba el rancho como hizo en Semana Santa. ¿Crees que los hombres pueden trabajar con ella paseándose por ahí? No hacían más que mirarla...
—Eso no es culpa suya —replicó Selena irritada, saliendo en defensa de su amiga—. Además, Miley  no es la clase de persona que tú crees que es, no se parece en nada a su tía...
—Porque no es rica como ella, quieres decir — masculló él sarcástico—. Pero seguro que pronto le encuentra remedio, en cuanto encuentre a un tonto con la cartera llena de billetes —se metió las manos en los bolsillos—. Pues que se le vaya olvidando lo de pasar el verano mirando a mis hombres con ojitos tiernos... o a mí, ya que estamos —añadió con una risa áspera.
Miley  se puso roja como una amapola. Durante las vacaciones de Semana Santa en el rancho Jonas había cometido una estupidez que todavía no había logrado borrar de su mente, y parecía que él tampoco.
— ¡No digas tonterías, Nick! —exclamó Selena disgustada—. A Miley  le das verdadero pavor. ¿Por qué razón querría...?
—Oh, sí, ¿por qué razón querría tratar de seducirme? —repitió él en tono burlón—. ¿Acaso no te fijaste en como me miraba cuando estuvo en el rancho en Semana Santa? Una Semana Santa que, por cierto, habría preferido pasar tranquilamente sin extraños, a solas con mi familia —añadió con crueldad—. Nuestra madre tendría que haber tenido otra hija para que te hiciera compañía, ¡así quizá no irías por ahí recogiendo a chicas desamparadas!
Miley  palideció. Se quedó muy quieta, como un animalillo herido, con los ojos vidriados por el dolor. Nick se giró justo en ese momento y la vio. La expresión en su rostro fue casi cómica.
— ¡Oh!, Miley... —gimió Selena espantada, al comprender que lo había oído todo. Se puso de pie y balbució—: Nick no quería...
Miley  se irguió orgullosa.
—Estaba... estaba buscándote por si querías venir a desayunar conmigo —le dijo suavemente—. Estaré en el comedor.
—Nick no iba a venir hasta esta tarde, y se ha presentado aquí de improviso —dijo su amiga atropelladamente—. Estábamos hablando de las vacaciones y...
—Seguro que te divertirás mucho —la cortó Miley, forzando una sonrisa—. Estaré en el comedor — repitió, dirigiéndose hacia la puerta que daba al vestíbulo.
— ¡Espera, Miley! —le rogó Selena—. Quiero que vengas a pasar las vacaciones conmigo... —le dijo, lanzándole una mirada desafiante a su hermano.
Miley, que se había detenido y se había vuelto hacia ellos, y le respondió:
—No, gracias.
—Pero si Nick ni siquiera estará en el rancho la mayor parte del tiempo... —insistió su amiga.
Miley miró al  ranchero, que estaba allí de pie, sin decir nada, y con la mandíbula apretada.
—Lo siento, Selena,  pero estoy cansada de tener que pasar las vacaciones soportando el que tu hermano me trate como si tuviese una enfermedad contagiosa. Yo prefiero pasar el verano en Nueva York, y él estará encantado de teneros a tu madre y a ti para él solo —añadió con toda la intención.
—Miley... —balbució Selena.
—Además, tengo varias ofertas de trabajo de la agencia en perspectiva —añadió, lanzando una mirada asesina a Nick  y dándoles la espalda—. ¿Por qué querría pasar el verano en un rancho, cuando puedo seducir a la mitad de los hombres de Nueva York mientras hago una fortuna? —el labio inferior le temblaba mientras hablaba, pero ni Selena  ni su hermano podían verlo—. Gracias de todos modos, Selena. No es culpa tuya que tu hermano sea un esnob insufrible.
Y, con esa nota desafiante, abandonó la sala, atravesó el vestíbulo y salió fuera de la residencia, a la luz del sol, con las lágrimas agolpándose en sus ojos.
Mientras avanzaba aturdida por el camino empedrado, no pudo contener por más tiempo el deseo de llorar, y las lágrimas rodaron una tras otra por sus mejillas. ¿Cómo podía ser tan cruel?, ¿Cómo? ¡Estúpido machista prejuicioso! ¡Y pensar que había sugerido que si iba al rancho intentaría seducirlo...! ¡Como si pudiera haber sobre la faz de la tierra una mujer tan idiota como para querer tener una relación con un hombre tan arrogante...!
Se secó las lágrimas con el dorso de la mano, furiosa consigo misma por su propia debilidad. Escribiría a Selena,  eso no podía impedírselo Nick, y volverían a estar juntas en la universidad cuando llegara el otoño.

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