viernes, 6 de abril de 2012

Legal Love Cap.22


Era la primera vez que le hacía una invitación así, expresamente, como si deseara su compañía. Miley no sabía qué responder. Abrió la boca, pero no acertó a articular palabra.
— Si te decides ya sabes dónde voy a estar — murmuró él ahorrándole el esfuerzo. Y se marchó. La joven se volvió hacia su padre anonadada.
—¿Qué diablos está pasando aquí? ¿Por qué de repente está tan cambiado?
—No tengo ni idea —le contestó Billy—, pero desde luego no puedo decir que esté descontento con su cambio de actitud y lo que está haciendo por nosotros. Estas tierras han pertenecido a nuestra familia desde el final de
la Guerra Civil, y me dolería mucho ser yo quien las perdiera por mi mala gestión.
Miley sabía lo mucho que el rancho significaba para su padre, y sintió una punzada de culpabilidad por estar mostrándose tan difícil cuando N.J. era la respuesta a sus problemas y en el fondo lo que ella siempre había soñado.
—¿Qué opinas tú de todo esto, hija? —inquirió Billy.
—Que N.J. simplemente está sacando provecho de la situación. O tal vez crea que anular el matrimonio sería como un golpe a su masculinidad — aventuró encogiéndose de hombros—. O quizá sea verdad lo que dijo ayer, que es para mantener a raya a las cazafortunas. Lo único que no me cuadra, es que hace unos días casi quisiera matarme cuando se enteró de lo que había pasado en Juárez, y de repente esté tan suave.
—Bueno, tal vez mientras ha estado fuera se le hayan aplacado un poco los ánimos —murmuró Billy pensativo—. Tal vez haya decidido como dice que no era tan malo.
La joven recordó en ese momento lo que Nick le había insinuado acerca de que él quería formar una familia, y como Delta no le parecía la pareja adecuada porque se negaba a tener hijos.
—¿Ya estás dándole vueltas otra vez a algo, Miles? —dijo el señor Cyrus sacándola de sus pensamientos—. Vamos, ¿por qué no intentas vivir el presente y esperar a ver qué pasa?
—Supongo que tienes razón —murmuró la joven—. Oh, y hablando del presente. Aún no te he dicho que he conseguido un empleo.
—¿Un empleo?
—Bueno, aún no es definitivo, pero de momento voy a hacer la suplencia de una recepcionista en una aseguradora de El Paso. Acaba de tener un bebé, y todavía no les ha dicho si va a volver o no —explicó. Su padre estaba mirándola con el ceño fruncido, como si no acabase de aceptar la idea de que fuera a trabajar—. ¿Qué? ¿Qué hay de malo en que haya conseguido un empleo? Tendrías que estar contento por mí.
—Pero, Miles, ¿pero que voy a hacer sin ti aquí?, ¿cómo me las voy a apañar?
—Papá, no puedo quedarme en casa para siempre —repuso ella, enarcando las cejas.
—Pero ahora que estás casada no te hace falta trabajar fuera —insistió su padre—. Yo pensé que estarías contenta: tienes un marido atractivo, rico, inteligente...
— ...y también cabezota, irrazonable, despótico...
—Oh, vamos, Miles, es un buen hombre, y además le gustan los niños — continuó su padre—. Y a mi me encantaría tener nietos. ¿Te imaginas nuestra casa llena de niños? Nada me haría más feliz.
—Estupendo —farfulló Miley—. Si eso es lo que quieres, en cuanto obtenga la anulación, me casaré con Liam y te daremos un montón de nietos, todos rubios —le dijo con una sonrisa maliciosa.
— ¡Pero yo no quiero nietos rubios! —exclamó Billy irritado.
—Peor para ti —replicó Miley muy calmada mientras terminaba su desayuno—, porque no pienso pasarme el resto de mi vida espantándole cazafortunas a N.J.
—¿No se te ha ocurrido que quizá tenga otras razones para querer seguir casado contigo? —inquirió su padre al cabo de un rato—. ¿Razones más personales de las que te ha dado?
—¿Te refieres a lo de su esposa y su hijo? Billy asintió con la cabeza.
—Aquello debió ser durísimo para él, y entiendo muy bien que se haya sentido culpable todo este tiempo. Nadie sabe mejor que yo lo que es eso, echarse la culpa todo el tiempo. ¿Cuántas veces me habré preguntado si tu madre no habría muerto si yo no hubiese bebido aquella noche? Tardé
mucho en comprender que el mortificarme no la haría volver, y que no podía seguir viviendo en el pasado, así que me eché mi cruz al hombro y seguí adelante. Creo que él está comenzando a darse cuenta de eso mismo ahora.
Tal vez haya decidido que es el momento de volver a empezar.
—Puede que tengas razón, papá, pero, ¿qué pasa conmigo? A mí no me basta con ser un bálsamo curativo para él, yo quiero sentirme amada, deseada, necesitada.
—¿Y acaso no te necesita N.J., hija? Te necesita muchísimo, y eso ha quedado patente a lo largo de estos tres años —le recordó su padre.
—Oh, sí, claro, la tonta de Miles: sacándolo siempre de apuros, asegurándose de que se pone el chubasquero cuando llueve, de que come bien... eso no es lo que él necesita, papá. Necesita a una mujer a la que pueda
amar. Delta es la mujer que le conviene. Al menos ellos tenían una relación de verdad. N.J. y yo nunca... Ni siquiera me ha besado —confesó sonrojándose.
—Bueno, podrías pedirle que lo hiciera —contestó Billy con una sonrisa maliciosa—. Para... comprobar que estás satisfecha con la «mercancía» que has adquirido.
La joven enrojeció aún más y bajó los ojos al plato.
— Yo no quiero que me bese.
—Pues hasta que no lo haga, no sabrás lo que te estás perdiendo —dijo su padre con sorna—. A pesar de los intentos de Liam, has llevado una vida de monja todos estos años.
—Papá! —exclamó Miley—. No le habrás dicho eso a N.J., ¿verdad?
—Me temo que ya se lo habrá figurado por sí mismo —contestó Billy—. N.J. no está ciego, hija mía, y tú te sonrojas con demasiada facilidad.
—¿Qué voy a tener que hacer? ¿Ponerme polvos de arroz en la cara o llevar una máscara? —gruñó Miley desesperada—. ¡Hombres!
— Vamos, vamos... —trató de calmarla Billy.
— Y tú... tú... mi propio padre, confraternizando con el enemigo...
—Yo solo quiero lo mejor para ti, cariño.
—Y el que él te haya prometido pagar tus deudas es como la guinda del pastel, ¿no es así? —lo acusó Miley.
—Bueno, no puedo negar que una oportunidad así no se presenta todos los días —dijo su padre sonriendo conciliador—. Pero tienes que entenderlo, Miley, estas tierras son el legado de los Cyrus. Han pasado de una
generación a otra durante años. Sí, hija mía, esta es una propiedad cargada de historia, y yo querría que tus hijos la heredasen y se sintiesen tan orgullosos de ella como yo.
La expresión de la joven se suavizó, y puso su blanca mano sobre la mano arrugada de su padre.
—Lo comprendo, pero es que el matrimonio ya parece bastante duro cuando uno se casa con alguien a quien ama, conque un matrimonio sin amor...
—Pero tú sí lo amas —replicó Billy—. Me he fijado en cómo lo miras, en el modo en que se ilumina tu rostro cuando entra en la habitación en la que tú estás. Él simplemente no lo ha visto nunca porque no se ha molestado siquiera en mirar, pero me parece que el hecho de que no quiera esa
anulación debería darte alguna esperanza.
—Pero, papá, está muy claro por qué ya no quiere anular nuestro matrimonio: porque cualquier mujer dispuesta a tener hijos y llevar una casa le valdría, ¿es que no lo ves?
—No, me niego a creer eso —dijo su padre mientras sacaba su reloj de bolsillo y comprobaba la hora—. Vaya, me temo que debo marcharme o llegaré tarde. No me esperes para almorzar —le dijo poniéndose de pie —. Oh, pero N.J. me dijo que sí vendría para comer contigo.
—Estupendo —masculló la joven—. Tranquilo, le dejaré algo en el horno.
—Vamos, chiquilla... ¿Es esa forma de tratar al hombre que va a sacar a tu anciano padre del atolladero? La joven contrajo el rostro.
—Supongo que no. Oh, está bien, no tienes que preocuparte, solo era una broma —le aseguró levantándose y empezando a apilar los platos—. Y si me disculpas tú a mí también, tengo cosas que hacer. Ah, y no pienso renunciar
a ese trabajo —le dijo mirándolo por encima del hombro mientras metía las cosas en el lavavajillas.
El señor Cyrus salió del salón lanzando los brazos al aire, dejando a Miley sola. Mientras recogía la mesa, la joven no podía dejar de pensar en N.J., y en su invitación a que fuera a verlo trabajar. Tal vez precisamente porque no la había presionado, decidió ir.

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