domingo, 1 de abril de 2012

The Burning Passion JEMI cap. 27




Dos hombres, ejecutivos de una importante empresa neoyorquina de relaciones públicas, que le habían presentado antes, se estabas aproximando a ella. Colocó los labios de la forma que le pareció que podrían simular la más profesional de las sonrisas.
—Buena celebración —dijo uno de ellos—. Harvey opina que ha estado todo muy bien organizado, ¿verdad, Harv?
—Sí —asintió el segundo—. Muy, muy bien.
Ricardo aceleró el paso. Cada vez que sucumbía a la tentación de mirar a Demi, la encontraba rodeada de otros hombres. ¡Y no le gustaba! ¡No le gustaba ni pizca!
—Disculpen por interrumpir la fiesta —dijo al alcanzar al trío.
Inmediatamente los dos hombres se echaron hacia atrás dejando un espacio libre al lado de Demi que Joe llenó rápidamente colocándose de manera que deliberadamente bloqueaba a los dos hombres o a cualquier otro que quisiera aproximarse a ella.
—¿Has visto todo lo que querías ver? —preguntó Demi.
Había pasado toda la tarde pensando que Joe estaría tan impresionado con Prêt a Party, que les ofrecería el contrato.
Joe estuvo tentado de confesarle que ella era lo que mas quería ver, preferiblemente tumbada desnuda en su cama con esa mirada que le decía que lo deseaba con locura.
En su lugar movió la cabeza con brusquedad y preguntó:
—¿Cuánto tardarás en estar lista para irnos?
Su homóloga de Nueva York ya le había dicho que no hacía falta que se quedara y ella ya había hablado con los clientes.
—Ya estoy lista.
—Estupendo. Vámonos entonces.
Demi en realidad no quería moverse. Joe estaba de pie a su derecha, y si ella se giraba hacia él estarían uno frente al otro... como enamorados...
—¿Cuál es el problema? ¿Echas de menos a tus nuevos amigos? ¿Quieres que los llame para que vuelvan?
En lugar de girarse hacia él, Demi dio un paso atrás.
—No —dijo con tranquilidad—. Y sobré el «problema», simplemente querría no desear tanto que me llevaras a la cama.
Se dio la vuelta y echó a andar en dirección al helipuerto, temblando por la conmoción de haberle dicho lo que pensaba y sentía. Su rostro y su cuerpo estaban ardiendo por diferentes razones, el rostro por sentirse avergonzada, el cuerpo porque lo que le había dicho a Joe era la verdad.
Joe llegó a su altura antes de que hubiera dado tres pasos, puso la mano en su brazo y la detuvo para ponerse en frente de ella.
—¿Es eso un reconocimiento o una invitación? —preguntó con suavidad.
Joe se forzó a mirarlo y sostenerte la mirada mientras le respondía:
—Las dos cosas.
Joe no podía recordar cuántas mujeres le habían hecho proposiciones a lo largo de los años, nunca se había preocupado de contarlas, pero ninguna le había hablado antes de ese modo, simple y directamente, reconociendo su necesidad de él.
—¡Vaya cambio! ¿Por qué?
—De pronto me he dado cuenta de lo mucho que me iba a arrepentir si me iba a la tumba sin conocerte.
—¿Conocerme? —bromeó cínicamente mientras se colocaba al lado de Demi para que pudieran seguir caminando.
—Sin acostarme contigo —se corrigió—. Obviamente no hace falta decir que es sólo sexo lo que queremos ambos.
—Hace menos de veinticuatro horas estabas muy ofendida porque pagué tu ropa y ahora te ofreces para mantener relaciones sexuales conmigo.
—Estaba furiosa porque sentía que lo que habías hecho implicaba que me podías comprar. Elegir libremente acostarme contigo es completamente diferente.
—¿Y no se te ocurre que yo me puedo sentir igual de insultado por tu sugerencia de que yo aceptaría en mi cama a una mujer que tengo que comprar? —retó Ricardo.

Habrán llegado casi al helicóptero.
Demi había conseguido tocar una parte muy profunda de él, una parte que ninguna otra mujer había alcanzado y, de forma instintiva, se puso en guardia ante su respuesta emocional. Al mismo tiempo también se había sentido retado por el hecho de que ella no se iba a dejar implicar emocionalmente con él. ¿Una mujer que quería entregarse libremente, pero que rechazaba una relación afectiva? ¿No debería eso agradarle en lugar de fastidiarle?, se preguntaba dubitativo. Desde luego que no iba a rechazarla.
Demi se preguntaba qué estaría pensando él. ¿Estaría sorprendido por lo que le había dicho? ¿Podría haber sido menos directa y en su lugar haber creado artificialmente la oportunidad para que fuera él quien tomara la iniciativa?
Joe había ido a hablar con alguien del equipo encargado de cuidar los helicópteros. Joe pudo sentir cómo se encogía su estómago cuando él regresó.
—Te veía este mañana temprano —dijo con delicia—, y me imaginaba cómo sería tener esas largas piernas apretadas alrededor de mi cintura. ¿Cómo te gusta más? ¡Dímelo!
Un golpe de placer la atravesó, caliente, dulce y embriagador. Una vertiginosa sensación de abierta excitación sexual que quitaba la respiración.
Joe la miró y fue consciente de que el aspecto de deslumbrante, aturdida anticipación de sus ojos estaba excitándolo más de lo que creía posible.
—Hora de irse —dijo a Demi mirando en dirección al helicóptero que los esperaba.

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