domingo, 1 de abril de 2012

Legal Love Cap.17


Sin embargo, el buen humor no le duró más que hasta el momento en que Liam estaba con ella en el porche, despidiéndose. Justo cuando el veterinario estaba inclinándose hacia ella para darle un beso de despedida,
un furibundo Nick surgió de la penumbra.
—Ah, hola, N.J. —dijo Liam sin saber muy bien qué esperar. Se pasó una mano por el cabello, y se volvió hacia Miley, observando preocupado su rostro, repentinamente pálido—. Bueno, ya te llamaré por la mañana. Buenas noches, Miley.
Y se alejó a toda prisa. Penélope se quedó mirándolo hasta que hubo arrancado el automóvil, desapareciendo en la noche, porque se sentía incapaz de subir la vista hacia Nick. Lo había mirado de reojo momentos antes, y tenía una expresión verdaderamente peligrosa en el rostro.
— ¿Dónde habéis estado? —exigió saber N.J., en tono acusador.
— He acompañado a Liam a una cena de la Asociación de Ganaderos — le respondió ella, tratando de mantener la calma—, ¿Acaso es algo malo? — Rebuscó en su bolso de mano hasta que encontró la llave de la casa y le dio
la espalda—. Estoy cansada, N.J., así que me voy a dormir. Mañana hablaremos de lo que quieras.
Sin embargo, en cuando hubo girado la llave y pasado al vestíbulo, él la siguió.
— ¿Es que no vas a darme la bienvenida? —le preguntó sarcástico.
Miley le no le respondió; se dirigió hacia las escaleras, pero antes de que pudiera alcanzar el primer escalón, él la retuvo por la muñeca. Nick nunca se hubiera esperado la reacción de la joven. Se zafó de su presa, se echó hacia atrás, chocando con la pared, y se quedó mirándolo con los ojos
muy abiertos, y el pecho subiendo y bajando por la respiración entrecortada.
N.J. se acercó muy despacio.
—Por Dios, ¿no tendrás miedo de mí? —inquirió frunciendo el ceño.
La joven apartó el rostro.
—Ya te he dicho que estoy cansada. El señor Hardy está preparando el trámite de la anulación, y me ha dicho que el viernes tendrás que ir a firmar —le dijo—. Además, yo pagaré todos los costes. Haz el favor de marcharte.
No quiero que despiertes a mi padre.
—No está en la casa, está en el barracón, hablando con Jed. Y ahora escúchame, y escúchame bien. No quiero volver a verte con Liam mientras aún estés casada conmigo.
¿Por qué se creía con derecho a hacerle esa clase de exigencias? Miley quería protestar, pero no tenía ganas de iniciar una discusión. Después de todo, tampoco era mucho pedir, considerando que todo terminaría el viernes.
— De acuerdo —accedió —. Tal vez obtengamos pronto la anulación.
Nick entornó los ojos enfadados.
— ¿Tanta prisa tienes por que Liam te ponga un anillo en el dedo?
—No quiero pelear contigo, N.J. —le dijo ella quedamente, rehuyendo su mirada. ¿Por qué la turbaba de aquel modo? ¿Por qué le temblaban las piernas?—. He conseguido un trabajo, y empiezo el lunes. Voy a buscar un apartamento en El Paso, así que no... no tendrás que preocuparte por verme por aquí todo el tiempo y...
—Miles... —la interrumpió él con voz ronca.
—Buenas noches, N.J.
Se dio la vuelta y corrió escaleras arriba, entrando en su habitación y cerrando la puerta con manos temblorosas y lágrimas rodando por sus pálidas mejillas. De modo que estaba de vuelta... de vuelta y buscando problemas.
Se puso el camisón, se lavó la cara, y se metió en la cama con un profundo suspiro. Tenía el brazo extendido hacia el interruptor de la lámpara de la mesilla de noche, cuando la puerta se abrió de pronto, y entró N.J., cerrando
tras de sí.
Miley se quedó de piedra en la postura en la que estaba, demasiado consciente de que el camisón verde que se había puesto era casi transparente, y de que el escote dejaba al descubierto la parte superior de sus senos. Además, el cabello castaño rojizo cayéndole sobre los hombros, le daba una apariencia delicada y femenina. Nick, durante un instante, se quedó fascinado por aquella etérea visión.
— ¿Qué es lo que quieres? —le espetó ella nerviosa.
—Hablar.
Nick acercó una silla a la cama y se dejó caer sobre ella. Se había quitado la chaqueta, y había enrollado las mangas de su inmaculada camisa blanca, desabrochando varios botones del frontal, dejando entrever su musculoso tórax cubierto de vello oscuro y rizado, Miley tuvo que obligarse a
alzar la vista a su rostro para concentrarse en la conversación.
— ¿De la anulación? —inquirió.
Apoyó la espalda en la almohada, tapándose púdicamente con el edredón, hecho que no paso inadvertido a N.J.


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