martes, 10 de abril de 2012

The Heart of Millionaire cap.4


Nick bajó a la Cubierta La Riviera en un tiempo récord y, cuando hubo llegado allí, ya había decidido que cerraría permanentemente aquel piso. No podía alojar a sus clientes en lo que parecía la bodega del barco.
Salió del ascensor y se dio en la cabeza con una viga del techo que estaba muy baja y maldijo entre dientes. Los chirridos del barco al avanzar entre las olas retumbaban en el estrecho pasillo como si fuesen los gemidos de un fantasma. El sonido del agua golpeando el casco se asemejaba a un apabullante latido y estaba tan oscuro que los apliques de las paredes sólo servían para romper la oscuridad. Y el pasillo era tan estrecho que Nick casi tenía que atravesarlo de lado. Era cierto que, para el negocio, era buena idea tener camarotes más baratos, pero tendrían que encontrar otro modo de hacerlo. No podía permitir que sus pasajeros subiesen a la luz del sol parpadeando como murciélagos.
Con dolor de cabeza y los nervios de punta, se detuvo delante del camarote 2A, tomó aire y levantó el puño derecho para llamar. Antes de hacerlo, la pequeña puerta se abrió y apareció ella.
Miley Baker.
Nick no debía haberse sentido así al verla. Al fin y al cabo, la había hecho suya. La había hecho suya y la había dejado marchar hacía más de un año. ¿Por qué le afectaba tanto el azul turquesa de sus ojos? ¿Por qué deseaba besar aquella boca apretada y firme hasta conseguir que sus labios se entreabriesen? ¿Por qué se le aceleraba la sangre el verla tan furiosa? ¿Por qué demonios estaba enfadada?
—Te he oído llegar —dijo Miley.
—Tienes buen oído —admitió él. —Teniendo en cuenta todo el ruido que hay aquí abajo.
Ella sonrió brevemente.
—Sí, es estupendo vivir en el vientre de la bestia. Cuando levan el ancla es como una sinfonía.
Nick no había pensado en aquello, pero estaba seguro de que el ruido era terrible. Otro motivo más para que no se volviesen a utilizar aquellas habitaciones. Pero ya se encargaría de eso más tarde. Lo que quería en ese momento eran respuestas.
—¿Has venido para eso? ¿Para hablar del barco? —le preguntó.
—Ya sabes a qué he venido.
—Sé que es lo que quieres hacerme creer. La pregunta es: ¿Por qué? ¿Por qué ahora? ¿Qué quieres, Miley?
—No quiero hablar de ello en el pasillo.
—Está bien —entró en el camarote, pero era tan estrecho que su pecho rozó el de ella y casi notó como le quemaba la piel.
Había sido así desde el principio. La primera vez que la había tocado, aquella noche a la luz de la luna, había sentido como si le corriese lava por las venas. Y, al parecer, el tiempo no había cambiado las cosas.
Controló sus hormonas, dio dos pasos y llegó hasta una cama minúscula, luego se volvió a mirarla. El camarote era tan pequeño que se sintió como si las paredes se estuviesen estrechando cada vez más y lo cierto era que no había espacio para moverse. Le daba la sensación de que iba a darse con la cabeza en el techo. Todas las luces del camarote estaban encendidas y, no obstante, seguían estando en penumbra.
Pero Nick no estaba allí por el ambiente y en ese momento no podía hacer nada con respecto a aquellas habitaciones. Sólo quería una explicación. Esperó a que Miley cerrase la puerta, encerrándolos a ambos en el pequeño camarote, y entonces le dijo:
—¿Qué juego te traes esta vez?
—No es ningún juego, Nick —contestó ella cruzándose de brazos. —Tampoco estaba jugando hace un año.
—De acuerdo —rió él, intentando no respirar hondo. Ya tenía su olor dentro, debido al pequeño tamaño de la habitación. —No querías mentirme, ¿verdad? Pero no tuviste elección.
Ella se puso tensa.
—¿Tenemos que volver a hablar de aquello?
Él lo pensó un momento antes de negar con la cabeza. No quería mirar al pasado. No quería estar allí en esos momentos.
—No. ¿Por qué no me dices lo que tengas que decirme y acabamos con esto?
—Siempre tan encantador —bromeó Miley.
Él pasó el peso de su cuerpo de un pie a otro y se dio con el codo en la pared.
—Miley...
—Está bien. ¿Has recibido mi nota?
Nick se metió la mano en el bolsillo de la camisa, sacó la tarjeta y miró la fotografía de los bebés, luego se la tendió.
—Sí, la he recibido. ¿Qué tal si me das una explicación?
Ella miró la fotografía y sonrió levemente, se le endulzó la mirada. Pero su gesto cambió al volver la vista hacia él.
—Pensaba que la palabra «papá» era lo suficientemente clara.
—Explícamelo de todos modos.
—Está bien.
Miley atravesó la habitación, apartó a Nick de su camino con un golpe de cadera que hizo que se diese contra la pared y se agachó a sacar una maleta de debajo de la cama. Podía sentir su mirada en el trasero y eso la molestó.
No iba a prestar atención a la sensación de calor que le provocaba volver a estar cerca de él. Tampoco iba a reconocer que le había dado un vuelco el corazón y que otras partes de su cuerpo también habían respondido a su presencia.
Sacó la maleta y fue a levantarla, pero Nick se le adelantó, la dejó sobre la cama. .
Miley abrió la cremallera y sacó un álbum de piel azul, se lo tendió.
—Toma. Échale un vistazo antes de que sigamos hablando.
El álbum parecía pequeño entre las manos de Nick, grandes y bronceadas. La miró con severidad antes de abrirlo.
—¿De qué va todo esto?
—Mira el álbum, Nick.
Y lo hizo. Por fin había llegado el momento que Jenna tanto había esperado. Contuvo la respiración y observó su rostro y cómo iba cambiando de expresión según iba pasando las páginas del álbum que había preparado sólo para aquella ocasión. Era una especie de crónica. En veinte páginas decoradas por ella misma, le puso al día de su vida durante aquel último año y medio.
Para ponerlo al día de sus hijos. Los niños que él había creado y a los que nunca había conocido.
La única razón por la que estaba allí, delante del hombre que le había roto el corazón.
Cuando Nick hubo terminado de mirar el álbum, le dedicó a ella una heladora mirada.
—¿Se supone que tengo que creerme que soy el padre de tus hijos?
—Vuelve a mirarlos, Nick. Se parecen a ti.
Él los miró, su expresión seguía siendo cínica, pero tenía los ojos llenos de emoción.
—Hay mucha gente en el mundo con el pelo moreno y los ojos azules.
—Pero no todos tienen un hoyuelo en la mejilla izquierda —replicó Miley señalando una foto. —Tus dos hijos lo tienen. Igual que tú.
Nick pasó un dedo por encima de la fotografía, como si pudiese tocarlos, y aquel gesto enterneció a Miley. Por un instante, Nick Falco parecía casi... vulnerable.
Pero aquello no duró mucho. La boca de Nick se movió, como si estuviese conteniendo unas palabras que luchaban desesperadamente por salir. Finalmente, asintió, dejó escapar un suspiro y dijo:
—Supongamos que son míos.
—Lo son.
—¿Por qué no me lo has dicho antes? ¿Por qué has esperado a que tengan... cuántos meses?
—Cuatro meses.
Nick volvió a mirar las fotografías, cerró el álbum y lo sujetó con fuerza.
—¿Por qué has esperado hasta ahora?
Y pensar que por un momento casi la había enternecido.
—Eres increíble. Llevas meses ignorándome y ahora te muestras decepcionado porque no me he puesto en contacto contigo antes.
—¿De qué estás hablando?
Miley sacudió la cabeza y en silencio le dio gracias al cielo por haber pensado en haber guardado e imprimido todos los correos electrónicos que le había mandado. Volvió a buscar en la maleta, sacó un sobre y se lo dejó encima del álbum de fotos.
—Aquí tienes. Los correos electrónicos. Todos los que te he enriado. Con su fecha. Como verás, te he estado enviando al menos uno por semana. A veces dos. Llevo más de un año intentando ponerme en contacto contigo, Nick.
El abrió el sobre y hojeó los papeles rápidamente.
—Y o... —frunció el ceño.
Miley aprovechó aquel momento de silencio.
—Llevo intentando hablar contigo desde que me enteré de que estaba embarazada, Nick.
—¿Y cómo querías que supiese que era esto lo que querías decirme?
—Podías haber leído alguno —comentó ella intentando no sonar dolida.
—¿Cómo iba a saber que estabas intentando decirme que era padre? Pensé que sólo querías dinero.
Miley se sintió insultada. Furiosa, tuvo que contenerse para no darle una bofetada. Era típico de Nick, dar por hecho que las mujeres estaban con él sólo por su dinero. Pero era normal, llevaba los últimos diez años rodeándose de ese tipo de personas. De personas que sólo querían su compañía porque era multimillonario y querían sentirse importantes, formar parte de su mundo.
Sin embargo, Miley sólo había deseado que la abrazase. Que la besase. Que le susurrase al oído en mitad de la noche. Como era natural, Nick no la había creído.
En esos momentos las cosas eran diferentes. Nick tenía que asumir ciertas responsabilidades. Al fin y al cabo, Miley no estaba allí por ella, sino por sus hijos, que también eran los de él.
—Antes no me interesaba tu dinero, Nick. Pero las cosas han cambiado y ahora sí que me interesa. Se llama pensión, Nick. Y se lo debes a tus hijos.
El la miró fijamente.
—Una pensión.
—Eso es —dijo ella levantando la barbilla todavía más. —Si fuese por mí sola, no estaría aquí, créeme. Así que no te preocupes, no estoy aquí para aprovecharme de ti.
—¿No?
—No. He puesto un negocio y me va bien —dijo con cierto orgullo, —pero dos niños son mucho gasto y no puedo hacer frente a todo yo sola —lo miró a los ojos. —Cuando no respondiste a mis correos, pensé que no merecías conocer a tus hijos. Y no estaría aquí si no estuviese un poco desesperada. Te aseguro que no me divierte lo más mínimo esta situación.
—¿Habrías sido capaz de ocultarme a mis hijos? —preguntó Nick en voz baja, un poco amenazante.
Pero a Miley no le daba miedo. Nick podía ser arrogante y cínico, pero no era peligroso, ni para ella, ni para ninguna otra mujer.
—Si te refieres a si habría sido capaz de ocultarles a ellos que no les importaba lo más mínimo a su padre, sí, habría sido capaz.
—Si son hijos míos —susurró Nick, —nadie podrá apartarme de ellos.
Miley sintió un cierto malestar en el pecho, pero se dijo que era mejor controlarse. Por un momento le preocupó que Nick pudiese pedirle la custodia de los niños, pero pronto se dijo que los niños no formaban parte de su vida, nunca dejaría lo que tenía para ponerse a cambiar pañales.
—Nick, los dos sabemos que no te interesa la paternidad.
—No tienes ni idea de lo que me interesa y lo que no, Jenna —dijo él acercándose más.
No estaba preparada para aquel acercamiento y sintió que le faltaba el aire al notar su pecho contra el de ella.
Lo miró a los ojos y notó que le flaqueaban un poco las rodillas con la intensidad de su mirada. Nick le puso la mano en la mejilla y Miley sintió que su calor la penetraba, recorriéndole todo el cuerpo.
—Pero te prometo —añadió Nick en un murmullo, acercando su rostro al de ella como si fuese a besarla y deteniéndose sólo a unos centímetros de sus labios, —que vas a averiguarlo.
Bueno Hermosas hasta aqi los dejo nos vemos luego y si puedo leo los blog de algunas ...
besitos os qiero Gracias por sus coments♥


4 comentarios:

  1. ahahahah ME ENCANTO AHAHAHAHA
    TE QIERO MATAR COMO LO VAS A DEJAR AI MITCHI AHAAHAHHAH SOS PERVERSA MALA :p*
    PERO GRACIAS ME ENCANTA TU NUEVA NOVE ME FASCINA POR FAVOR SUBE ESTA MAS !! LA AMO♥
    PORFA MITCHIE SUBE LO MAS RAPIDO POSIBLE LA AMO♥
    GRACIAS TQ♥MITCHIE

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  2. que hara nick....
    me encantoooooo, estuvo lindo el album mostrarle cada momento del nacimiento de los gemelos...

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  3. ME SUPER RE ENCANTOO!!!
    SEGUILAA PORFIS!!!

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  4. que mala eres!! T.T debio besarla!! xD aaahhhhh! quiero mas!
    siguela! siguela! siguela!
    =D

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