—¡Oh, santo cielo! ¡Hace calor aquí! —exclamó Miley quitándose el chal de cachemira que llevaba encima de su vestido de seda, en cuanto entró en casa de su tía Alice.
—Sí, he dado una propina a Johnson para que encienda la calefacción —sonrió su hermano Trace.
—Debiste decírmelo antes —se quejó Miley cariñosamente abanicándose con la mano—. ¿A cuántos grados le has dicho que la pusiera? Esto parece una sauna. Las flores que le he comprado a tía Alice se van a marchitar antes de que se las dé.
—Olvida tus flores, ¿y los bombones que le he comprado yo? —comentó Trace.
—Piers pensó que Johnson todavía utilizaba grados Fahrenheit —interrumpió el padre de Miley—, así que le ha dicho que la pusiera a sesenta y ocho. Ninguno de nosotros se ha dado cuenta hasta que Johnson ha vuelto diciendo que la caldera sólo llegaba hasta cuarenta grados —bromeó su padre.
Miley se Unió al ambiente festivo y se rió con los otros. Hasta que se abrió la puerta y entró Nick.
¿Eran imaginaciones suyas o hubo un denso silencio como si no sólo ella, sino todo el mundo, se diera cuenta de lo formidable y autoritario que era Nick?
No era sólo que fuera alto, ni que tuviera hombros anchos y un cuerpo musculoso. No era ni siquiera esa combinación de pelo negro y ojos de hielo.
¿Qué era lo que hacía que mujeres y hombres se dieran la vuelta para mirarlo?
¿Tendría algo que ver con que dirigía un banco, propiedad de su familia desde hacía generaciones? Debido a ello Nick estaba en una posición complicada, porque no sólo era responsable del presente y futuro de sus clientes, sino que en muchos casos lo era de los secretos de sus ancestros.
Pero aunque no se tuvieran en cuenta todas esas cosas, aunque hubiera sido un extraño, las mujeres lo habrían mirado igual. Nick era muy sexy.
Trace le había dado una copa de champán a ella, y bebió, buscando algo que hacer para no mirar a Nick.
Nick llevaba un traje oscuro.
Miley tomó otro sorbo de champán.
—¿Quieres otra copa? —le ofreció Trace. Miley negó con la cabeza. No solía beber mucho, y además, por su trabajo, en el que necesitaba tener la mente clara en reuniones sociales, había aprendido a beber un sorbo y luego abandonar la copa en cualquier sitio. Lo bueno de aquello era que siempre tenía la mente clara, y lo malo, que su cuerpo no resistía más de una pequeña copa de cualquier bebida alcohólica.
Pero en aquel momento probablemente necesitase el efecto adormecedor de dos copas de champán para poder aguantar la presencia intimidante de Nick.
—Oh, ¡qué bien! Nick ha podido venir finalmente —dijo la madre de Miley a su tío abuelo, complacida—. Charles, acércate y dile que venga con nosotros.
—¡Dios mío hace mucho calor! —dijo Miley—. Será mejor que lleve estas flores y las ponga en agua.
Miley se escapó por los pasillos hacia la parte de atrás del piso, a la que su tía abuela aún se refería como «la dependencia de servicio».
¿Cómo podían limpiar una casa tan grande Johnson y su esposa?, se preguntó Miley mientras se daba prisa.
Sus manos temblaron mientras abrían el papel de las flores. ¿Tenía tanto miedo de ver a Nick?
Tenía veintinueve años en aquel momento.
Pero desde que lo había visto un día sentado frente a su escritorio, cuando ella había acabado la universidad, y lo había mirado, había sabido que estaba enamorada de él. Con la misma inmediatez había sabido que él no le correspondía. Y que incluso su presencia en su vida era una incomodidad que hubiera preferido ahorrarse.
Había sido lo suficientemente joven como para fantasear con la posibilidad de que las cosas cambiaran y un día Nick la deseara.
Pero la verdad era que había sido ella la siempre lo había deseado.
Nick no la deseaba ni la amaba, y jamás lo haría. Cuando se había dado cuenta de esto último había sido cuando había decidido que necesitaba buscar a otra persona. Porque temía que, si no lo hacía, un día terminaría confesando a Nick sus sentimientos.
Un marido y unos hijos, había pensado, evitarían que llegase a semejante humillación. Pero todo le había salido mal. Su matrimonio había sido un desastre, tanto en lo privado como en lo público.
Ella no era el tipo de persona que quería estar sola. Le encantaban los niños y siempre había soñado con tenerlos. Y un día Nick se casaría… Y cuando lo hiciera, ella quería estar protegida con el amor de otro hombre y el cariño de una familia propia.
Puso las flores en un florero y se marchó.
Cuando abrió la puerta, a la primera persona que vio fue a su primo Johnny, quien le agarró el brazo y le dijo:
—Estupendo… Te he estado buscando. ¿Quieres más champán? —sin esperar a que le contestase, agarró una copa de una bandeja que llevaba un camarero y se la dio.
—Tía Alice debe de haberse gastado mucho dinero en todo esto: camareros, champán… ¿Lo has organizado tú, Miley?
—Sí.
Recordó cuánto le había peleado el precio su tía. Y al final había decidido regalarle su trabajo para el cumpleaños con la condición de que el champán, los canapés y los sueldos de los camareros los pusiera ella. Lo que debía explicar la falta de comida, pensó Miley.
Intentó no mirar a Nick y bebió champán. No podía soportar la idea de que Nick se enterase de la mentira que le había dicho al señor McVicar. Tendría que conseguir un socio con la misma rapidez con la que se lo había inventado, se dijo.
—En realidad, Miley, hay algo de lo que quiero hablar contigo —dijo Johnny.
—¿Qué? —preguntó Miley. No lo había escuchado. Hizo un esfuerzo e intentó dejar de prestar atención a Nick.
—Tengo que hablar contigo —repitió Johnny con paciencia.
—¿Sí? Mira, Johnny, si lo que buscas es dinero, no me he olvidado de que me debes todavía cincuenta libras de la vez pasada.
—No es nada de eso —le aseguró Johnny—. El asunto es que un conocido mío, un hombre de negocios, quiere conocerte.
—¿Sí?
—Sí. Bebe otra copa de champán —le dijo Johnny, quitándole la copa a medias y agarrando otra llena de un camarero que pasaba.
Al otro lado de la habitación, Nick parecía observarla con mirada despiadada.
—Si quiere que mi empresa le organice un evento… —Miley se movió para no ver a Nick, pero no lo logró, puesto que él se movió también.
—No, lo que tiene en mente es hacer una inversión en Prat a Party.
—¿Qué? —ella casi escupió el champán por la sorpresa.
—Oh, sí. Es una especie de empresario. Ha hecho mucho dinero con un negocio de servicios domésticos. Emplea limpiadoras, cocineros, alguien que espere al hombre del gas, alguien que recoja las cosas para la tintorería… Ese tipo de cosas para gente de negocios que no tiene tiempo para hacerlo. Ha visto el reportaje de la fiesta organizada por ti en la revista A-List Life y ha sabido que eres mi prima. Ha dicho que tu empresa es el tipo de inversión que está buscando, así que le he dicho que hoy te iba a ver y que te lo iba a decir. —Johnny… —su cabeza daba vueltas.
—¿Por qué no hablas con él para que te cuente directamente lo que tiene en mente? Si quieres, puedo darle el teléfono de tu oficina.
Ella había pensado que sólo un milagro la salvaría de aquella situación. Pero jamás había imaginado que ocurriera. Se sentía mareada, por el champán y el alivio que experimentaba.
—Bueno, sí… De acuerdo, Johnny —dijo ella, agradecida.
—Estupendo —Johnny miró su reloj y exclamó—: ¡Dios mío! ¿Es tan tarde? Tengo que marcharme. Su nombre es Lucas Till, por cierto.
chicas un capi mas de esta nove aqi se dice por qe Miley se caso con otro :(
bueno ya subo otro
No hay comentarios:
Publicar un comentario