Cuando Miley volvió a la oficina, la luz del contestador brillaba en su teléfono. Había tardado más en la cafetería de lo que había pensado. Su corazón dio un vuelco al oír la voz de Marcus, diciéndole que había concertado el encuentro con su hermana y que la recogería a ella en la oficina.
Eran las cuatro menos diez en aquel monto vio Miley, presa del pánico.
Trece minutos más tarde estaba bajando, con el cabello peinado, los labios pintados y el corazón latiendo aceleradamente.
—Por fin… Hay un guardia de tráfico al acecho y no quiero comprar un ticket —le dijo Nick, agarrándole el brazo y llevándola hacia el coche ilegalmente aparcado.
Le abrió la puerta y él se subió por el otro lado.
El interior del coche olía a piel y a Nick, y Miley se echó atrás en el asiento y cerró los ojos mientras respiraba lentamente.
—Nuestro vuelo sale a las seis, lo que quiere decir que tenemos tiempo de que vayas a recoger algunas cosas a tu piso.
—¿Qué? ¿Qué vuelo? ¿Dónde nos vamos? —dijo ella.
—A ver a Danielle mi hermana, por supuesto —le dijo Nick con paciencia—. ¿No lo recuerdas? Tú vas a aconsejarla acerca de una fiesta que quiere dar a Kevin, su marido.
—¡Tu hermana vive en Chelsea! —protestó Miley.
—La mayor parte del tiempo. Pero Kevin y ella tienen también una mansión en Mallorca, y es allí donde ella está ahora. Pensó que sería una buena idea que fueras a verla allí, porque así puede hablar de la fiesta sin que esté Kevin. No quiere que adivine lo que va a hacer.
No era totalmente inusual que un cliente la hiciera volar adonde estuviera para hablar de un evento, pero Nick había hablado de «nuestro vuelo», lo que quería decir…
—¿Tú también vas a Mallorca?
—Tengo que hablar de un negocio familiar con Danielle. Y ella ha sugerido que fuéramos juntos —le dijo Nick—. Estaremos allí un par de días, así que necesitarás algunas cosas.
—Y tengo que cambiarme. No puedo viajar a Palma de Mallorca sin mi armadura.
Sus amigas siempre bromeaban llamando a su traje de Armani, «su armadura».
—¿Tu armadura?
Miley e puso colorada al darse cuenta de su desliz.
—Es mi traje de negocios —murmuró.
—Mmmm… —dijo Nick.
Nick giró en Sloane Square y luego acortó el camino por un par de calles estrechas antes de detener su Bentley en un lugar vacío frente al bloque de pisos donde vivía Miley.
—Subiré contigo —dijo Nick. Era una afirmación. No una pregunta.
¿No iba a decir nada Nick acerca de la noche anterior?
Ella había estado temiendo lo que él iba a decirle. Hasta había imaginado que Nick le diría que ella estaba enamorada de él. A lo que ella diría que no, por supuesto.
Pero al parecer, no sería así.
Dejó que Nick la siguiera. Pasó por delante del portero y lo saludó. Su piso era pequeño, pero al menos no suponía tener unos gastos fuera de su alcance.
Entró en el vestíbulo y pasó al pequeño salón, amueblado y decorado en varios colores crema.
—Antes de nada, voy a prepararme una taza de café. ¿Te apetece uno? —dijo ella.
—No, gracias. No tenemos mucho tiempo, ya lo sabes —le recordó Nick.
—Tú has sido quien ha organizado esto, no yo, y no voy a ir a ningún sitio hasta que tenga mi dosis de cafeína —le dijo Miley yendo a la cocina.
—¡Bien! ¿Dónde tienes tu pasaporte, Miley?
—En el escritorio —le dijo Miley desde la cocina.
Nick abrió el escritorio y vio los pasaportes inmediatamente. Dos de ellos estaban juntos con una banda elástica. Sacó el primero y lo abrió. Era de la época en que se había casado. En la foto aparecía sonriente y resplandeciente. En el pasaporte más nuevo, hecho después del divorcio, se la veía más delgada, y con mirada de pena.
¿Qué diablos había visto en Liam Blayne?
—¿Has encontrado el pasaporte? —le preguntó Miley pasando con el café en la mano dirección a su dormitorio.
Abrió una maleta pequeña que había debajo de la cama y la puso encima de ella. Buscó en cajones metódicamente y puso lo que necesitaba dentro.
—Oye, mientras haces eso, ¿no quieres que recoja tus cosas de aseo?
Miley prefirió no tenerlo delante, asintió y le dio el neceser para que metiera las cosas dentro.
Nick entró en el cuarto de baño y empezó a recoger.
—¿Miley, y las píldoras? —gritó Nick desde el baño.
¡Sus píldoras! ¡Menos mal que se lo había recordado ¡Había aprendido que debía llevarse a todas partes las píldoras contra la alergia al sol.
—En el armario. El estante segundo empezando por abajo, a la derecha.
—No las encuentro.
Miley dejó un jersey que tenía en la mano y fue al cuarto de baño. Pasó por su lado y dijo:
—Están aquí —agarró los comprimidos contra la alergia.
—Estas no son píldoras anticonceptivas —objetó Nick.
«¿Píldoras anticonceptivas?», pensó ella.
—No. No tomo anticonceptivos. No los necesito. Jamás los he necesitado. Liam usaba preservativos. Tenía obsesión con eso. De que jamás haría el amor sin uno, y que jamás lo había hecho.
Aquello no era algo de lo que quisiera hablar con Nick, pensó Miley. Pero no pudo evitar pensar que tal vez hubiera sido tan bueno tenerlo dentro porque Nick no había utilizado nada. Y habían estado piel contra piel.
Miley volvió al dormitorio y Nick frunció el ceño. La noche anterior de lo que menos se había acordado había sido de tomar precauciones. Se alegraba de oír que el ex marido de Miley hubiera usado siempre preservativo.
La observó terminar de hacer la maleta. Sintió que su cuerpo se tensaba, y que aquella tensión era muy específica. La deseaba.
Se suponía que él tenía que hacerla desearlo, y no que él tuviera que desearla…
—¿Estás lista? —preguntó Nick.
Miley asintió sin sonreír.
hasta aqi esta nove espero les haya gustado sigo con la qe sigue jajajajaja
wow me encantoo...
ResponderEliminarmiley podria estar esperando un baby
siguela porfa...