jueves, 12 de abril de 2012

The Heart of Millionaire cap.5 Happy Birthday AGUS!!!♥




Miley agachó la cabeza y le dio un manotazo a Nick, e incluso aquel contacto le gustó demasiado. El dio un paso atrás y se alejó lo que, en aquel camarote, significaba que estaba casi fuera. Cuando supo que podía mirarla sin desear enredar los dedos en su pelo y acercar su boca a la de ella, levantó la mirada para encontrar la suya.
—No tengo tiempo para ocuparme de esto ahora.
Ella se sonrió y cruzó los brazos adquiriendo una postura defensiva.
—Por supuesto que no, tienes mundos que conquistar, mujeres que seducir. Estás muy, muy ocupado.
—Tan lista como siempre.
Nick no quería admitir lo mucho que había echado de menos aquella labia suya. Siempre tenía una respuesta para todo. Siempre tenía una indirecta con la que ponerle en su lugar y bajarle los humos.
No había demasiada gente como Miley en su vida. La mayoría de las personas a las que conocía estaban demasiado ocupadas haciéndole la pelota como para discutir con él. Salvo Teresa. Y, por supuesto, Miley. Pero ella ya no formaba parte de su vida.
—Cenaremos juntos esta noche. En mi suite.
—No lo creo.
—Has venido aquí a hablar conmigo, ¿no?
—Sí, pero...
—Pues vamos a hablar. A las siete en punto.
Antes de que le diese tiempo a replicar, quejarse o a pensar en algo, Nick había abierto la puerta y se había marchado.
Él respiró profundamente al salir al pasillo y fue hacia el ascensor que lo sacaría de las bodegas del barco y lo conduciría de vuelta a la luz.


A las cinco de la tarde, Miley estaba más que preparada para encontrarse con Mary y tomarse unos margaritas.
Se había marchado de su minúsculo, horrible y mal ventilado camarote poco después que Nick. Francamente, había sentido su presencia impregnada en el ambiente y eso había hecho que el espacio le resultase todavía más reducido de lo que era.
Nick le había afectado más de lo que ella había esperado. Sólo estar cerca de él había despertado sentimientos y emociones que llevaba más de un año intentando olvidar. No sabía cómo manejarlos. Al fin y al cabo, no tenía demasiada experiencia en esas cosas. Antes de Nick, sólo había habido otro hombre en su vida, y no le había calado tan hondo. Por supuesto, después de Nick, los únicos hombres que había habido en su vida preferían babearle en el hombro en vez de bailar con ella en la oscuridad.
Le dolió el corazón sólo de pensar en sus niños. Era la primera vez que se separaba de ellos y, aunque sabía que estaban en buenas manos, odiaba no estar con ellos.
—Pero estoy en este barco por su bien —se recordó a sí misma.
Con aquello en mente, recorrió con la mirada el interior del bar. Como en la decoración del resto del barco, Nick no había escatimado nada. Las paredes eran de madera clara y brillaban a la luz de las lámparas con forma de timones de barco. La barra también era de madera clara, con la parte de arriba de granito color miel.
Había un ronroneo de conversaciones entre las que resaltaba de vez en cuando el entrechocar de varios vasos o alguna risa. Era el primer día de crucero y ya había empezado la fiesta.
Bueno, para todo el mundo salvo para ella, que no tenía ganas de celebraciones después de su conversación con Nick.
De hecho, se había pasado la mayor parte del día en una tumbona en la Cubierta Galería, intentando meterse en el libro que había comprado en la tienda de regalos. Pero no había conseguido concentrarse. Una y otra vez, sus pensamientos habían vuelto a Nick. A su rostro. A sus ojos. A la expresión de rechazo en su cara al ver por primera vez las fotografías de sus hijos.
No sabía qué era lo siguiente que iba a pasar, y la preocupación llevaba todo el día royéndole por dentro. Por eso había decidido no anular su cita con Mary. Había pasado demasiado tiempo sola ese día, demasiado tiempo pensando. Lo que necesitaba era algo de distracción. Y un poco de tequila le iría muy bien. En especial, teniendo en cuenta que todavía tenía por delante la cena con Nick.
—Oh, Dios —susurró, y se le volvió a hacer un nudo en el estómago.
—¡Miley!
Oyó como la llamaba una voz de mujer y se volvió hacia esa dirección. Vio a Mary de pie, al lado de una de las mesas que había pegadas a la pared, saludándola y sonriendo. Fue hacia ella, llegó a la mesa y se sentó en una silla; sonrió al ver que ya tenía un margarita esperándola.
—Espero que no te importe. Te lo he pedido nada más llegar —le dijo Mary, dando un buen trago a su bebida.
—¿Importarme? —repitió Miley agarrando su vaso. —¿Éstas de broma? Es estupendo —le dio un trago, apoyó la espalda en la silla y miró a su nueva amiga.
Mary estaba prácticamente balanceándose en la silla, y los ojos le brillaban de emoción. Tenía el pelo rubio despeinado y la piel roja, como si hubiese tomado demasiado sol.
—He estado buscándote por todo el barco —le dijo Mary sonriendo de oreja a oreja. —Tenía que verte. He averiguado dónde te han puesto.
Miley parpadeó y sacudió la cabeza.
—¿Qué quieres decir? ¿Dónde me han puesto? ¿Quién?
Mary alargó una mano y le dio a la de Miley un rápido apretón.
—Oh, Dios mío. No has vuelto al infierno en todo el día, ¿verdad?
—No —contestó ella suspirando. —Después de mi cita, he subido y he estado haciendo tiempo hasta venir aquí.
—Entonces no lo sabes.
—¿El qué? —Miley estaba empezando a pensar que tal vez Mary había bebido demasiado. —¿De qué estás hablando?
—Es increíble. Yo casi no puedo creerlo, y eso que lo he visto —se llevó una mano a la blusa rosa pálida y gimió casi como si estuviese teniendo un orgasmo.
—Mary... ¿Qué está pasando?
—Vale, vale —la rubia tomó su bebida y le dio un trago antes de continuar. —Ha ocurrido al principio de la tarde. Patrick y yo estábamos echando un vistazo a las tiendas. Bueno —admitió, —yo estaba echando un vistazo, Patrick venía a regañadientes detrás de mí. Entonces salimos de La Vela de Cristal, tienes que ir, tienen cosas increíbles...
Miley se preguntó si habría alguna manera para hacer que Mary se centrase y le contase lo que estaba ocurriendo. Probablemente no, así que le dio un trago a su bebida. No tuvo que esperar demasiado.
—Cuando salimos—continuó Mary, —había un camarero esperándonos. Nos dijo: «¿Señor y señora Curran?», en tono profesional y, por un segundo, me pregunté qué habíamos hecho, pero no habíamos hecho nada, y Joe contestó: «¿Qué ocurre?». Y el camarero nos pidió que lo siguiéramos.
—Mary...
—Ya voy. De verdad. Es sólo que es tan increíble... —sacudió una mano para hacer saber a Miley que iba a retomar el hilo de la conversación. —El camarero nos llevó a la suite del dueño, ya sabes, Nick Falco.
—Sí —murmuró Miley. —Ya sé quién es.
—¿Y quién no? —comentó Mary riendo. —Estábamos allí, en una suite parecida a un palacio cuando el propio Nick Falco llegó, se presentó y se disculpó por el camarote que nos habían dado.
—¿Qué? —Miley miró fijamente a la otra mujer, sin saber qué significaba aquello.
—¡Ya lo sé! Yo me quedé sin habla, algo que no suele ocurrirme —hizo otra pausa para dar un trago a su bebida y, cuando hubo terminado, le hizo una señal a la camarera para que le llevase otra. —Así que allí estábamos nosotros, y el señor Falco fue muy amable y sincero, y nos dijo que sentía mucho el estado de los camarotes de la Cubierta La Riviera. E insistió en darnos uno mejor.
—¿Uno mejor?
—Mucho mejor —contestó Mary después de darle las gracias a la camarera por su nuevo margarita. —Así que estaba muy contenta, porque pensaba que tal vez nos asignasen un camarote de clase media, tal vez con un ojo de buey y todo, lo que habría sido estupendo, pero no ha sido eso lo que nos han dado.
—¿No? —Miley dejó su vaso encima de la mesa y vio como los ojos de Mary brillaban más que nunca.
—Oh, no. El señor Falco nos dijo que la mayoría de los camarotes estaban ocupados, y que por eso nos habían puesto en ésos tan horribles. ¡Así que nos ha trasladado a una suite de lujo!
—¿Sí?
—Sí, en la Cubierta Esplendor. En el mismo piso que su propia suite. ¡Y es una suite increíble, Miley! Es más grande que mi casa. Además, ha insistido en cubrir él todos los gastos del crucero. Nos va a devolver el dinero que pagamos.
—Guau.
Nick siempre había querido que sus pasajeros estuviesen contentos con el servicio, pero aquello... era, tal y como había dicho Mary, increíble. Los pasajeros de los cruceros solían tener al final del viaje unas facturas de varios cientos de dólares. La comida y el alojamiento iban incluidos en el precio, pero siempre había otros gastos imprevistos que podían subir mucho si no se tenía cuidado.
Con aquello, Nick había dado la oportunidad a Mary y a su marido de vivir una experiencia única. Tal vez tuviese más corazón del que ella había creído.
—Es tan agradable —estaba diciendo Mary dándole vueltas al cóctel con la pajita. —Yo pensaba que un hombre tan rico y famoso, y que tiene tanto éxito con las mujeres, sería... no sé, un estirado. Pero nada de eso. Ha sido verdaderamente amable, no puedo creer que nos haya pasado algo así.
—Es estupendo, Mary —dijo Miley con toda sinceridad. Aunque tuviese sus problemas con Nick, podía respetarlo y admirarlo por lo que había hecho por aquellas personas.
—Espero que te pongan cerca de nosotros, Miley. Tal vez deberías preguntar, enterarte de adonde te han trasladado.
—Oh —dijo Miley sacudiendo la cabeza— Yo no creo que me traslade.
No se imaginaba a Nick haciéndole un favor. No después de la hostilidad que había habido entre ambos unas horas antes. Y aunque se alegraba por Mary y su marido, no le gustaba quedarse sola allí abajo.
—Claro que sí —replicó Mary. —No pueden trasladarnos a nosotros y dejarte a ti allí. Eso no tendría ningún sentido.
Miley se limitó a sonreír. No tenía ganas de hablar de su historia con Nick en ese momento. Así que lo único que pudo decirle a su nueva amiga fue:
—Ya me enteraré cuando baje a cambiarme, he quedado a cenar dentro de... —se miró el reloj, —hora y media. Así que vamos a disfrutar de nuestras bebidas.
Mary frunció el ceño un momento, luego se encogió de hombros.
—Está bien, pero si no te han cambiado a ti también, me voy a disgustar mucho.
—No te preocupes —dijo Miley sonriendo y, para distraerla, le preguntó:
—¿Tenéis balcón?
—¡Dos! —contestó Mary como una niña el día de Navidad, —Patrick y yo vamos a cenar en uno de ellos esta noche. Bajo las estrellas... Ha llegado el momento de ponernos románticos, ahora que nos han sacado del infierno.
Románticos.
Mientras Mary le contaba los planes que tenía con su marido para aquella noche, Miley sonrió. Le deseaba lo mejor a su amiga, para ella se habían terminado las historias de amor. Lo único que quería en esos momentos era que Nick le asegurase que iba a hacer lo correcto y que le dejase educar a sus hijos como quisiese.
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