domingo, 1 de abril de 2012

The Burning Passion JEMI cap. 26




¿Cuándo recuperaría el equilibrio, se nivelaría la balanza?, se preguntó Joe con ira, mientras trataba de luchar contra los mensajes que el salvaje ardor de su cuerpo le enviaba.
¿Desde cuándo su deseo de Demi le ocupaba más que su interés por adquirir Prêt a Party? ¿Cuándo había olvidado su regla de oro de que nunca se permitiría a sí mismo desear tanto a una mujer como para perder el control?
¡No lo sabía! Lo único que sabía era que, cuando la había visto esa mañana temprano caminando hacia él en su apartamento, había tenido que dominar el incontrolable deseo de abrazarla y besarla hasta que notara en ella la misma reacción que ya había notado antes, hasta que el cuerpo de Demi le rogara que lo acariciara y su respiración le hablara de una excitación tan grande como la suya.
Casi habían llegado a su destino; podía ver ya el helipuerto allí abajo. Era demasiado tarde para dar la vuelta.
Hampton Este. Dinero nuevo y mucho, al menos eso era lo que había leído, pensó Demi mientras un adonis de uniforme, con gafas de sol amarillo canario y polo azul con un logo, todo músculos y dientes demasiado blancos, la ayudaba suavemente a salir del helicóptero. ¿Qué era lo que hacía que esos figurines resultaran tan asépticos y poco sensuales? Demi murmuró algo cuando le preguntaron su nombre. ¿Había sido su imaginación o había sido cierto que la brillante sonrisa se había desvanecido ligeramente cuando se dio cuenta de que ella también era parte del equipo de trabajo?
A su lado, Joe estaba siendo recibido casi efusivamente por una impresionante chica vestida también con el uniforme de acogida.
Así que ese era el estilo de las empresas de entretenimiento de Nueva York. Ciertamente todo estaba bien organizado, eran muy diestros y profesionales. Les dieron un pequeño paquete, en el que ella sabía que había un plano de la casa y alrededores, un horario de la tarde y un vale para que los invitados pudieran llevarse las bolsas de regalos cuando se marcharan, evitando así que atestaran las mesas con ellas o, lo que era mucho peor, que dejaran por ahí los obsequios que no querían.
Joe recibió desde luego un tratamiento «de lujo», decidió Demi al tiempo que una mirada en su dirección le informaba de que la encargada de recibirlo seguía dedicándole su atención mientras que quien la atendía a ella había desaparecido misteriosamente. Joe tenía en la mano una copa de vino tinto medio vacía.
Demi pensó que si él fuera una copa de vino, ella querría bebérselo de un trago, no a pequeños sorbos. Disfrutaría de su textura de terciopelo antes de permitir que inundara su cuerpo con placer líquido. Quería oler su aroma y reconocer sus singulares sabores almizclados. Quería llenar sus sentidos con su sabor y después...
Con el rostro ardiendo, Demi luchó para poner en orden sus pensamientos. Joe no era un vino, era un hombre. Y sólo con ver la sonrisa con que obsequiaba a la chica que, evidentemente, estaba flirteando con él, sufrió un agudo y doloroso ataque de celos.
Estaba allí para trabajar, se recordó a sí misma con severidad, así que dio la espalda a Joe y se dirigió a la zona principal de la celebración.
Eran, claro, los primeros en llegar y Demi quería revisar todo con la organizadora de la fiesta de Nueva York y el cliente para cerciorarse de que todo estaba a punto. Los camareros y camareras, con uniformes de estilo retro hawaiano con un estampado que simulaba portadas de la revista, circulaban ya de un lado para otro con bandejas llenas de bebidas para que los invitados se sirvieran ellos mismos.
Cuando Demi llegó al pabellón principal, un guardia de seguridad la detuvo y ella le enseñó su pase y su placa de identificación. Una vez dentro encontró a la relaciones públicas de la revista y a Luella Klein, su homologa en la organizadora de Nueva York, enfrascadas en una conversación.
—¡Cariño! ¡Las camisas que llevan esos tipos! —anunció dramáticamente Luella una vez que terminaron las presentaciones.
—Fue una idea de Selena —sonrió Demi.
—Sí, estupendo, y refrescante, demasiado. ¡Las bolsas de obsequios son de la misma tela!
Demi sacudió la cabeza. Usar portadas atrasadas de la revista como base del diseño del evento era el resultado de una sesión de tormenta de ideas entre Miley, Selena y ella cuando estaban empezando a trabajar en la celebración.
Conseguir un menú a base de canapés que colocados en platos todos juntos compusieran los colores de la empresa que editaba la revista había supuesto un auténtico dolor de cabeza, ya que muchos chefs habían rehusado el encargo hasta que Demi había tenido la brillante idea de buscar uno en la mejor escuela de catering y proponerle que lo utilizara para poner a prueba el talento de sus alumnos.
Mantenía los dedos cruzados esperando que el resultado fuera tan impactante como las fotos de los platos que les habían mostrado a principios de año.

—Y puede sonar estúpido, pero siempre he pensado una cosa de los hombres italianos.
—Lo siento, tengo que irme.
La joven que se había pasado la mayor parte del último cuarto de hora felicitándose de haber conseguido la atención exclusiva de Joe se las arregló para no clavar sus carísimos tacones en el césped cuando éste interrumpió sus jadeantes palabras y se marchó. Su disgusto dejó paso al resentimiento cuando vio que la había dejado para irse con otra, una mujer que estaba de pie junto a un grupo de proveedores de todo tipo de cosas. De mala gana tuvo que reconocer que los pantalones de lino blanco que llevaba su competidora hacían justicia a sus piernas que, como el sexo masculino ya habría notado, eran espectaculares.
Demi dedicó una sonrisa de agradecimiento al grupo de directores del equipo de catering que habían contratado. Eran casi las nueve de la noche y la mayor parte de los invitados se habían ido. La mayoría, pero no todos. No, por ejemplo, la rubita que había estado colgada del brazo de Joe toda la tarde, mientras ella había estado hablando con un trío de diseñadoras británicas a quienes conocía de forma indirecta por contactos mutuos en Londres.
Los clientes le habían hecho saber lo contentos que estaban con el evento y su homóloga de Nueva York le había dicho que sabía que su agencia querría hacer negocios con Prêt a Party de nuevo.
Después de todo, un éxito. Un éxito de evento pero, en lo que concernía a ella, no podía decir que lo hubiera pasado bien. Pero bueno, ella no estaba allí para su propio beneficio, ¿verdad?, se recordó Demi mientras se despedía del equipo de camareros y se preguntaba cuánto tiempo pasaría antes de que fuera razonable sugerir a Joe que se fueran.

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