jueves, 12 de abril de 2012

Legal Love Cap.29 Happy Birthday AGUS!!!♥



Nick la llevó al mismo restaurante al que la llevara Liam la noche antes al cumpleaños de su padre. Miley escogió para la ocasión un vestido de punto gris claro y se dejó el pelo suelto. No había querido dar muchas vueltas a lo que iba a ponerse, para que Nick no pensara que estaba tratando
de agradarlo. Para su sorpresa, Nick le dijo que estaba preciosa. Aún en el caso de que lo hubiera dicho solo a modo de cumplido, había sido agradable oírselo, y le resultaba emocionante el estar teniendo una verdadera cita con él, y el notar su intensa mirada sobre ella mientras caminaban hacia la mesa que les habían reservado.
Además, Nick estaba tan elegante con su traje y aquella camisa de seda blanca que resaltaba su bronceado, que la joven no podía dejar de echarle miradas furtivas con el rabillo del ojo.
Sin embargo, cuando se sentaron, ella giró un momento la cabeza hacia el otro extremo del comedor, y vio a Delta sentada sola en una mesa, queriendo fulminar a Nick con la mirada. Él también la había visto.
—Creo que será mejor que vaya hablar con ella — le dijo a Miley muy serio —. Será solo un momento.
Se levantó y fue hacia Delta, quien de pronto se tornó sonriente, obviamente creyendo que le había robado a Miley su atención. La joven la miró deprimida, comparándose con ella, y diciéndose que nunca tendría su elegancia ni su sofisticación. No podía apartar los ojos de Delta y Nick,
por mucho que le doliese el corazón al hacerlo: parecían la pareja perfecta juntos, y a pesar de la insistencia de Nick en que debían sacar el máximo partido de la situación, no podía dejar de sentirse culpable y avergonzada por haberlo atrapado de aquel modo en un matrimonio que él no había
querido, sobre todo cuando seguramente habría preferido pasar el resto de su vida con alguien como Delta.
Sin embargo, de pronto, ocurrió algo que la dejó atónita. Las perfectas facciones de Delta se habían puesto rígidas, y se había quedado mirándola, como en estado de shock, que rápidamente dio paso a un acceso de ira apenas controlado. Se volvió hacia Nick, y rompió a llorar llena de rabia.
Nick la ayudó a la levantarse, le rodeó los hombros con el brazo, y la condujo fuera del restaurante. No hacía falta demasiada imaginación para averiguar que le había contado lo de su matrimonio. ¿Le habría contado que no había sido por su voluntad?, se preguntó la joven. ¿Iría a llevarla a casa, o la habría acompañado a tomar un taxi?
Pasaron más de diez minutos, y Miley se sintió irremediablemente celosa al comprender que era probable que la hubiese llevado a casa él mismo. Y quizá la cosa no quedaría en despedirse de ella en la puerta. Después de
todo, aunque él le hubiera asegurado que no eran amantes, ella no lo tenía tan claro.
El camarero volvió a acercarse por tercera vez para preguntarle sí no deseaba pedir sin esperar a su acompañante, y en un arranque de ira la joven decidió que lo haría, así que pidió un consomé y la ensalada del chef.
En realidad no tenía ningún apetito, pero si Nick volvía, no quería que la encontrase esperándolo ansiosa.
Minutos más tarde, cuando el camarero estaba retirándole el consomé, reapareció Nick. Miley alzó la vista hacia él cuando retomó su asiento frente a ella, pero su rostro no dejaba entrever ninguna emoción. El camarero le preguntó si deseaba tomar algo, y Nick pidió un solomillo con
ensalada.
Permanecieron en un tenso silencio hasta que el camarero volvió con el plato de Nick.
—Imagino que Delta estará enfadada —murmuró de repente Miley sin girar la cabeza hacia él.
—Está rabiosa — corrigió.
—Y supongo que intentaría aconsejarte sobre cómo obtener una anulación del modo más rápido posible — murmuró Miley, dejando escapar una carcajada amarga.
—Le dije que era imposible que nos la dieran —fue la contestación de Nick.
—¿Y ella se ha tragado eso? —le espetó Miley incrédula, girándose hacia él—. Si ni siquiera hemos... —de pronto se quedó callada al comprender lo que Nick debía haberle dicho—. ¿No... no le habrás dicho que hemos...? — balbució con los ojos abiertos como platos.
— Era la única manera de convencerla de que no había vuelta atrás, de que tirara la toalla —respondió él — . Aunque no estuviera sobrio cuando pronuncié nuestros votos, para mí este matrimonio sigue siendo igualmente
válido, y por eso no podía dejar que siguiera habiendo otra mujer en mi vida.
Respecto a ese otro punto... Puede que aún no hayamos dormido juntos, pero antes o después lo haremos, porque sé que tú sientes el mismo deseo que yo, o quizá más. Recuerdo muy bien cuánto lo deseaba yo la primera vez.
Deseaba tanto a Nicole que, por la noche, antes de casarnos, ni siquiera podía conciliar el sueño.
Ella tampoco podía dormir, pensando en él, pero era algo que no estaba dispuesta a admitir.
—¿Estabais muy enamorados? —inquirió Miley bajando la vista. Cuando hablaba de ella su tono no parecía indicar aprecio, sino solo culpabilidad.
El se encogió de hombros.
—Al igual que Delta, y las mujeres con las que salí después de su muerte, Nicole solo me veía como un tipo con clase, un trofeo, algo que exhibir — contestó con un cinismo que sorprendió a la joven, la clase de cinismo que daba a entender que conocía muy bien a las mujeres, y que no confiaba en ninguna.
—Entonces Delta... ¿ya sabía quién eres en realidad?
—¿Crees que habría salido conmigo si pensase que solo era un vaquero? —le contestó él—. Nos conocimos por un amigo mutuo, un amigo de mi antigua vida. Así que, ya ves, no estaba loca por mí, simplemente le gustaba salir a cenar y a bailar a sitios caros, y pasarlo bien con alguien de su
estatus social. Para ella los peones de rancho no son más que paletos. Si te digo la verdad, me siento mal por la decepción que le he causado, pero no me preocupa, encontrará a otro hombre con el que reemplazarme. No soy el único soltero de Texas.
—No creía que pudieras ser tan cínico —le espetó Miley.
—Nicole era bonita y yo la deseaba —explicó Nick acogiéndose de hombros—, pero mucho antes del accidente me arrepentí de haberme casado con ella. Le importaba más lo que tenía y mi posición que mi amor.
Miley bajó la cabeza, preguntándose si Nick no acabaría arrepintiéndose también de no haber solicitado la anulación cuando todavía podían haberlo hecho.
—Pero aún así, su pérdida debió ser muy dura para ti—murmuro.
—Lo fue —asintió él—, y todavía más la pérdida de nuestro hijo. Si hubiera sabido que estaba embarazada no la habría dejado subir siquiera a la balsa, pero ella era demasiado posesiva como para permitir que fuera sin ella. Había otras dos mujeres en el grupo, y estaba convencida de que las
dos me atraían.
Miley alzó la vista algo asombrada.
—Entonces no debía conocerte muy bien, porque si algo puedo asegurar de ti es que eres la clase de hombre que se toma muy en serio el cumplimiento de aquello en lo que se compromete —murmuró.
— Si de verdad piensas eso, ¿por qué me miraste dé ese modo tan acusador hace un rato, cuando volví de llevar a Delta a su casa? ¿Acaso creíste que estaría en la cama con ella?
—Hay una gran diferencia entre casarse por voluntad propia y hacerlo cuando tu mente está nublada por el tequila —le espetó ella molesta—. Esto no funcionará nunca, N.J. —añadió con voz cansada.
—Maldita sea, por supuesto que va a funcionar — contestó él—. Es solo que aún estamos en un... «proceso de adaptación». Para mí hasta hace poco no eras más que una chiquilla, la hija adolescente de mi patrón.
— O tu niñera —añadió Miley — , ¿no es así? Al menos es lo que me dijiste en Juárez.
—Es cierto que desde que nos conocimos siempre has cuidado de mí — asintió él —, pero nunca había pensado en ti como mujer, en el sentido físico, y a mí me sorprendió tanto como a ti aquella atracción que pareció surgir entre nosotros aquella mañana en la cocina, cuando tu padre nos
interrumpió.
Miley apartó la mirada, incómoda. Recordaba muy bien esa mañana.
Había pensado en ello una y otra vez, sintiéndose siempre terriblemente turbada, aunque ni siquiera la había besado.
En ese momento se acercó un vez más el camarero para recoger sus platos y preguntarles si tomarían postre, pero ambos habían perdido el apetito y solo pidieron café.
—Supongo que, si hubiésemos llegado a esta situación de mutuo acuerdo —continuó él — , las cosas serían muy distintas.
—Nunca habríamos acabado en esta situación de mutuo acuerdo —replicó Miley riéndose con amargura— . Ni en un millón de años llegarías a sentir algo por alguien como yo. De hecho, si no te hubieras emborrachado y esto no
hubiera ocurrido, creo que habrías terminado casándote con Delta. 
—¿No has oído una palabra de lo que te he dicho, acerca de por qué Delta salía conmigo? —la interrumpió él irritado.
—Delta te ama —masculló ella obstinadamente—. No estoy ciega, aunque me parece que tú sí, o que al menos estás cerrando los ojos a la realidad.
Ella te quiere, a su modo, pero te quiere. No me parece exactamente la clase de mujer mercenaria. Le gustan los lujos, sí, pero estoy convencida de que ha visto en ti algo más que solo el dinero.
—¿De veras? —inquirió él, enarcando una ceja—. ¿Cómo qué?
—Pues que eres... que eres un hombre amable — murmuró Miley, ignorando su sarcasmo—, que no eres de los que van por ahí buscando bronca, pero sí se defienden cuando tienen que hacerlo, que eres justo y abierto de mente,
y que tienes buen corazón.
Nick se quedó un momento callado, conmovido por aquella ingenua y halagadora opinión que tenía de él.
—Eres demasiado buena conmigo, sobre todo después de las cosas que te dije, del modo detestable en que me he comportado.
—Supongo que yo también me enfadaría si a la mañana siguiente de una borrachera me enterara de que me había casado contra mi voluntad — respondió ella encogiéndose de hombros—, pero lo que no comprendo por más que lo intento es porque cambiaste de opinión sobre la anulación
mientras estuviste fuera.
—Fue Kevin quien me hizo cambiar de opinión —explicó Nick una vez el camarero los hubo servido el café—. Me dijo que era un cobarde, que estaba huyendo del compromiso —sacó un cigarrillo y lo encendió —. Tenía razón, pero no estaba seguro de estar preparado para volver a tener una relación sentimental. Además, aún no he superado del todo la muerte de Nicole, la culpabilidad que sentí al perderla. Pero Kevin me hizo ver que debía seguir adelante contigo si tú tenías el coraje de cargar conmigo —le dijo mirándola
fijamente—. Me dijo que, por lo que le conté, le daba la impresión de que eras exactamente la clase de mujer que necesitaba. Y quizá sea cierto, porque si hay algo en lo que no te pareces a Nicole, es que no eres nada posesiva.
Miley sintió deseos de reír ante semejante frase. ¡Qué no era posesiva!
Estaba desesperadamente enamorada de él, pero era obvio que Nick Jonas no quería sentirse atado a nada ni a nadie. Solo quería una relación superficial que le permitiera seguir siendo libre emocionalmente, y aquello era algo con lo que ella no se podía contentar.
—Nick, yo... no estoy segura de ser capaz de sobrellevar esto —le confesó al fin—. Tú y yo somos muy distintos, N.J., y yo no creo que pueda adaptarme nunca a la clase de vida a la que tú estás acostumbrado, a la alta sociedad —le dijo con honestidad.
—Miley, ¿acaso te he dado en estos tres años la impresión de ser un hombre que va de fiesta en fiesta? — inquirió él alzando la barbilla y entornando los ojos.
—Estos tres años has estado ocultándote —le recordó ella—, llevando un estilo de vida que seguramente no tiene nada que ver con el que llevabas antes de venir aquí. Apenas sé quién eres en realidad.
—¿Te gustaría saberlo? —inquirió él de repente—. Nada más fácil: Podríamos ir a Jacobsville unos días y visitar a mi familia —propuso. La joven se quedó dudando.
—¿Crees que le caería bien a tu madre? —preguntó.
—Estoy convencido. Seguro que os llevaréis muy bien.
—Pero, ¿y Joe? No me dio la impresión de gustarle demasiado.
—Joe detesta a las mujeres, cariño —le dijo Nick—. Y a nuestra madre por encima de todas las demás —añadió—. Por eso, aunque está soltero ya no vive en casa. Hace tiempo que compró un apartamento en Houston, en el mismo edificio en el que tenemos nuestras oficinas. Kevin en cambio sí sigue viviendo en el rancho con nuestra madre.
La joven quería haberle preguntado por qué Joe odiaba a su madre, pero decidió que tal vez no era el mejor momento para indagar en los secretos familiares.
—Si fuéramos de visita como propones... ¿compartiríamos el dormitorio? —le preguntó preocupada.
Los ojos de Nick buscaron los suyos y escudriñó en ellos largo rato.
—Sí.
—¿Camas separadas? —inquirió Miley, esperando que la respuesta fuera «sí». Pero él meneó la cabeza—. Oh —musitó la joven, jugueteando nerviosa con la cucharilla del café, y sintiéndose turbada ante la idea de dormir con
él.
—Aún estás a tiempo de echarte atrás —la desafió con sutileza.
Miley alzó la mirada hacia él y se quedó dudando un instante, solo un instante. ¿Cómo podría negarse? Lo amaba. Si Nick había hablado en serio acerca de intentar que su matrimonio funcionara, ese era el primer paso. No
podía desaprovechar la ocasión.
—No, no voy a echarme atrás —le respondió con firmeza.
Las facciones de Nick se tensaron por la sorpresa, y a Miley le dio la impresión de que de repente le costaba respirar.
—Valientes palabras —murmuró con voz acariciadora—. Pero, ¿y si yo tuviera en mente algo más que compartir la almohada?
Miley se mordió el labio inferior.
—Eso es inevitable, ¿no? —le contestó con algo de incertidumbre—. Quiero decir, en el supuesto de que sigamos casados —añadió.
Nick asintió con la cabeza.
—No me conformaré con un matrimonio platónico, Miles: quiero un hijo — añadió mirándola fijamente.
La joven bajó la vista a sus manos, entrelazadas sobre el regazo.
— Yo... yo también querría tener hijos —balbució—. Es solo que la idea me hace sentirme un poco nerviosa, nada más. Las mujeres de hoy en día son tan experimentadas...
— Y precisamente por eso no te imaginas lo exquisita y rara que resulta una novia virgen para cualquier hombre —le dijo él —. Tu inocencia me excita, Miles. Solo de pensar en nuestra primera vez, me tiemblan las rodillas del deseo.
La joven sintió eso mismo en ese momento, pero por nada del mundo lo habría confesado. Alzó la vista hacia los ojos de Nick, pero la estaba mirando con tal intensidad, que tuvo que volver a bajarla.
—¿Y cuándo... cuándo quieres que vayamos? —le preguntó, cambiando de tema.
—Podríamos salir mañana mismo. De hecho mi madre me dijo que estaba deseando conocerte, y yo estoy ansioso por hacerle ver que no he vuelto a cometer el mismo error que hace años.
— Tal vez no sea el mismo, pero quizá sí sea un error —murmuró Miley insegura—. ¡Oh, Nick, si supieras cuánto siento habernos metido en este lío! —gimió mirándolo a los ojos—. Si hubiera sido Delta o alguien como ella, habría sabido reaccionar, pero me acobardé, y luego quise convencerme de que el certificado era falso, de que no pasaría nada.
—Delta en tu caso habría hecho lo mismo, solo que luego no estaría atormentándose con esos remordimientos de conciencia —repuso Nick.
—Pero, ¿por qué ya no quieres la anulación? Si te parece que podríamos tener un futuro juntos así al menos podrías decidirlo libremente y...
—Maldita sea, Miles, ¿todo esto es por ese condenado veterinario? —le espetó el vaquero de repente muy enfadado—. ¿Es por él?
—¿Qué quieres decir? —balbució la joven, aturdida por el veneno que había en su voz.
Nick se inclinó hacia delante, con los ojos brillándole como carbones encendidos.
— Sabes muy bien a qué me refiero. Está enamorado de ti, ¿no? Yo solo quiero saber de una vez si es mutuo o no. Vamos, dime, ¿es Liam la razón por la que no haces más que insistirme con lo de la anulación?, ¿para poder
librarte de mí y casarte con él?
—Bueno, Liam me pidió que me casara con él, pero... — se defendió Miley.
— Pero como siempre, tus instintos maternales fueron más fuertes, y tuviste que seguirme a Juárez para hacer tu papel de niñera —la cortó él—. Pues lo siento por ti, pero tendrás que aguantarte y cargar con las consecuencias. Estamos casados lo quieras o no, y no pienso dejar que sigas
flirteando descaradamente con ese payaso rubio.
—¿Cómo te atreves a acusarme de ese modo? ¡No tienes derecho! — exclamó Miley boquiabierta —. Aunque este matrimonio no fuera de mutuo acuerdo, yo me tomo mis votos tan en serio como tú. ¿Qué te has creído?
—¿Ah, sí? Pues demuéstralo.
—¿Qué lo... demuestre? —repitió ella sin comprender.
—Sí, ya sabes dónde está el barracón —le dijo él con una sonrisa burlona.
La joven apartó el rostro irritada. Tal vez sobre el papel fueran marido y mujer, pero ella necesitaba tiempo.
—Gallina —la pinchó Nick—. Está bien, no pasa nada. Salvarás tu orgullo por esta vez, pero cuando estemos en mi casa, dormirás conmigo, y quiero tu palabra.
—¿No hace falta que lo jure sobre la Biblia, verdad? —repuso ella, doblando la servilleta y colocándola sobre la mesa—. ¿Podemos irnos ya, por favor?
— Por supuesto.
Nick dejó escapar un profundo suspiro. Él mismo se había cerrado todas las puertas, y no sabía qué hacer para volver a abrirlas. Lo único que sabía era que, si perdía a Miley, su existencia parecería totalmente vacía.
Se montaron en el coche, y Nick lo puso en marcha, recorriendo en silencio la carretera paralela al río hasta llegar al desvío del rancho. Aquella zona era campo abierto, y estaba desierta a esa hora.
Bueno empiezo con este maraton dedicado a Agus qe es su Cumple aunqe ande retrazada con la nove jajaja espero de pongas al corriente y subas en tu blog
pd. mariina el oscuro pasado de Joe es otra historia qe talvez la cuente despues jijij
Besitoss!!♥

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