domingo, 22 de abril de 2012

The Heart of Millionaire cap.12




Media hora después a Miley le dolían los pies y estaba empezando a arrepentirse de haberse bajado del taxi. Aunque como compensación tenía la mano de Nick en su espalda, como si fuesen una pareja de verdad. Sabía que debía haberse apartado de él, pero estaba disfrutando demasiado de aquella sensación para hacerlo.
Había pasado tanto tiempo desde la semana que habían estado juntos. Y, desde entonces, no había estado con nadie más. Era cierto que había estado embarazada, situación en la que le habría sido muy difícil estar con otra persona, pero aunque no hubiese sido así, tampoco habría buscado a nadie. Había seguido llevando a Nick en su corazón y no le habría sido posible pensar en otro hombre.
Mal asunto, porque él ya le había dejado claro que no iban a volver a estar juntos. Aunque ella tampoco lo quisiera...
—Oh —exclamó al pasar por delante del mercado que habían visto cuando iban hacia el laboratorio, aquélla era una excelente ocasión para dejar de pensar en su acompañante. —Vamos a echar un vistazo.
—¿Qué quieres comprar aquí? —preguntó él frunciendo el ceño. —Esto no es más que una trampa para turistas.
—Eso lo hace todavía más divertido —contestó Miley alejándose de él para acercarse a los puestos.
Se metió entre la multitud, sintiendo la presencia de Nick detrás de ella. Miró las mesas, en las que había anillos de plata y collares, monederos de piel y chales de colores que colgaban de una cuerda situada en la parte de arriba de un puesto. Sonrió a un hombre que vendía tacos, pero no hizo caso al rugido de su estómago y fue hacia otro puesto donde vendían camisetas.
Nick se puso detrás de ella y miró por encima de su hombro las camisetas con imágenes de Cabo, el puerto y las cantinas locales. Sacudió la cabeza al pensar en lo raras que eran las mujeres, ¿por qué habría escogido Miley aquel puesto?
—¿Necesitas ropa? —le susurró al oído.
Ella dio un pequeño salto y a Nick le divirtió el hecho de ponerla nerviosa. Llevaba todo el día sintiéndolo. Estaba tensa. Cuando la tocaba, sentía su calor y su respuesta, lo que le hacía arder por dentro a él también. Nada más ponerle la mano en la cintura se había dado cuenta de que era un error, pero le había gustado tanto la sensación que no había sido capaz de quitarla.
Y eso le sacaba de quicio.
Ya había aprendido la lección con ella un año antes. Miley le había menudo acerca de quién era. ¿Y si seguía mintiéndole? Nick se preguntó si sería posible fingir aquel calor que sentía en ella cuando sus cuerpos se tocaban.
—Las camisetas no son para mí —contestó. —Tal vez las haya lo suficientemente pequeñas para los niños... ¡Estas!
Nick volvió a la realidad. Miley tenía en la mano una camiseta tan pequeña que parecía imposible que nadie cupiese dentro. Llevaba un burro en la parte delantera y un mensaje que decía: Los bebés burro también necesitan amor.
—¿No te parece una monada? —preguntó Miley.
—Sí. Supongo que sí —contestó. Y pidió otra igual a la vendedora.
La mujer sonrió, buscó la otra camiseta y metió las dos en una bolsa. Nick las pagó antes de que a Miley le diese tiempo a buscar su monedero. Luego agarró la bolsa y la condujo fuera del mercado.
—No tenías por qué pagarlas tú —le dijo ella.
—Digamos que es el primer regalo que les hago a mis hijos.
Miley se tropezó y él le agarró la mano con más fuerza, a pesar de que sus propias palabras también le habían hecho tambalearse un poco.
—Entonces, ¿me crees?
Nick sintió que se le hacía un nudo en el estómago.
—Estoy empezando a creerte.

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