The Heart of Millionaire cap.14

—¿Jefe?
A Nick casi le sorprendió oír la voz de Teresa. Se había olvidado de dónde estaba y lo que estaba haciendo. Se había excitado sólo de pensar en Miley.
—¿Qué pasa? —preguntó volviéndose de espaldas con la esperanza de que su asistente no notase la prueba evidente de lo mucho que deseaba a Miley.
—Han llamado del laboratorio de Cabo. Han enviado por fax los resultados de la prueba de ADN al laboratorio de Los Ángeles.
—Bien —se le hizo un nudo en el estómago. Ya sólo podía esperar. Los resultados llegarían probablemente al día siguiente. Así que sí, aquella noche era la noche.
—¿Quieres que se lo diga a Miley?
Nick frunció el ceño, pero pronto relajó la expresión. No era culpa de su asistente que estuviera tan tenso.
—No, gracias. Yo lo haré.
—De acuerdo —Teresa respiró profundamente, soltó el aire poco a poco y dijo: —Mira, sé que no es asunto mío...
—Suelo dejarte hablar siempre —murmuró con una sonrisa.
—Sí, supongo que sí —admitió ella pasándose la mano por el pelo. —Sólo quiero decirte que no creo que Miley esté jugando contigo.
Se quedó completamente quieto. Desde tierra se oía el claxon de varios coches y el ruido que hacía un grupo de turistas. Las olas golpeaban el casco del barco, y el viento le metía el pelo en los ojos.
Lo retiró para mirar a Teresa.
—¿Eso piensas?
Ella levantó la barbilla, puso los hombros rectos y lo miró a los ojos.
—Sí. No es de las que hacen algo así. Nunca le importó tu dinero, ni quién eras.
—Teresa... —Nick no tenía ganas de hablar de aquello y no le importaba lo que su asistente pensase de Miley. Pero, conociendo a Teresa, sabía que no podía interrumpirla.
—... voy a continuar. Y si vas a despedirme por abrir demasiado la boca —añadió enseguida, —entonces te lo voy a decir todo, pienses lo que pienses.
—Está bien. Termina.
—No te dije nada cuando la despediste. Hasta estaba de acuerdo contigo en cierto modo. Sí, Miley debía haberte dicho que trabajaba para ti, pero entiendo que no lo hiciera.
—Eso es estupendo, gracias.
Teresa ignoró sus pullas y continuó:
—Tampoco te dije nada a pesar de verte tan triste cuando se fue, aunque trabajar contigo fuese como estar encerrada en una jaula con una pantera.
—Eh.
—Pero te lo digo ahora —añadió levantando un dedo como si Nick fuese un niño de diez años que se hubiese portado mal. —Puedes despedirme por ello si quieres, pero nunca conseguirás a nadie tan bueno como yo y lo sabes...
Nick apretó los dientes porque sabía que Teresa tenía razón, asintió y le ordenó:
—Suéltalo ya.
—Miley no es de las que mienten.
El dejó escapar una risotada.
—Está bien, no te dijo que era empleada tuya. Pero eso fue sólo un error. Recuerda que yo también la conocí, como tú. Es una buena chica, con un buen corazón.
El cambió de postura, incómodo. No quería que Teresa tuviese razón. Para él era mucho más sencillo pensar que Miley era una mentirosa y una manipuladora. A ese tipo de mujeres sí sabía cómo manejarlas. ¿Qué iba a hacer con una mujer buena?
—Y, además —añadió Teresa, —he visto las fotografías de vuestros hijos...
—Todavía no se ha confirmado que sean míos.
—Son iguales que tú.
—Todos los bebés son iguales —argumentó Nick a pesar de saber que era cierto.
—¿Sí? Pues éstos tienen tus ojos. Tu pelo. Tus hoyuelos —Teresa hizo una pausa. Lo agarró del brazo. —No te está mintiendo, Nick. Eres padre. Y vas a tener que pensar qué vas a hacer.
Él volvió la cara hacia el mar y dejó que el viento lo golpease. Normalmente, la amplitud del océano era suficiente para tranquilizar su alma y aliviar todas sus tensiones, pero en ese momento no funcionó. Tal vez ya nunca volviese a funcionar.
Porque si era padre... entonces no se iba a con—tentar con mandarles un cheque a esos niños todos los meses. No iba a permitir que sus hijos creciesen sin conocerlo. Lo quisiese Miley o no, iba a formar parte de sus vidas, aunque para ello tuviese que arrebatárselos a su madre.