domingo, 20 de mayo de 2012

Two Lonely Hearts cap.12




Joe se quedó en chicago más de un par de días, y en ese tiempo trató de no pensar en las razones por las que no debía estar con Demi. se le había metido muy dentro, y era como una dulce fiebre que fuera incapaz de bajar. cuanto más trataba de resistirse, más lo atormentaba el deseo, así que finalmente se rindió a lo que le decía el corazón. El trabajo en el rancho se estaba amontonando porque no estaba allí para ayudar a Kevin, pero se sentía incapaz de pensar en otra cosa que no fuera estar con Demi. Ya fuera despierto o dormido, veía su hermoso rostro a todas horas.
aunque estar a su lado lo hacía inmensamente feliz, detestaba el modo en que se estaba obsesionando con ella. era un soltero convencido, debería ser capaz de resistirse a los encantos de una mujer. ¿por qué no lo lograba con aquella? tal vez porque no era su belleza, sino su carácter dulce, que ofrecía amor sin esperar nada a cambio, lo que lo tenía hechizado. era como si estuviera tejiendo una delicada tela de araña en la que él se había visto atrapado, y el tratar de escapar solo hiciera que se enredara aún más en ella.
En esos días que él permaneció en la ciudad se hicieron inseparables. Salían a cenar casi cada noche, él la llevaba a bailar... e incluso habían ido a la bolera la noche anterior. hacía siglos desde la última vez que había jugado una partida de bolos. Cada vez que derribaba unos cuantos. Demi saltaba y aplaudía con tanto entusiasmo como si lo hubiera hecho ella.
Joe observaba fascinado cómo iba saliendo del oscuro agujero en el que la culpabilidad la había recluido, aunque de cuando en cuando atisbaba todavía un destello de angustia en sus ojos.
A pesar de que a medida que pasaban los días tenían más confianza el uno el otro, Joe tenía todo el tiempo mucho cuidado de evitar el contacto físico más allá del gesto inocente de tomarla de la mano. había una química demasiado fuerte entre ellos, como había descubierto aquella mañana en el hotel. Pero charlaban, charlaban
muchísimo, y poco a poco incluso él se fue abriendo a Demi, compartiendo con ella cosas que no había compartido con nadie más. era para ellos un periodo de tanteo, de descubrimiento, pero era un tiempo robado al tiempo, y los dos sabían que antes o después tocaría a su fin.
—estás muy serio, Joe —le dijo ella aquella noche, mientras él la acompañaba hasta la puerta de su casa. habían salido a cenar, y él había estado inusualmente callado.
—tengo que volver —le dijo con tristeza—. no puedo quedarme más.
Demi le dio la espalda un momento con la excusa de abrir la puerta para que él no pudiera ver la decepción en su rostro. Él, sin embargo, lo interpretó como que se sentía dolida, como si la abandonara.
—Tengo un rancho que atender. Demi, entiéndelo —le dijo con algo de aspereza—. no puedo pasarme el resto de mi vida vagando por chicago mientras tú estás en el trabajo.
Ella se giró y alzó hacia él la mirada con infinita tristeza.
—lo sé —murmuró.
Joe se sintió mal por haber sido tan brusco. se metió las manos en los bolsillos, incómodo.
—podríamos escribimos —propuso—. no será lo mismo que estar juntos, pero yo al menos lo prefiero al teléfono. nunca se me ha dado bien hablar por teléfono.
—a mí me pasa igual —contestó ella con una sonrisa. el corazón le latía apresuradamente. si harden quería mantenerse en contacto con ella tenía que
significar que le importaba algo. aquello la animó bastante—. Sí, Joe, me gustaría mucho que nos escribiésemos.
Él sonrió.
—Pero no esperes una carta diaria —le advirtió—. la verdad es que escribir cartas tampoco se me da demasiado bien. supongo que soy nulo en todo lo que tiene que ver con la comunicación. siempre he sido un lobo estepario.
La siguió dentro, y esperó mientras ella buscaba una libreta y un bolígrafo.
Intercambiaron sus direcciones, y se produjo de nuevo entre ellos ese incómodo silencio que conllevan las despedidas.
—gracias por todo, Joe, has hecho que vuelva a sentirme bien por estar viva. ojalá yo pudiera hacer algo parecido por ti.
Joe se mordió el labio inferior, sintiéndose como un aprovechado por lo que estaba pensando, pero no pudo evitar que sus ojos se deslizaran a lo largo del vestido negro de tirantes que ella llevaba puesto, las medias de nylon que recubrían sus largas piernas, y los delicados zapatos con el talón descubierto.
—podrías, si quisieras —murmuró.
Demi tragó saliva. harden la deseaba y estaba a punto de pedirle algo que ella no sabía si podía darle.
—Joe, yo... yo... las relaciones íntimas me desagradan —le dijo nerviosa.
Él enarcó las cejas.
—No iba a pedirte que te acostaras conmigo —respondió con cierta aspereza—. El que sea ranchero no significa que sea tan poco sutil.
—Oh —musitó ella avergonzada.
—Pero ya que lo has dicho... —prosiguió harden cerrando la puerta tras de sí—, ¿por qué te desagradan?
—pues porque es algo...
—¿Doloroso? —inquirió él al ver que no sabía cómo explicarlo.
La joven dejó su bolso sobre una mesita y dibujó arabescos invisibles en el cuero, incapaz de mirar a Joe a la cara. recuerdos que le dolía revivir estaban acudiendo en tropel a su mente..
—no, solo me dolió la primera vez —balbució—. supongo que lo que quiero decir es que el sexo no me resultaba satisfactorio. sí, era bastante embarazoso para mí y
no me satisfacía. nunca me gustó.
Joe se colocó detrás de ella, la tomó por la cintura, y la hizo girarse hacia él.
—¿te excitaba tu esposo como es debido antes de poseerte?—le preguntó.
Demi se sonrojó profusamente. no creía que pudiera estar hablando de aquello con un hombre al que había conocido solo unos días atrás.
—No debería darte vergüenza hablar de estas cosas. Demi. Somos dos adultos.
—La verdad es que nunca he hablado de ello con nadie—balbució.
—Bueno, como se suele decir, siempre hay una primera vez para todo —replicó él—. aquella mañana en el hotel, cuando te besé, no me pareció que te incomodara en
absoluto, ¿me equivoco?
—No —murmuró ella, con el rostro encendido.
—Y con tu marido... ¿era distinto?
Demi asintió con la cabeza.
—yo creo que lo de la química entre las personas no es un cliché —le dijo Joe observándola—. a veces se da entre un hombre y una mujer, sin un motivo aparente, y es como si saltara una chispa, o como si se creara un campo magnético
que los atrae. no es algo que ocurra con demasiada frecuencia, y yo desde luego no había sentido jamás una química tan fuerte como la que siento contigo. ¿había
química entre tu marido y tú?
Ella meneó la cabeza muy despacio.
—No, nunca la hubo.
Joe la tomó por la barbilla para que lo mirara a los ojos.
—En el sexo, para que resulte realmente placentero, tiene que existir un mínimo de esa química, además de otros ingredientes no menos importantes: respeto mutuo, confianza... amor. es una combinación difícil de conseguir, y la mayoría de la gente jamás la ha conocido, así que muchas veces se conforman con lo que se les presenta.
—como me ocurrió a mí, quieres decir—murmuró ella, apartando la vista.
Joe suspiró, y alzó una mano para trazar el contorno de los labios de la joven como había hecho días atrás, logrando al instante que se entreabrieran.
—¿puedes sentirlo? —le preguntó a Demi suavemente—. ¿notas que tu cuerpo se tensa cuando te toco, y el modo en que tu respiración se toma ligeramente entrecortada y el corazón empieza a latirte como un loco?
—sí —murmuró ella maravillada—. tú... ¿sientes lo mismo, Joe? —inquirió tragando saliva.
—sí, yo también lo siento —murmuró él—. noto como si todo mi cuerpo se hubiese sensibilizado, hasta las plantas de los pies —se inclinó hacia ella y la rodeó con los brazos, mirándola a los ojos—. deja que te haga el amor. Demi. pon los límites que tú quieras.




2 comentarios:

  1. wooooo me encanta cuando hablan de eso se ve que no solo se desean sino que sea abren el uno al otro me encanta

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