Miley dudó frente al escaparate de la joyería. Era el cumpleaños de Nick aquel día, y aquella noche iban a ir a cenar fuera con su familia. Ella ya le había comprado una corbata de seda, y no podía permitirse comprarle uno de los caros relojes que tenía delante.
Además, él reemplazaría el Rolex robado en algún momento. Había sido asegurado.
No obstante, había un cartel en el escaparate que ponía que también vendían relojes de segunda mano de excelente calidad.
Podía entrar y preguntar.
Media hora más tarde, salió de la tienda con un Rolex en su bolso.
Era el mismo modelo que el del reloj que le habían robado a Nick, y ella estaba encantada de poder regalárselo, aunque se hubiera gastado todo lo que tenía en su cuenta bancaria.
¿Se lo pondría incluso después de que se divorciaran?
Una gran pena le inundó el corazón.
Iban a ir a cenar al Carlon Towers, porque según Nick servían la mejor carne de Londres.
Nick llegó a casa cuando Miley acababa de salir de la ducha. Estaba sentada en la cama, envuelta en una toalla. Cuando Nick entró en la habitación, vio la caja del reloj a su lado.
—¿Qué es esto? —preguntó Nick cuando ella se lo dio.
—Tu regalo de cumpleaños.
—Creí que me lo habías dado esta mañana.
—¿La corbata? Sí, lo sé. Pero esto es algo extra —le dijo Miley sensualmente.
Su sonrisa le alegró el corazón. Nick se sentó a su lado y abrió el regalo.
El no se había imaginado nada, pero cuando abrió el papel y vio el Rolex se sorprendió.
—No es nuevo, me temo. No pude… Pero es como el que perdiste.
No lo era, porque el suyo había pertenecido a su padre. Pero Nick no se lo dijo. Se puso el reloj sin decir nada y luego la abrazó y la besó ferozmente.
Le daba la impresión de que hacía mucho tiempo que él no la besaba así, aunque sólo habían pasado quince días desde su luna de miel. Y si Nick no le había hecho el amor tan apasionadamente desde que habían llegado había sido porque ella no lo había animado a hacerlo, pensó Miley.
Pero luego dejó de pensar, cuando él rodó con ella en la cama y la siguió besando.
—Habéis llegado tarde. ¿Qué os ha entretenido? —preguntó la madre de Miley cuando Miley y Nick entraron en el restaurante del Carlton Towers.
Automáticamente Miley miró a Nick. Afortunadamente estaba oscuro para que los demás notasen el modo en que él la miró.
—¡Nick! Has recuperado el reloj —dijo Danielle.
—En realidad, no. Miley me lo ha regalado para mi cumpleaños —Nick volvió a mirarla.
—Ajá… Ahora comprendo por qué por una vez no somos los últimos en llegar… —comentó Danielle.
Volvieron a casa después de medianoche.
—Sólo quedan tres semanas para Navidad —dijo Miley.
—Mmmm… Después de Año Nuevo sería una buena época para buscar la casa de campo…
Miley sintió pena en su corazón. Para entonces habrían terminado, gracias a Liam y a Lucas Till.
—¿Qué ocurre? —preguntó Nick.
—Nada. ¿Por qué?
—Oh, no lo sé. Tal vez porque la temperatura emocional ha bajado unos diez grados —respondió Nick—. Te anda rondando algo en la cabeza, Miley.
—No es cierto. Sólo estoy cansada.
—Quiero terminar con el tema de las deudas de Prét & Party antes de Año Nuevo —dijo Nick. Creo que deberíamos ir juntos a ver al señor McVicar y…
—¡No!
—¿Por qué no?
—Ya te lo he dicho. Prét & Party es un negocio mío y quiero que siga siéndolo. Y… ¡No quiero que me presiones para que haga algo que no quiero!
Nick no dijo una palabra. Pero bastó con su mirada.
Miley hubiera querido pedirle que comprendiera. Pero no podía hacerlo.
Tenía que sacrificar su matrimonio. Y como Nick no la amaba, podría seguir con su vida perfectamente mientras que ella se sentiría sola el resto de su vida.
Faltaba una semana para Navidad. Todas las tiendas de Knightsbridge, y por supuesto los grandes almacenes como Harrods y Harvey llevaban anunciando la navidad desde hacía semanas. Miley había hecho todas las compras y enviado todas las tarjetas de navidad. La señora Crabtree se había tomado unas vacaciones para poder pasar más tiempo con su hija y sus nietos, y Miley había disfrutado mostrándole a Nick sus habilidades culinarias, aunque él había cocinado para ella la noche anterior.
Nick no había vuelto a hablar de Prét & Party nuevamente, pero había una tensión entre ellos que le dolía a ella, aunque por otra parte trataba de disfrutar de cada momento que le quedaba con él.
Al menos Nick seguía haciéndole el amor, todas las noches, con pasión y determinación. Pero no con amor, por supuesto.
Sonó el timbre y Miley fue a abrir automáticamente. Se quedó helada cuando vio a Liam en los escalones.
Intentó cerrar la puerta, pero Liam se lo impidió y entró en el vestíbulo.
—¿Qué estás haciendo? Creí que te gustaría verme. Lucas me dijo que te apetecería verme.
—Liam, no has debido venir aquí —protestó—. Si Nick te viera…
—El no está en casa, ¿no?
—No, está en el trabajo. Pero si estuviera aquí…
—Pero no está… —dijo Liam con un tono supuestamente cariñoso.
Pero ella sabía que era falso.
—Sabes, Miley, Lucas tiene razón… Nos precipitamos al divorciarnos, sin dar a nuestro matrimonio una oportunidad. Admito que yo fui un poco egoísta.
Evidentemente Lucas lo había aleccionado bien, pensó ella.
—No me extraña que te arrepientas de haberte casado con Carring. Supongo que, cuando lo comparas conmigo, sobre todo en la cama, te parecerá muy malo. Después de todo, la cama es mi especialidad, ¿no?
Miley tuvo que reprimirse decirle que lo poco que recordaba de él de su «especialidad» era un desastre.
—Tú fuiste mi primer amante —respondió ella.
—Sí, y supongo que habrás pensado que todos los hombres serían tan buenos como yo, ¿no? —agitó la cabeza—. Pero no importa, pronto tú y yo podremos recuperar el tiempo perdido. De hecho… —miró hacia las escaleras—. ¿Por qué no empezamos ahora? Si quieres subimos y te hago un regalo especial para Navidad…
Miley hubiera querido gritar que se fuera antes de que vomitase. Pero, si Liam sabía que ella amaba a Nick, lo pondría en grave peligro, y Lucas Till tendría algo con qué chantajearla.
—Aquí no… Quizás en otro sitio… —dijo ella para disimular.
—¿En otro sitio? ¿Qué te parece si vienes conmigo ahora? Veo en tu mirada cuánto me deseas…
Liam intentó agarrar su mano y tirar de ella.
—¡No, Liam! Estaba a punto de ir a ver a mi madre… —balbuceó.
—Lucas me pidió que te diera un mensaje —dijo Liam, soltándola—. Le has dicho que planeabas dejar a Carring, pero todavía estás viviendo con él.
—No puedo irme así sin más.
—No… —Liam la miró con curiosidad—. Me da la impresión de que quieres asegurarte unos cuantos millones suyos antes de marcharte, y no te culpo por ello.
—Sí. Eso es exactamente lo que he planeado —mintió Miley—. Y de momento no puedo reunirme con Lucas, Liam.
Nick sospecharía. De hecho, ya sospecha algo porque no he querido que sea socio mío en Prét & Party .
—Bueno, Lucas se está poniendo impaciente, y también los hombres a los que representa. Lucas me ha dicho que, si no te deshaces de Carring voluntariamente, será él quien haga algo para que se termine. Ah, y ha dicho que ni se te ocurra contarle a Carring lo que está pasando, porque eso sería como firmar su sentencia de muerte.
Miley no sabía cuánto tiempo hacía que se había ido Liam. Se había quedado sentada en las escaleras de la casa, rodeando sus rodillas con sus brazos, incapaz de moverse. Pero le parecía que era de noche, porque el vestíbulo estaba oscuro. Miley recordó distintos momentos vividos con Nick en el corto tiempo que llevaban juntos, y pensó en los pequeños proyectos que tenían, como ir a comprar un árbol de navidad el próximo fin de semana. No volvería a vivir nada de aquello. Su pérdida le producía un profundo dolor…
Pronto todo se terminaría. Tenía que ser así. Si no…

No hay comentarios:
Publicar un comentario