domingo, 20 de mayo de 2012

Two Lonely Hearts cap.11




Empezó a aminorar el paso, y maldijo entre dientes antes de detenerse y girar en redondo. Demi no se había movido un milímetro. seguía allí de pie, con la misma mirada triste. y, de pronto, sin siquiera darse cuenta de lo que hacía, Joe se
encontró regresando a grandes zancadas a su lado, casi corriendo al final, hasta que estuvo otra vez delante de ella. la joven estaba mirándolo con los ojos muy abiertos.
—Has vuelto... —musitó tocándole el brazo.
—No porque mi conciencia no me diga lo contrario, te lo aseguro —masculló él—, pero parece que no puedo alejarme de ti tan fácilmente. ¿a qué hora sales de
trabajar?
Demi se notaba la garganta increíblemente seca.
—A las siete.
Joe asintió con la cabeza.
—Pasaré a recogerte, y buscaremos algún sitio donde cenar.
—Podrías venir a mi casa y yo cocinaría algo —le ofreció ella.
—¿y permitir que estés una hora frente al fuego después de trabajar todo el día? ni hablar.
Demi esbozó una sonrisa.
—anda, sube o llegarás tarde —le dijo él—. nos vemos luego.
Joe se quedó esperando a verla entrar en el edificio. Era tan sorprendente que estuviera sintiendo las emociones que estaba sintiendo por una mujer. Después de la tragedia que había truncado sus ilusiones de juventud, había creído que nunca sería capaz de sentir de nuevo.
Joe no tenía nada que hacer durante el resto de la tarde, así que aprovechó para hacer un poco de turismo. Chicago era una ciudad grande y bulliciosa, como cualquier otra, pero disfrutó admirando las enormes esculturas modernas, los
edificios, y visitando algunos museos y galerías de arte. sin embargo nada de ello le hizo perder la noción del tiempo, y a las seis regresó a su hotel para ducharse y cambiarse y a las siete estaba esperando a Demi de nuevo afrente al edificio donde trabajaba. La joven bajó diez minutos más tarde, jadeante.
—Lo siento —se disculpó mientras trataba de recobrar el aliento—. Mi jefe me ha retenido enviándole unos faxes en el último minuto.
—No tenías por qué correr —le dijo él con una sonrisa—. te habría esperado.
Fueron hasta el lugar donde había dejado aparcado el coche, y una vez estuvieron sentados, le propuso:
—Esta tarde, mientras deambulaba por la ciudad, vi un restaurante polinesio.
¿Has probado alguna vez la comida polinesia? tienen un plato que se llama poi que es realmente delicioso.
—¿De veras? suena muy exótico. sí, creo que me gustaría probar la comida polinesia. esta noche me siento aventurera —contestó ella—. pero primero me gustaría ir a casa a cambiarme...
—por supuesto.
Joe la llevó allí sin que ella tuviera que recordarle el camino y, milagrosamente, encontró un sitio libre donde aparcar, y pudo entrar en la casa con ella y esperar sentado en el salón mientras Demi se cambiaba.
Al cabo de unos minutos, ella salió de su dormitorio abrochándose un collar de perlas en tomo al cuello vuelto de un sencillo pero elegante vestido azul oscuro. Se había soltado el cabello, y le caía sobre la espalda como una catarata de seda.
—¿estoy bien así? —le preguntó—. no estoy demasiado acostumbrada a salir de noche. además, a Sterling no le gustaban los sitios elegantes, así que no he tenido muchas
ocasiones de vestirme así. si te parece que esta ropa es demasiado formal puedo ponerme otra cosa. es que te vi con ese traje y pensé que...
Joe se acercó a ella y le impuso silencio poniéndole el índice en los labios.
—así estás muy bien —le dijo—.no hay razón para que estés nerviosa.
—¿no la hay? —replicó ella esbozando una sonrisa—. la verdad es que me siento como si volviera a tener dieciséis años —de pronto la sonrisa se borró de sus labios
—. Dios mío, no debería estar haciendo esto. solo hace unas semanas que murió mi marido y perdí mi bebé. no debería salir —balbució.
—los dos sabemos que eso no tiene ningún sentido, Demi —le dijo él—. quedarte aquí solo hará que te hundas en la tristeza y el remordimiento. necesitas salir y distraerte. si te ayuda en algo, podrías pensar en nosotros como dos personas que están solas y están ayudándose la una a la otra a superar un mal momento.
—Tú... ¿estás solo, Joe? ¿no hay nadie que...?
Él inspiró despacio y le acarició el cabello con delicadeza.
—Sí, estoy solo —contestó en un tono áspero—. siempre he estado solo.
—Nunca has encontrado tu sitio, ¿no es verdad? nunca te has sentido parte de nada —adivinó ella, sorprendiéndolo una vez más—. sé lo que se siente, porque a mí me ocurre lo mismo. Sam y Joan se han portado muy bien conmigo, pero cada vez que estoy con ellos me siento como si fuera una intrusa, y aunque cuando conocí a Sterling
pensé que al fin había encontrado a alguien que me quisiese a su lado, no funcionó. Él quería algo que yo no podía darle.
—¿esto? —inquirió harden. y despacio, muy despació, trazó el contomo de los carnosos labios femeninos, observando como sus labios se entreabrían. Demi reaccionaba al instante a cada pequeña caricia, a cada mirada, y aquello hacía que un remolino de deliciosas emociones se apoderara de él. pero ella lo tomó de la muñeca, deteniéndolo.
—Joe, no —susurró tragando saliva—, por favor.
—¿te sientes culpable por sentir placer cuando te toco?—le preguntó él quedamente.
—Supongo que sí —admitió ella—. era yo quien iba conduciendo, y se perdieron dos vidas —su voz se quebró por el dolor—. fue culpa mía...
Joe la atrajo hacia sí, abrazándola, mientras la joven lloraba.
—Tienes que darte tiempo. Demi. la desesperación no hará sino prolongar el dolor que sientes. tienes que tratarte con amabilidad y con paciencia.
—¡No puedo! ¡me odio!
Joe depositó un suave beso en su frente.
—Demi, todos nos sentimos culpables por algo, y es natural, porque somos humanos, pero créeme, puedes superarlo si intentas mirar más allá, ver más lejos en
vez de recriminarte. tienes que encontrar algo que te haga levantarte cada mañana, aunque solo sea una película que vayan a estrenar en el cine o ir a comer a un restaurante, o unas vacaciones... podrás superar el dolor si anhelas algo lo
suficiente.
—¿y funciona? —inquirió ella entre sollozos.
—a mí al menos me funcionó —contestó Joe.
la joven se apartó un poco de él, limpiándose las lágrimas con el dorso de la mano.
—y supongo que no querrás contarme qué te pasó —murmuró esbozando una pequeña sonrisa.
Joe sonrió también.
—no.
Demi suspiró.
—No sueles abrirte demasiado a los demás, ¿no es cierto?
—Creo que nos ocurre a los dos —murmuró él, apartándole un mechón del rostro. sus ojos descendieron hacia el vestido, tan recatado, y enarcó una ceja.
—estás pensando que me visto como una cincuentona, ¿verdad? —murmuró ella frunciendo los labios.
Joe se echó a reír.
—Bueno, la verdad es que no es muy propio para tu edad. ¿no tienes nada más moderno en tu armario?
ella lo miró incómoda, como si no se atreviera a decir algo.
—Sí, pero... bueno, es que no me gusta llevar vestidos muy escotados porque... bueno... se vería.
Joe la estaba mirando perplejo.
—¿Qué se vería? ahora sí que me has dejado intrigado.
ella se giró hacia la puerta, visiblemente avergonzada por aquel tema.
—Es mejor que nos vayamos ya, luego se llenará el restaurante.
Joe sonrió divertido.
—¿Te pongo nerviosa. Demi?
—supongo que como a la mayoría de las mujeres —respondió ella muy seria, escrutando su rostro—. eres bastante intimidante.
—bueno, en ese caso, trataré de no intimidarte demasiado —prometió él con una sonrisa burlona, mientras abría la puerta y la sostenía para que ella pasara. y, cuando ella pasó por delante de él, Joe se preguntó cuánto tiempo podría contener su deseo por ella antes de dar un paso irrevocable.




1 comentario:

  1. me encanta dios se desean porque no solo se ayudan mutuamente y ya jaja

    ResponderEliminar