martes, 15 de mayo de 2012

The Man She Loves to Hate cap.1


miley cyrus thanksgiving day parade float 08
Diez años más tarde...
Por lo que se refería al nivel de dificultad, era como si Miley Cyrus estuviera cargando con un cadáver. Sin embargo, no podía hacer nada más, por lo que tiró y tiró hasta que, por fin, consiguió colocar la caja sobre el trineo y atarla para que no se moviera. ¿Qué importaba que las cajas de cartón no estuvieran diseñadas para un tratamiento tan brusco? Aquélla no tenía elección.
Había llegado el momento de marcharse, pero Miley se volvió hacia la cabaña. Sus pesadas botas de nieve se agarraron al resbaladizo escalón y, entonces, ella agarró la puerta y la cerró con llave. En la cabaña todo estaba en
orden. Limpio, ordenado y completamente impersonal. Misión cumplida.
Se subió al asiento de su vehículo de nieve y se dirigió al teleférico.
Entonces, al llegar allí, detuvo el vehículo y bajó de nuevo la caja del trineo. Hizo un gesto de dolor cuando no tuvo más remedio que volver a golpear duramente la caja. Después, volvió a montarse en el vehículo y se dirigió a la torre de control para aparcarlo en su sitio, al lado de la puerta.
El vehículo de nieve era de Hare. También lo era el pesado abrigo que él había insistido en que ella se pusiera antes de que le permitiera dirigirse a la cabaña. La radio que llevaba en el bolsillo le pertenecía a él también. Había cobrado vida hacía unos minutos para permitir que Hare, desde su puesto de jefe de pista, le dijera que se diera prisa porque el tiempo estaba empeorando, el último teleférico que bajaba de la montaña iba a salir en cinco minutos y esperaba que ella estuviera dentro.
Tras dejar todo en su sitio, desató el trineo y lo guardó en el
compartimiento correspondiente. Hare insistía mucho en el orden a todos sus empleados. Si todo no estaba en su sitio, corrían el riesgo de que él los despidiera de Silverlake Mountain y que tuvieran que trabajar en los bares, restaurantes y albergues de esquí de Queenstown.
—¿Está hecho todo? —le preguntó Hare cuando ella entró en la sala de control y cerró la puerta.
—Todo hecho —respondió Miley tras dejar las llaves del vehículo de nieve en el llavero que había al lado de la puerta y la radio en el cargador. Se sacó las llaves de la cabaña del bolsillo y se las ofreció a Hare. Que ella supiera, aquéllas no se colgaban en ningún sitio—. Mi madre me dijo que te diera éstas también.
Hare se limitó a frotarse uno de los brazos en vez de tomar las llaves, por lo que Miley las dejó sobre la mesa. Francamente, no quería volver a verlas. Y no podía culpar a Hare porque le ocurriera lo mismo.
—Francamente, eso que hacían, jamás me pareció bien —musitó Hare.
—Sí, bueno, no eres el único.
Una verdad por otra y sólo porque se trataba de Hare. Todos los demás se encontraban con un silencio hostil y desafiante, un mecanismo de defensa que había desarrollado en su adolescencia.
—Pero ya ha terminado todo—añadió.
La muerte solía terminar con muchas cosas.
—¿Cómo está tu madre? —le preguntó Hare—. ¿Está en el entierro?
—No —respondió Miley muy cansada—. Por supuesto que no. Ha ido a darse un paseo por las orillas del lago Wanaka. Creo que se va a despedir de él allí.
—¿Va a trabajar esta noche en el bar? —quiso saber Hare. Miley asintió.
—Sí. Estás invitado a pasarte y a tomarte una copa en honor al muerto esta noche. Discretamente, por supuesto, pero paga la casa. Es la única manera de despedirse cuando uno no se puede despedir oficialmente.
—Ella lo quería mucho —dijo Hare—. Eso hay que admitirlo.
—Lo sé. Es que...
La amargura no le sentaba bien. Miley trataba de evitarla a toda costa. Sin embargo, se había pasado toda una tarde retirando las pistas del paso de su madre por la vida de James Jonas y recordando exactamente todas las cosas a las que su madre había renunciado por él y lo que había recibido a cambio.
—Lo sé.
No era culpa de Hare, sino del pésimo estado de ánimo de Miley. No era culpa de Hare que él hubiera sido el desgraciado empleado encargado de cuidar a la joven Miley aquella primera vez que Rachel Elizabeth Cyrus había subido a la cabaña para estar con su amante casado. No era culpa de Hare que hubiera tenido que cargar con Miley todas las veces subsiguientes, hasta que Miley había
sido lo suficientemente mayor como para no necesitar canguro.
Hare la había enseñado a esquiar, a amar la montaña y la había mantenido a salvo de todo a excepción de la amarga realidad. Nada hubiera podido mantenerla a salvo de eso.
Las cosas habían cambiado para Miley después de que la aventura de James Jonas con Rachel hubiera salido a la luz. Sus amigas habían dejado de serlo y ella jamás había aprendido a hacer amigas nuevas. Cuando los chicos comenzaron a fijarse en ella, había descubierto que sus anteriores amigas se convertían en celosas y furiosas enemigas que sabían exactamente golpearle donde más le
dolía.
—¿Vas a quedarte en Queenstown durante un tiempo para ayudar a tu madre a sobreponerse a la nueva situación? —le preguntó Hare.
Miley se encogió de hombros.
—Me puedo quedar un par de semanas. Luego, tendré que regresar a mi trabajo en Christchurch.
—He oído que has encontrado un trabajo de diseñadora allí.
—Así es.
Efectivamente, su testarudez y su talento la habían ayudado a conseguir un trabajo como diseñadora gráfica para una empresa de efectos especiales para películas. La testarudez y el talento la habían mantenido allí. La recompensa era
que no tenía que enfrentarse a la realidad a diario. La realidad estaba demasiado valorada.
—¿Podrías hacerlo desde aquí?
—¿Y por qué iba a querer hacerlo desde aquí?
—No lo sé —dijo Hare rascándose la cabeza y frunciendo el ceño—. Podría ser diferente para ti ahora que James no está.
—No veo por qué. Selena sigue aquí. Nick sigue aquí. La viuda de James sigue aquí. Y siguen siendo los dueños de la mitad de esta ciudad. Jamás han sentido la inclinación de hacer que nada le resulte fácil a un Jonas.
—No fue fácil para nadie —dijo Hare—. Podría ser un buen momento para olvidarse de las antiguas rencillas.
—Estás comportándote de un modo racional —comentó Miley—. La interacción entre los Cyrus y los Jonas no es nunca racional.
—No tiene por qué ser así.
—Claro que sí —murmuró ella. Se abrió a Hare porque el hombretón siempre se había mostrado amable con ella y sabía más de la verdadera Miley Cyrus que la mayoría—. Hare, no quiero regresar a Queenstown. Lo único que he
hecho aquí siempre es esconderme de otras personas. Ponerme máscaras para que la gente viera lo que esperara ver. Una chica que se encuentra completamente a gusto en un bar lleno de desconocidos. La desafiante hija de la
amante de James Jonas. Una sirena en mi propio derecho, completamente cómoda en mi papel. Todo máscaras. Por el  contrario, en Christchurch... —añadió Miley encogiéndose de hombros—. Allí, por fin he reunido el valor de quitarme la
máscara para ser sólo yo.
—¿Estás haciendo amigos?
—No es eso. Todavía no, pero, al menos, no tengo enemigos. Eso ya es algo, ¿no te parece?
Miley comprendió que lo había avergonzado. Y había dejado demasiado en evidencia. La situación no le resultaba cómoda. Había llegado el momento de escapar.
—¿Vas a enviar ese teleférico ya colina abajo?
—Estoy esperando a otro pasajero.
—¿A quién?
miley cyrus thanksgiving day parade float 10

Bueno chicas iniciando esta nove 
bye me voi las adoro!!!♥

3 comentarios:

  1. me encantooo
    porfa sigue
    esta poniendose interesante

    ResponderEliminar
  2. dios mio me encanto estaba super interesante ahhhhh lo ame me muero de la impasiencia de k subas mas cap
    gracias mitchie por todo las noves dedicarnos un poco de tiempo a nosotras tus lectoras y a este blog al k muchas amamos♥ gracias amiga te amo♥ sube pronto espero con ansias los capitulos sigientes sube rapido porfis :)♥

    ResponderEliminar
  3. =D estoy mas que emocionada!
    esta novela te está quedando estupenda...
    siguela! siguela! siguela!

    ResponderEliminar