jueves, 17 de mayo de 2012

Two Lonely Hearts cap.10


Sin la presencia de Kevin, que siempre tenía algún chiste u ocurrencia preparado, la última sesión del congreso fue bastante aburrida, y en cuanto tuvo ocasión, Joe agarró su maletín y abandonó el salón antes de que alguno de los
asistentes pudiera entretenerlo.
A la una y media en punto estaba en la puerta del edificio donde trabajaba Demi ella tampoco se hizo esperar más de unos minutos. Joe la estudió cuando la vio aparecer. se había hecho una complicada trenza que le caía por la espalda. Le quedaba bien, igual que los pendientes largos de plata que llevaba, el traje de chaqueta color crema, y los zapatos de tacón a juego.
— ¿tengo tu aprobación? — inquirió ella divertida.
—ya lo creo —asintió él.
—bueno, ¿a qué tipo de restaurante te apetece que vayamos? la verdad es que no conozco esto lo bastante como para saber qué sitio estaría bien.
—pues entonces deja que te enseñe uno de mis favoritos —propuso ella sonriente—. te va a encantar. es una marisquería a la que me llevaron Sam y Joan cuando me gradué.
—estupendo, me encanta el marisco.
—¿a qué hora tienes que tomar el vuelo de regreso a texas? —inquirió ella sin querer escuchar la respuesta.
—he cancelado mi billete —le respondió Joe, pero no le dijo cuántos días pensaba quedarse. no quería admitir hasta qué punto se sentía atraído hacia ella.
Los ojos  de Demi lo miraron sonrientes, incapaces de ocultar la alegría que sentía, y aquello precisamente hizo que él se sintiera peor por las reservas que tenía con ella.
—dios, esto es una locura —farfulló sacudiendo la cabeza.
la mirada de la joven se ensombreció.
—si crees que es una locura... ¿por qué has cancelado tu vuelo?—musitó.
—¿y tú por qué no te negaste cuando te invité a almorzar?
Demi alzó la vista hacia él, insegura.
—porque no podía. yo... yo quería estar contigo, Joe.
Él la miró conmovido, y esbozó una sonrisa.
—entonces esa es la razón por la que me he quedado —murmuró con suavidad.
Mientras iban caminando hacia el restaurante, un adolescente pasó corriendo al lado de la joven y casi la derribó, pero Joe la sostuvo a tiempo.
—¿estás bien?
Durante un instante que pareció eterno, la joven fue incapaz de despegar sus ojos de los de él. verdaderamente la tenía hipnotizada.
—sí, estoy bien, gracias.
Joe tardó en soltarla, porque él también había quedado atrapado por el hechizo del momento. Demi parecía estar envolviéndolo con lazos de seda que lo estuvieran aferrando firmemente a ella sin que él se diera cuenta. No estaba seguro de que le gustara que una mujer ejerciera tal control sobre él, pero aun así, no podía resistirse a ella.
El corazón de la joven palpitaba desbocado. Joe tenía una expresión de contrariedad en el rostro, pero también se adivinaba en él algo que parecía fascinación. ¿fascinación... por ella?
Finalmente se apartaron el uno del otro, y continuaron caminando en un silencio algo embarazoso hasta el restaurante.
El local era muy agradable, con una decoración elegante, pero no ostentosa, suave música clásica de fondo, y una extensa carta de todo tipo de pescados y mariscos, además de ensaladas y sopas. a los dos les llevó un buen rato decidirse, y tardaron un poco en prepararles lo que pidieron, pero la espera mereció la pena porque todo estaba delicioso, y además, mientras, la tensión entre ellos se había disipado un poco, y habían empezado a charlar animadamente.
Joe estaba encantado de verla así, hablando y riendo, pero de pronto un pensamiento cruzó por su mente, haciendo que negras nubes se cerniesen sobre aquella felicidad.
—te olvidas de ello cuando estás conmigo, ¿no es cierto? —inquirió en un tono quedo—. por eso aceptaste venirte conmigo al hotel anteanoche en vez de insistir en
que te llevara a tu casa.
La joven se quedó mirándolo un instante antes de asentir con la cabeza.
—sí, cuando estoy contigo es como si mis penas y el sentimiento de culpabilidad se disiparan —murmuró—. no sabría explicarte el porqué —añadió con un suspiro—,
pero es así. tú haces que mis fantasmas se vayan.
Joe no dijo nada, sino que bajó la vista hacia su copa, sin verla en realidad.
Había sido un iluso. Él se sentía atraído por ella, pero el sentimiento no era mutuo.
Para ella era solo un bálsamo para su dolor. debería haber seguido sus instintos y haber vuelto a texas. apuró el vino blanco que quedaba en su copa.
—¿a qué hora tienes que estar de vuelta en la oficina?
La joven había advertido un cambio en su tono de voz, pero consultó su pequeño
reloj de pulsera.
—a las tres y media —contestó.
Joe se quedó callado.
—supongo que piensas que solo estoy utilizándote para olvidar —le dijo ella de repente—, pero no es verdad. me gusta estar contigo, Joe. contigo siento que puedo ser yo misma.
La mirada en los oscuros ojos de Joe se dulcificó, asombrándose de hasta qué punto la joven podía leer sus emociones.
—perdóname, Demi, no tenía derecho a juzgarte así —murmuró avergonzado.
Ella se encogió de hombros y sacudió la cabeza suavemente.
—no importa —dijo—. yo en tu lugar tendría las mismas dudas.
Joe giró el rostro hacia la ventana. fuera el sol brillaba, y verdaderamente era una lástima estar allí dentro con un tiempo tan espléndido.
—aún es temprano. ¿te gustaría dar un paseo por el parque que pasamos antes?
—sugirió.
—me encantaría —asintió ella con una sonrisa.
Joe pidió la cuenta, y minutos después salían del restaurante, ella agarrada del brazo de él.
Aquel era uno de los parques más hermosos y vastos de chicago, con muchísimas especies de árboles y plantas, y un enorme lago de aguas relucientes con blanquísimos cisnes y toda clase de patos surcándolas, además de pequeñas embarcaciones de vela o motor.
Joe y Demi pasearon un buen rato, sentándose finalmente en un banco frente a la orilla del estanque. Él colocó el brazo sobre el respaldo del asiento, algo inseguro, pero a la joven no pareció molestarle.
—en jacobsville no tenemos nada parecido a esto —comentó visiblemente impresionado—. lo más grande que conozco es el pequeño estanque que hay en nuestro rancho.
Demi se rio.
—¿me dijiste que criabais ganado?
—sí, sobre todo nos dedicamos a la crianza de toros sementales de santa gertrudis, pero también criamos ganado para el mercado cárnico —empezó a explicarle.
Demi conocía de la fama de los sementales de santa gertrudis, y sabía bastante de la crianza de ganado porque se había criado en un rancho en dakota del sur, pero prefirió no decir nada. le gustaba oírle hablar a él de ello, ver el brillo de orgullo en sus ojos.
Sin que se diera cuenta, el tiempo pasó rápidamente, y pronto llegaron las tres y media. Demi suspiró y se puso en pie.
—me quedaría contigo toda la tarde, pero tengo que volver al trabajo.
Joe se había puesto en pie también, y miró la cabeza gacha de la joven. Se metió las manos en los bolsillos, sintiéndose más deprimido que en toda su vida. Sin embargo, sabía lo que tenía que hacer.
—Demi, a mí también me gustaría quedarme más tiempo, pero voy a regresar a texas —le dijo.
A ella la noticia no la pilló por sorpresa. había albergado la esperanza de que fuera a quedarse unos días más, pero en el fondo de su corazón sabía que eso era desear demasiado. Además, Joe se había comportado todo el tiempo como si estuviera actuando en contra de lo que le indicaba su conciencia. la verdad era que no podía culparlo, Porque a ella misma no le parecía que estuviera bien tener una cita cuando apenas hacía un mes de la muerte de su marido.
—Te debo mi vida, harden —le dijo alzando la vista hacia él—. no sé qué habría sido de mí si tú no me hubieras seguido hasta el puente. no te olvidaré jamás.
Joe sintió que se le hacía un nudo en la garganta. sabía que él tampoco podría olvidarla, pero no le salían las palabras.
Mientras iban hacia la oficina de Demi, Joe se decía que no había esperado nunca que aquella separación fuera a ser tan dolorosa. En los últimos años no había encontrado a ninguna mujer que lo afectara de aquel modo, pero Demi
parecía tan perdida y vulnerable...
—ya te dije que soy un solitario, Demi —farfulló irritado consigo mismo—, y estoy bien así, no necesito a nadie.
ella se quedó callada un instante.
—supongo que yo en cambio no sé estar sola — respondió—, pero aprenderé. tendré que hacerlo.
—pero antes de tu matrimonio supongo que ya llevarías un tiempo viviendo por tu cuenta —apuntó él.
—debería haber sido así, pero cuando mi hermano se casó seguí viviendo con él y con Joan un tiempo... hasta que decidí que tenían derecho a vivir su propia vida sin
una carga como yo. alquilé un piso, encontré el trabajo en el bufete... y al poco tiempo conocí a Sterling —añadió con un suspiro—. pero la verdad es que sí, supongo que podría decirse que cuando nos casamos estaba más sola que acompañada, porque muchas noches,Sterling salía por ahí con sus amigos y yo me quedaba en la casa. Ni siquiera cuando me quedé embarazada... —la joven sintió que su cuerpo se tensaba.
Todavía le resultaba muy doloroso pensar en el bebé, y más aún en que la culpa de haberlo perdido era suya—. me casé demasiado pronto, pero aquello me ayudó a comprender al menos eso de que «más vale solo que mal acompañado».
Joe la miró a los ojos.
—y tú me has ayudado a mí a ver que no todas las mujeres son iguales, que hay algunas de buen corazón sobre la faz de la tierra. 
Demi esbozó una sonrisa triste.
—eso es un gran cumplido viniendo de tí —murmuró.
—más grande de lo que te imaginas —respondió él—, porque no bromeaba cuando te dije que detesto a las mujeres.
«pues es una pena», se dijo Demi. sabía que probablemente fuese a causa de su madre, y se preguntó si alguna vez habría tratado de entender por qué su madre
había hecho lo que había hecho. pero, si nunca había amado, ¿cómo podía saberlo?
—¿estarás bien? —inquirió Joe.
—sí, tengo a Sam y Joan, y ya he superado la parte más difícil, las primeras semanas después del accidente. supongo que lo que me costará aún un tiempo será sobreponerme a la pérdida de mi bebé.
—Eres muy joven. Demi. podrás tener otros hijos. ya lo verás. conocerás a un buen tipo y te volverás a casar. no te des por vencida solo porque has tenido algunos reveses. todos los tenemos, pero sobrevivimos.
—No has llegado a contarme cuáles fueron los tuyos —le dijo ella. Joe se encogió de hombros.
—No sirve de nada hablar de ellos —habían llegado frente al edificio en el que estaba el bufete, y se detuvieron—. cuídate, Demi.
La joven se quedó mirándolo un instante con tristeza. era un hombre muy especial. se preguntó cómo habría sido su vida si lo hubiera conocido a él antes de conocer a Sterling. 
Joe era todo lo que Sterling no había sido, pero estaba fuera de su alcance.
—Lo haré. Cuídate tú también —suspiró—. adiós, Joe.
Él la miró largo rato a los ojos, pero finalmente murmuró otro «adiós» y se dio la vuelta. La joven lo observó alejarse con angustia, sintiéndose más sola y perdida que nunca.
Joe se sentía igual, e iba pensando que separarse de ella no debería haber sido tan difícil, que no debería haberle costado tanto poner fin a algo que apenas si había empezado, pero ella parecía tan vulnerable cuando
la había mirado por última vez. no podía quitarse su expresión desolada de la mente. ninguna mujer había confiado en él como ella lo había hecho, se dijo recordando la dulce mirada de sus ojos plateados. y, de nuevo, se encontró dudando.

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