domingo, 17 de junio de 2012

Two Lonely Hearts cap.27








Durante los tres días que siguieron. Demi descubrió que tenía mucho más en común con Joe de lo qué jamás hubiera imaginado, pero, sin embargo, siempre afloraba a su mente el pensamiento de aquella chica a la que tanto había amado y perdido. se decía que no debía haber superado su muerte si aún continuaba guardándole tanto rencor a su madre. y si su corazón estaba todavía ocupado, no podía amarla a ella, y si no la amaba, ¿qué posibilidades había de que tuvieran un matrimonio dichoso?
Demi le daba vueltas a estas cuestiones mientras observaba a Joe asistir a una yegua en su parto, con exquisita ternura. a pesar de sus faltas, en el fondo era el hombre más bueno y compasivo que había conocido.
—te voy a dar una semana más —le dijo Joe, levantándose y limpiándose las manos en un trapo cuando el potrillo estuvo fuera y su madre lo ayudaba a ponerse en pie.
Demi lo miró interrogante.
—¿qué?
—si dentro de una semana no me has dado una respuesta —le dijo Joe—, te quitaré la decisión de las manos.
—no puedes obligarme a casarme contigo —masculló ella indignada, frunciendo el entrecejo.
Los ojos de Joe recorrieron el cuerpo de la joven de un modo posesivo, y con un deseo apenas contenido.
—ponme a prueba.
—¿me dices eso y esperas que te diga que sí? — replicó Demi poniendo los brazos en jarras—. ¿sabes qué?, tendría que estar loca para casarme con alguien como tú. soy una mujer del siglo veintiuno independiente, autosuficiente...
Joe alzó la barbilla y le dirigió una sonrisa burlona.
—aun así te obligaré —le dijo—, y a ti te gustará, por mucho que lo niegues.
Demi resopló exasperada.
—eres un hombre arrogante y déspota y...
—me quedaría todo el día escuchando tus cumplidos, cariño —la interrumpió él, calándose el sombrero—, pero he quedado con un posible cliente en jacobsville.
Depositó un beso lánguido en los labios de la boquiabierta Demi, y la dejó allí de pie, echando humo mientras lo veía alejarse.
Ella recordó en ese momento que harden le había dado permiso para montar cualquiera de los caballos del rancho, excepto un purasangre negro llamado rocket,
Del que le había dicho que tenía por lo general muy mal genio.
Demi nunca habría pensado en desobedecer aquella advertencia, pero Joe se había comportado como si fuera el macho dominante de una manada de lobos, y estaba tan airada con él que ensilló el caballo y salió con él, cabalgando veloz como el viento hasta que el animal y ella estuvieron tan agotados que no pudieron ir más lejos.
Desmontó y llevó a rocket a abrevar a un pequeño riachuelo, hablándole y acariciándolo todo el tiempo. no se merecía aquella mala reputación que se había granjeado, se dijo la joven. era un caballo dócil si se sabía tratarlo con mano firme.
En cierto sentido. miranda se identificaba con él, ya que, en su adolescencia había sido un espíritu libre y rebelde, que por desgracia se había visto ahogado tras su matrimonio. Sterling la había hecho sentir como un juguete que únicamente tomara de la estantería cuando estaba aburrido. sin embargo, con Joe su rebeldía y su naturaleza salvaje habían resurgido. era como si hubiese sacado a la superficie las pasiones que habían quedado enterradas en lo más profundo de su alma. aquello la hacía sentirse algo inquieta, pero más viva que nunca.
Miró su reloj de pulsera y se sorprendió del tiempo que había pasado desde que saliera a cabalgar con rocket. Contrajo el rostro disgustada. no quería ni pensar en lo
que iba a decirle Joe cuando regresase.
Y, tal y como había esperado, al aproximarse a las caballerizas, vio que allí estaba Joe, andando arriba y abajo, con un cigarrillo en la mano, y su paso, que por lo general era lento y tranquilo, se había tornado rápido e impaciente. Cuando la vio llegar, alzó la cabeza, con una mirada peligrosa en los ojos. Evan también estaba allí, frotándose la nuca incómodo ante la escena que anticipaba.
Demi desmontó, y fue con rocket hasta ellos. tenía los vaqueros salpicados de barro, igual que las botas. su camisa no estaba mucho más limpia, y tenía el cabello desordenado, aunque su rostro estaba sonrosado por el ejercicio, y sus ojos brillaban de un modo inusitado.
Joe se irguió, y Kevin dio un paso adelante, como dispuesto a interponerse en defensa de la joven si era necesario. Demi, sin embargo, estaba muy tranquila. se acercó a Joe y le tendió las riendas.
—ten —dijo alzando el rostro desafiante hacia él—. adelante: chíllame, grita, ríñeme, me lo merezco.
Joe tenía la mandíbula apretada, y sus ojos relampagueaban, pero no hizo ninguna de esas cosas, sino que, sorprendiéndola por completo, la tomó entre sus
brazos y la estrechó con fuerza contra su cuerpo, como si nunca quisiera dejarla ir.
Demi pudo sentir que temblaba, y se sintió mal por haberlo preocupado hasta ese punto.
—lo siento —murmuró en su oído, apoyando la barbilla en su hombro—, no me di cuenta de lo tarde que se había hecho. no quería preocuparte, Joe, perdóname.
Él no dijo nada, sino que la estrechó aún con más fuerza, dejando escapar un profundo suspiro de alivio.
—¿vas a besarme o no? —le susurró Demi en el oído con una sonrisa.
Joe se apartó un poco de ella.
—te besaría hasta dejarte sin sentido... si el pesado de mi hermano no estuviera ahí de pie, tratando de volverse invisible —le dijo, lanzando una mirada a Kevin, que carraspeó y tomó las riendas de rocket para llevarlo dentro. se volvió hacia Demi muy serio—. El lunes nos casaremos. no pienso esperar ni un día más. O te casas conmigo, o nos separamos para siempre.
La joven lo miró a los ojos. Lo que Joe le estaba pidiendo era un acto de fe.
Sin embargo, se dijo, cada día encontraba más cosas en común entre los dos, y le daba la impresión de que él estaba empezando a sentir algo más por ella que mera
atracción física. ¿qué más iba a esperar? se llevaban bien, y a ella le gustaba la vida en el campo, así que tampoco tendría que costarle ningún esfuerzo habituarse a
aquello. además, la alternativa era regresar a chicago, con sus fantasmas, e intentar olvidar a Joe. ya lo había intentado una vez... y había fracasado miserablemente.
Esbozó una sonrisa confiada.
—El lunes entonces.
Joe, que había estado conteniendo el aliento, suspiró, y la atrajo hacia sí, besándola con pasión.






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