domingo, 3 de junio de 2012

Contract Compliance cap.2


Vestía un traje, pero tenía el cuello de la camisa abierto y la corbata torcida. Llevaba el pelo revuelto, lo que le daba aire de recién levantado. Sacó con un gesto elegante un
ramo de rosas rojas que llevaba a la espalda y frunció el ceño al ver la habitación iluminada por velas.
-Perdona –dijo.-Interrumpo algo
-No, no, no pasa nada -ella tomó las flores y se hizo a un lado para dejarle entrar. Notó entonces que olía a whisky y que se tambaleaba un poco-. ¿Estás bien?
-No, no estoy bien -gruñó él. Se sentó en el sofá y se tapó los ojos con el brazo. Levantó la botella casi vacía que llevaba en la otra mano-. Casi se me ha acabado el whisky y
aún no estoy borracho. ¿Tienes alguna botella?
-No. Tengo champán, vino y creo que algo de licor de menta. Sabe bien con el chocolate caliente y a veces cuando no puedo dormir...
-Trae el licor -gritó él levantando los brazos-. ¡Que empiece la fiesta!
-¿Qué celebramos?
-Mi ignorancia absoluta de la mente femenina -tomó otro trago de whisky-. Tú eres mujer, ¿no?
Miley se sentó a su lado.
-Sí -repuso, aunque no le sorprendía que tuviera que preguntarlo. Cuando la miraba, veía a la chica tímida que vivía en el apartamento encima del suyo, la chica que tenía
muchas plantas, el sofá lleno de cojines bordados y una colección de películas antiguas.
Pero ella sí se había fijado en él... en la luz de sus ojos cuando algo lo divertía, en sus hoyuelos cuando sonreía y en la belleza de sus manos. Nick Miller había sido el
protagonista de sueños románticos incontables y detallados, sueños que incluían esas manos hermosas sobre su cuerpo desnudo.
-¿Qué ha pasado? ¿Te has peleado con Nicole?
-He ido a buscarla para cenar y me he encontrado con una nota pegada en su puerta. Ha conocido a un futbolista y tenía miedo de decírmelo y estropearme el día de San
Valentín. ¿Te imaginas? Ayer estábamos juntos y hoy hemos terminado. 
-Lo siento -mintió Miley.
-No tanto como yo -él frunció el ceño-. Creo que es la primera vez que me dejan tirado - estiró lo brazos por el respaldo del sofá y rozó la nuca de ella al hacerlo . Y no sabía lo que se sentía.
Miley acercó las rosas a la nariz, cerró los ojos e inhaló profundamente para ocultar una sonrisa de satisfacción. Había conocido a Nicole y le parecía egoísta y demasiado
obsesionada con su figura.
-Seguramente estás mejor sin ella.
-Eso seguro.
Miley miró su perfil, la mandíbula cincelada, la boca sensual y la nariz recta. Tenía los ojos cerrados y por un momento creyó que se había dormido, pero poco después se
movió.
-Tu chica ideal está en alguna parte, Nick. Sólo tienes que encontrarla. Puede estar más cerca de lo que crees.
-Nicole era ideal.
-No es cierto. Porque no te quería tanto como yo... -Miley tragó saliva-. Como yo creo que merece que te quieran.
Nick abrió los ojos y la miró.
-Eres un encanto. Siempre sabes lo que tienes que decir para que me sienta mejor.
Lo dijo como si se le acabara de ocurrir, y ella se ruborizó y bajó la vista a las flores.
-Es verdad -insistió él. Jugó con un mechón de pelo que le rozaba la mejilla-. Eres la chica más tierna que he conocido en mi vida.
Le dio un abrazo fuerte, alimentado más por el whisky que por la pasión, y el primer impulso de ella fue apartarse, pero se dio cuenta de que ésa podía ser la oportunidad que
esperaba y le pasó los brazos por la cintura.
Cuando él se apartó, miró sus rasgos como en una caricia silenciosa y Miley contuvo el aliento y pidió en su interior que la besara. El corazón le latía con tanta fuerza, que
estaba segura de que él podía oírlo.
Nick sonrió y pasó el pulgar por el labio inferior de ella, con la mirada clavada en su boca. Pero algo cambió de repente en él.
-Nunca encontraré a nadie -dijo. Dejó caer las manos, se recostó en el sofá y tomó un trago de whisky-. Tengo veinticuatro años, mi padre espera cosas de mí, espera que
termine Derecho este curso y que entre a trabajar en el negocio familiar. Tengo muchas ideas para la empresa y algún día quiero dirigirla yo -respiró hondo-. Y él espera que
busque esposa y forme una familia.
-¿Hoy? -preguntó Miley
-No, pero pronto.
-Tienes mucho tiempo.
Nick negó con la cabeza.
-He salido con muchas chicas, Miley. Y al principio siempre parece que he encontrado a mi media naranja, pero luego sucede algo y me doy cuenta de que no es lo que busco -
terminó la botella de whisky y la dejó en la mesita de café-. ¿Sabes? Nicole tiene unos pies horribles y, cuando se ríe, parece que tenga hipo.
-¿Quieres beber algo más?
Nick la miró y sonrió.
-Eres un encanto -levantó una mano y le acarició la mejilla-. ¿No te lo he dicho nunca?
-Sí.
-Pues es verdad. Siempre puedo contar contigo. Sé que me aprecias.
-Eres mi amigo -murmuró ella.
Él bajó la cabeza y, cuando sus labios se rozaron, Miley emitió un suspiro. Nick tomó el sonido por uno de aquiescencia y la besó en la boca. Miley sintió el corazón henchido.
Había recibido otros besos, besos torpes de chicos que no sabían lo que hacían, pero ninguno como aquél, que despertaba en ella deseos que no sabía que tenía.
Su mente se llenó de preguntas. ¿Aquello era el principio de algo o sólo se debía al alcohol? Se abrazó a su cuello y pensó que eso daba igual. Nick Miller la estaba besando y, si lo pensaba demasiado, corría el riesgo de despertar y que todo fuera un sueño.
Y de pronto el beso terminó tan rápidamente como había empezado. Nick se enderezó y la miró.
-Tengo una idea maravillosa -dijo-. Si a los treinta años no me he casado y tú sigues soltera, ¿te casarás conmigo?

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