domingo, 3 de junio de 2012

The Man She Loves to Hate cap.11






Miley trató de encontrar el deseo de poder apartarse de él después de la posesión de Nick y de su propia rendición. No lo consiguió.
Un beso. Sólo uno. Y habían realizado un acto sexual tan cercano a la perfección que los recuerdos la perseguirían durante el resto de sus días.
Incandescente, profundamente sensual.
Había hecho el amor con Nick Jonas.
Cuando se apartó de él no lo miró. Se incorporó de la improvisada cama.
Cuando ella hizo intención de levantarse, él la estrechó con fuerza contra su cuerpo, pero luego la dejó marchar. Miley lo miró sólo una vez mientras se dirigía hacia el cuarto de baño, vio que él seguía prácticamente inmóvil, en el mismo
sitio, y con los ojos cerrados.
Llegó el sórdido y vergonzoso momento de la limpieza. Tenía las braguitas mojadas por el semen de Nick. El cuerpo le temblaba por el frío más que por el inenarrable placer.
¿Qué habían hecho?
Más exactamente, ¿cómo podían deshacer lo que habían hecho?
La amnesia sería la solución perfecta. Amnesia selectiva, es decir, poder recordarlo todo menos el hecho de que había hecho el amor con Nick. También serviría la negación. Sólo tenía que regresar a la cocina, buscar el abrigo de Hare,
ponérselo y fingir que no había ocurrido nada fuera de lo común, al menos para ella, dado que todo el mundo pensaba que Miley Cyrus hacía aquellas cosas todo
el tiempo.
Habría dado cualquier cosa por una ducha con la que pudiera lavarse todo rastro de él, de lo que acababan de hacer, pero tuvo que conformarse con papel, toallas de mano y agua cálida del grifo. Cuando volvió a salir del baño, todos sus mecanismos de defensa estaban armados y listos para ser utilizados.
Nick Jonas no significaba nada para ella. Por lo tanto, no podía hacerle daño.
No le había hecho daño. Su encuentro había sido... simplemente algo desafortunado, un producto de las circunstancias y de la proximidad forzosa, del hecho de encontrarse vivos después de haber estado tan cerca de la muerte. Sí. Esa excusa era buena. La ayudaría.
Cuando regresó a la cocina, vio que Nick estaba cerca de los quemadores, envuelto con el saco de dormir. Sobre uno de los quemadores, había un cazo con leche.
La miró rápidamente, como interrogándola. Miley le devolvió la mirada.
Resultaba difícil mantener lo que él llamaba arrogancia y ella mecanismos de defensa cuando una llevaba tan sólo unas braguitas de algodón húmedas y una camiseta. Sin embargo, por el modo en el que Nick la miró, parecía que lo había conseguido.
 Miley encontró su chaqueta de esquí y se la puso, agradecida de la protección que ésta le proporcionaba aunque estaba muy fría. La cubría desde el cuello hasta los muslos, por lo que se calentaría muy pronto y ella también.
Lo miró de nuevo. Tenía un brazo y un hombro fuera del saco de dormir mientras movía ligeramente el cazo.
—Pensé que nos vendría bien un poco de café —dijo él—. O leche con cacao o algo caliente. ¿Te apetece?
Miley lo miró y trató de no acobardarse al ver la advertencia que había en aquellos ojos chocolates. Parecían indicar que no hablara del tema, algo que ella estaba más que dispuesta a cumplir.
—Sí —respondió. Encontró sus botas y se las puso antes de dirigirse hacia la despensa donde se guardaba la comida—. ¿Qué te apetece comer? Hay jamón, queso y pastel de zanahoria —añadió. Vio que había pan de pita también, por lo que se lo apiló todo sobre los brazos y regresó a la cocina. Cuando estaba a punto de salir de la despensa, se encontró de nuevo con Nick. Él se hizo atrás con
desesperante cortesía y lo que parecía una absoluta necesidad de evitar el contacto físico con ella.
Miley ya conocía aquella reacción.
Él regresó junto al fogón y se ocupó de preparar el café para él y la leche con cacao para ella. Mientras tanto, Miley comenzó a preparar unos bocadillos y cortó dos generosas porciones de pastel.
El sexo le daba hambre. Como andar por las montañas durante una tormenta de nieve. El nerviosismo, por otro lado, le hacía perder por completo el apetito.
Se imaginó que no tenía mucha hambre hasta que mordió el pastel y descubrió que tenía un hambre feroz.
—¿Cuánto tiempo crees que pasará antes de que llegue alguien aquí? —le preguntó a Nick entre bocado y bocado. El reloj de la pared decía que eran las tres y cuarto, pero ella se imaginó que serían de la mañana.
—Tal vez un par de días. Antes si alguien se da cuenta de que estamos desaparecidos y que nos vinimos hacia aquí. Mi viaje no fue exactamente planeado.
—El mío sí. Mi madre sabía que yo estaba aquí hoy y tal vez ya se hayan dado cuenta de mi ausencia. Yo diría que mis posibilidades son del cincuenta por ciento. Tenía que ir anoche al bar para tomar una copa.
—Tal vez él se imaginó que tú no te presentarías —dijo Nick con acidez—.
Ya sabes, lo que sin esfuerzo se consigue, rápidamente se pierde.
—Sólo para ti —murmuró ella. En aquel momento, lo odió de verdad—. Iba a tomar una copa con mi madre y con todos los que quisieran brindar por el recuerdo del hombre al que ella había amado sin dudarlo durante años. Venga —
añadió, con tanto desprecio como pudo reunir—. Pregúntame de quién se trataba.
—Eres una zorra.
—Tú me has provocado —le espetó Miley igual de acaloradamente—. Nos llevaríamos mucho mejor si no fuera así.
—Puede ser, pero no sería tan interesante, ¿no te parece?
«Interesante» no era exactamente la palabra que ella habría utilizado para aquel encuentro. «Horripilante» parecía mucho más cercano a la realidad.
Miley le dio un bocado al pastel con más ira que delicadeza y trató de no prestarle atención a él. Resultaba difícil hacerlo cuando la crema se le pegaba a los labios y tenía que lamérselos para limpiarlos. Nick la miraba con los ojos
oscurecidos por el deseo mientras devoraba su propio pastel con avidez.
—Un beso —dijo ella mirándolo con desaprobación—. Eso fue lo que dijiste.
Un beso.
—Y fue sólo uno —replicó él.
—¿Y el resto?
—Eso fue... poco sensato —musitó él sin dejar de mirar su boca. Miley decidió que, tal vez, aún seguía teniendo crema sobre los labios y se la limpió con el reverso de la mano.
No.
Estudió las manos de Nick mientras él llevaba la leche hirviendo a la mesa y comenzaba a preparar lo que los dos iban a tomar. Utilizó café instantáneo para prepararse lo suyo, tal vez para no encender la cafetera o porque no sabía utilizarla. A Miley no le importaba cómo le preparara su leche con cacao mientras estuviera caliente y dulce. Así, tal vez lograría aplacar los nervios que la atenazaban cada vez que miraba a Nick.
Tenía unas manos muy bonitas. Grandes, fuertes, de largos dedos. Manos capaces de excitar a una mujer. Con ellas, seguramente Miley había saboreado el tacto de su piel. No obstante, aquella capacidad de amar no era tan poco
frecuente. Él no era el único que sabía cómo hacer gozar a una mujer y satisfacer sus necesidades. Había muchos hombres que podían satisfacerla del mismo modo que él lo había hecho. Muchos.






Hoooooooolaaaaaaaaaa
bellas espero esten bn
miil disculpas por qe se qe tengo bastante tiempo sin subir esta nove pero bueno aqi les dejare unos capitulos de esta y de las nuevas las qiero♥ espero les gusten ;)
saludos a TODAS!!!


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