Los acordes de una balada de Celine Dion resonaban en el pequeño apartamento y el aroma de las velas de vainilla impregnaba el aire. Miley Finley emergió del baño de
burbujas, se envolvió en un albornoz y salió a la sala tarareando la canción de amor que sonaba.
Todo era perfecto. Las luces bajas, el champán en hielo... había ahuecado los cojines del sofá y las fresas cubiertas de chocolate se enfriaban en la nevera. Era el día de San
Valentín y mientras otras chicas se afanaban con citas y vestidos, ella dedicaba. el día más romántico del año a mimarse. Después de un baño relajante, estaba preparada para disfrutar de una sesión de películas de Audrey Hepburn, empezando por su favorita:
Desayuno con diamantes.
Siempre había preferido el romanticismo de las películas antiguas al de la vida real. En las películas clásicas, el amor era emocionante, arrebatador y perfecto. La pobre experiencia que había tenido en su vida en ese campo había resultado decepcionante. El amor real era incómodo, agotador y a veces aburrido. Sus fantasías eran mucho mejores.
Y un día de San Valentín sola resultaba preferible a la otra alternativa, a pasar un montón de nervios y quedarse con expectativas sin cumplir.
Además, ¿qué otra cosa podía esperar una chica como ella? En el instituto había sido la empollona que nunca tenía novio y se pasaba el tiempo libre estudiando. Su vida social
había consistido en visitas a ferias científicas, maratones académicos o citas con la ortodoncista. Así había conseguido una beca completa para la universidad de
Northwestner, donde había decidido estudiar Botánica. Pero desde entonces habían cambiado pocas cosas, aparte de que le habían quitado el aparato de dientes. Y aunque
había tenido algunas citas, no había encontrado al hombre de sus sueños.
Miley tomó su diario y se sentó en el sofá, con los pies debajo del trasero.
-Otro día de San Valentín sin un hombre -murmuró mientras escribía-. Procuro mantenerme optimista; sencillamente no he encontrado al hombre ideal, pero está en alguna parte y tengo que tener paciencia y esperar que me encuentre él, como encontró Paul a Holly.
Aunque sí que había un hombre casi perfecto, que era el rostro que veía cuando pensaba en su media naranja y que además vivía abajo, como el Paul de Desayuno con
diamantes. En realidad Paul había vivido arriba, pero eso era un detalle insignificante, teniendo en cuenta que su hombre casi perfecto no la había mirado nunca como miraba Paul a Holly, con lujuria en los ojos.
Miley movió la cabeza y cerró el diario, que dejó en la mesita de café, decidida a no entregarse a la melancolía. Llorar no iba a servir de nada, aunque supiera que, en ese
momento, Nick Miller, su príncipe de cuento, estaría vistiéndose para salir con una de sus muchas amigas.
Miley sabía que había preparado algo grande porque le había pedido consejos sobre flores y ella le había recomendado su floristería favorita y le había dado una lista de flores ideales para un ramo y sugerido unos cuantos restaurantes en los que podía reservar mesa. Incluso le había cosido un botón de la camisa y le había ayudado a elegir la corbata más apropiada.
-Buena chica -musitó para sí.
Nick y ella eran amigos desde que él se mudó allí el año anterior. Se conocieron cuando la bañera de ella se salió y el agua cayó por el techo de él, que se ofreció a ayudarla a
paliar el desastre, después de lo cual ella lo invito a galletas caseras y un vaso de leche con los que sellaron su amistad.
Miley no tardó mucho en comenzar a fantasear con él, y tardó menos aún en comprender que jamás se enamoraría de una chica corno ella. A Nick le gustaban las rubias altas de sonrisa resplandeciente y cuerpo más hecho para la lencería fina que para los albornoces cómodos. Sus novias siempre eran seguras de sí mismas y sofisticadas y tenían aspecto de saber cómo complacer a un hombre. Miley era bajita y castaña, con un cuerpo que parecía más masculino que exuberante y mucha timidez. Lo único de ella que complacía a los hombres eran sus galletas de chocolate caseras.
Una llamada a la puerta la sorprendió. Fue a abrir y se encontró con Demi Lovato, su mejor amiga, que llevaba una bolsa de ropa en la mano.
-Tienes que ayudarme -dijo-. No me decido entre el negro y el rojo. Creo que el rojo me hace un trasero tan grande como Montana y el negro enseña demasiado escote. Y
necesito un abrigo decente. Una chaqueta quedaría fatal -miró a su alrededor-. ¿Esperas compañía?
Miley forzó una risita.
-No, espero una velada tranquila a solas con mis plantas, Audrey Hepburn y George Peppard.
Demi soltó un gemido.
-¡Oh, no! ¡Desayuno con diamantes otra vez no! ¿Cuántas veces puedes ver esa película?
-Incontables -repuso Miley-. Es la película más romántica del mundo.
-¿Por qué no sales con Joe y conmigo? Comeremos bien, beberás demasiado champán y te sentirás una mujer nueva.
-Esta es vuestra tercera cita y no creo que a Joe le haga mucha gracia que vaya yo -Miley abrió la bolsa de ropa y examinó los dos vestidos-. Ponte el rojo y no te preocupes del trasero. Te presto mi abrigo de cachemira negro y elige un collar de mi joyero.
Demi le dio un abrazo.
-Eres una joya.
Entró en el dormitorio y Miley volvió al sofá. Su amiga no parecía tener problemas para conseguir citas y había intentando ayudarla varias veces, pero Miley opinaba que las citas a ciegas eran para chicas desesperadas y hambrientas de amor que no podían conseguir
un hombre por sí mismas... y ella no pensaba admitir la derrota tan pronto.
-Está bien -Demi volvió corriendo del dormitorio-. ¿Seguro que no quieres venir? El compañero de cuarto de Joe no hace nada esta noche, podemos salir los cuatro. Es muy
simpático.
-Otro día -repuso Miley.
Demi se encogió de hombros.
-De acuerdo. Pero nos vemos mañana en la biblioteca. Tenemos que preparar el examen de Biología Celular.
Cuando Miley se quedó sola, suspiró con suavidad. Tenía que hacer algo para salir y conocer más chicos. Podía ir con Demi a alguno de los muchos bares cercanos al campus
o podía apuntarse a actividades extra escolares, o matricularse en alguna clase donde no hubiera tantos científicos empollones.
-¿Ves? Esto ya se empieza a animar - dijo en voz alta. Buscó el mando a distancia-. Tienes un plan.
Acababan de pasar los títulos primeros cuando llamaron de nuevo a la puerta. Miley saltó del sofá.
-¿Qué has olvidado? -preguntó.
Abrió la puerta, esperando encontrarse con Demi y se quedó sin aliento al ver a Nick Miller.
hola chichas es un poco tarde pero inicio las nuevas noves espero os gusten comenten mucho!!!!♥
me encantoooo
ResponderEliminarvoy a seguir leyendo