lunes, 18 de junio de 2012

The Man She Loves to Hate cap.25









SÍ —respondió ella, por fin—. Sí, aunque con dos condiciones. Tienes que decirle a tu familia de antemano lo nuestro y tienes que saber que me siento muy incómoda en público. Aún no has visto ese aspecto mío. Provoco reacciones, y no sé por qué ni tengo intención de provocarlas. Simplemente ocurre.
Provocadora. Devoradora de hombres sin conciencia. Casquivana. Directa. Hermosa. Inmoral. Fuera lo que fuera lo que hiciera, o lo que no hiciera, Miley siempre había atraído la clase equivocada de atención. Los celos de otras
mujeres. El interés de los hombres. Tal vez había culpado a James Jonas de ese hecho, pero seguramente le habrían atribuido todos aquellos adjetivos de todos modos. Había un tipo de mujer en particular que causaba revuelo simplemente con existir. Rachel era una de ellas.
Y Miley también.
La solución que ella había puesto había sido quedarse en casa y centrarse en el interior en vez de en el exterior.
—No me siento muy cómoda con mucha gente — le explicó—. En realidad, no tengo mucho contacto social. No se me da muy bien.
—Miley, llevas toda la vida trabajando en un bar. ¿Cómo puede ser una cena algo en lo que, para ti, haya mucha gente?
—Tengo un trabajo en el bar y lo llevo a cabo — dijo ella, tratando de probar lo que decía—. He practicado lo que hago y sé lo que no tengo que hacer. En esa cena, no tendré ni idea de lo que hacer ni de lo que tú quieres que haga. ¿No ves la diferencia?
—Sólo tienes que ser tú misma —respondió Nick, como si todo fuera tan fácil. Fíjate en mí para saber lo que tienes que hacer. No te abandonaré, castaña. Tienes mi palabra.
Al final, ella terminó por darle la suya.
Miley prometió volar a Queenstown el viernes y quedarse con Nick durante el fin de semana. Cenarían juntos en el bar de Rachel el viernes por la noche y luego cenarían con los directivos de Nick el sábado por la noche. El domingo lo tendrían para ellos solos.
Fácil.


La semana siguiente pasó demasiado deprisa para Miley.
Necesitaba confianza en sí misma para afrontar el fin de semana y esa confianza se materializó en unos nuevos zapatos y un nuevo lápiz de labios.
Estuvo a punto de comprarse también un vestido, pero, al final, prevalecieron la cordura y un saldo que disminuía rápidamente en su cuenta bancaria. Ya tenía un vestido que sería adecuado para la ocasión, un vestido que raramente se ponía y que sabía que le sentaba muy bien. Si aquel fin de semana salía bien, tal vez podría pensar en aumentar su fondo de armario. Si no era así... se dirigiría a la tienda de manualidades más próxima. Normalmente, los corazones rotos se veían a menudo acompañados por una oleada de creatividad, o por lo menos eso era lo que ella había oído. Una cierta clase de consuelo. Había tantas cosas a las que
temer en el siguiente fin de semana... Sin embargo, le había dado a Nick su palabra y, el viernes por la tarde, terminó su trabajo a las tres, se dirigió al aeropuerto y tomó un avión con destino a Queenstown.
Cuando se bajó del avión, Nick no la estaba esperando. Tenía que asistir a una reunión y se reuniría con ella para cenar sobre las siete. Desde allí, se dirigirían a la casa de Nick, donde Miley se quedaría durante el resto del fin de
semana.
Dos noches.
Dos cenas.
Dos madres a las que ver.
Miley aún no le había contado a su madre nada sobre Nick, al menos no como debía contárselo. La incertidumbre le había hecho guardar silencio. La necesidad de intimidad le había sujetado la lengua. Sin embargo, en aquellos momentos tenía el problema de ni siquiera saber por dónde empezar.
Seguramente, su madre la entendería mejor que nadie. ¿No? El elegante bar parecía llamar a Miley, tal y como lo había hecho siempre. Aquella era su casa, un lugar en el que Miley conocía su papel y se había construido las defensas adecuadas contra el interés que otras personas sentían por ella. Rachel la había ayudado. Consejos, actos y frases que Miley jamás había olvidado. Sin embargo, ¿cuántos años había tardado Miley en sentirse a gusto allí?
Muchos.
Sólo su madre sabía por qué. Sólo su madre y tal vez, una o dos personas habían comprendido que, bajo la máscara que Miley se pusiera, y tomara ésta la apariencia que tomara, ella era muy tímida.
Verdaderamente tímida, casi a un nivel enfermizo.
Guardó su bolsa de viaje bajo la barra cuando entró. Se colocó un delantal de servir de color negro y, con éste, se puso su máscara. Entonces, se dirigió a su madre, que estaba ocupada sirviendo tres jarras de Guinness, y le dio un beso en la mejilla.
—Madre mía —dijo uno de los clientes—. Pero si hay dos.
Miley sonrió.
—Se dice que si usted bebe lo suficiente terminará por ver cuatro.
Pronunció las palabras con descaro. El cliente sonrió y Miley se marchó a los dominios de Ophelia-Anne para ponerse al día con el resto de la familia y, de paso, enterarse de lo que se decía por la ciudad.
Nick había contratado a la sobrina de Ophelia-Anne como ama de llaves. 
Tres días a la semana, de nueve a tres. Odie llevaba trabajando para él más de un mes.
—Duerme allí y se ducha allí —dijo Odie alegremente—. Jamás ensucia la cocina ni invita a nadie a casa. No entiendo cómo consiguió la reputación que tiene.
—Tal vez del mismo modo en el que Miley consiguió la suya —murmuró Ophelia-Anne, que estaba limpiando unas ostras y colocándolas sobre hielo.
—Tal vez antes solía ser así, pero ya no —dijo Miley—. Menos tiempo para jugar. Más centrado en su trabajo. Cole trabaja mucho, eso lo sé. Se toma muy en serio la responsabilidad que tiene con el imperio Jonas.
—Como James —comentó Ophelia-Anne—. Recuerdo cuando su esposa amenazó con destruir todo lo que él había creado si se divorciaba de ella. Si le hubiera dicho que ella se lo iba a quedar se lo habría permitido, pero quería
destruirlo. Y os aseguro que lo habría hecho.
—¿James quería divorciarse de su esposa? —preguntó Miley. Aquello era algo que ella jamás había escuchado.
—Y casarse con tu mamá —afirmó Ophelia-Anne—, pero Christina Jonas sabía muy bien cómo presionarle. Además, estaban los niños. Tal vez no les gustaba que su padre se pasara el tiempo con tu madre, pero James estaba allí
cuando lo necesitaban y eso, para mí, es lo que cuenta. Hizo lo que pudo para asegurarse de que las cosas funcionaban para todo el mundo. Tu madre lo echa
mucho de menos. Todos lo echamos de menos.
Miley oyó aquellas palabras, palabras que daban un nuevo giro a la relación que su madre había tenido con James Jonas. Sin embargo, le preocupaba más los asuntos que tenía entre manos en aquellos momentos, como el que la unía a ella con Nick.
El que quería mantener en secreto, pero Nick no. El asunto que había accedido a hacer público aquel fin de semana.
Encontró a su madre en el almacén. Empezó a ayudarla sin que Rachel se lo pidiera. Aquello era lo fácil. Las palabras que quería pronunciar eran lo difícil.
—Mamá, ¿cómo te sientes ahora que James no está? —le preguntó. Su madre dejó de apilar cajas y se colocó las manos sobre la espalda para estirarla.
Entonces, le dedicó una sonrisa.
—En realidad, yo jamás basé mi vida en él —dijo Rachel—. Ahora eso me parece una bendición.
—Aun así, lo echas de menos.
—Siempre lo echaré de menos. Miley, ¿adónde quieres llegar con esto? — quiso saber Rachel mirándola con perplejidad.
—Bueno... he conocido a un hombre —afirmó. Le parecía una buena manera de empezar—. Llevo un tiempo conociéndolo y esta noche le he pedido que venga
para que tú puedas conocerlo también. En realidad, ya lo conoces... Es algo complicado. Tengo miedo de que él haga que te pongas triste y estoy completamente segura que te va a recordar a James. Mamá — añadió, tras respirar profundamente—, se trata de Nick.
Rachel guardó silencio, lo que provocó en Miley una profunda incertidumbre. —Ha estado visitándome en Christchurch y eso nos ha salido bien. Ahora, él quiere que lo visite yo a él este fin de semana. Quiere que lo acompañe a una cena de Jonas mañana por la noche. No sé cómo va a caer eso, pero le dije que lo haría. Me preocupa encajar en su mundo y la reacción que pueda tener su familia.
No sé si tú lo conoces, si te cae bien o si te recuerda demasiado a James y preferirías no verlo. Pensé qué... Le he pedido que venga aquí. Él quería...
Pensaba que ya iba siendo hora que le dijéramos a todo el mundo lo que hay entre nosotros. Que nos estamos viendo.
—Entiendo —dijo Rachel. No se podía decir que la sonrisa que ella tenía en los labios fuera muy auténtica, pero era un comienzo y Miley le estuvo agradecida por ello—. ¿Qué es lo que quieres de mí, Miley?
—Principalmente tu comprensión.
—La tienes. El amor puede ser complicado. Puede aparecer
inesperadamente y dejarnos en ridículo a todos. Me preguntaba, después del ejemplo que yo te había dado... Me temía que tú jamás quisieras abrirle tu corazón a nadie. Necesitaba creer que algún día lo harías.
—Mamá, estamos hablando de Nick.
—Sí, ya te he oído.
—Nick, a quien me he pasado mucho tiempo odiando y cuyo estilo de vida me aterra. Hay tantas personas importantes en ella... Su madre y su hermana me desprecian. Yo tampoco las tengo en mucha estima. Además, está lo tuyo con
James y, cuando el tema se cruza en nuestro camino, resulta incómodo...
—Lo siento mucho. De verdad —afirmó Rachel. Su sonrisa era cada vez más genuina—. Todo va a salir bien.
—Yo no estoy tan segura...
—No digas eso —susurró Rachel—. ¿No lo ves? Enamorarse es lo único que merece la pena...
—¿Y si lo desilusiono, mamá? ¿Y si no puedo con la clase de gente que conoce Nick, con su estilo de vida? ¿Y si no puedo ser lo que él necesita?
—Entonces, se acabará todo —repuso su madre sencillamente—. Estarás un poco triste, pero serás más sabia. Además, habrás conocido el amor y habrás
experimentado lo que la gente es capaz de hacer en su nombre. ¿De verdad te parece eso tan malo?
Miley no sabía qué contestar.
—No estoy segura de que él comprenda lo que soy... No creo que él sepa de lo poco que le voy a valer con sus cenas de trabajo y con todo eso...
—Has aprendido a enfrentarte a las situaciones sociales que surgen en el bar, ¿verdad? —dijo su madre—. Te comportas perfectamente.
—Mamá, me ha llevado años.
—¿Y qué? ¿Es que no tienes más? Tal vez tardarás años en sentirte cómoda en el mundo de Nick. Tal vez te hará falta valor, paciencia y comprensión por parte de él, pero eso no significa que no termines consiguiéndolo. Siempre lo has hecho.
—Tengo miedo...
—Lo sé, cariño.
—No quiero desilusionarlo. O desilusionarme a mí misma.
—Eso también lo sé —dijo Rachel. Abrazó a Miley para reconfortarla—. Cree en ti misma,  Miley. Sé sincera contigo misma y con la gente que amas. Ama sin condiciones y, tal vez, sólo tal vez, el amor incondicional también te encontrará a ti. Ésas son las únicas creencias que tengo que merece la pena enseñarte.
—Te quiero mucho, mamá.
—Y yo te quiero a ti.
—A lo largo de los años me he preguntado muchas cosas sobre tu relación con James —murmuró Miley—. Me he preguntado por qué jamás le pediste más o por qué te sentías satisfecha con el poco tiempo que te daba. Sin embargo, jamás me he preguntado por qué se enamoró de ti. ¿Cómo podría haberlo hecho? — concluyó, dedicando a su madre una temblorosa sonrisa.






hola Chicas aqi de pasadita dejandoles este capi ;)
dedicado a todas mis lectoras en especial a Mayi qe se qe le gusta esta nove
Bueno chicas las qiero mil♥

4 comentarios:

  1. me encanto la conversacion de madre e hija..
    sigue please..

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  2. aaaaaaaaaawwwwwwwwww si tienes razon mitchie me encanta gracias por dedicarmela :D
    estuvo muy linda sugelaaa plis
    gracias otra ves te qiero♥ mi'mitchie♥ cuidate sube pronto besito xoxox C:

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  3. aaawww seguilaaa plis q me encanta!!!

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  4. Jojoojo. Por fin puedo comentar.
    Enserio Odio blogger
    okno
    La conversación madre e hija estuvo interesante\
    Ahora
    Dos noches
    Dos cenas
    jajaja
    muy buena esa parte!
    Miche!

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