domingo, 10 de junio de 2012

Contract Compliance cap.5



Allí estaba, donde lo había dejado años atrás. Desdobló el papel y lo leyó despacio, sorprendido de que hubiera logrado escribir un contrato decente cuando tenía tan poca
experiencia práctica. Los términos estaban muy claros y había cubierto todas las contingencias. Una idea cruzó por su cerebro.
-No, no puedo.
Dejó el contrato en su mesa y volvió a su ordenador para seguir trabajando, pero cuanto más pensaba en ello, más comprendía que podía haber una solución fácil a sus
problemas. Miley Finley era el tipo de mujer que gustaría a su padre y, si veía que salía con ella, quizá retrasara su decisión hasta que encontrara una esposa apropiada.
Levantó el auricular del teléfono y marcó la extensión de su secretaria.
-Señora Arnstein, quiero el número de teléfono y la dirección de Windy City Gardens, de aquí de Chicago. ¿Y quiere hacer el favor de intentar buscar el número de teléfono personal de Miley Finley? Seguramente vive aquí.
Se sentó en el borde de la mesa y releyó la información de la revista. A Miley siempre le habían gustado las plantas, así que su profesión parecía natural. Y conociendo su
determinación y su ambición, seguramente su negocio era un éxito.
De su vida personal no sabía nada. En la revista aparecía su nombre de soltera, pero eso no implicaba que no hubiera encontrado al hombre de sus sueños en los seis últimos
años. Después de todo, era lista, bonita y sería una gran esposa para cualquiera.
Volvió a leer también el contrato. Aunque estaba bien escrito, cualquier juez con dos dedos de frente lo rechazaría en un tribunal. Pero era un lugar donde empezar, una excusa para llamar a Miley y ponerse un poco al día. Si tenía suerte, podía reiniciar su relación con ella y ver adónde llevaba.
El sonido del teléfono interrumpió sus pensamientos.
-Señor Miller, tengo la dirección de Windy City Gardens -Nick. anotó la dirección y el teléfono-. No he encontrado el teléfono de su casa, hay varios M. Finley, pero ninguna Miley.
-Bien.
Arrancó el papel con la dirección, se lo metió al bolsillo y tomó las llaves. Al salir se paró en la mesa de la señora Arnstein.
-Anule mis citas para esta tarde.
-No se va a las Fiji otra vez, ¿verdad? -preguntó la mujer.
-No, sólo voy a Wicker Park. Si hay una urgencia, llámeme al móvil.
No había mucho tráfico y, quince minutos después, había llegado a su destino. Aparcó delante de un edificio pequeño de oficinas, pero le costó decidirse a salir del coche.
-Esto es una locura -murmuró-. Puede estar casada o saliendo con alguien. No puedo presentarme así y esperar que se alegre de verme -se disponía a poner el coche en
marcha de nuevo cuando vio una figura que salía el edificio. Reconoció inmediatamente su cabello castaño y su aire delicado. Miley se detuvo en la acera para hablar con una
chica esbelta que le resultaba vagamente familiar y un momento después se despidieron y Miley cruzó la calle hacia el coche de Nick.
Éste abrió la puerta, sin detenerse a pensar lo que hacía, y salió.
-¿Miley? -la joven se detuvo y lo miró-. ¿Miley Finley?
-¿Nick? -una sonrisa iluminó el rostro de ella-. Eres la última persona a la que esperaba ver aquí.
-Me ha parecido que eras tú -dijo él, fingiendo sorpresa. La miró detenidamente. Era la misma Miley pero diferente. Sus rasgos, antes corrientes, se habían vuelto más hermosos.
La última vez que la vio tenía diecinueve años, pero ahora era una mujer.
-¿Qué haces aquí? -preguntó ella.
Nick cerró la puerta de su coche.
-Iba a... calle arriba a un restaurante - estiró el brazo y le tomó la mano y, aunque lo había hecho sin darse cuenta y no había sido su intención tocarla, en ese momento comprendió lo mucho que la había echado de menos.
Miley había sido una constante en su vida durante dos años, una amiga que siempre estaba allí cuando la necesitaba. Sintió una punzada de remordimientos. Nunca se había
molestado en darle las gracias ni en devolverle los favores que le había hecho. Miró su mano y pasó despacio el pulgar por la muñeca.
-Me alegro mucho de verte.
Ella se movió nerviosa y apartó la mano.
-¿Qué restaurante? -preguntó.
-¿Qué? Oh, no sé el nombre -repuso él-. Sólo sé que está en esta manzana - sonrió-. Estás muy bien. Ha pasado mucho tiempo. ¿Qué es de tu vida?
-Mucho tiempo -repitió ella-. Sí, casi seis años. La última vez que te vi, fue el día que te licenciaste en Derecho. Dijimos que estaríamos en contacto, pero ya sabes lo que pasa... estamos muy ocupados y...
-Siento que no lo hayamos hecho -musitó él con sinceridad.
-Yo también.
Nick sintió el impulso de abrazarla y cerciorarse de que se trataba de ella. 
-¿Sabes? -dijo-. Falta media hora para que tenga que ir al restaurante. ¿Por qué no tomamos un café?
Miley retrocedió.
-No puedo -repuso-. Llego tarde a una cita. Pero ha sido un placer verte, de verdad.
-¿Y cenar? -insistió Nick-. ¿Este fin de semana? Hay un restaurante asiático nuevo en el centro. Te gusta la comida asiática, ¿no?
-Ese fin de semana no me viene bien -dijo ella-. Oye, me he alegrado mucho de verte.
-¿Comer? -preguntó él-. Seguro que comes.
-Nunca tengo tiempo -lo despidió agitando la mano y se alejó por la acera sin volverse.

Nick se quedó al lado del coche, sorprendido de lo deprisa que había terminado todo. Se quedó mirándola hasta que dobló una esquina.
-Genial -murmuró para sí-. Si no puedo conseguir que venga a tomar un café, ¿cómo voy a conseguir que salga conmigo?
Lanzó una maldición, pero recordó el contrato y se dijo que sólo era cuestión de volver a intentarlo. Y si Miley Finley seguía resistiéndose a sus encantos y rechazando sus
invitaciones, no le quedaría otro remedio que usar el único arma de que disponía: la ley.





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