domingo, 10 de junio de 2012

Two Lonely Hearts cap.23







Durante los días que siguieron, Demi siguió interpretando el papel de chica de ciudad. dejó los pantalones vaqueros y las camisas de algodón dentro de la maleta, poniéndose faldas, pantalones de vestir y blusas de seda para andar por el rancho. además, cada mañana se maquillaba con el mismo esmero que si fuera a la oficina.
Para que su actuación resultara aún más convincente, fingió que le desagradaba el ganado, quejándose de que olía mal en el establo, y cuando fueron a las caballerizas se mostró reticente a acercarse a una yegua que Joe le quería
mostrar.
—no va a hacerte ningún daño —le dijo Joe, esforzándose al máximo por no irritarse con ella.
Le ponían nervioso las mujeres remilgadas. lo cierto era que tenía que habérselo esperado, se decía. aquello era un mal augurio. y fue aún peor cuando a continuación le dijo que iba a enseñarle el rancho, y que irían a caballo.
—¿a caballo? —repitió Demi contrayendo el rostro—. pero es que no me gustan los caballos, Joe —mintió haciendo pucheros—. una vez de pequeña me montaron en uno en una feria y me dio mucho miedo. además era muy  incómodo. ¿no podríamos ir en la camioneta?
Joe tuvo que morderse la lengua.
—pues claro —le dijo en un tono cortés—, iremos en la camioneta, no importa. 
Demi se dio cuenta por la rigidez de su mandíbula que sí importaba, y reprimió a duras penas una sonrisilla maliciosa. y así, cuando salieron de las caballerizas, se agarró de su brazo, pisando vacilante el camino lleno de piedras y
hierbas porque se había puesto unos zapatos de tacón... con toda la idea.
—cariño —le dijo Joe al advertirlo—. ¿no has traído unos zapatos planos y una ropa menos elegante? —inquirió con el ceño fruncido—. esa no es la manera más adecuada de ir por un rancho. arruinarás esas ropas tan bonitas.
Ella sonrió, como si estuviera encantada por lo considerado que era, y se apretó contra su brazo.
—no me importa. me encanta estar contigo.
Aquella declaración arrancó al fin una sonrisa de los labios de Joe, y de pronto todas sus preocupaciones acerca de si Demi encajaría allí o no se desvanecieron. ella estaba a gusto con él, y él con ella, y eso era lo único que
contaba.
—a mí también me gusta estar contigo —le dijo suavemente.
Parecía sincero, se dijo miranda, pero ella necesitaba algo más que palabras.
—te molesta que sea una chica de ciudad, ¿verdad? —inquirió poniéndose seria —, que no esté acostumbrada a la vida en el campo.
Joe apartó la vista incómodo. ¿cómo lograba leer siempre sus pensamientos?
—bah, no tiene importancia —le aseguró él, tratando de sonar despreocupado —. después de todo, nadie espera que me vayas a ayudar con el ganado ni nada de eso. y tenemos muchas cosas en común, aunque yo sea de campo y tú de ciudad.
—es verdad —asintió ella con una sonrisa—, como las películas de cienciaficción, la música clásica, y el béisbol —dijo enumerando algunas de las cosas que estaban descubriendo que les gustaban a los dos.
Habían llegado al lugar donde estaba aparcada la camioneta. harden la ayudó a subir, se sentó frente al volante, y comenzaron a recorrer las distintas instalaciones
del rancho. la última parada que hicieron fue en un establo especial con aire acondicionado donde tenían a oíd man red, uno de sus toros de santa gertrudis, con el que habían ganado innumerables galardones en las ferias de ganadería.
Demi tuvo que contener una exclamación admirada que casi saltó a su garganta al ver al animal. tenía un perfil noble, y era enorme, un magnífico ejemplar.
Había visto muchos toros durante su adolescencia en el rancho de su padre en dakota del sur, pero jamás uno como aquel.
—¡qué grande es! —murmuró.
—es el orgullo del rancho Jonas —le dijo harden con una amplia sonrisa de satisfacción. extendió la mano y le acarició el morro al animal—. está acostumbrado a las personas desde que era una cría, así que es totalmente manso. es como una mascota enorme.
Demi se rio. sintió un impulso de acariciarlo ella también, pero se contuvo, recordándose que él creía que le daban miedo los animales, y se alejó un poco, como si no se fiara a pesar de lo que él acababa de decirle.
Joe la tomó de la mano y salieron del establo. fuera estaba atardeciendo, y él propuso que se sentaran bajo un gran árbol en lo alto de una loma, para observar la puesta del sol. Demi se sentó acurrucada junto a él, y suspiró. nunca se había sentido tan feliz, ni tan en paz.
—¿creciste aquí, Joe? —le preguntó al cabo de un rato, mientras él le peinaba el cabello con los dedos, absorto en sus pensamientos, y con la mirada perdida en el horizonte.
—sí —asintió—. mis hermanos y yo jugábamos a indios y vaqueros por estos campos.
—Déjame adivinar: tú eras siempre el indio — murmuró ella, alzando el rostro con una sonrisa maliciosa.
—¿cómo has sabido eso? —inquirió él frunciendo el entrecejo.
—porque eres tan estoico —le dijo ella riéndose—, y tan digno y orgulloso.
—Nick también lo es —comentó harden—. lo conocerás esta noche. Va a venir a cenar con Miley y el bebé —se quedó mirando preocupado la expresión de su rostro,
que de pronto se había ensombrecido—. tal vez no ha sido una buena idea —murmuró —. si eso va a hacer que te sientas mal...
Pero ella meneó la cabeza.
—no, si tú estás a mi lado estaré bien —le aseguró.
Joe la miró henchido de orgullo. lo hacía sentirse protector, hacía que sintiese que lo necesitaba. la atrajo hacia sí y la abrazó con fuerza, apoyando la mejilla sobre su oscura cabellera, sintiendo el soplo de la ligera brisa en su rostro.
—¿y tú? ¿a qué jugabas de pequeña? —murmuró— . supongo que a las muñecas. 
—la verdad es que no. lo que me gustaba era... — Demi se calló de repente al darse cuenta de que había estado a punto de decirle que desde muy joven había estado participando en rodeos, y que había ganado trofeos, además.
—¿qué te gustaba? —inquirió él, que se había quedado esperando.
—em... ponerme la ropa de mi madre y pintarme —improvisó Demi— ya sabes, cosas de chicas — dijo riéndose—. incluso hacía desfiles de modelos para mis muñecas —añadió, poniendo la guinda al pastel.
La reacción de Joe fue exactamente la que esperaba.
—oh, ya veo —fue lo único que acertó a decir.
—te habría gustado más que hubiera dicho que me gustaba montar a caballo y hacer mermelada casera, ¿no es verdad? —le dijo con una media sonrisa—. la clase de cosas que les gustan a las chicas del campo.
—no digas bobadas —farfulló Joe, aunque ella había dado en el clavo—. uno no puede escoger las cualidades de una persona a su antojo. y tu belleza interior es mucho más importante para mí que el que sepas o no montar a caballo —le aseguró vehemente—. Eres leal, honesta y compasiva, y me haces vibrar como ninguna otra mujer lo había logrado jamás —le dijo. de pronto, sin embargo, frunció el entrecejo,
como preocupado—. pero, ¿y yo?, ¿soy suficiente para ti?
—¡vaya una pregunta! —exclamó ella riéndose, aunque la había conmovido profundamente la descripción que acababa de hacer de ella, 
—bueno, soy un hombre difícil, y poco sociable —murmuró Joe—. no voy a fiestas, no me ando con demasiados miramientos, y me cuesta compartir mis sentimientos —le dijo encogiéndose de hombros.
Demi, que había estado escuchándolo en silencio, lo miró con ternura.
—Joe, el día que nos conocimos fuiste detrás de mí para devolverme mi bolso, cosa que mucha gente no habría hecho, me detuviste cuando estuve a punto de saltar de aquel puente, y me llevaste contigo a tu hotel esa noche para asegurarte de que no volvería a intentarlo, que estaría bien —le dijo sonriendo—. solo habíamos estado juntos unas horas, pero con eso me bastó para darme cuenta de que eras un buen hombre.
Joe se inclinó y la besó en los labios.
—¿y si te fallo? —le susurró Demi—, soy una chica de ciudad...
El vaquero buscó sus ojos.
—No me importa —le respondió con voz ronca.
Demi le rodeó el cuello con los brazos y se recostó contra su cuerpo.
—cuando nos casemos podemos irnos a mi apartamento de houston —le dijo Joe—, y tal vez algún día no te disguste tanto la vida en un rancho. y si no — añadió—, tampoco pasa nada. lo importante es que estemos juntos.
Demi sintió que el corazón le latía con fuerza, y cerró los ojos mientras los labios de Joe volvían a descender sobre los suyos.
¿  Apoco no son Tiernos ?
Me encantan!!!♥




2 comentarios:

  1. si son super tiernos pero demi le deberia decir la verdad que ella tambien es de pueblo me encanta

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