domingo, 3 de junio de 2012

A New Woman cap.2


Joe no estaba de muy buen humor a pesar de haberse
prometido. Ese pensamiento no le hacía tan feliz como a la
mayoría de los hombres. El no iba a casarse por amor, sino en beneficio de Petróleos Brody. Zack y él habían crecido con los sueños decadentes de su padre, un hombre que había dejado que el apellido Brody se empañara y que sus pozos petrolíferos se secaran.
Pero, con sus aptitudes y con la inteligencia financiera de Zack, habían conseguido levantar Petróleos Brody.
Ya estaba de vuelta en Houston, lo que era un alivio para Joe.
Odiaba estar lejos de casa. Le gustaba su vida tal como era. Le gustaba la rudeza de sus trabajadores en la refinería, le agradaba la acogedora sensación que le proporcionaba su secretaria, Demi, y le encantaba haberse forjado un hogar en la refinería de petróleo.
Pocas personas sabían que su padre había gastado toda su
fortuna en alcohol. Zack y Joe habían tenido que soportar la cólera del viejo por la quiebra del negocio.
Joe se frotó la nuca y aparcó la ranchera en su lugar reservado en el aparcamiento de las oficinas de Petróleos Brody.
Justo cuando estaba saliendo del coche, sonó su móvil. Miró el identificador de llamadas.
-Hola, Zack. ¿Qué pasa?
-Voy a quedarme en Washington un poco más para seguir
trabajando en el trato que hemos sellado con tu compromiso.
-No hay problema. ¿Crees que estarás de vuelta para el Cuatro de Julio?
-Claro.
-He invitado a Nessa a venir conmigo. Quiero que empiece a
conocer a la gente de por aquí -comentó Joe.
-Me parece bien.
-Tú la conoces mejor que yo -señaló Joe, pensando en la mujer con la que iba a casarse-. Había pensado que debería comprarle algún detalle para darle las gracias por haber aceptado casarse conmigo. ¿Le pido opinión a Demi o se te ocurre a ti algo que pueda regalarle?
Zack se quedó en silencio y Joe se apartó el teléfono de la oreja, para comprobar si se había cortado la conexión.
-Si se te ocurre algo, mándame un correo electrónico -pidió
Joe.
-Eso haré -repuso Zack-. ¿Cuándo vas a decirle a Demi que estás prometido?
-Ya lo he hecho. ¿Por qué? -preguntó Joe mientras caminaba
hacia las oficinas.
-Por nada.
-¿Crees que debería haber esperado a anunciárselo a todos los empleados al mismo tiempo?
-No -contestó Zack-. Ella no es como el resto de la plantilla.
-Lo sé. ¿Crees que debería llamar al senador Cavanaugh por si necesita que le ayude con los preparativos?
-Yo me encargaré de eso. Tú sigue haciendo lo que haces
siempre -contestó Zack.
-¿A qué te refieres?
-Al levantamiento de pesos.
Joe sonrió. Desde que eran pequeños,
Zack siempre le había confiado las tareas que requerían fuerza física. Zack era el mayor de los hermanos y ambos habían aprendido pronto que no podían contar con sus padres y que era mejor que se cuidaran solos.
-De acuerdo. ¿Nos vemos el jueves?
-No me perdería la fiesta por nada del mundo.
Joe colgó y se quedó un momento parado bajo el sol ardiente de Houston. Le gustaba sentir el fuego del verano sobre la piel.
Al entrar en las oficinas, Joe sintió un escalofrío por el aire
acondicionado. Siempre solía hacer una pausa al entrar en el edificio, incapaz de creer cómo Zack y él habían sacado adelante la compañía de ese modo. El vestíbulo estaba lleno de ejecutivos de visita esperando asistir a diferentes reuniones. Y había un equipo completo de guardias de seguridad que protegían la empresa.
-Buenas tardes, señor Brody.
-Buenas tardes, Stan. ¿Cómo va todo?
-Bien, señor. Me alegro de tenerle de vuelta en Houston -dijo Stan.
Joe asintió y caminó hacia los ascensores reservados para
ejecutivos. Se subió a uno de ellos y apretó el botón del piso donde estaban los despachos de dirección. Pensó que estaba ansioso por volver al trabajo. Washington D. C. era como otro mundo, un lugar donde él no encajaba. Allí, en Petróleos Brody, no sólo encajaba, sino que era el rey.
Entró en su despacho y Demi levantó la vista para mirarlo. Su habitual sonrisa de bienvenida no fue tan radiante como siempre. 
-Bienvenido, Joe. Steve, del departamento financiero, necesita hablar contigo cinco minutos a lo largo del día. Le dije que no sabía si ibas a poder.
-No hay problema. Puedo hablar con él esta tarde.
-Bien. Se lo diré.
-¿Alguna cosa más?
Demi negó con la cabeza y se le soltó un mechón de pelo,
rozándole la mejilla. Lo miró con sus enormes ojos castaños.
Joe, de pronto, tuvo deseos de perderse en ellos, pero meneó la cabeza para no pensar en ello. Demi no era la clase de mujer que querría tener una aventura, pensó él.
Porque lo cierto era que lo único que le había interesado a Joe hasta ese momento habían sido las relaciones esporádicas. No era el tipo de hombre que podía casarse con una mujer por la que sintiera algo. Había aprendido de su padre que los Brody no sabían dosificar el sexo ni el amor. Requerían de sus amantes toda su devoción y dedicación. De otro modo, se volvían demasiado celosos. Él mismo lo había experimentado durante su desafortunado noviazgo con la bella April, a la edad de dieciocho
años.
-¿Joe?
-¿Sí?
-¿Has oído lo que te he dicho? 
Joe negó con la cabeza.
-No. Estaba pensando en el viaje a Washington.
Demi se mordió el labio inferior y bajó la vista.
-¿Qué pasa, Demi, pequeña? ¿Te sucede algo? 
Demi asintió.
-Necesito hablar contigo en tu despacho cinco minutos.
-De acuerdo -repuso él-. - ¿Ahora?
-Sí, creo que cuanto antes, mejor.
-Vamos, entra.
Demi se levantó y agarró unos papeles de la impresora antes de entrar en el despacho de él. Joe la siguió, observando cómo movía las caderas y cómo la falda le acariciaba los tobillos al andar.
¿Por qué no se había dado cuenta antes de que Demi era una mujer bonita, a pesar de sus horribles ropas?, se preguntó él.
Demi había estado muchas veces en el despacho de Joe, pero ese día estaba más nerviosa que nunca. Había tomado la decisión de dimitir. No había nada que pudiera hacerle cambiar de opinión.
Bueno, eso no era cierto. Por una parte, deseaba irse pero, por otra, quería quedarse, para poder ver a Joe a diario.
Sin embargo, debía recordar la razón por la que había perdido peso, se dijo Demi. Estaba harta de pasar desapercibida, viendo cómo los demás hacían su vida mientras ella pasaba el día trabajando, para irse sola a su casa vacía.
Había empezado a sentirse tan sola que había considerado la opción de comprarse un gato. Pero había cambiado de idea, horrorizada ante la perspectiva de volverse como su tía abuela Jean, diana de las burlas y las bromas de los jóvenes cuando ella había ido al colegio.
-¿De qué querías hablarme? -preguntó Joe. Apoyó la cadera
sobre el escritorio y estiró sus largas piernas.
Demi se quedó mirándolo un momento. ¿Cómo iba a poder
olvidarlo?, se preguntó.
-Últimamente, he estado pensando en mi trabajo. Y... he decidido buscar otras oportunidades fuera de Petróleos Brody.


1 comentario:

  1. wooo demi si que se tmo muy enserio esto pero bueno es lo mejor claro por ahora bueno por lo menos joe ya ve que no estan fea solo es que demi cambia su forma de vestir y ya

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