domingo, 24 de junio de 2012

The Man She Loves to Hate cap.26







Nick entró en el bar sobre las siete y, por el modo en el que estaba vestido, venía directamente de su despacho. Traje y corbata, camisa blanca como la nieve y un gesto cansado en el rostro, señal de una semana intensa. Sin embargo, al
ver a Miley sonrió y parte del cansancio se diluyó, dejando paso al encanto.
Se dirigió a la parte de la barra más tranquila, donde las luces eran bajas y había menos gente. Miley terminó de servir a un cliente y se dirigió hacia él, más que nerviosa por el hecho de que ya hubiera llegado el momento de reunirse con él precisamente allí.
No tenía máscara para aquel momento. Tampoco tenía la seguridad ni la experiencia de su madre a la hora de saludar a su amante en un lugar público, al hombre que había llegado a significar tanto para ella en tan corto espacio de
tiempo.
—Nick Jonas... ¡Qué sorpresa verte aquí! —exclamó Miley. Apoyó los codos sobre la barra y se inclinó hacia él—. ¿Qué vas a tomar?
—Bueno, quiero una mesa... Tal vez una copa también. Verás, me voy a reunir aquí con una mujer para cenar, al menos eso era lo que creía que iba a hacer, aunque es posible que ella tenga que trabajar. La conocerías enseguida si la vieras. Hermosos ojos, una sonrisa que puede poner a un hombre de rodillas...
—Vas a tener que ser más concreto... —susurró ella. Nick sabía cómo tranquilizarla. Cómo hacerla sonreír.
—Bueno, también sabe cómo encender fuego en el corazón del dios nórdico más gélido. Y es una provocadora —dijo él. Se inclinó también hacia delante. La distancia entre ellos disminuyó al tiempo que la intensidad de la mirada de él se
cuadriplicaba—. Bésame.
—¿De verdad quieres hacer esto? —preguntó Miley. Se retiró, pero sólo un poco. No estaba segura.
—¿Por qué? ¿Acaso te preocupa tu reputación?
—La mía no. La tuya.
—No tienes por qué. ¿Qué más te preocupa, castaña?
—Arruinar tus planes para este fin de semana. Arruinarlo todo para ambos.
—No tienes por qué. Bésame.
—Dictador.
—Estoy en ello. Por eso te necesito. Para que me des equilibrio. Bésame, Miley. Por favor.
Miley se inclinó hacia él y apretó los labios contra los suyos. Un beso, ligero y rápido, pero, a pesar de todo, él la transportó a un lugar en el que nada más importaba.
—Ya está —dijo él por fin, cuando se apartó—. ¿Tan difícil ha sido?
—No —respondió ella. A pesar de todo, miró a su alrededor, tratando de ver si la gente se había dado cuenta y si estaban murmurando.
—Ahora, dilo con un poco más de certidumbre. Y luego, siéntate y cena conmigo. Si las lenguas quieren hablar, que hablen.
—Siempre me estás dando órdenes, ¿por qué? —le preguntó mientras le preparaba una cerveza y se servía una copa de vino blanco para ella.
Le dijo cuáles eran los platos especiales del día y cuando él le preguntó que le recomendaba, ella anotó dos especiales de marisco. Luego, se quitó el delantal negro y se dirigió al otro lado de la barra para reunirse con él.
Miley Cyrus y el hombre que estaba a punto de robarle el corazón. —¿Cómo te han salido tus últimos dibujos? —le preguntó mientras se llevaban sus copas a una mesa vacía.
Miley había estado toda la semana peleándose con el Arcángel Gabriel. Se lo había mencionado por teléfono a Nick.
—Me han dado su aprobación. Muchas gracias por tus muslos, tu torso y posiblemente por tu rostro. Las alas remataron el resultado. Ahora estoy dibujando vampiros para un proyecto diferente. Tal vez les pueda poner tus
manos.
Nick tenía unas manos muy bonitas. Grandes, pero esbeltas.
—¿De qué proyecto se trata?
—Un episodio para una serie de televisión. Tengo que crear el monstruo de la semana —dijo, encantada.
—A Miley Cyrus le encanta su trabajo —murmuró él inclinándose sobre el mullido respaldo del banco en el que se sentó mientras se llevaba la cerveza a los labios.
—Así es —replicó Miley con una sonrisa—. ¿Cómo va tu trabajo?
—Tiene sus momentos. Y sus sorpresas. Esta mañana recibí un montón de documentos del departamento legal de Jonas. He visto que vas a devolver las propiedades que te dejó mi padre.
—Sí —admitió ella. De nuevo, la cautela volvió a adueñarse de ella. No era un tema agradable para ambos.
—¿Por qué?
—No las quería.
—Te habrían ayudado a situarte, Miley. Habrías podido dejar de vivir de alquiler.
—Lo sé. Digamos que aún tengo muchos sentimientos sin resolver sobre algunas de las decisiones que tomó tu padre y el modo en el que eligió vivir su vida como para aceptar sus regalos. Simplemente no los quiero.
—Amargura....
—Un poco. Está bien. Mucha. Me gustaría que él... en cierto mudo hubiera sido más fuerte. Que hubiera tomado una decisión en uno u otro sentido. Que no hubiera tratado de tenerlo todo haciendo daño a tanta gente en el proceso.
—Sé cómo te sientes.
—Esa amargura no se extiende a ti.
—Eso también lo entiendo.
—Bueno, háblame de nuevo sobre esa cena de trabajo tuya. ¿Qué es lo que quieres conseguir? —le preguntó, para cambiar de tema.
—Principalmente cohesión. Un enfoque más fuerte para el futuro. Silverlake estaba asegurado por debajo de su valor. Vamos por encima del presupuesto en otro de nuestros proyectos. La gente está empezando a ponerse nerviosa sobre algunos de los cambios estructurales que estoy pensando hacer con Jonas Holdings.
—Quieres venderles tu plan maestro.
—Exactamente.
—¿Y se supone que yo tengo que ayudarte a hacerlo? —le preguntó Miley llena de aprensión—. Porque ya sabes que yo no voy a serte de ninguna ayuda en ese aspecto. Si estás esperando que el hecho de llevarme a mí vaya a demostrar
que tienes una relación cómoda y estable, no estoy segura de que vaya a ser de mucha ayuda tampoco en ese aspecto.
—Entonces, ¿me estás diciendo que no tenemos una relación cómoda y estable? No sé, pelirroja —dijo Nick con una sonrisa sorprendentemente dulce—. Yo me siento bastante bien en ese aspecto.
—Nick...
—Sólo te pido que estés allí conmigo. Nada más. Sólo que estés allí conmigo. Aparentemente, él le estaba pidiendo muy poco.
La comida no tardó en llegar. Ophelia-Anne debió de haberles puesto a la cabeza de la lista. Nick devoró su cena y la mitad de la de Miley. Ella lo observó con una triste sonrisa. La cocina de Ophelia-Anne solía ejercer ese efecto en la gente, a menos que uno estuviera acostumbrado. En ese momento la contención parecía ligeramente más accesible.
Vio cómo él charlaba con Odie cuando ella fue a retirar los platos. Defendió la penosa y vacía situación de su frigorífico y luego aceptó el hecho de que Odie se ofreciera a hacerle la compra como parte de sus tareas en el mantenimiento
de la casa.
—Déjame una lista —le dijo Odie alegremente—. Te haré la compra los lunes y los viernes. ¿Estáis listos ya para pedir el postre?
Los dos decidieron no tomar postre.
—El café está muy bueno aquí —dijo Odie para animarlos. Miley asintió. Aún no se podía marchar. Había algo más que debían hacer allí.
—Odie, ¿te importaría decirle a mi madre si quiere venir a tomar un café con nosotros? —le preguntó Miley. Su madre había mantenido las distancias desde el momento en el que entró Nick y eso no formaba parte del plan.
Al menos, de su plan.
—Sigues queriendo conocer a mi madre, ¿verdad?
—Por supuesto —dijo él con una sonrisa—. Relájate, Miley. Todo va a salir bien.





hola chicas regresando aqi les dejo solo de esta nove 
mañana si me es posible subire Jemi

2 comentarios:

  1. nooooooooo! sube mas de esta mitchie♥
    amo NILEY♥ ME ENCANTO
    porfis mas mas mas mas mas niley! niley! niley!
    aaaaaaaaawwwwwww mas lindo
    pero pobre miley aora se le van a venir los problemas en esa fiesta! >.<

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  2. Que lindos! ♥
    Me gusto mucho Miche
    De verdad desde que o se solo espero para la fiesta!

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