domingo, 30 de septiembre de 2012

White Lies cap.22






Miley estaba ardiendo.
Y, cuando Nick la dejó sobre la cama y se acostó con ella, sintió que toda la pasión que había estado conteniendo durante tantos años se desbordaba. Todo su cuerpo vibraba, deseando satisfacer tanta excitación.
La cabeza comenzó a darle vueltas cuando Nick empezó a quitarle la ropa, lanzando cada prenda por los aires. Luego, él se levantó y, a toda velocidad, se quitó los pantalones y se puso un preservativo que había sacado del cajón de la mesilla de noche. Momentos después, cuando Miley estaba tumbada boca arriba en la cama, Nick se colocó sobre ella.
A Miley le temblaron los muslos, movidos por un deseo que no había sentido desde hacía años. Nick observó su cuerpo con detenimiento. Miley sintió que le ardía en todas partes donde él posaba los ojos, sobre todo en su parte más íntima, donde Nick se detuvo más tiempo. Por la mirada de él, adivinó lo que estaba pensando y, cuando Nick le levantó las caderas, haciendo que lo rodeara por los hombros con las piernas, gritó de placer antes de que él la besara.
Miley gritó de nuevo cuando sus labios tocaron su parte más íntima. Nick introdujo la lengua dentro, moviéndola con destreza. Ella se derritió hasta la médula mientras una oleada de placer y excitación le recorría todo el cuerpo.
Nick hizo que separara más las piernas mientras seguía infligiéndole un tormento delicioso con la boca. Con lo que le estaba haciendo, Miley se sintió despojada de todo pensamiento racional, mientras sus sentidos se llenaban de placer. Se sintió como si fuera a romperse en mil pedazos y se aferró a los fuertes brazos de él, intentando hacerle saber que estaba a punto de estallar.
Como si estuviera decidido a hacerla llegar aún más alto, Nick continuó con su dulce tormento, apretándole los muslos mientras su lengua la penetraba con más profundidad. Cuando tocó su punto más sensible, ella explotó y gritó el nombre de él mientras un torbellino de sensaciones la recorría.
Sólo entonces Nick se apartó y se montó sobre ella y, antes de que Miley pudiera recuperar el aliento, la penetró con una honda arremetida y se metió uno de sus pezones en la boca, chupándolo con intensidad.
Sus cuerpos se habían acoplado con tal perfección que a Miley se le saltaron las lágrimas. Lo agarró de la cabeza para apretarlo contra su pecho y lo rodeó con las piernas para que no saliera nunca. Pero, con su cuerpo, Nick le hizo saber que no tenía intenciones de irse a ninguna parte.
Nick empezó a moverse, entrando y saliendo. Una y otra vez. Con más fuerza y más profundidad. Más deprisa. Ella sintió la potencia de su erección dentro del cuerpo, llevándola de nuevo cerca del clímax y haciéndola gemir de placer.
Y, cuando Nick cambió de pecho y comenzó a chuparle el otro pezón, los gemidos de Miley se convirtieron en gritos. Sintió que todos los músculos del cuerpo se le tensaban y una oleada de placer inmenso la envolvió. El cuerpo se le puso rígido y se arqueó de forma involuntaria cuando él la agarró con fuerza de las caderas. Entonces, ella supo que lo que se estaba fundiendo en una unidad no eran sus cuerpos nada más, sino también sus almas.
En ese momento, todo lo demás dejó de existir para Miley, excepto el hombre que seguía entrando y saliendo de ella y gritando su nombre al mismo tiempo. Era el mismo hombre que le había demostrado, por primera vez, lo hermosa que podía ser la unión de un hombre y una mujer. Y el mismo hombre que, minutos después, se dejó caer sobre la cama a su lado y la sostuvo entre sus brazos, sujetándola como si no quisiera dejarla marchar jamás.
Miley se despertó con la luz del sol en la cara y un cuerpo fuerte pegado al suyo. Se apartó un poco y observó al hombre que dormía a su lado. Nick tenía su musculosa pierna sobre las de ella y con los brazos, a pesar de estar dormido, seguía abrazándola.
Los recuerdos de la noche anterior la invadieron. Había sido la primera vez que había hecho el amor en siete años y había sido tan hermoso o más como lo recordaba. Con el mismo hombre. La misma pasión. El mismo amor.
Miley cerró los ojos pensando que, en realidad, debería sentirse mal consigo misma por seguir amándolo y por ser tan débil como para haber sucumbido a la tentación de irse a la cama con Nick, sobre todo después de cómo él había fanfarroneado con su amigo sobre su primera noche juntos. Sin embargo, no fue capaz de sentir remordimientos, pues todo su cuerpo se sentía rejuvenecido, como si hubiera sido despertado de un largo letargo mediante el más puro de los placeres. La vez anterior que había hecho el amor con Nick había apreciado el hecho de ser mujer y, tras la noche que acababan de pasar juntos, se sentía más mujer que nunca.
De todas maneras… el recuerdo del dolor y la humillación no se había desvanecido por completo. ¿Cómo era posible que un hombre tan amable la deshonrara hablando de sus intimidades de la forma en que lo había hecho? Entonces, hacía siete años, ella había estado enamorada de la cabeza a los pies y, cuando habían dormido juntos, ese amor se había vuelto abrumador.
Nick no había pronunciado nunca la palabra «amor» pero ella había estado segura de los sentimientos que él había mostrado a través de sus acciones. Sin embargo, enseguida había descubierto que sus suposiciones habían sido erróneas. Y no pretendía cometer la misma equivocación dos veces. Lo único que compartía con Nick era una fuerte atracción sexual, se dijo, intentando convencerse. Nunca más volvería a dar por hecho nada sobre su relación. La aceptaría como algo sólo sexual.
Nick se movió en la cama y Miley ladeó la cabeza para mirarlo. Antes de que ella pudiera decir nada, él se incorporó y la besó con tanta ternura que la hizo gemir. No era difícil adivinar lo que iban a hacer de nuevo, en esa ocasión bajo la luz de la mañana.
Cuando Nick colocó su cuerpo sobre el de ella, Miley le rodeó el cuello con los brazos y se devoraron en un largo beso.


No hay comentarios:

Publicar un comentario