lunes, 10 de septiembre de 2012

Miley's Little Secret cap.25





Nick tomó a Miley de la mano en cuanto Brody cerró la puerta de su cuarto.
—Vamos.
Ella lo siguió sin vacilar hasta el hermoso dormitorio de él, con sus
paredes marrones y sus luces suaves. El edredón color azul acerado de su cama estaba ya retirado, sin duda por la mano de la señora Haldana.
Nick no perdió tiempo en desnudarla. Le quitó la camisa y el
sujetador, la besó con fuerza y le quitó la falda que se había puesto ella después de la ducha. Nick se quitó las sandalias, se bajó las bragas y se quedó desnuda delante de él.
Era extraño lo natural que le resultaba estar desnuda con él. Nick
la tomó de los hombros con gentileza y le sonrió.
Ella tendió una mano al cinturón de él.
Él se dejó hacer. Cuando Miley le sacó la camisa por la cabeza,
retrocedió y se sentó al borde de la cama y ella se arrodilló y le quitó los mocasines.
—Por fin —sonrió él.
La joven asintió con la cabeza. Nick le ofreció la mano y ella la
tomó. El la tumbó en la cama y se sentó a horcajadas sobre ella. Le
acarició el cuerpo despacio.
Y él bajó la boca y la besó… primero en los labios y después empezó a bajar… Y siguió bajando.
Hasta que ella quedó con la cabeza en la almohada y gimiendo de
deseo mientras él lamía y succionaba su sexo y ella se estremecía y se sumergía por completo en sus sensaciones.
Cuando llegó al orgasmo, gritó el nombre de él y Nick extendió una
mano hacia el cajón de la mesilla de noche.
—¡Oh! —gritó ella—. Déjame… déjame… —le quitó el preservativo y lo abrió. Tomó el miembro de él y lo apretó, acariciándolo desde la cabeza a la base… y de nuevo hacia arriba.
Nick le agarró la muñeca.
—Pónmelo —dijo entre dientes—. Date prisa.
Ella obedeció y le colocó el preservativo. Nick la montó a
horcajadas de nuevo y ella lo guió hacia su interior.
Su cuerpo lo recibió con suavidad y él se acomodó entre sus muslos, apoyó los antebrazos en la almohada y hundió los dedos en el pelo sedoso de ella.
—¡Qué bien! —murmuró. Susurró su nombre con voz ronca y baja y enterró la cabeza en su hombro.
Miley lo abrazo por la cintura con sus piernas y se movieron juntos a un ritmo cada vez más intenso hasta que el mundo dejó de existir y sólo quedaron ellos dos, por fin sin rabia, dolor ni mentiras que enmendar. Sólo un hombre y una mujer que encajaban perfectamente uno en el otro, que compartían un placer caliente y llegaban al clímax juntos en una explosión de luz.
No descansaron mucho tiempo. Nick no podía dejar de tocarla, de
besarla, de apretarse contra su cuerpo.
Y ella también lo tocaba y lo besaba por todas partes. La segunda vez ella se colocó arriba y lo recibió dentro poco a poco. Cuando estuvo allí del todo, se movieron juntos perezosamente, como olas que lamieran una orilla arenosa.
Al final ella se derrumbó encima de él y Nick la abrazó con fuerza.
Miley sintió los latidos fuertes del corazón de él en su mejilla.
Después de eso, él los tapó con la sábana gris de raso y la abrazó de
costado. Y ella apoyó la cabeza en su hombro sintiéndose saciada y a salvo en el círculo de sus brazos.
Nick le besó el pelo y susurró:
—Deberíamos hacer esto más a menudo. Yo propongo una docena de veces al día.
Ella se acurrucó contra él.
—Una idea excelente, aunque Jerry se sentiría un poco solo si nos
pasáramos el día encerrados en un cuarto.
—Jerry… —sonrió él. Le acarició el hombro y le besó la nariz—. ¿Él cree que eres mi novia?
Miley echó atrás la cabeza para poder mirarlo a los ojos.
—Los niños pueden sorprenderte mucho a veces. Y supongo que
ahora soy más o menos tu novia, ¿no?
Esperó la respuesta de él con ansiedad.
¿Y si decía que no, que no quería una embustera por novia y que
haber hecho el amor no implicaba nada más?
Nick tardó tiempo en contestar.
—Sí, supongo que desde el punto de vista de Jerry, se podría decir
que eres mi novia —dijo al fin.
No era precisamente lo que Miley esperaba, pero tampoco era tan malo como había temido.
—Ahí lo tienes —musitó.
—¿Pero cómo rayos lo sabía él? Hasta hoy no nos hemos acercado y a mí no me había dicho nada antes.
—Es listo y observador. Ha captado que había una atracción entre
nosotros.
—¿A ti te ha dicho algo?
Miley recordó una conversación en casa de sus padres.
—Sí. El día que nos mudamos aquí me preguntó si eras mi novio.
—¿Y qué le dijiste?
—Nada. Dejé que sacara sus propias conclusiones.
Los ojos de él se oscurecieron con desaprobación.
—¿Por qué?
Ella se apartó de él y se incorporó sobre un codo.
—Piénsalo. Tú y yo apenas nos hablábamos entonces, pero él nos
había visto juntos antes… la noche que vinimos aquí y en la boda de Hannah.
Sabía que había algo.
—O sea, que le mentiste.
—No. Sólo me callé —Miley comprendió que era el momento ideal para hablar de la necesidad de decirle a Jerry la verdad—. Aunque sólo sea un niño, tiene que resultarle raro que nos hayamos trasladado aquí contigo. Y tú me hiciste jurar que guardaría el secreto de lo que pasa, así que él se ha explicado a sí mismo la situación pensando que debe ser algo entre tú y yo, ya que ninguno de los dos le hemos explicado que tú eres su padre.
Nick la miró un momento y después asintió con la cabeza.
—Sí, eso suena razonable.
—Muchas gracias —comentó ella, con irritación.
—Vamos, Miley… —tendió una mano hacia ella, que leyó en sus ojos deseo, pero también la necesidad de evitar aquella conversación.
Retrocedió aún más.
—Ahora no. Mira, al principio accedí a esperar hasta que estuvieras
preparado para decírselo, pero hace una semana que nos mudamos aquí y dos que te enteraste de que era tu hijo.
—Una semana o dos no son nada.
—Eso no es cierto. Dos semanas es tiempo suficiente. Es demasiado. Jerry te adora; no necesitas tener la oportunidad de ganártelo ni nada de eso. Está loco por ti y es más que hora de que sepa que eres su padre.
Nick se sentó en la cama con los brazos alrededor de las rodillas.
—¿Y quién tiene la culpa de que no sepa quién soy? No es mía, Miley.
—Estupendo —musitó ella—. Si quieres echarme la culpa a mí, está bien. Que tú no lo supieras es culpa mía y lo acepto. Y es verdad que durante más de diez años ha sido culpa mía que Brody no supiera quién eras, pero en las dos últimas semanas no. Eso ya es cosa tuya. Y tienes razón, sólo son dos semanas, pero son dos semanas en las que tú, mis padres, Joe, Demi y yo le hemos estado mintiendo. Y ya sabes que a mí no me salió bien mentir. Sé por experiencia el daño que puede hacer mentir y no quiero volver a verlo.
Nick la miró y ella vio dolor en sus ojos, y también miedo. Su
irritación desapareció en el acto.
—Todo irá bien —musitó.
Él lanzó un juramento y apartó la vista.
—¿Y si me odia? Es un niño feliz que piensa en tu marido como en su padre. Puede odiarme por intentar ocupar el lugar de tu esposo.
Miley se subió la sábana hasta las axilas y cruzó las manos.
—Tú no vas a ocupar el lugar de Henry, sino el tuyo, el que te
pertenece en su vida. Un lugar muy importante. Y yo conozco a Jerry muy bien y no creo que te odie. Al principio le gusta tomarse tiempo con las cosas para acostumbrarse a ellas, pero después se alegrará de construir una relación contigo, de tenerte ahí para ayudarle a crecer.
—¿Y si te equivocas?
—No me equivoco; pero si me equivocara, tendríamos que tomar las cosas como vengan. Si le enfurece por alguna razón descubrir que eres su padre, lidiaremos con ello y se le pasará.
Nick seguía sin mirarla.
—¿Tú estarás a mi lado cuando se lo diga?
—Si tú quieres, si.
—Te necesito allí. De hecho, creo que es justo que se lo digas tú.
—¿Justo?
—Vale, no es la palabra apropiada. Creo que es buena idea que se lo digas tú. Eres su madre y será más fácil viniendo de ti. Tú se lo dices y después yo le digo que… no sé, que soy muy feliz de tenerlo por hijo. Y después de eso, él me dirá… lo que tenga que decirme.
Miley respiró aliviada. Por fin llegaban a alguna parte.
—De acuerdo. Lo haremos juntos.
—Pero se lo dirás tú.
—Está bien. Y tú puedes intervenir en cuanto te apetezca.
—Gracias —repuso él con sequedad.
—Y no deberíamos dejarlo ni un día más. Mañana es sábado y no
tendrás que ir corriendo al bufete. Él no va a casa de Peter hasta por la tarde. Se lo diremos en el desayuno y habrá tiempo de sobra para hablar.
Nick volvió la cabeza y la miró por encima del hombro.
—De acuerdo. Mañana en el desayuno —dijo de mala gana.
—Hay que hacerlo —repuso ella—. Y todo saldrá bien. Ya lo verás.



por fin la parte 1313

1 comentario: