—Lo quería entonces y lo quiero ahora —repuso Miley, incómoda.
Eran las cinco de la tarde y estaban sentados en la cocina. Jerry olía
a jabón y champú, de la ducha posterior al fútbol.
—Me gusta Nick y lo quiero mucho. Pero no nos vamos a casar y
tienes que aceptarlo.
—Pero si lo quieres, ¿por qué no os podéis casar? Es tu novio,
¿verdad?
Miley recordó que la sinceridad era la mejor táctica… aunque no
siempre resultara fácil.
—Era mi novio, pero hemos roto.
—¿Porqué?
Ella abrió la boca para intentar explicárselo… y volvió a cerrarla. No podía explicarle a un niño por qué quería a Nick pero no podía casarse con él.
—Lo nuestro no ha salido bien. Eso es todo lo que necesitas saber.
—Pero puede que volváis a ser novios. Si tú…
—Jerry.
El niño conocía aquel tono de voz y sabía que no había nada que
hacer.
—¿Qué? —preguntó con cierta rabia.
—El matrimonio no es algo que puedan decidir los niños.
¿Comprendes?
Él se mordió el labio inferior y bajó la vista.
—Sí.
—Nick y yo te queremos mucho y cuidaremos de ti estemos
casados o no.
—Pero papá dijo…
—¡Basta!
Miley comprendió que tendría que hablar con Nick antes de
marcharse. Tenía que hacerle entender que debía dejar de darle todos los caprichos a Jerry. Miley empezaba a notar ya cambios en su hijo… el tono quejumbroso cuando no conseguía lo que quería, la exigencia de que los adultos de su vida hicieran lo que a él le apetecía…
Aquello no era bueno.
Y sabía que cuando ella se fuera empeoraría aún más. Sin ella allí
para equilibrar el tema, Jerry estaría cada vez más seguro de que él
dirigía el mundo. Después de todo, tenía a Nick para que le recordara constantemente que sólo tenía que insinuar que quería algo e inmediatamente sería suyo.
—Siento que te hayas llevado una decepción —dijo—. Lo siento de
verdad. Pero a veces las cosas no salen como uno quiere.
Cuando Jerry se acostó aquella noche, buscó a Nick en su estudio.
Cuando entró, él no levantó la cabeza de la pantalla del ordenador.
—Nick, tengo que hablar contigo.
Él lanzó un gruñido y siguió moviendo el ratón con los ojos fijos en la pantalla.
—Yo creo que ya lo hemos dicho todo.
—Ahora no se trata de nosotros, sino de Jerry.
—Jerry… —seguía con el ratón—. Ahora te acuerdas de él…
Miley sintió furia, pero se esforzó por reprimirla. Tenía un objetivo y perder los estribos no le iba a ayudar a lograrlo.
—Eso ha sido una crueldad —dijo. Y esperó a que él dejara el maldito ratón y la mirara—. Yo siempre pienso en Brody antes que en nada más.
—Está decepcionado —dijo él en tono acusador.
Miley reprimió una réplica airada y procuró usar un tono de voz
razonable.
—Piensa un poco en eso, ¿vale? ¿Por qué está decepcionado?
—Porque tú no quieres hacer lo correcto, por eso.
—No. Porque tú le prometiste algo que no puedes darle, algo que no tenías derecho a prometerle.
Sabía que empezaba a acalorarse, así que guardó silencio y respiró
hondo varias veces.
—Sé que estás enfadado conmigo porque te mentí todos esos años y también porque no quiero casarme contigo. No puedo retroceder y cambiar el pasado y no me casaré contigo porque tú no puedes
perdonarme. Por lo que tendremos que llevar vidas separadas y buscar el modo de educar a nuestro hijo de modo que pueda ser… un adulto productivo y feliz.
Hizo una pausa y él siguió sin decir nada. Miley levantó las manos y las dejó caer con frustración.
—He intentado explicarte antes que no puedes darle todo lo que
desea porque entonces él acaba esperando que siempre conseguirá todo lo que quiera.
Él siguió guardando silencio. La miró de arriba abajo.
—Está bien —dijo al fin—. Sí. Puede que tengas cierta razón.
—No se trata sólo de todo lo que compras —se atrevió a insinuar ella, sorprendida de que le diera la razón.
—Creo que he estropeado lo nuestro, ¿verdad? —comentó él,
sorprendiéndola aún más—. ¿Por hablar con él antes de haberlo hecho contigo?
Miley asintió.
—Le diste la idea de que casarnos o no casarnos dependía de él.
Nick se movió en su silla.
—Sí, supongo que sí —frunció el ceño—. En el futuro pensaré dos
veces en lo que tiene o no tiene derecho a opinar él. Y dejaré de
comprarle juegos electrónicos.
Miley no pudo reprimir una sonrisa.
—Me parece bien.
—Y otra cosa…
—¿Sí?
—¿Puedes quedarte hasta que acabe el entrenamiento de fútbol?
Creo que a Disneylandia podremos ir solos sin problemas. Pero necesito tiempo para buscar a alguien que venga a cuidar de él durante el día.
—Tiene amigos en la calle de mi madre —sugirió ella—. Puedes
dejarlo allí hasta que saigas del trabajo. Seguro que ella está encantada.
—Buena idea —casi sonrió él.
—Hablaré mañana con ella, si quieres.
—Sí. ¿Y te quedas hasta que acabe el fútbol?
—De acuerdo.
Al día siguiente, Miley habló con su madre y Tish la presionó para que se quedara en el pueblo e intentara arreglar las cosas con Nick.
Pero la joven se mantuvo firme. Se marcharía y sólo quería saber si
Tish estaba dispuesta a cuidar de su nieto el tiempo que pasaba Nick en el bufete.
—Claro que sí. Sabes que lo haré encantada.
Después de hablar con su madre, Miley fue a ver a su hermana. Hannah no se mostró contenta.
—Eso es una locura; tú quieres a ese hombre. Tú misma me lo dijiste hace unos días.
Miley intentó explicárselo.
—No confía en mí ni en su corazón y sigue enfadado conmigo. No me perdonará nunca.
—Tonterías. Claro que te perdonará. Lo que hiciste estuvo mal. Tú lo sabes y él lo sabe, ¿pero vais a estropear algo bueno por culpa de eso? ¿Qué sentido tiene? Me dan ganas de ir a hablar con Nick.
—Hannah, por favor, no lo hagas.
—Pero tú lo amas.
—Sí. Y no me voy a casar con él. No sería bueno para mí ni para
Nick ni para Jerry. No puedo casarme con alguien que no me ha
perdonado.
—Pues es el mayor idiota de Texas y no entiendo por qué no me
dejas…
—No.
Hannah discutió un poco más, pero acabó por prometerle que no le diría a Nick lo que pensaba.
La semana siguiente pasó con rapidez. Miley tuvo varias
conversaciones largas con Jerry, quien parecía ir aceptando que su
madre no se iba a casar con su recién descubierto padre.
Miley y Nick se mostraban educados, amistosos incluso, aunque con cierta cautela. Y se mantenían alejados de mutuo acuerdo siempre que Jerry no estaba allí.
Y aunque seguía en su casa y lo veía todos los días, Miley echaba de menos a Nick. Añoraba su risa y sus besos, la proximidad de su cuerpo en las horas oscuras de la noche…
El sábado por la mañana, cuando recogía sus cosas para marcharse,
descubrió que casi se sentía aliviada. Iría a su casa, donde no habría nada que le recordara a él. Pensó un momento en Henry. Había sido duro superar su pérdida y ahora tendría que encontrar el modo de superar la de Nick.
Él y Jerry salieron a despedirla a la puerta. Miley abrazó a su hijo y le dijo que lo vería unas semanas más tarde. Sonrió a Nick, que estaba un poco más atrás.
—Que os divirtáis en Disneylandia.
—Te quiero, mamá —Jerry la estrechó un momento con fuerza y se
apartó para colocarse al lado de su padre.
Miley puso el coche en marcha y se alejó. Miró una vez por el espejo retrovisor y vio que seguían allí de pie juntos… el amor que su secreto le había hecho perder y su único hijo. Sintió una opresión en la garganta y mantuvo la vista fija al frente hasta que llegó a la curva que conducía a la autopista y que tapaba la vista de la casa.
niñas hola
son los ultimos capitulos
comenten mucho y pronto los subo
las amo♥
wow me encantooo
ResponderEliminarhasta cuando va a reaccionar nick
enseriooo me tienes al borde de los nerviosss
...
please no tardes en seguirlaaaa...
super triste como nick no le confiesa que la ama y yo se acaba y se cansan y tienen otro lindo niley baby como jerry...
ResponderEliminarsoy muy fantasiosa lose jajaja
ah que lindo que subiste perdon no comentar antes espero que chateemos por face alguna vez!!!