domingo, 30 de septiembre de 2012

White Lies cap.21


Miley se enamoró de la casa de Nick en cuanto entró en ella. Aunque fuera estaba demasiado oscuro, pudo ver que se trataba de una impresionante casa de rancho, de dos pisos. Cuando entró en el salón, la invadió una gran sensación de comodidad. Sabía que era raro sentirse así pero no podía evitarlo. Durante el camino, Nick había hecho que ella se sintiera segura, asegurándole que averiguaría todo lo necesario sobre el paradero de Liam y que, hasta que lo hiciera, podía quedarse con él.
Miley miró a su alrededor y se preguntó si Nick habría contratado a un diseñador de interiores para decorar su casa. Todos los colores combinaban a la perfección y los muebles complementaban muy bien la decoración. Había una gran chimenea de ladrillo, que ocupaba una pared entera, y las cristaleras del salón prometían una excelente iluminación durante las horas del día.
Para separar la entrada de las habitaciones interiores había una pared de cristal entre la puerta principal y el salón. Los muebles del salón eran de cuero oscuro y de buena calidad y parecían muy cómodos.
–Tienes una casa muy bonita, Nick–dijo ella cuando Nick la siguió dentro, llevando su bolsa de viaje.
–Gracias. Entra y deja que te acomode en el cuarto de invitados. Es más de medianoche y debes de estar cansada.
Miley estaba muy cansada y deseando dormir. O, al menos, intentarlo. Entonces, pensó que Nick también debía de estar cansado. Se había pasado todo el día en la refinería y en el centro de acogida.
Momentos después, tras seguirlo escaleras arriba, Miley entró en el cuarto de invitados. Miró a su alrededor encantada. Era una habitación muy espaciosa, con vigas de madera en el techo y decoración al estilo tradicional. Tenía una cama enorme, con una colcha de colores hecha a mano que combinaba con las cortinas.
–Es evidente que te va bien con tu empresa de seguridad.
Cuando Nick no respondió, Miley lo miró y se dio cuenta de que la expresión de él se había vuelto tensa. ¿Qué habría dicho para irritarlo?
–¿Nick?
–Sí, me va bien –replicó él al fin en tono cortante–. Hay un baño de invitados allí con una bañera jacuzzi –indicó, señalando al otro lado de la habitación–. Mi cuarto está al final del pasillo, por si necesitas algo. Buenas noches.
Miley mantuvo la compostura mientras observaba cómo Nick se iba, cerrando la puerta tras él. De nuevo, se preguntó qué habría dicho para que él se sintiera molesto. ¿Por qué le habría irritado que mencionara su éxito empresarial?
Miley se acercó a la cama y decidió que, cuando viera a Nick por la mañana, se lo preguntaría.
Nick estaba tumbado en la cama con los ojos abiertos de par en par, mirando al techo. Después de haber dejado a Miley, había hecho una ronda por la casa para asegurarse de que todo estuviera cerrado con llave antes de irse a dormir. Y había seguido rumiando el
comentario que ella había hecho, que le había recordado que lo único que a Miley le importaba en un hombre era su riqueza.
Se frotó la cara, sin querer pensar mal pero ¿qué otra cosa podía hacer? Después de haber averiguado que era un hombre rico, ¿cambiaría la actitud de Miley hacia él?
Nick la había llevado a su casa para protegerla, pero eso no significaba que la perdonara por el daño que le había causado en el pasado. No estaba seguro de poder hacerlo, pensó, apretando los puños.
Entonces, escuchó un sonido y miró el reloj despertador que tenía en la mesilla. Eran casi las dos de la mañana. Como la alarma de su puntero sistema de seguridad no había sonado para señalar la presencia de un intruso, adivinó que Miley debía de estar despierta, rondando por la casa. Era evidente que ella tampoco podía dormir.
Saltó de la cama y se puso unos vaqueros. Salió de su dormitorio y, de inmediato, vio una luz encendida en el piso inferior.
Cuando llegó al salón, no vio a Miley por ninguna parte. Abrió con suavidad la puerta de la cocina y se la encontró sentada a la mesa, de espaldas a él, bebiendo lo que parecía una taza de té. Estaba vestida con una bata de seda, anudada a la cintura. Y, aunque él tuvo la sensación de que se esforzaba por no hacerlo, adivinó por cómo le temblaban los hombros que estaba llorando. No podía soportar ver llorar a una mujer y menos aún si se trataba de Miley.
Entró en la cocina, sin poder evitar sentir el corazón encogido. Al escucharlo, Miley volvió la cabeza y sus miradas se encontraron. Pero ella no fue lo bastante rápida como para limpiarse las lágrimas. Sin preguntarle por qué lloraba, él extendió los brazos.
–Ven aquí, Miley.
Ella lo miró durante un momento y Nick no estuvo seguro de qué iba a hacer. Entonces, Miley se levantó y caminó hasta él. Él la rodeó con sus brazos y ella hundió la cabeza en su pecho.
–Shh. Todo está bien, preciosa. Todo va a salir bien.
Miley negó con la cabeza y se frotó los ojos, echando la cabeza hacia atrás para mirarlo.
–No. Te he molestado y no sé por qué.
En ese momento, Nick se sintió como un imbécil y deseó que hubiera una manera de borrar su comportamiento de hacía unas horas. Así que se quedó allí parado, abrazándola, recordando los tiempos en que la abrazaba del mismo modo durante unos minutos, antes de besarla.
En ese momento, Nick supo que su deseo por ella era tan fuerte como en el pasado e, incapaz de luchar contra sus sentimientos, la miró a la cara antes de recorrerle los labios con la punta de la lengua.
Nick la oyó contener el aliento e intentó ignorarlo. Se acercó más, incapaz de controlar su erección, que presionó contra el cuerpo de ella, excitándose con una intensidad que no había sentido en muchos años. Tras acariciarle los labios con la lengua, se los chupó un poco. Entonces, sintió los pezones de ella, erectos contra su pecho desnudo, como dos capullos de rosa.
Nick le soltó el labio y, en un instante, empezó a devorarla, saboreándola, disfrutando de cómo ella se estremecía entre sus brazos, no de miedo sino de placer. Había pensado en esa parte de su relación muchas veces, cuando los dos se besaban y parecían entrar en otro nivel de realidad. Recordó la noche en que sus besos los habían llevado a perder el control y habían hecho el amor. Continuó besándola con intensidad, deseando perderse en ese beso, igual que había sucedido aquella noche hacía años. Quiso perderse dentro de ella. Nunca jamás se había sentido tan conectado con ninguna mujer.
–Nick.
El sonido de su nombre en los labios de ella hizo que se estremeciera de excitación. Miley había hablado sin aliento, con una voz apenas audible y llena de sensualidad, haciendo que a él le subiera la temperatura casi a punto de ebullición.
Nick acercó las caderas y los muslos a los de Miley. Sintió que cada célula de su cuerpo se llenaba de vida y excitación ante la presencia de ella. Al fin, su mente entró en sincronía con el resto de su cuerpo. La deseaba. Necesitaba poseerla.
Sus deseos y sus necesidades estaban fuera de control y no sabía cuánto tiempo podría esperar para satisfacerlos. Pensando aquello, Nick se apartó, separando sus bocas, la miró a los ojos y supo que ella percibía el deseo que él no podía ocultar. Todo su cuerpo se moría por tener sexo con ella y por compartir una cercanía física que no había vuelto a experimentar desde la última vez que los dos habían dormido juntos.
Mientras sus miradas seguían entrelazadas, ella le acarició la mejilla y aquella caricia hizo que Nick se estremeciera. Exhaló el aire que había estado conteniendo y soltó la cintura de ella para agarrarla del trasero, apretándola contra su cuerpo.
Nick sintió cómo su erección vibraba contra el vientre de ella. Percibió su aroma mientras la sangre se le incendiaba aún más. Entonces, supo que no podía controlar sus impulsos por más tiempo. En ese momento, Miley hizo algo que él no había esperado, un movimiento que no fue capaz de combatir.
Summer alargó la mano y le bajó la cremallera del pantalón. Introdujo la mano por la abertura, como si necesitara tocar y acariciar su erección, para volver a familiarizarse con su dureza y su tamaño. Ella no dejó de mirarlo a los ojos y él se sintió todavía más excitado con sus pequeñas caricias. Cuanto más lo tocaba, más vibraba su cuerpo y más aumentaba su erección.
Pasaron unos minutos en que Darius siguió allí de pie, mirándola mientras ella lo llevaba hacia el clímax con la mano. Observó su rostro, percibió su intensa mirada, su deseo de acariciarlo de ese modo. El brillo femenino de sus ojos lo excitaba sin remedio. Entonces, otra vez tomándolo por sorpresa, Summer se acercó, se puso de puntillas y deslizó la lengua alrededor de sus labios. Le acarició la boca con la punta de la lengua mientras que, con los dedos, acariciaba su erección.
Nick gimió de placer y supo que, si no la detenía en ese momento, llegaría al orgasmo en sus manos, cuando prefería hacerlo dentro de su cuerpo.
Por eso, a continuación, fue él quien dio un paso inesperado. Con suavidad, apartó la mano de ella y la tomó en sus brazos. Se inclinó y la besó con voracidad, haciéndola gemir.
Cuando al fin sus labios se separaron, Nick tomó aliento y supo que necesitaba sumergirse dentro de su cuerpo antes de llegar al orgasmo. Le miró los labios hinchados mientras la sostenía en sus brazos.
–¿Sabes lo que me estás pidiendo? –preguntó él, queriendo asegurarse de que deseaban lo mismo.
Miley le sostuvo la mirada.
–Sí, lo sé.
–¿Estás segura de que es lo que quieres? –volvió a preguntar. Quería estar seguro del todo.
Miley le recorrió el pecho desnudo con la punta de la lengua. Los músculos del estómago de él se tensaron y supo que, sin necesidad de palabras, le había respondido.
Sin decir nada más, Nick la llevó a su dormitorio.



1 comentario:

  1. amigaaaaaaaaa!!
    llegue y me apenas recupere mis fuerzas me puse a leer aawww me encanto! :D

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