domingo, 2 de septiembre de 2012

White Lies cap.15





–¿Cómo fue tu reunión del viernes?
Miley levantó la vista y su mirada se encontró con la de Nick. Se había preguntado si él iría al centro esa mañana. No había esperado verlo el viernes, aunque tampoco había estado segura de cuándo pensaba regresar a terminar el trabajo para el que había sido contratado por el Club de Ganaderos.
–La reunión fue muy bien. El señor Novak me agradeció que hubiera hecho copias del informe y se mostró muy interesado en lo que le conté. Estuvo de acuerdo en que, teniendo en cuenta que el centro apenas tiene vacantes para más mujeres, sería buena idea ampliar las instalaciones cuanto antes. Dijo que mostraría mi informe y mis recomendaciones al resto de los miembros del Club de Ganaderos.
Nick asintió.
–¿Y qué tal has pasado el fin de semana?
–Ocupada, como siempre. ¿Y tú? –preguntó Miley, observándolo con atención. Ella solía tener la capacidad de adivinar sus pensamientos pero, en el presente, ya no podía averiguar lo que él estaba pensando.
–Bien. Después de pasar el viernes en la refinería, estuve siguiendo unas cuantas pistas –respondió él y entró en el despacho.
De inmediato, Miley sintió su calor, percibió su aroma y tuvo que reconocer que lo había echado de menos.
–¿Sigues convencido de que el incendio fue provocado?
Miley intentó no pensar en lo atractivo que él estaba allí delante de su mesa, con una taza de café en la mano. Le bastó mirar un instante su boca para recordar los apasionados besos que habían compartido en ese mismo despacho la semana anterior.
Miley se negó a admitir que había dejado abierta la puerta de su despacho a propósito, por si Nick se pasaba por Helping Hands esa mañana. En varias ocasiones él la había tomado por sorpresa y no quería que volviera a pasar lo mismo. Tampoco quiso reconocer que había pensado mucho en él durante el fin de semana y que había estado preguntándose dónde estaría… y con quién. No tenía ningún derecho a preocuparse por eso, pero no había podido evitarlo.
–Recogeré el informe oficial del jefe de bomberos esta semana pero, hasta el momento, las pruebas apuntan a que fue intencionado.
–Entonces, estoy segura de que tú serás quien resuelva el caso.
Nick intentó no emocionarse por la confianza que Miley tenía en él. Ella siempre había encontrado la manera de hacerle sentir como si pudiera saltar rascacielos de un solo salto. Solía decirse que Miley lo veía así porque la había salvado de una situación peligrosa y que él no debía darle ninguna importancia. Pero no podía evitarlo.
–¿Y cuál es el siguiente paso?
Ésa era otra de las cosas que lo había atraído de Miley, el interés que siempre mostraba por su trabajo. Le hacía preguntas y parecía comprender y compartir sus alegrías y frustraciones. En el pasado, a él solía gustarle pasarse por casa de ella al final de la jornada y contarle cómo le había ido el día.
–Seguiré investigando en la refinería al mismo tiempo que me ocupo de los sistemas de seguridad y contabilidad aquí. Como el club quiere que me ocupe de ambas cosas de forma personal, he delegado mis otras tareas.
Nick acababa de hacerle partícipe de sus planes, que significaban que, le gustara a ella o no, iba a estar viéndolo en el centro de acogida durante un tiempo. Se preguntó si ella habría dado por hecho que iba a encomendarle el trabajo del centro a otra persona.
–Bueno, te dejo seguir trabajando. Nos vemos a mediodía.
Ella arqueó las cejas.
–¿A mediodía?
Nick sonrió.
–Sí. Vamos a comer juntos.
Ella lo miró, atónita por su arrogancia.
–¿Ah, sí?
–Claro que sí, incluso puede que te deje convencerme para pedir una de esas ensaladas que tanto te gustan.
Hubo una pausa y Nick adivinó que ella estaba intentando determinar si merecía la pena discutir con él.
Cuando Miley empezó a hablar, lo hizo despacio, para asegurarse de que él la comprendiera sin lugar a dudas.
–No quiero que des por hecho que vamos a comer juntos todos los días, Nick.
–¿Te gusta mi compañía?
Ella titubeó y se humedeció los labios, nerviosa.
–Que me guste o no tu compañía no tiene nada que ver. Hay problemas entre nosotros que todavía no hemos resuelto.
¿Problemas que no habían resuelto? Lo decía como si ella hubiera sido la parte perjudicada y no al revés, pensó Nick. No había sido él quien se había ido de la ciudad con un hombre lo bastante viejo como para ser su padre pero capaz de comprarle todas las cosas que él no había podido comprar con su salario de policía.
Resolverían sus problemas, sí, pero a su manera, se dijo él. Muy pronto, Miley iba a descubrir lo que se sentía cuando alguien que creía que la amaba le daba la espada y la dejaba con el corazón destrozado.
–Algunas cosas no pueden ser resueltas y es mejor no tocarlas –dijo él–. Y, quizá, en nuestro caso, es mejor que no hablemos de lo que pasó entre nosotros hace siete años, Miley. Las personas cambian, maduran y lamentan las cosas que hicieron cuando eran jóvenes e ingenuas.
Nick la miró a los ojos, dando por hecho que ella estaba reflexionando sobre sus palabras. Por la forma en que lo había dicho, había querido dar la sensación de que le estaba ofreciendo la oportunidad de redimirse y que estaba dispuesto a perdonarla por lo que ella le había hecho. Nada más lejos de la verdad.
–Quizá tengas razón –dijo ella al fin–. Sucedió hace siete años y hemos madurado mucho desde entonces.
–Eso quiero creer –replicó Nick, queriendo dar el tema por zanjado–. Bueno, ¿quedamos para comer?
Miley titubeó un momento.
–Sí.
Después de que Nick saliera de su despacho, Miley no pudo evitar preguntarse si estaría cometiendo un tremendo error al aceptar olvidar el pasado. Era evidente que para Nick era muy fácil, pues no había sido él quien había terminado con el corazón hecho pedazos. Pero, por otra parte, no podía pasar por alto el hecho de que Nick le había salvado la vida. Además, quizá, ella había imaginado cosas y había puesto demasiadas expectativas en su relación.
Pero llevaba demasiado tiempo sin salir con ningún hombre y no estaba segura de poder hacerlo con Nick. Ni siquiera estaba segura de querer hacerlo. Ya se había acostumbrado a estar sola. ¿Por qué parecía Nick tan decidido a invadir su espacio personal?
Lo único que Miley sabía con seguridad era que él la hacía sentirse muy bien cuando la tocaba. Lo cierto era que ni siquiera tenía que tocarla para hacer que sus hormonas reaccionaran. Incluso a dos metros de distancia, podía sentir la pasión que vibraba entre ellos, despertando todo tipo de deseos escondidos.
En ese momento, por ejemplo, Nick no había estado más de quince minutos en su despacho y ella tenía el corazón acelerado al máximo.
Sin embargo, Miley decidió no preocuparse más por la impresionante química que había entre ellos. Siempre había existido, desde el principio. Lo que le preocupaba más era lo fácil que le resultaba querer perdonarlo y creer en sus palabras. Hacía siete años, habían sido personas diferentes, con diferentes valores, en un momento distinto de sus vidas. Las personas cambiaban. Y llegaban a lamentar acciones y decisiones pasadas. Acciones y decisiones que no era posible cambiar.
Sabía que a algunos hombres no les gustaban las confrontaciones y era probable que Nick pensara que, aunque sacaran a relucir los trapos sucios, no podían cambiar el pasado. Aun así, ¿era mucho pedir una disculpa porque Nick le hubiera hablado a su compañero de patrulla de algo tan íntimo y privado como su encuentro sexual con ella? ¿Acaso él no se había dado cuenta de que, al hacerlo, había degradado y ensuciado lo que habían compartido?
Miley podía revivir a la perfección aquel día, después de que Nick y ella hubieran pasado la noche juntos. Él se había ido por la mañana, de buen humor, haciendo planes para que los dos pasaran el día juntos. Pero, primero, había tenido que ir a su casa para cambiarse de ropa y pasarse por la comisaría para terminar de redactar un informe. Y ella había tenido que trabajar unas pocas horas en la cafetería donde había servido como camarera.
Cuando Miley había regresado a su casa, se había quedado esperando a Nick. Las horas habían ido pasando y ella se había preocupado. Esa noche, Lucas había aparecido ante su puerta con un mensaje de Nick, diciendo que había tenido que salir de la ciudad de forma inesperada por un asunto de trabajo. Tras darle el mensaje, Lucas le había preguntado si podía hablar con ella en privado. Entonces, le había contado que Nick había llegado a la comisaría, fanfarroneando y alardeando de que había conseguido acostarse con ella. Le aseguró que había apostado con él a que tardaría menos de un mes en hacerlo. Al descubrir que su noche juntos no había significado para él nada más que la posibilidad de ganar una apuesta, ella se había sentido profundamente herida. Y saber que Nick le había contado los pormenores a su amigo había sido otro golpe bajo.
Mientras había escuchando a Lucas contarle lo que Nick había hecho, Miley apenas había sido capaz de mantener la compostura. En cuanto Lucas se había ido, ella se había hundido y había roto a llorar. Había decidido que debía irse de Houston de inmediato y que no quería volver a ver a Nick nunca más. Lo había pasado muy mal con Liam, pero lo que Nick le había hecho le había dolido aún más porque, en tan poco tiempo, se había enamorado de él.
Avergonzada, Miley había llamado a su tía para contarle lo que había pasado y, en los días siguientes, había tomado unas cuantas decisiones rápidas. Uno de sus clientes habituales en el restaurante, un autor de libros de texto llamado Jack Lindsey, iba a pasar un año en Florida con su esposa mientras escribía el próximo libro. Jack le había ofrecido la oportunidad de acompañarlos como secretaria, para organizar y editar todas sus notas. Ya le había hecho la misma oferta en otras ocasiones, pero ella la había rechazado siempre por las amenazas de Liam. Sin embargo, al pensar que no había ningún futuro para ella en Houston, había hecho las maletas y se había ido de la ciudad con los Lindsey.
Los Lindsey se habían portado muy bien con ella y había disfrutado mucho del año que había pasado con ellos en su casa de Miami. Se había concentrado de lleno en el trabajo, decidida a sacarse a Nick de la cabeza y curarse las heridas emocionales. Él no la había llamado en las siguientes dos semanas, lo que había confirmado todo lo que Lucas le había contado a ella. Su noche juntos había sido para Nick sólo una conquista más.
Como el señor y la señora Lindsey habían sido maestros, ambos habían animado a Miley a estudiar en la universidad. La señora Lindsey, incluso, la había ayudado con las asignaturas que le parecían más difíciles para preparar su acceso a la universidad. Con el dinero que había ganado trabajando para los Lindsey y con un generoso extra que ellos le habían dado al final del año, se había quedado en Miami para asistir a la universidad. Entonces, había dedicado todo su tiempo y energía a las clases, totalmente decidida a conseguir sus objetivos y a no perder más tiempo sufriendo por su desamor con Nick.
Sumida en sus recuerdos, Miley se levantó de la mesa y miró por la ventana, sin estar segura de poder manejar la situación con Nick. En aquellos tiempos en Miami, había estado segura de que no iba a volver a verlo nunca más.
Lo que más le molestaba era lo que Nick le hacía sentir. Siempre que estaba cerca, era capaz de despertar en ella deseos y sensaciones que preferiría que siguieran aletargados. Durante siete años, ningún hombre le había hecho recordar lo que era sentirse mujer. Y deseada. Nick, sin embargo, era capaz de hacerlo con gran facilidad.
Cuando lo miraba a los ojos, Miley podía leer en ellos un apasionado deseo, algo que él no se molestaba en disimular la mayor parte del tiempo. Era como si Nick supiera exactamente el efecto que provocaba en ella, cómo seducirla, qué palabras decir.
Miley había pensado mucho en Nick durante el fin de semana y se había preguntado cómo estaría él y qué estaría haciendo. Y con quién, reconoció para sus adentros, mordiéndose el labio inferior. Le gustaría poder decir que no le importaba nada, pero no era así. No había podido evitar darse cuenta de cómo lo habían mirado algunas mujeres cuando habían entrado juntos en la cafetería. Lo habían observado con evidente interés femenino y no podía culparlas. Después de todo, a ella le pasaba lo mismo.
Un hondo suspiro escapó de su boca y miró el reloj. Era hora de hacer su ronda y saludar a todo el mundo. Así se mantendría ocupada hasta la hora de comer.




2 comentarios:

  1. ooowww amiga
    Como ya te dije me encacta esta nove :D
    sube pronto plis C:
    tqm! besitos cuidate :3♥

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  2. woowwww me encantoooooooooooooooooooooooo
    porfin sabemosss
    que pasoooo respecto a miley ...}
    hora si vamos a ver que dice nick
    siguelaaaaaaa porfaaaaaaaaaa

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