miércoles, 26 de septiembre de 2012

Irresistibly Charming cap.1






Nick Jonas nunca mezclaba el placer con los negocios.
Ya había escarmentado. Conocía las consecuencias y complicaciones de mezclar el placer con los negocios.
De joven, cuando todavía no estaba en el mundo de los negocios, no había tenido necesidad de resistirse al sexo débil. Cuando se había sentido atraído por una chica, se había dejado llevar por sus hormonas y siempre había tenido mucho éxito. La Madre naturaleza había sido muy generosa con él, al dotarlo con un
cuerpo atlético y de hombros anchos, que las mujeres adoraban y con el que se había convertido en uno de los porteros mejor pagados del mundo. Desde los veintitrés hasta los veintinueve años, mientras había jugado en varios clubes europeos, había tenido más novias de las que nunca había imaginado.
Después de que una lesión lo obligara a retirarse a la edad de treinta años, había montado su propia empresa de gestión deportiva en Sídney. Por desgracia, no había desarrollado la buena costumbre de controlarse o de ignorar sus deseos sexuales. Así que cuando una de sus clientas, buena deportista además de muy atractiva, empezó a flirtear con Nick, le había sido inevitable acostarse con ella.
Teniendo en cuenta que ella tenía casi treinta años y que estaba completamente dedicada a su carrera deportiva, Nick nunca imaginó que querría otra cosa que no fuera una aventura de una noche.
Fue en la segunda cita cuando Nick se dio cuenta de que había cometido un gran error. La mujer había empezado a enviarle mensajes de texto a su teléfono móvil, diciéndole lo mucho que había disfrutado de sus habilidades amatorias y cuánto deseaba convertirse en su esposa. Al intentar poner fin a aquel asunto, ella había reaccionado haciendo todo lo posible para destruir su empresa.
Había facilitado información confidencial a los periódicos y había intentado ensuciar su buen nombre.
Por desgracia, para entonces había borrado todos los mensajes y, al final, era su palabra contra la suya.
Por suerte, él había ganado el juicio, pero había sido difícil. Nick se
estremecía cada vez que recordaba lo cerca que había estado de perder todo por lo que había luchado. Su empresa se había visto afectada por un tiempo, a pesar de su norma de no mezclar el placer con los negocios.
Ya solo tenía citas con mujeres maduras y sensibles que no tenían nada que ver con su empresa de gestión deportiva Win-Win. Guardaba la distancia con las clientas y las empleadas. Su novia en aquel momento era una ejecutiva de una empresa de relaciones públicas cuyos servicios nunca contrataba. Era una rubia de treinta y cinco años, divorciada y muy ambiciosa.
Por suerte, no tenía ningún interés en casarse, al igual que él.Tampoco estaba enamorada.
Sencillamente estaba ahí y cumplía las necesidades de Nick. Era atractiva, inteligente y sexy. En los últimos años Nick había descubierto que las mujeres entregadas a sus carreras solían ser muy apasionadas en la cama y no ponían ningún reparo cuando llegaba el momento de separarse.
Cada pocos meses, Nick necesitaba seguir con su vida. De vez en cuando, alguna relación duraba algo más, pero no era lo habitual. Nick siempre actuaba rápido si pensaba que podía verse afectado por un problema. Había alcanzado una edad, casi treinta y ocho años, en la que la mayoría de los hombres había dejado atrás su soltería. Casi todos sus amigos estaban casados, incluso los que
siempre se habían negado a casarse y tener hijos.
Nick comprendía por qué los miembros del sexo opuesto lo veían como un candidato a marido. Nunca hablaba de su pasado, ni contaba que había decidido hacía mucho tiempo que nunca se casaría ni sería padre. Y no había cambiado de opinión al respecto.
Unos golpes en la puerta lo sacaron de sus pensamientos y miró el reloj.
Eran exactamente las tres. Irritado, Nick pensó que era tan puntual como siempre. Lo cierto era que le gustaba la puntualidad.
No le gustaba perder el tiempo esperando a alguien, sobre todo cuando tenía una reunión. Así que, ¿por qué no le parecía bien que llegara todos los viernes a las tres de la tarde?
–Pasa, Miley.
Al cruzar la habitación en dirección a la silla que siempre ocupaba en su reunión semanal, Nick la miró de arriba a abajo y se preguntó por qué se hacía eso.
¿Pensaba que era así como debía vestir una abogada?
Era evidente que podía ser una mujer muy atractiva si quisiera. Tenía buen tipo y un rostro interesante, de mejillas marcadas y extraños ojos de color azul. Su mirada resultaba tan fría como el Ártico, sobre todo cuando se fijaba en él.
Esta vez, Nick la miró con cierta lástima, en vez de con la fría indiferencia con la que solía hacerlo. Eso hizo que ella se detuviera por un segundo para mirarlo.
–¿Qué? –dijo él.
–Nada –contestó ella y sacudió la cabeza–. Lo siento.
Pongámonos a trabajar, ¿de acuerdo?
Se sentó, cruzó las piernas y se inclinó hacia delante para recoger el
primero de los contratos que estaba al borde de la mesa a la espera de su aprobación.
Se trataba de una interesante póliza de seguro que él mismo había
negociado para un joven jugador de tenis con el que Win-Win había firmado el mes anterior.
Una parte importante del trabajo de Joe era la negociación de todo tipo de contratos, que luego eran revisados por una de las mejores mentes jurídicas de Sídney, la de Miley.
No era empleada de Win-Win. Joe no necesitaba un abogado en plantilla.
Joe trabajaba para Harvey, Michaels y asociados, una firma de abogados americana, con oficinas en Sídney, y que estaba instalada en el mismo edificio que la empresa de Nick.
Al principio, le habían enviado un joven abogado, un profesional inteligente, pero muy mal conductor. Había chocado su coche contra un árbol. Cuando la firma de abogados sugirió que una mujer lo sustituyera, a Nick no le había gustado la idea puesto que tenía treinta años y estaba soltera. Pero en cuanto la había conocido, se había dado cuenta de que no había posibilidades de enamorarse de ella.
Seguía sin ser un problema en ese aspecto. Podía ser una mujer muy
irritante en algunas ocasiones. Nick no estaba acostumbrado a que los miembros del sexo contrario lo trataran con tanta indiferencia. Le molestaba a su ego masculino. A veces su falta de interés parecía rozar la aversión. A veces, se le pasaba por la cabeza que quizá no le interesaban los hombres, pero no tenía pruebas de ello. Más bien parecía que alguna mala experiencia, había hecho que
odiara a los hombres. O eso, o que ningún hombre había sido capaz de atravesar su capa exterior.
Dos semanas atrás, en un día en el que se había mostrado especialmente distante, había sentido el impulso de tomarla entre sus brazos y besarla para comprobar si era capaz de provocarle alguna reacción.
Por supuesto que se había contenido. Nick sabía que si hacía eso se
metería en problemas. Además, ya controlaba su testosterona, al menos, en teoría. Una sonrisa traviesa asomó a sus labios al recordar lo que le había hecho en su cabeza y lo ávidamente que había respondido.
–¿Qué es tan divertido?
Ante aquella regunta, Nick apartó sus pensamientos. Miley no solía darse cuenta de las cosas cuando estaba leyendo un contrato. No solía levantar la cabeza hasta que terminaba. Todo parecía indicar que apenas había leído los dos primeros folios de un documento de cinco.
–No tiene nada que ver contigo, Miley –mintió–. Estoy deseando que llegue el fin de semana. Voy a salir a navegar mañana con unos amigos.
Era cierto. Delta pasaría el fin de semana en Melbourne, participando en una conferencia.
El suspiro de Miley también lo sorprendió.
–¡Qué afortunado! –exclamó.
Parecía sentir envidia.
–¿Quieres venir?
La invitación salió de su boca sin poder evitarlo.
Ella parpadeó sorprendida, antes de volver los ojos al contrato.
–Lo siento –dijo bruscamente–. Este fin de semana estoy ocupada.
Había tenido suerte. ¿Qué le había llevado a invitarla? aun así, su ego se sentía afectado al no haberle dicho un no rotundo. Quizá no fuera tan indiferente a sus encantos como parecía.
Nick sabía que gustaba a las mujeres, como todo hombre alto, guapo y con éxito. No le gustaba la falsa modestia.
Dejó que siguiera leyendo el contrato sin interrumpirla, pero su cabeza seguía activa, al igual que su mirada.
Tenía unas piernas preciosas. Le gustaban las mujeres con las pantorrillas torneadas, los tobillos finos y los pies pequeños. Los pies de Miley eran bastante pequeños para su altura. Era una lástima que llevara unos zapatos tan feos.
Su pelo también era muy bonito, oscuro, largo y brillante. Seguro que sería fabuloso esparcido sobre una almohada…
Vaya, otra vez lo estaba haciendo, otra vez estaba teniendo fantasías con ella. Tenía que parar aquello.

aqi esta nove Niley espero que les guste!! las qiero!!♥

2 comentarios:

  1. wow me encantoooooooooooooooo
    quiero saber que pasa en el prox. cap
    y la otra tambien siguelaaa

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  2. Ahhhhhh!!!!!!
    Me encantó, esta y todas, porfass sube pronto de todas las noves :)
    Quiero leer más!!!!
    Cúidate, besis, bye c:

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