lunes, 10 de septiembre de 2012

I Don't Want To Love You Cap.8







Nick veía caer los primeros copos de nieve por la ventana de su oficina. Pronto el suelo se habría cubierto de un manto blanco… y su estado de ánimo era tan sombrío como el tiempo.
No era capaz de concertarse en el trabajo. Se sentaba en las reuniones con Joe y sus otros dos socios y amigos, Rafael de Luca y Ryan Beardsley, pero no prestaba atención. La fusión entre Tricorp y Hoteles Copeland estaba resolviéndose a toda velocidad y debería estar contento, pero las últimas semanas habían sido un infierno para él, torturado por la idea de que Miley estuviese embarazada. Le daba miedo que no estuviera cuidando de sí misma, que le pasara algo… La preocupación, el sentimiento de culpa y la ansiedad lo abrumaban durante el día y también por la noche, haciendo que no pudiese dormir. Y la culpa era suya. No debería haberse dejado llevar por la tentación, debería haber tenido más cuidado… debería haberse marchado de la fiesta sin acostarse con Miley.
Entonces no estaría tan angustiado o temiendo perder algo precioso por segunda vez en su vida.
Claro que Miley no lo había llamado, de modo que tal vez estaba
preocupándose por nada. Si estuviera embarazada lo habría llamado.
Había prometido hacerlo y confiaba en ella.
Pero cuanto más tiempo pasaba, más angustiado se sentía.
Desde esa noche, se había convertido en un hábito abrir el cajón del escritorio, el único que permanecía cerrado con llave, para sacar dos fotografías, una de Elise y otra de Colton.
Las miró en aquel momento, trazando con los dedos la sonrisa de Elise. Colton tenía un día de vida en esa foto y era un ser diminuto, arrugado y con la carita roja, pero Nick nunca había visto nada más hermoso en toda su vida.
Tantos años después, mirar el retrato de las dos personas a las que más había querido en el mundo y a las que había perdido seguía dejándolo sin respiración.
No podía hacerlo otra vez, no podía pasar por eso. No quería sufrir esa agonía.
Y nunca había deseado nada tanto como que Pippa no estuviese
embarazada… Su secretaria lo llamó por el intercomunicador, interrumpiendo sus pensamientos.
–Señor Jonas, una joven quiere verlo. Pero no tiene cita.
–¿Quién es? –preguntó él, impaciente.
–Miley Cyrus. Y parece convencida de que usted querrá verla.
–Dile que pase inmediatamente.
se levantó, mirando la puerta con el estómago encogido. Un momento después, Miley entraba en el despacho y Nick la observó detenidamente, buscando alguna señal, algo que le dijera si estaba o no embarazada. El instinto le pedía que diera un paso adelante y la abrazase, que le prometiera que todo iba a salir bien, pero había aprendido mucho tiempo atrás que nadie debía hacer esas promesa porque no podría cumplirlas.
Y tenía que disimular su agitación si quería que aquel encuentro fuese agradable.
–Hola, Miley. Siéntate, por favor. ¿Quieres tomar algo? Estaba pálida, tenía ojeras y parecía más delgada que la última vez que se vieron. Las últimas semanas habían sido más estresantes para ella que para él, pensó, sintiéndose culpable.
–Espero no interrumpir algo importante, pero tenía que verte de inmediato.
Nick tuvo que tragar saliva.
–No, en absoluto. ¿Qué querías decirme? 
–Estoy embarazada –dijo ella por fin.
Algo dentro de él se marchitó y murió en ese momento.
Cuando por fin consiguió recuperar la compostura le preguntó: –¿Estás segura? Pero él sabía que era así, podía verlo en sus ojos.
–Tan segura como puedo estarlo después de hacerme una prueba de
embarazo.
Nick se aclaró la garganta.
–Sabíamos que era una posibilidad.
Miley asintió con la cabeza, las manos metidas en los bolsillos del abrigo.
–¿Te encuentras bien? Odiaba parecer tan distante, aunque quería que fuera así. No deseaba la intimidad que dos personas que habían concebido un hijo deberían disfrutar, pero no le hacía ninguna gracia que ella hubiera rechazado su oferta, o más bien su exigencia, de que se mudase a su casa.
Pero aunque no quería ninguna intimidad con ella, tenía que asegurarse de que Miley tenía el mejor tratamiento médico, además de apoyo económico y emocional. No podía pasarle nada a su hijo.
Otra vez no.
Tal vez era su frialdad lo que había hecho que Miley lo rechazase.
Quizá quería algo más. ¿Pero casarse? La idea lo horrorizaba, pero tal vez sería la solución. Una solución práctica. De ese modo, Miley se beneficiaría y él tendría lo que más anhelaba: un poco de tranquilidad.
–Estoy cansada y preocupada –le confesó ella–. Pero es un alivio saberlo por fin, así podremos tomar decisiones.
–¿Qué tipo de decisiones? –le preguntó él, alarmado.
Miley se encogió de hombros y Cam deseó que se quitase el abrigo.
No quería que se quedase, pero tampoco que se fuera… 
–Deberíamos decidir dónde vas a vivir.
–Me niego a hablar sobre mi futuro o el futuro del bebé en una oficina donde a saber quién podría escuchar la conversación. Aún tengo que hacerme a la idea… podríamos hablar más tarde, cuando los dos hayamos tenido tiempo depensar. Solo he venido a decírtelo. 
–No creo que… 
–Me da igual lo que creas –lo interrumpió ella–. Si quieres que
hablemos de esto, puedes ir a mi apartamento más tarde. Yo me voy a comer… sola. Estaré en casa a partir de las seis.
Quería mostrarse antipática, pero lo que Nick veía delante de él era una mujer intentando ser valiente a pesar de las circunstancias.
Estaba nerviosa y angustiada, tanto como él.
No podía presionarla, pensó. Sería absurdo y no valdría de nada, de modo que asintió con la cabeza.
–Estaré en tu apartamento a las seis. No te preocupes por la cena, yo llevaré algo.






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