domingo, 23 de septiembre de 2012

White Lies cap.20





Nick recorrió el pasillo hasta el dormitorio de Miley, pensando que su casa era muy acogedora. Era una casa vieja pero muy bien cuidada. También le gustaban los colores vibrantes que combinaban tan bien con la decoración y los muebles. Ella seguía siendo una mujer muy limpia y ordenada, pensó, al entrar en su dormitorio y mirar alrededor. Detuvo la mirada sobre la cama de matrimonio y no pudo evitar preguntarse con qué hombre la habría compartido. Sin duda, debía de haber sido con uno viejo y rico.
Gracias a que había escuchado su conversación sobre el grifo roto, Nick había encontrado la excusa perfecta para autoinvitarse a su casa. Por alguna razón, había querido ver la casa donde ella vivía. Aunque nunca habían hablado de matrimonio hacía siete años, él sí lo había tenido en mente. Entonces, había sabido que, después de lo que Liam le había hecho pasar, a ella le habría resultado difícil volver a confiar en ningún hombre, pero había tenido la intención de ser paciente y darle todo el tiempo que necesitara para que confiara en él. Había querido hacerle saber que podía contar con él, que siempre estaría disponible para ella. Pero Miley ni siquiera le había dado la oportunidad de demostrárselo. 
Intentando quitarse el pasado de la cabeza, Nick se dirigió al baño. Justo cuando había entrado y había dejado la caja de herramientas en el suelo, oyó que Miley lo llamaba, gritando asustada.
Nick corrió al salón. Ella estaba pálida.
–¿Miley? ¿Qué te pasa?
Miley levantó la vista, casi incapaz de hablar.
Pero fue capaz de articular un nombre.
–Liam.
Nick la miró confundido, sin estar seguro de por qué mencionaba al hombre que tanto daño le había hecho.
–¿Qué pasa con el, Miley?
Ella miró hacia abajo y Nick siguió su mirada hasta un montón de cartas tiradas a sus pies. Adivinó que algo que había visto en el correo la había disgustado.
Nick se agachó, recogió los sobres y los ojeó. Entonces, vio una carta de la junta de libertad condicional de Texas. Por el aspecto del sobre, todo lleno de sellos y marcas, parecía que la oficina de correos había hecho varios intentos de entregarle la carta a Miley.
Él sacó la carta y la leyó. Luego, respiró hondo. Como antiguo oficial de policía, conocía la ley de Texas en lo relativo a las personas que habían sido víctimas de violencia doméstica. Se enviaba a las víctimas una carta estándar para notificarles la decisión de la junta de libertad condicional de soltar a un recluso.
Nick miró la fecha de la carta. Se la habían intentado hacer llegar varias veces desde hacía un mes. Liam  era ya un hombre libre.
–Quiero que te bebas esto, y no me digas que no lo necesitas porque sí lo necesitas –dijo Nick, acercándose a Miley con una taza de café con coñac en la mano.
Nick había pasado todo el día con la mosca detrás de la oreja y, al fin, había descubierto qué había estado rumiando su subconsciente. Liam. Se puso furioso al pensar que el hombre que había lastimado a Miley había cumplido sólo siete años de prisión en vez de los veinte de su sentencia. Pero, en ese momento, no debía pagar su rabia con Miley. Más que nada, ella necesitaba su apoyo.
Nick se sorprendió cuando Summer, que estaba sentada en el sofá, tomó la taza sin protestar y le dio un trago. Ella frunció el ceño y él supo por qué: había cargado demasiado el café pero, al menos, el coñac la ayudaría a dormir.
–No puedo creerlo –dijo ella, rompiendo el silencio. Se inclinó hacia delante para dejar la taza sobre la mesa–. ¿Cómo puede haber salido de prisión? No tiene sentido.
Nick estaba de acuerdo. Sin duda, no tenía sentido, teniendo en cuenta el delito que había cometido ese hombre. Deberían haberlo metido entre rejas y haber tirado la llave, pensó. Liam no debía, de ningún modo, andar libre por ahí. Al menos, no en este mundo. ¿Cómo podían haber cometido la barbaridad de soltarlo?
Nick se encogió al recordar los últimos días del juicio y las amenazas que Liam le había gritado a Miley. Se preguntó si Miley también lo estaría recordando. Dudó que ella pudiera olvidarlo.
Entonces, Miley se levantó y comenzó a dar vueltas por la habitación. Él la observó. Sabía bien cómo se sentía, lo disgustada que estaba.
–Mañana haré algunas llamadas e intentaré averiguar dónde anda ese Liam –indicó él, intentando hacerle sentir segura–. Normalmente, cuando alguien que ha cometido un delito grave obtiene la libertad condicional, lo dejan libre sólo con ciertas restricciones. Apuesto a que Liam no tiene permiso para salir de Houston.
Miley se detuvo y lo miró con gesto de esperanza.
–¿Eso crees?
–Lo averiguaré mañana.
Nick se dio cuenta de que Miley estaba luchando para controlar el pánico. En ese momento, había dejado de comportarse como una mujer segura y llena de confianza en sí misma. Sus ojos mostraban miedo y su voz delataba una vulnerabilidad que a él no le gustaba nada.
Nick cruzó la habitación para abrazarla. Y, cuando Miley empezó a temblar entre sus brazos, todas las defensas que él había levantado alrededor de su corazón comenzaron a tambalearse. Ella lo necesitaba y, de ninguna manera, iba a decepcionarla.
Como si se sintiera aliviada de poder agarrarse a algo sólido, Miley lo rodeó con sus brazos. Él no estaba preparado para la marea de emociones que lo embargó. Estaba dispuesto a arriesgar su vida por ella si hacía falta y nunca iba a permitir que Liam volviera a acercarse a ella.
Nick se apartó un poco, queriendo mirarla y asegurarse de que ella estaba bien. Entonces, sin querer, posó la mirada en sus labios, que lo atrajeron con fuerza, como un imán. Sin poder controlarse, la besó.
En cuanto deslizó la lengua en la boca de ella, una gran excitación invadió a Nick de la cabeza a los pies y se estremeció de placer. La rodeó con sus brazos de nuevo, apretándola contra su cuerpo.
Miley sintió su erección, firme y rígida. Se maravilló al darse cuenta de lo mucho que la deseaba. La única persona que la había besado con tanto fuego y pasión había sido él.
Nick ladeó la cabeza para acoplar sus bocas mejor. Miley sintió que le temblaban las rodillas y dejó escapar un gemido por la forma en que él estaba entrelazando sus lenguas.
Cuando, al fin, Nick apartó la boca, Miley se apoyó en él y suspiró. ¡Cuánto había necesitado ese beso!, reconoció. ¡Cuánto había necesitado sentirse conectada a él!
Nick era un apoyo firme, cálido y sólido, todo lo que ella necesitaba en ese momento. Entre sus brazos se sentía a salvo, segura, protegida. Pensar que Liam ya no estaba entre rejas había despertado en ella el miedo, pero se esforzaba por ocultarlo. Sin embargo, cada vez que recordaba las amenazas que Liam le había gritado en la sala de juicios mientras se lo llevaban, el pánico estaba a punto de hacer presa en ella.
–No quiero que te quedes aquí esta noche. Quiero que vengas a casa conmigo, Miley.
Miley levantó la cabeza y lo miró.
–No puedo hacer eso, Nick. Estaré bien y…
–No, Miley, piénsalo bien. No quiero asustarte pero, hasta que sepamos seguro que Liam está en Houston, no quiero que estés aquí sola. ¿Qué pasaría si lo de las ruedas y la nota no lo hubiera hecho el marido o el novio de una de las mujeres del centro de acogida? ¿Y si Liam estuviera violando los límites de su libertad condicional y no estuviera en Houston sino aquí en Somerset? Quizá él sea el responsable de ambos incidentes.
Nick percibió una expresión de verdadero terror en los ojos de Miley, mientras ella consideraba esa posibilidad. Lo que él había dicho era cierto. No pretendía asustarla de forma deliberada, pero tenía que enfrentarse a los hechos. Y, hasta que él pudiera comprobar dónde estaba Liam y qué estaba haciendo, Miley no podía sentirse segura. Liam estaba obsesionado con ella. A los ojos de su antiguo novio, ella lo había traicionado y pretendía darle una lección para castigarla. Eso había jurado Liam hacer en la sala de juicios, con ojos de loco. Nick nunca podría olvidarlo.
–Volveré al centro de acogida, dormiré en el sofá de mi despacho y…
–¿Y qué pasará si las mujeres acogidas en Helping Hands se enteran de que la mujer que las asesora está en la misma situación que ellas? ¿Podrán albergar alguna esperanza de tener un futuro mejor cuando sepan que el hombre que amenazó tu vida hace siete años sigue persiguiéndote?
Miley sintió un nudo en la garganta mientras lo miraba fijamente. Deseó poder ir a cualquier otro sitio que no fuera la casa de Nick. Estar tan cerca, cuando se sentía tan vulnerable, sería una gran tentación para ella y, tal vez, no pudiera resistirse.
–Ve a preparar tu bolsa de viaje para esta noche y vayamos a mi casa, al menos hasta que averigüe unas cuantas cosas por la mañana. Si consigo información que confirme que Liam está en Houston, bajo la vigilancia del oficial de libertad condicional, entonces mañana te traeré de vuelta a tu casa. Hasta entonces, vas a quedarte conmigo, Miley.
Ella respiró hondo. En parte, quiso gritar y descubrir que todo había sido un error, un mal sueño. Deseó poder despertarse de la pesadilla entre los brazos de Nick, pero que él la abrazara por otra razón, una que no tuviera nada que ver con Liam.
Nick la soltó, dejando caer los brazos.
–Prepara los que necesites para que nos vayamos. Te espero aquí.
Miley miró a Nick y supo que estaba decidido a llevarla a su casa. No había nada que ella pudiera hacer para que la dejara sola allí esa noche. Pero, en parte, no quería quedarse sola, sobre todo al recordar las amenazas de Liam. Sabía muy bien de lo que Liam era capaz.
Como no llevaba mucho tiempo viviendo en Somerset, Miley no conocía demasiado bien a los vecinos. A ambos lados de su casa vivían parejas de ancianos que había visto en alguna ocasión. Pero, a parte de los empleados del centro de acogida, Nick era la única persona que conocía allí. Hacía tiempo, había pensado en unirse a algunas asociaciones vecinales, pero nunca había llegado a hacerlo.
Al fin, Miley tomó una decisión.
–De acuerdo. No tardaré mucho.
Nick esbozó una ligera sonrisa.
–Tómate tu tiempo. No pienso irme a ninguna parte.
Miley se sintió pletórica. Algunas cosas habían cambiado, pero Nick seguía siendo Nick, el hombre que siempre había sido y siempre sería su caballero andante. La única persona con la que siempre podía contar.
Sin decir más, se apresuró a ir a su habitación para preparar una bolsa de viaje.


2 comentarios:

  1. wooooooooooow siguelaaaaaaaaaaaaaaaaaaa
    please no me dejes con la dudaaa

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  2. aaaaaaahhhhhhhhhhhh!
    michelle ! mitchie! amigaaaaaaaaaaaaaa
    por que nos dejas asi!
    tan emocionante que se estaba poniendo
    wwwwwwwwwwuuuuuuuuuaaaaaaaaaaaa :'/
    sube mas plis
    me encanto el cap C:
    sube pronto si?
    encuanto puedas amiga C:
    te amodoro♥
    besitos

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